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Opinión - ¡Nos comerán! Por Esther Palomera

The Guardian en español

Las mujeres de Belfast ondean sus tangas contra los argumentos machistas en un juicio de violación

Ruth Coppinger sostiene una tanga en el parlamento irlandés

Harriet Sherwood

Era solo un trozo de tela color azul oscuro y con los bordes de encaje, pero cuando esta semana la diputada Ruth Coppinger la sacó de debajo de su manga y la mostró en alto frente al parlamento irlandés, la prenda de ropa interior femenina consternó a sus colegas. Fuera del recinto, las mujeres se lanzaron a las calles llevando su ropa interior en las manos. En Cork, docenas de tangas fueron exhibidos en los escalones de los tribunales. El jueves, en Belfast, manifestantes ataron braguitas a sus carteles y gritaron: “Mi vestido negro no significa que sí quiero”.

Miles de mujeres publicaron fotografías de su ropa interior en Twitter con los hashtags #Yosítecreo y #EstoNoEsConsentimiento. Lo que provocó las protestas en toda Irlanda y la furia en las redes sociales fueron las palabras de una abogada que defendía a un hombre acusado de violación durante un juicio en Cork.

Sugiriendo que la demandante –una mujer de 17 años– estaba “abierta a conocer a alguien”, Elizabeth O’Connell dijo: “Hay que ver cómo iba vestida. Llevaba un tanga con encaje”.

El acusado de la violación fue absuelto con un fallo unánime, después de que el jurado debatiera durante 90 minutos. Las protestas no se centran en el veredicto ni al resto de detalles del juicio, sino en este tipo de argumentos machistas sigan presentes en los tribunales.

Según Fiona Ryan, concejal de la ciudad de Cork, la indignación por las palabras de la abogada fue creciendo poco a poco. “Al principio no pasó nada, fue una reacción tardía. Pero fue como un caldo de cultivo”, afirmó. Ryan propuso hacer una protesta en Cork el miércoles, ocho días después del final del juicio, y se sorprendió cuando aparecieron unas 500 personas para participar, muchas mujeres llevando en la mano su ropa interior.

El día de antes, en la Cámara Baja de Irlanda, en Dublín, Coppinger ya se había mostrado tajante. “Puede generar pudor mostrar unas tanguitas aquí. ¿Cómo creéis que se siente una víctima de violación o una mujer cuando muestran su ropa interior frente a un tribunal?”, remarcó.

El miércoles, en una manifestación en Dublín, Tara Brown –del Consejo Nacional Irlandés para las Mujeres– dijo: “Nos solidarizamos con las supervivientes de ataques sexuales a quienes el sistema de justicia penal les está fallando escandalosamente. El tipo de prendas que lleve una víctima no tiene lugar en el sistema de justicia penal y de ninguna forma determina si hubo consentimiento”.

“Tenemos la responsabilidad de crear un sistema seguro para las supervivientes de ataques sexuales, y todo el tiempo vemos que estamos lejos de lograr un sistema que ponga a la víctima en primer plano”.

El jueves, en Belfast, Cerys Falvey, del grupo de activistas feministas Rosa, dijo: “Hemos visto protestas en toda Irlanda que decían que esto ya no es aceptable, así que lo que tenemos que hacer ahora es construir un movimiento y luchar”.

¿Por qué importa la forma de vestir?

Según Noeline Blackwell, del Centro para Crisis por Violaciones de Dublín, a los jurados en juicios sobre violaciones a menudo les dan detalles sobre la ropa de la víctima.

“Es muy, muy común que se mencione la forma en que la mujer iba vestida, cuánto alcohol había bebido, por qué no gritó si se encontró en problemas”, le dijo al periódico Irish Independent, luego de la sentencia del juicio.

“Este tipo de mitologías y estereotipos sobre las violaciones resurgen una y otra vez en los tribunales, porque para defender a un violador se intenta establecer que hubo consentimiento. Entonces el acusado intentará lo que sea para sugerir que tuvo una relación sexual con consentimiento”, afirmó.

Ryan aseguró: “Desafortunadamente, la respuesta –particularmente de las mujeres más jóvenes– es que si esto les sucediera a ellas, no lo denunciarían”.

Ryan añadió que gran parte de la indignación estaba dirigida a la abogada, especialmente por ser mujer. “Pero la realidad es que ése es un engranaje más en un sistema podrido. Así se manejan en general en los juicios por violaciones, y es un reflejo del sexismo y la misoginia que impera en nuestro sistema judicial”.

Las protestas de esta semana recordaron a otras de principio de año en Belfast, cuando 1.000 personas se manifestaron en solidaridad con una mujer de 21 años que acusó a dos jugadores de rugby de violarla y los acusados fueron absueltos por el jurado. En ese momento, también hubo protestas en Dublín, Derry, Cork, Limerick y Galway.

En los tribunales, una mujer de 19 años que acusó a dos hombres de violarla fue interrogada durante ocho días y su ropa interior fue entregada al jurado para que la examinaran. El caso terminó en una investigación independiente sobre cómo el sistema penal de Irlanda del Norte trabaja en los casos de ataques sexuales graves.

Traducido por Lucía Balducci

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