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Biodiversidad, clima y cambio global, cuando las partes no dejan ver el todo

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Adrián Escudero / Fernando Valladares

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Este día Internacional de la Diversidad Biológica podemos tomárnoslo en serio o dedicarnos a disfrutar de algún documental de naturaleza y brindar en nuestro confinamiento por las especies más hermosas que merecen conservación. A base de disociar durante décadas la biodiversidad con nuestro bienestar y a base de olvidar que la extinción de especies es parte de un cambio global que impulsamos con nuestra inmensa huella ambiental nos vamos quedando sin funciones que necesitamos y que damos por hechas. Llegó una pandemia de récord y nuestras miradas de sorpresa pasaron de las soluciones sanitarias para detener la hemorragia a soluciones de mayor recorrido para evitar que vuelva a ocurrir algo así. De pocas cosas podemos estar más seguros que de la llegada de nuevas zoonosis. El que se hagan pandemias o no podría depender de que nos tomemos la biodiversidad en serio o sigamos pensando que es algo externo y accesorio, un lujo o un capricho para una sociedad que tiene planes más ambiciosos que proteger esa cosa llamada diversidad biológica.  

El Antropoceno, periodo histórico en el que nos hallamos, es la exacerbación del papel de Homo sapiens como herramienta de alteración de procesos a escala planetaria. En realidad, es la cumbre del antropocentrismo cultural: ¡somos increíbles y fantásticos! Es verdad que el resultado no es el más saludable para el resto de seres vivos que nos acompañan en esta nave, llamada Tierra, pero es impresionante lo que somos capaces de hacer cuando nos lo proponemos. Podemos hacer lo que queramos y lo hacemos. Nos dio permiso alguna deidad en algún plano astral y, oye, lo hacemos con rigor y sistema. 

Los científicos hemos llamado a esta locura, Cambio Global, una panoplia de procesos de muy diferente naturaleza con el denominador común de que alteran radicalmente el funcionamiento de los ecosistemas limitando los servicios de los que nos proveen –dejad que sigamos aquí, en el este plano “ombliguista” del “qué hay de lo mío”-. El Cambio Global se expresa independientemente de su naturaleza y motor de acción como una destrucción de la diversidad biológica. Ese es el denominador común, ni servicios ecosistémicos, ni tejido productivo, ni salud de la humanidad, ni gaitas, todo son derivadas de lo mismo, pérdida de diversidad biológica. Puede manifestarse en forma de contaminación, o de destrucción directa, o de sobrexplotación de recursos, o de la acción de especies invasoras, o, por supuesto, de calentamiento. Da igual, en realidad son un montón de motores que pueden actuar solos o en comandita, con resultados aditivos o, directamente, sinérgicos, es decir que van más allá de la suma de los efectos individuales. El resultado, en cualquier caso, es una alteración radical de las condiciones de vida para un montón de organismos, y en última instancia, una desaparición masiva de especies. Si, independientemente de los motores en los que se exprese este Cambio, el resultado es sólo uno, pérdida de diversidad biológica.  

Sin embargo, cuando nos enfrentamos a este problema, de lo que hablamos y lo que leemos en los medios, u oímos a un tertuliano, es de calentamiento o de una manera más impactante de Emergencia Climática. ¿Por qué sustituimos el todo por una de las partes? No es una pregunta retórica, ni mucho menos, tiene raíces que podemos seguir y tiene consecuencias esperables pero muchas inesperadas también. 

En estos días de pandemia, hemos vivido una clara expresión de la consecuencia directa de esta sustitución del todo por una parte. La idea es simple, la emergencia del coronavirus y la climática son horrores que cursan en paralelo y que podrían estar hablando de castigos divinos como la llegada de un meteorito gigante, si no fuera, claro, porque la razón nos recuerda que eso es una memez. Algunos estamos intentando advertir que la destrucción de hábitats y la pérdida de diversidad están en la raíz de la aparición de zoonosis y que si queremos una vacuna contra ellas, lo que tenemos que hacer es revertir el colapso de la diversidad biológica. No se asusten, no es consecuencia de que tengamos una percepción extrasensorial, es que a lo largo de las últimos veinte años, las evidencias en este sentido se han ido acumulando. Las relaciones evolutivas entre patógenos y huéspedes son una expresión de la enorme complejidad que alcanza la diversidad biológica. La desaparición de estos hospedadores, el aumento de la probabilidad de contacto entre patógenos con una especie, Homo sapiens, de tamaños poblaciones desmedidos, como consecuencia de la destrucción de hábitats, y la re-adaptación del patógeno a estos nuevos huéspedes, hacen inevitables la emergencia de nuevas enfermedades. El calentamiento no es más que una herramienta más de destrucción masiva, como la deforestación, el avance de la frontera agrícola, la emisión de todos tipo de contaminantes a los ríos y mares y si me apuráis el crecimiento desmedido de nuestras poblaciones. El resultado es, de nuevo, la Pérdida de Biodiversidad. Eso es todo. 

Pero, ¿entonces por qué priorizamos el calentamiento sobre esta pérdida de especies? La razón es cultural. Las ciencias biológicas, especialmente las dedicados a organismos están en declive. De una manera casi inconsciente, organizamos el panteón de las ciencias entre las nobles, donde colocamos a la Física y las Matemáticas, y las de perfil menos relevante como la Botánica y la Zoología. Supongo que en este sentido, cosas tan triviales como las categorías de los premios Nobel, no han tenido importancia menor. No siempre ha sido así, a finales del siglo XVIII y principios del XIX, estás ciencias biológicas eran las dominantes, pero, claramente, esos tiempos pasaron a mejor vida. Las consecuencias son directas, las biologías de organismos y la de sistemas, ecología, quedan excluidas prácticamente de las fuentes de financiación competitivas en la mayoría de los países, o reducidas a programas basales que hacen que esos departamentos universitarios languidezcan. Resulta prácticamente imposible conseguir recursos para hacer investigación básica en estos campos. Sin embargo, la ciencia del clima es una disciplina de la Física que requiere modelos predictivos y herramientas tecnológicas muy desarrolladas, como satélites, sondas o aviones que siguen las borrascas. El clima está conectado directamente con todos los sistemas de producción primaria de nuestras sociedades humanas, agricultura, ganadería y, no nos olvidemos, eso es la máxima expresión de la capacidad de nuestra especie para hacerse diferente de las demás. Nuestra naturaleza humana está ahí.

Mientras la emergencia climática ocupa espacios públicos, su consecuencia, la pérdida de diversidad biológica es el espacio de ONGS, amantes de la naturaleza, y de algún académico que consigue miniespacios para decir, ojo…..que el calentamiento no es más que un motor de los muchos que tiene el Cambio Global.

No hemos tenido oportunidad de explicar, o no hemos sabido cómo, la conexión entre biodiversidad y bienestar. Al fallar, la gente sigue viendo esto de la diversidad biológica como una externalidad, alejada de los problemas reales y de cosas tan series como los ERTEs o la muerte de gente en las UCIs por esta enfermedad. 

No es así. La pandemia nos lo ha recordado. En la nueva normalidad, una de las claves será revertir la extinción masiva de especies y la destrucción de sus hábitats. Para ello tendremos que proponer medidas audaces relacionadas con una gobernanza global. La conservación de lo que queda deberá basarse en principios de solidaridad global, herramientas de financiación. No hay mas vueltas que darle. Partir el problema en trozos no ayuda a resolverlo porque es global. Siempre queda la opción de dejar a un lado el conocimiento científico y seguir como siempre. 

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