Reforzar la atención primaria y la vigilancia epidemiológica para lograr un deshielo sanitariamente seguro
En la gestión de la pandemia por el coronavirus Covid-19 resulta fundamental dedicar tanto esfuerzo a la gestión del día a día para romper la cadena de trasmisión del virus, evitar nuevos contagios y organizar la atención sanitaria para atender adecuadamente a los pacientes, como a planificar adecuada y anticipadamente las siguientes etapas del “deshielo” para acertar en el objetivo de prevenir muertes y vencer al virus.
Varios son los aspectos que se deben preparar con la mayor precisión y el más amplio consenso técnico y científico posible una vez que la prolongación del estado de alarma nos ofrece un margen de tiempo en la planificación de los siguientes pasos a dar.
Uno de ellos se refiere a la necesidad de acometer, de inmediato, una estrategia de vigilancia epidemiológica reforzada que se apoye en la atención primaria de salud. Los profesionales de este nivel de atención, por su cercanía a la población y su enfoque comunitario, pueden ser un aliado de vital importancia para los equipos de salud pública en todas las Comunidades Autónomas a fin de conseguir el objetivo de doblegar la pandemia aplicando protocolos de actuación adecuados a cada realidad y a cada territorio.
La vigilancia epidemiológica reforzada es un instrumento que puede aportar precisión e inmediatez en la detección precoz de casos, en el rastreo de sus contactos, en el aislamiento de positivos y en lograr “apagar fuegos” localizados antes de que se vuelva a incendiar el bosque. Además, permitirá tener una mejor definición de la evolución epidemiológica de la enfermedad.
Los dispositivos institucionales que llevan a cabo esta tarea deben ser reforzados según las necesidades de cada territorio, tanto en recursos humanos como en recursos materiales, nuevas tecnologías digitales, e incluso, con nuevos protocolos de actuación para aportar claves precisas de acción a los dispositivos asistenciales de los centros de salud. Y muy estrechamente ligado a esto tendrá que incrementarse, de manera escalonada, la capacidad de realizar más pruebas de PCR en las próximas semanas para definir positividad y posibilitar el aislamiento, así como para garantizar negatividad de los profesionales que estén en la primera línea o se reintegren a la actividad productiva.
En la medida en que se cuente con tests rápidos para medir anticuerpos contra el virus se podrá avanzar en la realización de encuestas sero-epidemiológicas que refuercen aún más la vigilancia epidemiológica
Son los equipos de profesionales de atención primaria quienes mejor pueden asegurar las acciones preventivas y asistenciales capaces de dar respuesta a las necesidades concretas de salud de su población de referencia. Estas tareas serán más importantes a medida que se vaya produciendo el deshielo de la actividad económica y el paulatino desconfinamiento posterior. Seguir previniendo y frenando los daños concretos en la salud generados por la enfermedad del Covid-19, continuar contribuyendo a la contención de la sobreutilización hospitalaria y evitar la reaparición de casos serán, sin duda, tareas prioritarias durante la lenta y paulatina recuperación de la actividad productiva y de la cotidianeidad de los hogares.
Pero es también prioritario el trabajo en el campo preventivo, estrechamente ligado con la información obtenida por la vigilancia epidemiológica, a fin de garantizar el aislamiento de positivos, el seguimiento de los casos, sea domiciliario o, cuando sea necesario, posible y pertinente, en albergues especiales, el control y seguimiento de los contactos, así como las decisiones a adoptar para la derivación al nivel hospitalario.
De igual forma, la actuación preventiva, de protección y de asistencia para la población más vulnerable asignada a cada equipo de atención primaria, incluyendo las personas en residencias de mayores y de personas con discapacidad, ha de quedar ubicada en este marco de actuación reforzada y reorientada de la atención primaria.
No debe olvidarse la necesidad de retomar y reforzar el resto de las actividades asistenciales a demanda, así como las programadas de los centros de salud, algo que resulta imprescindible para mitigar los daños colaterales que la priorización de la lucha sobre el coronavirus Covid-19 seguro que puede haber ocasionado.
Planificar este camino es una tarea urgente que debe realizarse en el marco de actuación más poderoso que dispone el Sistema Nacional de Salud español que no es otro que la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial; y debe hacerse asegurando recomendaciones y propuestas comunes para todo el sistema sanitario para que sean refrendadas por el pleno del Consejo y, por tanto, por la totalidad de las autoridades sanitarias de España.
Elaborar este marco general para España que suponga el refuerzo de la vigilancia epidemiológica y potencie el papel que debe jugar la atención primaria de salud ha de ser uno de los elementos clave de la fase de transición que hemos de encarar a partir del comienzo del “deshielo” en una semana. Esto deberá hacerse incorporando, desde el inicio de su elaboración, a las sociedades científicas de atención primaria y de salud pública, así como a todas las organizaciones profesionales y colegiales representativas para asegurar un amplio consenso y la máxima eficacia posible de las acciones a desarrollar.
Emprender el reforzamiento de la vigilancia epidemiológica y el marco de actuación de la atención primaria son tareas urgentes que no pueden esperar si queremos lograr un deshielo sanitariamente seguro.
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