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Turquía contra la libertad de prensa

Can Dündar, director de Cumhuriyet en un acto celebrado en el extranjero.

Alan Rusbridger / Amy Goodman / Khadija Ismayilova

Periodistas —

Desde el intento de golpe de Estado del 15 de julio de 2016 en Turquía, la comunidad internacional ha sido testigo de una represión sin precedentes de la libertad de opinión y de expresión por parte del Gobierno de Ankara.

En un contexto en el que el Gobierno de Erdogan tiene como misión silenciar las voces disidentes con el pretexto de “luchar contra el terrorismo”, los medios de comunicación independientes están desapareciendo rápidamente.

La declaración de estado de emergencia, que ahora ha sido prorrogada por casi dos años más y que permite que el Gobierno pueda emita decretos con carácter de urgencia, ha tenido un profundo impacto sobre los medios de comunicación independientes y amenaza la continuidad de las instituciones democráticas del país.

Durante los últimos dos años, los mecanismos internacionales de derechos humanos han instado una y otra vez al Gobierno a respetar sus obligaciones internacionales y a abstenerse de vulnerar los derechos de los ciudadanos.

En noviembre de 2016, el relator especial de Naciones Unidas sobre la promoción y protección del derecho a la libertad de opinión y de expresión, David Kaye, al término de una visita al país manifestó su alarma por el hecho de que “el estado de emergencia no puede justificar la adopción de medidas desproporcionadas y arbitrarias que representen un duro golpe para la libertad de expresión, la libertad de los medios de comunicación y el acceso a la información en Turquía”.

Según el Centro para la Libertad de Estocolmo, desde el intento de golpe de estado en Turquía, se ha juzgado y condenado a 62 periodistas, 192 han sido detenidos y sobre 142 pesa una orden de búsqueda. El Gobierno ha cerrado o desmantelado cientos de medios de comunicación y Turquía se mantiene como el país con el mayor número de periodistas encarcelados del mundo.

Por todo ello no resulta sorprendente que en el Índice Mundial de Libertad de prensa 2018, elaborado por Reporteros sin Fronteras, Turquía ocupe el lugar 157º de una lista de 180 países y vaya acercándose a los países con los niveles más bajos de libertad de prensa del mundo.

El 25 de abril, después de un juicio político que se prolongó diecisiete meses, el mundo vio horrorizado cómo el poder judicial turco daba un paso más en la restricción de la libertad de prensa y condenaba a catorce trabajadores del periódico independiente más destacado de Turquía, Cumhuriyet.

Tanto la comunidad turca como la comunidad internacional reaccionaron con indignación al conocer una sentencia que destaca por su dureza y por ser desproporcionada y contraria a la ley. Condena a los 14 trabajadores del medio (directivos, periodistas y caricaturistas) a penas de entre dos años y medio y siete años y medio de prisión por sus actividades profesionales. La sentencia puede ser recurrida.

La mayoría ya ha cumplido prisión preventiva durante meses. Es el caso de un miembro del equipo ejecutivo de la Fundación Cumhuriyet, Akin Atalay, a quien se mantuvo injustificadamente privado de libertad durante 541 días hasta que la sentencia lo absolvió. La sentencia también absolvió a otros tres trabajadores del medio.

Los profesionales de Cumhuriyet han sido condenados en virtud de las acusaciones falsas de haber apoyado y ayudado a tres grupos diferentes que se consideran organizaciones terroristas proscritas en Turquía: el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), el Frente Revolucionario de Liberación Popular y el Movimiento Gulenista (FETO).

Los cargos se relacionan directamente con las actividades periodísticas del medio de comunicación y su postura crítica con el Gobierno de Erdogan. En uno de los casos, el del contable Emre Iper, se lo condena a tres años, un mes y 15 días de prisión por sus actividades en Twitter. El fallo judicial se ha conocido después de que la Fiscalía General de la República de Ankara ya hubiera considerado infundadas las acusaciones iniciales formuladas contra él de descargar el programa de cifrado ByLock vinculado a los gulenistas.

Desde que fue fundado en 1924, Cumhuriyet ha sido el periódico independiente más importante de Turquía. En 2016, fue galardonado con el prestigioso Right Livelihood Award, conocido como el Premio Nobel Alternativo, “por su periodismo de investigación valiente y su compromiso con la libertad de expresión frente a la opresión, la censura, el encarcelamiento y las amenazas de muerte”.

En tiempos de excepción, Cumhuriyet ha seguido honrando valientemente su compromiso de informar de manera verdaderamente independiente, y ha defendido contra viento y marea el principio de la libertad de prensa y el interés público. A lo largo de los años, cinco de sus empleados han sido asesinados y, pese a ello, ha seguido proporcionando a sus lectores información crítica sobre cuestiones de derechos humanos, igualdad de género, laicidad y protección del medio ambiente.

Afrontando otro obstáculo de enormes proporciones, el director del periódico, Murat Sabuncu, que ha sido condenado a siete años y seis meses de prisión, ha indicado:

“La libertad es un bien maravilloso y uno se da cuenta de su valor al perderla. Tanto el periódico Cumhuriyet como sus periodistas dicen la verdad en todas las circunstancias y siempre lo hemos hecho. El periodismo no es un delito”.

Tanto el periódico como sus trabajadores han demostrado en repetidas ocasiones que no dejarán que se silencie la voz de la democracia. A pesar de todos los obstáculos, Cumhuriyet continuará con su valiente labor de periodismo de investigación y su firme compromiso con la libertad de expresión. Nosotros permaneceremos a su lado.

Alan Rusbridger, Right Livelihood Award Laureate (Reino Unido)

Amy Goodman, Right Livelihood Award Laureate (EEUU)

Khadija Ismayilova, Right Livelihood Award Laureate (Azerbaiyán)

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