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En defensa de la Economía Social y Solidaria

La economía social debe situar a las personas sobre el capital
Carlos Ascunze Elizaga, Blanca Crespo Arnold, Mª Ángeles Diez López, Yayo Herrero López, Fernando Sabín, Sandra Salsón, Peru Sasía Santos y Jordi Vía (1) —

Llamamos Economía Social y Solidaria (ESS) al conjunto de iniciativas socioeconómicas creadas para satisfacer las necesidades de sus socias/os y de la ciudadanía a través del mercado desde valores y prácticas alternativas a la economía convencional. Producen bienes y servicios de utilidad social. Promueven relaciones internas y externas basadas en la reciprocidad, la solidaridad o la cooperación y la eventual distribución de beneficios o excedentes, así como la toma de decisiones, se realizan mediante procesos democráticos y participativos. 

La ESS reivindica la economía como medio –y no como fin– al servicio de la mejora de la calidad de vida de las personas, la comunidad y su entorno natural. Reconecta la economía con otras esferas de la vida y trata de facilitar la conciliación entre ellas. Se orienta por los principios de adhesión voluntaria y abierta, gestión democrática, autonomía e independencia, educación, formación e información, intercooperación entre empresas y entidades de la economía social y compromiso con la comunidad y el entorno en el que se desarrolla la actividad. Su objetivo es el sostenimiento de la vida en condiciones dignas y no el del aumento de los beneficios. 

La ESS tiene una presencia relevante en la producción y en los servicios e iniciativas que garantizan una mejor reproducción de la vida, mediante empresas de economía social, entidades no lucrativas y proyectos ciudadanos de muy diverso tipo. 

Las entidades de la ESS presentan unas cifras de actividad económica nada desdeñables. En Europa, CIRIEC-International cuantificó en aproximadamente 2 millones de entidades (el 10-12% de todas las empresas de la UE), que en 2010 empleaban a alrededor de 14,5 millones de personas (equivalente al 6,5% del total de la población trabajadora de la UE). El Estado español es el noveno del mundo en número de población empleada en la ESS en relación con el total de población empleada. Genera aproximadamente 2.225.000 empleos (directos e indirectos), lo que representa un 12,5% del empleo total. 

Descendiendo a la escala local, hay ciudades donde la ESS tiene un peso significativo, como en Lille (Francia), donde con 230.000 habitantes cuanta con 20.000 empleos generados por la ESS (12% del empleo total de la ciudad) o Barcelona, que con 1,6 millones de habitantes y un área metropolitana con más de 5 millones, cuenta con 4.718 entidades de ESS, 53.000 personas empleadas y 100.000 voluntarias. Hay comunidades autónomas, regiones y municipios -grandes o pequeños- que vienen promoviendo en las últimas décadas programas estratégicos de promoción de la ESS porque entienden que su contribución es decisiva para la generación de empleo de calidad, el fomento de la cohesión social y una economía al servicio de las personas y la sostenibilidad social y ambiental. 

La  ESS, alternativa ante la crisis global 

La mejor información científica disponible y los análisis que se derivan de ella conducen a pensar que en las próximas décadas viviremos tiempos complicados. La crisis de energía y materiales, el cambio climático y sus principales consecuencias, la profundización de las desigualdades y la crisis de legitimidad democrática, abocan a diseñar y poner en marcha fórmulas que permitan recomponer los metabolismos económicos garantizando el mantenimiento de las condiciones de vida de las mayorías sociales. 

Es importante tener en cuenta que la causa estructural de estas crisis multidimensionales e interconectadas se encuentra en el choque que se produce entre la dinámica expansiva del capitalismo y un mundo que tiene límites físicos ya sobrepasados,  así como en el desigual reparto de los beneficios que se producen bajo esta lógica económica, que al encontrar dificultades para crecer generando empleos de calidad, produce exclusión social, desempleo estructural y la existencia de trabajadores y trabajadoras pobres. Por otra parte, nos encontramos también ante una profunda deslegitimación de la democracia y las instituciones y amplios sectores de la población exigen una profundización de la democracia política y económica. Nos encontramos en una situación de verdadera emergencia social. 

Diversas instituciones políticas y económicas han resaltado el papel del emprendimiento social como generador de riqueza, capaz de aprovechar el talento y las capacidades de las personas para generar riqueza. La ESS entra de lleno en el emprendimiento social, pero estimulando el que se haga de forma colectiva, centrado en la producción de bienes y prestación de servicios útiles a la comunidad y con su prioridad centrada en la creación y mantenimiento de trabajos dignos. Superando la dimensión individual y basado en relaciones equitativas y solidarias, estas iniciativas empresariales son menos vulnerables y más resilientes en los momentos de dificultad y crisis. Destacan, particularmente, en la generación de empleos inclusivos y en igualdad de condiciones para todas las personas. 

Al ser una mirada innovadora sobre la economía y la empresa, la ESS se convierte también en un movimiento social, que intenta intervenir en la esfera económica, resolver necesidades humanas y ofrecer soluciones a los problemas de nuestro tiempo. Busca modificar las relaciones sociales, transformar los marcos de acción y proponer nuevas orientaciones que mejoren la vida de las comunidades en las que interviene. Por ello, vinculadas a la ESS, encontramos multitud de personas comprometidas con los procesos de emancipación y democratización de la economía y la política, con la solidaridad y lucha contra la pobreza, con el ecologismo y el feminismo. 

La apuesta institucional por la ESS

La comunidad internacional es consciente del papel clave que desempeña la ESS en el desarrollo social y económico. Por ello, instituciones relevantes de Naciones Unidas como la OIT, PNUD o UNRISD vienen impulsando pronunciamientos, estudios y programas de fomento y desarrollo de la ESS como una estrategia para afrontar los retos económicos, sociales y ecológicos que enfrenta nuestro planeta. 

Europa también se ha hecho eco de este creciente interés por la ESS y ha promovido diferentes directivas y programas en este ámbito. En este sentido, cabe destacar la Directiva Europea 2014/24/UE del Parlamento Europeo y del Consejo sobre contratación pública, especialmente en sus artículos 20 y 77, que estimula el desarrollo de la ESS en los países miembros. Esta directiva establece una reserva de mercado para las entidades de la ESS cuyo objetivo sea la integración laboral de colectivos en situación de exclusión y para entidades de la ESS cuyo objetivo sea la prestación de servicios sociales, culturales y de salud. Recientemente esta Directiva se ha trasladado a la legislación estatal en materia de compra pública, así como a muchas iniciativas de compra pública responsable que municipios y comunidades autónomas están llevando a cabo. 

En la última conferencia europea de Economía Social celebrada recientemente en Madrid, se ha firmado la declaración titulada “La Economía Social, un modelo empresarial para el futuro de Europa”, en la que se solicita a la Comisión Europea la elaboración de un Plan de Acción Europeo 2018-2020 dotado de la financiación adecuada para la promoción de las empresas de la Economía Social en Europa y el fomento de la innovación social, reivindicando una política presupuestaria específica para este tipo de organizaciones. 

La ESS está presente en las políticas de empleo estatales a través de la Dirección General del Trabajo Autónomo, la Economía Social y la Responsabilidad Social de la Empresas dentro del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Dentro de las políticas públicas puestas en marcha desde el ámbito estatal cabe destacar el Programa Operativo de Inclusión Social y Economía Social para el periodo 2014-2020 cofinanciado por el FSE. 

Pero es en las políticas autonómicas, y recientemente en las municipales, donde encontramos un mayor desarrollo de planes, estrategias y medidas de apoyo al fortalecimiento y desarrollo de la ES y en algunos casos de la ESS. Prueba de ello son por ejemplo la Estrategia de Innovación de la Economía Social Andaluza 2010-2013, el Plan Integral de Economía Social de Navarra 2017-2020, que se suman a otras iniciativas ya impulsadas en otros territorios o el reciente anuncio del impulso que se pretende dar en la Comunidad de Madrid. 

En el ámbito de las políticas municipales se ha desarrollado el “Plan de Impulso de la ESS del Ayuntamiento de Barcelona 2017-2019”. En Madrid, encontramos referencias y medidas para la promoción de la ESS en diferentes planes, en el Plan de Gobierno de la ciudad 2015-2019, en el Plan Madrid Ciudad de los Cuidados, en el Plan de Impulso del Consumo Sostenible o en el Plan de Empleo. Además, el Área de Gobierno de Economía y Hacienda del gobierno municipal ha avanzado en el establecimiento de una Estrategia de Economía Social y Solidaria para la ciudad, elaborada tras un amplio proceso de diagnosis, diálogo y reflexión con diversos actores vinculados a la ESS (entidades y organizaciones sociales, grupos políticos municipales, cooperativas, empresas de inserción, sociedades laborales, fundaciones, asociaciones, etc.). Otros municipios de Aragón, Euskadi, Galicia, etc. vienen impulsando también planes parciales o sectoriales de apoyo al fomento de la ESS. 

La apuesta por la ESS obliga a que las instituciones públicas lleven a cabo una revisión profunda de los modelos de gobierno, gestión y contratación de los servicios –incluidos los de control y supervisión– que presta la administración, sobre todo en aquellas esferas que son clave para que la economía no se vuelva contra los intereses de las personas (servicios sociales, urbanismo, finanzas, telecomunicaciones, energía, gestión de residuos, agua, alimentación, etc.). Lograrlo pasa por aprender de la profunda crisis económica que estalló en 2007, así como por implementar cambios que mejoren la supervisión del uso del dinero público, que integren la prestación de servicios públicos con un enfoque no lucrativo, y que redistribuyan la concentración de poder político y empresarial en favor de la sociedad civil a través de los grupos de interés, las personas usuarias y el tejido asociativo. Desde esta perspectiva, la ESS se convierte en un bien público a preservar y sus iniciativas y empresas en aliadas en la transformación de la gestión económica (especialmente en el ámbito de la compra pública, la gestión de servicios de interés público o el impulso de un desarrollo humano local), desde criterios democráticos, inclusivos, ecológicos y feministas. 

Algunas administraciones empiezan a dar pasos en esa dirección que generan no pocas resistencias y recelos. En las últimas semanas se ha producido cierto ruido mediático en torno a la apuesta de algunas administraciones públicas por la ESS y la adjudicación de contratos y servicios, aún muy escasos en cuantía -comparativamente a la contratación realizada con empresas convencionales- a algunas de sus entidades. A pesar de que nadie ha cuestionado ni denunciado el incumplimiento de los procesos y procedimientos legales que condujeron a la contratación, se sugieren relaciones nebulosas entre formaciones políticas y algunas de estas empresas que predisponen, en la forma en que se formulan, a desprestigiar a cooperativas, entidades sociales, iniciativas de banca ética, etc. que, por lo demás, han trabajado con los consistorios desde hace varios años, cuando legislaban otros partidos políticos, habiendo obtenido inmejorables valoraciones y evaluaciones. Empresas que, es necesario insistir,  han comunicado en todo momento de forma absolutamente transparente las características de dichas adjudicaciones, tanto desde el punto de vista de los servicios prestados como del destino concreto de las contrapartidas económicas, operando en coherencia con un estilo de transparencia y rendición de cuentas que forma parte irrenunciable de la manera de trabajar de la ESS. 

Hacer un ejercicio ético de la información y del legítimo debate político entre partidos es crucial. Utilizar un sector emergente, en crecimiento y necesario, como campo de batalla electoral puede suponer un retroceso en el trabajo de las últimas décadas, en el mantenimiento y crecimiento del empleo, en la prestación de servicios de calidad y en el impulso de alternativas económicas de carácter ciudadano que hagan frente a los retos socioeconómicos actuales. 

En ese sentido, hacemos un llamamiento a agentes sociales y políticos, así como a medios de comunicación para que sean responsables y animamos a que se acerquen, al igual que toda la ciudadanía que lo desee, a conocer la ESS y sus formas de construir un tejido económico al servicio de la sostenibilidad de la vida.

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