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Los homosexuales no existimos

Manifestación contra la LGTBIfobia en la Catedral de Alcalá.

Eduardo F. Rubiño

Candidato de Más Madrid en el equipo de Íñigo Errejón para la Comunidad de Madrid —

Los homosexuales no existimos. Lo que sentimos, que podríamos calificar como “atracción hacia el mismo sexo”, es en realidad una “proyección” de nuestro psiquismo debido a “heridas en la masculinidad” causadas por nuestros complejos, nuestros traumas y nuestra difícil infancia. Esa falta de virilidad nos confunde y nos hace buscar en el otro la masculinidad que nosotros no logramos alcanzar. Si nos esforzamos y aprendemos a controlarlo descubriremos en el fondo que el amor es posible haciendo un camino de “sanación” a través de ejercicios y lecturas.

El párrafo anterior es un resumen casi literal de lo que uno puede encontrar en los abundantes materiales con los que el Obispado de Alcalá pretende “curar” a los homosexuales. El esquema con variaciones sería aplicable a lesbianas, bisexuales o personas trans. Esta pseudoteoría sería casi cómica si no fuera porque se ha utilizado de manera sistemática para hacer terapias ilegales en la diócesis de Alcalá, a las órdenes de Reig Pla, a decenas de jóvenes que por distintas vías han acabado en sus manos. En algunos casos se trataba de menores de edad. No podemos hacernos una idea del impacto que este tipo de cosas tiene sobre la vida de personas que caen en manos de estos supuestos terapeutas en momentos de especial vulnerabilidad, justo cuando se están haciendo preguntas sobre su propia identidad y su propia sexualidad. Las consecuencias son imprevisibles y van desde la depresión, las secuelas a largo plazo, los intentos de suicidio o la represión de la sexualidad.

Se trata en definitiva de una forma de tortura, que no busca otra cosa que negar una de las dimensiones de la personalidad que es la sexualidad y la identidad de género en toda su diversidad. No necesitamos más masculinidad, porque nadie tiene que imponernos lo masculinos o femeninos que tenemos que ser. No tenemos ninguna herida por nuestra sexualidad o identidad, sino en todo caso las que nos causa la propia opresión que nos ha hecho sufrir la sociedad. Ni por supuesto somos enfermos por ello, ni necesitamos ningún curso para reparar nuestra sexualidad. Claro que tenemos complejos, traumas e infancias difíciles, exactamente igual que cualquier persona, tenga la sexualidad que tenga. La historia de la psicología está llena de intentos de establecer conexiones entre sucesos de la infancia y la determinación de la sexualidad humana. Pero desde hace décadas, quienes comparten esta idea, entienden que esto es aplicable a todo el mundo por igual independientemente de su orientación, porque si la sexualidad es un constructo de relaciones sociales, y psicológicas, lo es exactamente igual para todos, sin que quepa determinar una supuesta naturalidad de la que habría desviaciones. Solo mentes retrogradas y reaccionarias, ancladas en prejuicios estúpidos pueden defender en este siglo ideas de estas características que afortunadamente son cada vez más minoritarias en nuestro país.

España se parece cada vez menos al Obispo Reig Pla, y podemos estar orgullosos de ello. En muy pocas décadas hemos pasado de ser un país en blanco y negro, que sufrió una dictadura represiva sobre la sexualidad durante 40 años, a estar a la vanguardia internacional en derechos y libertades de las personas LGTBI. Nos ha costado mucho esfuerzo llegar hasta aquí. En otras partes del mundo, estamos viviendo un momento de regresión debido al auge de la extrema derecha. Aquí, el partido de Abascal va a intentar hacer lo mismo, amenazando con derogar derechos tan básicos como el matrimonio igualitario o proponiendo expulsar a las personas trans del sistema sanitario. Precisamente Abascal, tal y como ha demostrado también eldiario.es, ha resultado ser un aliado cercano del Obispo que pretende curarnos. También quería mandarnos a terapia el que era candidato de Vox al congreso por Albacete, que afirmó que si tenía un hijo gay lo llevaría inmediatamente a terapia.

Mi opinión personal es que la gran mayoría de la población española no comparte a día de hoy las ideas de Vox y el Obispo y que incluso la mayor parte de cristianos se avergüenzan de que alguien como Reig Pla pueda representarles. Pero, lo que de verdad asusta es que tanto Partido Popular como Ciudadanos están dispuestos a pactar alegremente con la extrema derecha homófoba que sí mantiene estas ideas. Por eso estamos ante un serio riesgo de involución. Y por eso tenemos muchas dudas de que la Comunidad de Madrid vaya a cortar de raíz las terapias en Alcalá, aunque está entre sus competencias.

El martes presentamos una denuncia para exigir al gobierno del Partido Popular que haga cumplir la Ley LGTBI e imponga las máximas sanciones a los responsables de las terapias. Pero cuando vemos a la candidata que presentan a las elecciones autonómicas no podemos llevarnos a engaños. Isabel Díaz Ayuso, con lo aficionada que es a la grandilocuencia en la mayoría de los temas, se ha escondido vergonzosamente en lo que corresponde a este caso. No es de extrañar porque de número 2 lleva al Alcalde de Alcorcón, conocido homófobo que mandó retirar la bandera LGTBI y que se salió del pleno de la Asamblea de Madrid para no tener que votar la ley contra la LGTBIfobia ejerciendo así objeción de conciencia.

La única manera de garantizar los derechos por los que hemos peleado durante décadas es movilizarnos. Este sábado COGAM y KifKif han convocado a las 19:00h una concentración en protesta por este caso en la Plaza de Pedro Zerolo. Cientos de personas han ejercido su protesta en Twitter a través de los hashtags #NuestroAmorNoSeCura y #NuestraIdentidadNoSeCura. Pero tenemos que movilizarnos también en las urnas. Frente al riesgo de involución que se dibuja en el horizonte tenemos que demostrar que ni España, ni la Comunidad de Madrid admiten la LGTBIfobia. Que vamos a seguir siendo ejemplo de libertad, de diversidad y de respeto hacia todo el mundo, tenga la identidad que tenga.

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