¿Tiene el mundo razones para temer la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca? La opinión generalizada es que sí. Este blog colectivo de eldiario.es vigilará de cerca al nuevo presidente norteamericano y si es preciso hará la autopsia de lo que quede de Estados Unidos.
¿Quiénes son los enemigos republicanos de Donald Trump?
Después de tanto acusar a los demócratas resulta que el enemigo está en casa. Donald Trump ha responsabilizado al ala más radical del partido republicano del estrepitoso fracaso de su plan de salud que tuvo que retirar in extremis de la Cámara de Representantes, el pasado 24 de marzo, al no contar con los votos necesarios.
Trump, que no admite ni derrotas ni errores, encontró rápidamente un chivo expiatorio y dos días más tarde, el domingo, señaló a los culpables en uno de sus tuits: el Freedom Caucus, un grupo de parlamentarios del Tea Party; el Club for Growth (club del crecimiento), una organización que aboga entre otras cosas, por eliminar los impuestos; y la Heritage Foundation, uno de los pilares del pensamiento ultraconservador en Washington.
Estos grupos a la derecha de Trump prometen tener un efecto disruptivo en la presidencia accidentada del millonario al que no siempre han visto con buenos ojos, y por eso interesa saber quiénes son y de dónde vienen.
El Freedom Caucus es un grupo informal perteneciente la nebulosa ideológica del Tea Party que reúne a algo más de 30 congresistas (no hay número oficial) y que lidera Mark Meadows, un representante de Carolina del Norte que ha saltado al estrellato desde su enfrentamiento con Trump. Su misión es reducir el Gobierno federal a su más mínima expresión y “dar voz a los estadounidenses que consideran que Washington no les representa”.
Surgen en 2015 y se les considera directamente responsables de la caída del entonces líder de los republicanos en el Congreso, John Boehner, porque le consideraban como un blando, y el nombramiento de su sustituto, Paul Ryan, mucho más radical, aunque por lo visto no lo suficiente, ya que decidieron rechazar su plan para sustituir el tan vilipendiado Obamacare.
Uno de sus miembros fundadores es Mick Mulvaney, el actual director de la Oficina de Presupuesto de la Casa Blanca, que hace unas semanas, presentó una serie de recortes, sobre todo en el gasto social, que podrían perjudicar directamente al electorado del Trump.
Los miembros del Freedom Caucus no son exactamente populares. Los demócratas los responsabilizan del obstruccionismo y la parálisis administrativa que perjudicó a la presidencia de Obama y los republicanos moderados los acusan de sembrar el caos en el partido.
El Club for Growth tiene más años. Desde 1999 aboga por eliminar todo tipo de injerencia del Gobierno en la vida económica estadounidense. Al club nunca le ha gustado Donald Trump. Cuando el millonario ya barajaba presentarse a presidente en 2011, la organización sacó un par de comunicados acusándole de ser lo peor, es decir progresista. “¿Donald Trump de presidente? Menuda broma” dijo entonces su presidente, Chris Chocola.
El año pasado, durante las primarias republicanas le siguieron acusando de no ser lo suficientemente conservador. Y por lo visto se gastaron siete millones de dólares contra su candidatura. Trump no se inmutó. “No sé de dónde han sacado la foto (de la campaña del club). Tengo como 20 años menos. Estoy muy bien. Nunca me había dado cuenta de que tenía tan buena pinta con traje”. El club prefiere al vicepresidente Mike Pence que consideran como a uno de los suyos y a cuyas campañas ha contribuido generosamente.
La Heritage Foundation es un pilar de la derecha en Washington, el guardián de la ortodoxia conservadora. Este think tank (centro de análisis) se fundó en 1973, cuando los republicanos estaban en sus horas más bajas por el escándalo del Watergate. Tiene un edificio imponente al lado de la estación, en pleno centro de la capital, asegura tener medio millón de miembros y haber gastado (en 2015) 80 millones de dólares en “promover principios conservadores”. Su actual presidente es Jim DeMint, exsenador por Carolina del Sur y figura del Tea Party.
La fundación está en guerra contra el Obamacare desde su aprobación. Lo sigue proclamando alto y claro en portada de su página web. Desde el principio se opuso a la propuesta de Paul Ryan al acusarlo de repetir los errores del Obamacare.
Pero las diferencias sobre el plan de salud no deben ocultar la gran influencia que ejerce la fundación sobre el programa de la Casa Blanca y el equipo de Trump ha retomado muchas de sus ideas a la hora de presentar sus presupuestos.
Después de tanto acusar a los demócratas resulta que el enemigo está en casa. Donald Trump ha responsabilizado al ala más radical del partido republicano del estrepitoso fracaso de su plan de salud que tuvo que retirar in extremis de la Cámara de Representantes, el pasado 24 de marzo, al no contar con los votos necesarios.
Trump, que no admite ni derrotas ni errores, encontró rápidamente un chivo expiatorio y dos días más tarde, el domingo, señaló a los culpables en uno de sus tuits: el Freedom Caucus, un grupo de parlamentarios del Tea Party; el Club for Growth (club del crecimiento), una organización que aboga entre otras cosas, por eliminar los impuestos; y la Heritage Foundation, uno de los pilares del pensamiento ultraconservador en Washington.