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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Finaliza la investigación Trump-Putin: ¿se ha librado Trump?

Hacía ya unas semanas que en Washington nadie dormía bien y por fin el viernes por la noche, el día reservado en EEUU a las malas noticias, estalló la bomba informativa. El fiscal especial Robert Mueller ha terminado su investigación sobre los vínculos entre la campaña de Trump y el espionaje ruso. Después de dos años de “caza de brujas”, en palabras del presidente, el informe final está ya sobre la mesa del Fiscal General, pero de él no conocemos todavía ni una línea. Y quién sabe cuánto llegaremos a conocer.

El Fiscal General, al que por aquí llamaríamos ministro de Justicia, tiene la obligación legal de informar al Congreso de las conclusiones de la investigación y ha dicho que lo hará “incluso durante este mismo fin de semana”. Es razonable pensar que es entonces cuando los periodistas empezarán a recibir filtraciones sobre qué dice y qué no dice ese informe, pero a esta hora ya conocemos un dato clave que es el que los partidarios de Trump están celebrando como una victoria: el fiscal Mueller no solicita en el documento que se impute a nadie más aparte de a la treintena de personas que ya conocíamos, entre los que hay algunos de los principales asesores de la campaña del presidente. En otra palabras, los trumpistas respiran aliviados porque saben que el hijo mayor de Trump y su yerno se han salvado de la quema. Pero, ¿y el propio presidente?

¿Fin del partido? ¿Trump se va de rositas? Es más complicado que eso. Según la tradición, el Departamento de Justicia no puede hacer pública ninguna información que señale crímenes de una persona si no es para presentar cargos contra ella. Y aquí viene el quid de la cuestión: las directrices de ese departamento también dicen que al presidente de EEUU no se le puede acusar de un crimen durante su mandato. Así que podría darse una situación en la que el informe señale crímenes del presidente, pero el Departamento de Justicia no pueda hacerlos públicos porque no se le puede imputar.

Por eso es tan importante saber qué partes de ese “detallado” informe llegan a manos del Congreso, porque son ellos los que podrían decidir sobre un hipotético impeachment. Pero también hay que ver en qué se concreta el “compromiso de la mayor transparencia posible” del que habla el Fiscal General y qué llega a la opinión pública. Hace solo unos días, republicanos y demócratas se unieron en la Cámara de Representantes y votaron por unanimidad una declaración no vinculante que pide que se haga público el texto completo. Abandonado por los suyos, Trump dijo que él también lo quería así. Veremos si ahora que el informe es una realidad, no cambia de opinión.

Hacía ya unas semanas que en Washington nadie dormía bien y por fin el viernes por la noche, el día reservado en EEUU a las malas noticias, estalló la bomba informativa. El fiscal especial Robert Mueller ha terminado su investigación sobre los vínculos entre la campaña de Trump y el espionaje ruso. Después de dos años de “caza de brujas”, en palabras del presidente, el informe final está ya sobre la mesa del Fiscal General, pero de él no conocemos todavía ni una línea. Y quién sabe cuánto llegaremos a conocer.