La espirulina es una cianobacteria, una familia de algas unicelulares llamadas así por su color verde azulado. Como sus primas multicelulares y las plantas terrestres, puede producir energía a partir de la luz del sol por fotosíntesis, y eso quiere decir que contiene clorofila.
La espirulina es uno de los alimentos más nutritivos que existen, gramo por gramo, ya que contiene un 50% de proteína en peso. En una cucharada de espirulina en polvo (10g) hay 5g de proteína, 5mg de hierro, 100mg de fósforo y 150mg de magnesio.
Sin embargo, esto no resulta de mucha utilidad, ya que son cantidades mínimas y nadie consume 100 gramos de espirulina para desayunar. Lo mismo se puede decir de los ácidos grasos omega-3, que también están presentes en la chlorella, otra cianobacteria, pero sería necesario tomar una gran cantidad para obtener nuestra ración diaria, que de otro modo podemos suplir con una sola lata de sardinas.
La espirulina también se ha propuesto como una posible fuente de vitamina B12 para personas veganas, ya que no hay fuentes vegetales de esta vitamina. Pero a pesar de las creencias, la espirulina no contiene prácticamente vitamina B12, sino una pseudovitamina que no tiene efecto en seres humanos.
Entonces, si no es una fuente apreciable de proteínas, vitaminas, minerales ni ácidos grasos, a no ser que te comas el bote entero, ¿para qué sirve tomar cápsulas o una cuchara de espirulina? Hay estudios al respecto:
Antioxidante: los antioxidantes en general hay que cogerlos con pinzas, ya que no siempre tienen estos efectos cuando se toman como suplementos. La ficocianina-C es un complejo pigmento-proteína presente en la espirulina que es un poderoso antioxidante in vitro, y que también ha probado su capacidad para evitar el estrés oxidativo en ratas.
Hace bajar los triglicéridos y subir el HDL: en un estudio con personas que sufrían de colesterol y triglicéridos altos, tomar un gramo de espirulina al día hizo descender los niveles de LDL y triglicéridos y aumentar los de HDL. Lo mismo ocurrió en otro estudio con dos gramos al día en personas diabéticas.
Evita la oxidación del colesterol LDL: los últimos estudios indican que, más que el nivel total, las partículas LDL oxidadas son las que están implicadas en la aterosclerosis cuando se oxidan. Los pacientes con diabetes que tomaron 8 gramos al día (una cucharada) de espirulina vieron descender el grado de oxidación del LDL.
Puede reducir la tensión arterial: se ha visto un suplemento de 4,5 gramos de espirulina al día durante seis semanas, además de regular los niveles de colesterol y triglicéridos, hacía bajar la presión arterial.
Todos estos resultados indican que la espirulina, que ya consumían los aztecas en la antigüedad, puede ayudar a reducir el estrés oxidativo y sus peores consecuencias, como la dislipidemia o la hipertensión. Aunque, como siempre ocurre con los suplementos, es poco probable que la espirulina pueda remediar por sí sola las consecuencias del exceso de azúcar y la vida sedentaria.
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