Esta semana, Aitor Grandes, uno de los fundadores de 24symbols –portal español de suscripción de ebooks lanzado hace cuatro años- envió un email a sus compañeros cuyo encabezamiento era 'Good News'. En él se refería a la noticia que había saltado sobre la posibilidad de que Amazon estuviera estudiando también un sistema de suscripción para sus libros electrónicos. Al contrario de lo que se pudiera suponer, Grandes estimaba que si la empresa de Bezos tomaba esa decisión –el famoso ‘Spotify de los libros’- su start-up estaba en el buen camino.
“Desde luego, es una buena noticia porque lo que va a hacer es marcar una tendencia: la lectura en la nube basada en modelos de suscripción, como ha pasado en música y vídeo. En unos años se verá que la industria va hacia allá. Y nosotros vamos a salir beneficiados, porque las editoriales van a conocer mejor este modelo”, recalcaba horas después a este diario.
Precisamente, en los mismos términos que Grandes se pronunciaba Eric Stromberg, cofundador y consejero delegado de Oyster, el portal de suscripción de EEUU que empezó a funcionar a finales de 2013 y que desde el principio fue equiparado con Netflix, a pesar de que a día de hoy no se tengan cifras oficiales del número de usuarios: “Es una noticia que no nos ha sorprendido. Ellos también han pasado de la venta unitaria a la suscripción en otros medios y han tenido un éxito relativo. Además, son los que realmente han abierto el camino para los ebooks, por lo que es emocionante que ahora abracen la opción que nosotros hemos previsto como el futuro para los libros”, señalaba a eldiario.es.
Un impulso para los autopublicados
Pese a este entusiasmo de la competencia, la jugada de Amazon hay que analizarla con perspectiva. La empresa lanzó una versión beta el pasado miércoles, Amazon Unlimited –que retiró horas después aunque aún queda en el caché del buscador Google- en la que informaba de un servicio de suscripción con un coste de 9,99 dólares al mes y más de 600.000 títulos disponibles para el usuario. Eso sí, entre las editoriales que ofrecerían sus ebooks no se encontraban ninguna de las cinco grandes (HarperCollins, MacMillan, Hachette, Simon & Schuster y Penguin Random House). Y ahí quedaba la información.
Por este motivo, desde Nubico, el portal de suscripción que pusieron en marcha Planeta y Telefónica en septiembre del año pasado con una inversión de cinco millones de euros, y que a día de hoy tiene 7.000 títulos en el catálogo, no quisieron hacer declaraciones a este diario. “Son rumores y ahí no vamos a entrar”, manifestaron desde la compañía.
No obstante, el viernes Amazon envió un email a sus usuarios en el que sí confirmaba el lanzamiento de este servicio para los ebooks vendidos en los Estados Unidos y donde destacaba los nuevos beneficios que obtendrán los autores autopublicados: todos aquellos que tengan sus derechos en EEUU y se encuentren en su servicio KPD Select -también las editoriales- entrarán directamente en este sistema de suscripción, e incluso, si el lector lee más del 10% de cualquier de estos ebooks, el titular de los derechos ya empezará a cobrar su parte del volumen de negocio que mueve KPD y que, según datos de la empresa, ya alcanza los dos millones de dólares.
Y como recordaba Amazon, los autopublicados reciben un 70% de las ventas en royalties. Por tanto, la compañía no contará aún con las grandes editoriales, pero tiene un contenido lo bastante amplio como para empezar con este modelo y, a su vez, implementarlo.
“Los libros no son como la música”
Los pasos estratégicos de Amazon nunca hay que tomarlos a broma y el sector no lo ha hecho. “Es lo más normal del mundo. Era una cuestión de tiempo y la pregunta era quién lo haría antes, si Google, Apple o Amazon”, admite el editor de los sellos de empresa de Planeta, Roger Domingo. Para el consultor y especialista en industria editorial digital, Jorge Portland, además, es una jugada que, a pesar de que se haya recibido con una sonrisa –no sé sabe bien si forzada- sí puede hacer mucho daño a las empresas competidoras como Oyster o Scribd: “Si consigue captar a las editoriales grandes y consigue atraer títulos atractivos, sí puede ser un problema para estas empresas. La masa de tráfico que genera Amazon estas firmas no lo tienen”, afirma.
A continuación, la cuestión es preguntarse por qué Amazon estaría tan interesado en un sistema de suscripción tipo Netflix o Spotify para libros. ¿Realmente funcionan los que existen en la actualidad? Casi imposible saberlo puesto que ni las empresas españolas (Nubico y 24symbols) ni las norteamericanas ofrecen datos al respecto. Sólo desde 24symbols se indica que en la actualidad poseen 100.000 títulos y 600.000 usuarios registrados, si bien la gran mayoría no son de pago (ofrece lectura gratuita y servicio Premium que va desde los 5 a los 9 euros mensuales). Hay que indicar, por otra parte, que uno de sus grandes obstáculos es que no ha firmado ningún contrato con las grandes editoriales españolas, lo que perjudica a su catálogo. Es más, reconocen que ahora mismo tienen más usuarios de pago en Europa y EEUU que en España y Latinoamérica.
“Es evidente que en España no acaban de funcionar. Es la pescadilla que se muerde la cola. Las editoriales no terminan de entrar, y el público no ve contenido interesante. Algunos dicen que las editoriales deberían hacer una fuerte apuesta, pero tampoco se pueden meter a lo loco”, sostiene Portland, para quien el precio habitual de 10 euros al mes no debería ser tan disuasorio. “Ese no es el problema. Lo que ocurre es que, si nos fiamos de las encuestas de los Hábitos de Lectura, vemos que en España se lee, pero no tres o cuatro títulos al mes. ¿Los lectores más fieles pueden aguantar económicamente un proyecto así? Difícil”, remacha.
El editor Domingo también sostiene que, aunque es un modelo “válido”, no hay que establecer comparaciones con los sistemas de suscripción para la música y cine, ya que poseen características de uso muy diferentes. “Un sistema para los libros no va a tener el éxito de Spotify, ya que la música es más universal que la lectura. Se puede consumir a todas horas. En el caso de los libros es para un perfil que tienda a leer como mínimo un libro al mes. Es para grandes aficionados a la lectura, por lo que es muy distinto”, insiste.
Cuestión de derechos (otra vez)
A todo esto se une el problema de los derechos. En el caso de Amazon, por ejemplo, Domingo cree que la empresa tecnológica no lo va a tener tampoco tan fácil con las grandes editoriales, puesto que los sellos no son los dueños de los derechos de suscripción para los libros, sino los autores y los agentes literarios. “Habrá que ver cómo negocian estos derechos, si Amazon se salta a la editorial o se lo reclama al editor para que este lo negocie. En nuestro caso hemos tenido que dar grandes explicaciones [para obtener los derechos], reconoce.
Y si los sellos ven problemas con los agentes, desde este tipo de portales el obstáculo está en las reticencias de las editoriales. Grandes, desde 24symbols, conoce bien lo arduo de estas negociaciones. Ellos llevan cuatro años para intentar ganarse a los sellos y autores más potentes. “Para ellos, todo lo que no sea una venta clásica unitaria es raro, y esto es un modelo diferente, por lo que las editoriales lo valoran internamente. Ahora bien, en este momento es más fácil firmar acuerdos. El timing es más positivo”, manifiesta de forma optimista.
El modelo viable: sistemas de nicho
Lo que es evidente es que a día de hoy sigue siendo un sistema al que le cuesta ganar usuarios. Para Portland sólo los modelos de nicho –ebooks muy especializados-, como Safari Books y aquellas empresas que estén dispuestas a invertir a largo plazo tienen visos de ser rentables. “Para obtener viabilidad económica tienes que tener detrás un caldo de dinero que puedas apostar por esto cuatro o cinco años, como Safari, que además ha sacado beneficios en función de contratos institucionales. Ellos, por ejemplo, han otorgado las licencias de uso a todo el Departamento de Defensa de EEUU o al Ministerio de Trabajo de Australia”, confirma a la vez que niega que para los ebooks generalistas este pueda ser un modelo viable. “Y las editoriales, pese a todo, lo ven menos claro yo. Algunas, que llevan un año en este sistema aún no han cobrado ni un euro”, añade sin dar nombres.
Ahora bien, todo puede cambiar una vez que Amazon entre en este terreno. Los analistas reconocen el poder que tiene la empresa de Bezos en el sector y cómo podría desbaratarlo una vez que obtenga los contratos con los sellos. Y es más, también podría consumar su dominio en España. “La ventaja que tiene Amazon es que tiene una capacidad de inversión y desarrollo bestial. No tiene que ponerse a dialogar con nadie para desarrollar un producto o un modelo de negocio. Si en España seguimos peleándonos vendrán actores desde fuera con más capacidad financiera que nos ofrecerán modelos que terminarán siendo los mayoritarios y coparán el negocio”, admite Portland.
“Lo normal es que cuando un grande irrumpe acabe barriendo lo que había anteriormente. Y si lo hace con un catálogo largo y extenso, lo normal es que se quede con una cuota grande, porque ya tiene un mercado cautivo”, añade Domingo.
Y, desde luego, Amazon ya ha demostrado que si quiere destrozar un sector no tiene reparo en hacerlo. Habrá que estar atentos al próximo paso de Bezos y a las reacciones de Google y Apple.