Los últimos meses han reavivado el debate sobre la Ley del Precio Fijo del Libro. Ha sido el libro electrónico y la batalla que se da en EEUU entre Amazon y la editorial Hachette –donde impera el libre mercado- la que ha vuelto los ojos en España sobre esta norma que regula las ventas de un producto y que, hasta cierto punto, es una rara avis en un mercado cada vez más liberalizado.
Y si bien el común del sector del libro está de acuerdo con la ley para el libro físico también es cierto que cada vez salen más voces divergentes acerca de los beneficios en cuanto a la venta y consumo del libro electrónico. Aquí ofrecemos un análisis sobre esta ley, desde cuando se aplica, por qué, y su funcionalidad en el entorno digital.
1- ¿De dónde procede la Ley del Precio Fijo de Libro?
El primer país donde se redactó y se publicó esta ley fue paradójicamente en Inglaterra, conocido por su sistema de libre mercado. Fue en 1900 y la norma duró cien años, hasta ser abolida en el año 2000. En 1975 fue aprobada en España, aunque la más moderna y en la que se basa nuestra norma actual es la que se implantó en Francia en 1981 de la mano del ministro de Educación, Jack Lang.
Esta ley establece que son los editores los que ponen el precio de los libros –y ahora también los ebooks- y que las librerías no podrán hacer un descuento superior al 5% del precio que pone el editor. De ahí que haya sido precisamente en Francia donde más críticas ha habido desde el Gobierno a Amazon por superar los descuentos al no incluir los gastos de envío de sus productos.
En la actualidad, una ley con características similares se mantiene en Alemania, Austria, Grecia, Portugal, Eslovenia, Italia, Dinamarca, Holanda, Hungría y Noruega. Los países con un sistema de precio libre son Bélgica, Finlandia, Irlanda, Luxemburgo, Reino Unido, Suecia y Suiza.
2- ¿Desde cuándo se aplica en España?
En España existe una regulación del precio del libro desde marzo de 1975, que ha sido implementada en posteriores decretos como el de marzo de 1990 donde se establecían los descuentos del 5% y que fue redactado con el espíritu de la Ley Lang.
En la actualidad se mantiene vigente la Ley de la Lectura, del Libro y de las Bibliotecas de 2007 que establece que “toda persona que edita, importa o reimporta libros está obligada a establecer un precio fijo de venta al público o de transacción al consumidor final de los libros que se editen, importen o reimporten, todo ello con independencia del lugar en que se realice la venta o del procedimiento u operador económico a través del cual se efectúa la transacción”.
Es decir, los editores son los que fijan el precio y todos los establecimientos, sea una librería de fondo, una cadena o una tienda online deben vender el libro o ebook al mismo precio. Es decir, por ejemplo, un libro electrónico tampoco puede tener distinto precio en Amazon, Google o Casadellibro.com. También se mantiene el descuento del 5% como máximo para los establecimientos.
Sin embargo, esta ley no deroga el Real Decreto de 2000 que establecía la liberalización del precio de los libros de texto (también en formato digital) lo que ha generado desde entonces bastante controversia en el sector de las librerías.
3- ¿Por qué son los editores quienes fijan el precio y no las librerías?
La norma se estableció como una forma de proteger a los pequeños establecimientos y no provocar agravios comparativos. En definitiva, la idea es proteger la bibliodiversidad. Por otro lado, se establece que un libro no es el mismo producto que una barra de pan o un automóvil. De esta manera, sus defensores arguyen que con esta ley, una empresa que pueda permitirse “tirar los precios” como, por ejemplo, una gran cadena o una gran tienda online, no podrá hacerlo, por lo que no perjudicará a aquellas PYMES que no tengan la posibilidad de hacer ese tipo de rebajas.
4- ¿Qué dice la Unión Europea?
Está a favor de esta ley. Su gran problema radica en la compra de libros electrónicos por parte de consumidores europeos en aquellos países en los que existe libre mercado. De hecho, no hay ninguna normativa que impida que un consumidor español compre un ebook en amazon.com a un precio más bajo que el mismo ebook en amazon.es. Hasta la fecha, por otra parte, para libros en español en Latinoamérica, Amazon sólo se encuentra en México y en este país también rige la ley del precio fijo.
5- ¿Por qué existe ahora tanta controversia con esta ley?
La polémica ha llegado de la mano del libro digital. En Estados Unidos se está dirimiendo una batalla entre Amazon y Hachette por el precio del libro, aunque en realidad, es una soterrada guerra sobre el porcentaje que pretende obtener la tienda online por cada venta de ebooks. Los acuerdos entre ambas partes son secretos y hasta la fecha, lo único que se conoce es que Amazon quiere una rebaja del precio mientras que Hachette ha señalado los costes de producción y la posición en desventaja de los autores si se pusieran a precios más bajos.
6- ¿De dónde viene el precio del libro?
El precio de venta al público (PVP) del libro papel está establecido según las ganancias que obtienen todos los implicados en la cadena de valor del libro. La norma es la siguiente: un 10% para el autor, un 30% para el editor, un 30% para el distribuidor y un 30% para el minorista. Así, por ejemplo, de un libro que cueste 20 euros, 2 son para el escritor, 6 para el editor, 6 para la distribuidora y 6 para la tienda.
7- ¿Es válida la ley del precio fijo para el libro digital?
Esta es ahora mismo la pregunta del millón, ya que mientras que la posición con respecto al libro en papel es muy coincidente, no está tan clara si hablamos de ebooks.
Librerías: Si se mantiene la ley, cualquier librería online compite de igual manera con gigantes como Amazon, ya que el precio es el mismo. Sin embargo, conocedores del funcionamiento digital señalan que si hubiera un mayor margen para que los libreros pudieran pautar ofertas y descuentos la competencia sería, en realidad, más igualitaria, ya que así podrían ofrecer ventajas para los lectores en ciertos momentos. Ahora bien, tampoco se puede olvidar que son las grandes tiendas las que más capacidad tienen para ofrecer descuentos. Para otros sería interesante que se planteara un precio fijo en las ventas de los editores a los puntos de venta y un precio libre en las ventas de los editores al consumo final.
Lectores: Con la dinamización del precio, sus defensores argumentan que este iría a la baja, por lo que los ebooks serían más jugosos para el consumidor. Este es, por otra parte, el mantra principal que Amazon está usando contra Hachette. En la actualidad, la mayor queja es precisamente el alto coste de los libros electrónicos. No obstante, la liberalización no garantiza completamente esta cuestión ya que ya se ha comprobado en otros sectores –como ha ocurrido con los libros escolares- que el usuario no es el gran beneficiado.
Autores: En este terreno la cuestión no es tanto que el precio lo pueda marcar la librería. Supuestamente, en defensa del precio libre se garantiza que este baje y haya más ventas, lo que puede repercutir en que el autor consiga más beneficios. Ahora bien, si bajan mucho, el porcentaje para el autor también disminuirá por lo que al final quizá las cuentas no salgan. Otra cosa es que haya una negociación entre librería y editor para que el porcentaje que se lleva el titular de derechos sea mayor aunque el precio del ebook sea más bajo. Es decir, si el libro baja de 5 euros, por ejemplo, que el autor pueda llevarse un 30% y no el 20% como hasta la fecha.
Editores: Como titulares de derechos podríamos decir que están en la misma situación que los autores. El precio libre podría garantizar que un ebook ya no costara 15 euros, como hay casos, y podrían venderse más, lo que les beneficiaría, pero tampoco es tan evidente. Y la tienda podría negociar un porcentaje más alto –lo que pide en estos momentos Amazon a Hachette- con lo cual aunque se vendiera más quien saldría ganando es el minorista.