- INFOGRAFIA: Detallamos la cronología de la investigación contra Google y quiénes son los principales participantes en el caso contra Google en la Unión Europea
La semana pasada el Parlamento Europeo pidió desmantelar el buscador que usan el 90% de los europeos. La propuesta no mencionaba a Google, pero todos sabían de qué se hablaba: de las investigaciones que la Unión Europea lleva hace 4 años sobre esta empresa. La votación significó un golpe de timón político para un caso que en febrero de este año estaba casi resuelto. Joaquín Almunia era comisario de Competencia y llevaba meses de negociaciones con las que se intentaba que Google modificara sus prácticas para adecuarse a la legislación europea.
Ahora, las presiones de políticos europeos, algunos de ellos con intereses en el sector editorial alemán, han logrado aprobar una moción en la Eurocámara que insta a la Comisión Europea a actuar ya, por 384 votos a favor y 174 en contra. Estas sugerencias no son vinculantes para la Comisión, que tiene plena autonomía en materia de competencia, y que es la única que podría actuar.
Aún así, lo que se pide desde el Parlamento, que la Comisión “considere propuestas para separar los motores de búsqueda de otros servicios comerciales” es una medida drástica que ha sorprendido y levantado críticas por parte de expertos y juristas.
Hay una gran diferencia con el caso de Microsoft en 1990. Entonces, los consumidores pagaban por Windows incluidos en sus ordenadores nuevos y se encontraban con barreras técnicas al intentar cambiar de sistema operativo. Por el contrario, el uso de Google Search es gratuito, voluntario y resulta fácil cambiar de motor de búsqueda para cualquier usuario.
“La argumentación contra Google por daño al consumidor es mínima y la mayor parte del ruido que causa viene de parte de sus competidores. Los usuarios tienen variedad de opciones para usar motores de búsquedas”, planteó Herbert Hovenkamp, un experto en leyes de competencia europeas.
Tim Worstall, del Instituto Adam Smith, en Reino Unido, señalaba que “Google es el buscador dominante, sí” pero que plantear “romper Google es simplemente una locura”. Según él, la propuesta de que los buscadores sólo sean buscadores y que no vendan publicidad los mataría, ya que es la publicidad la que les proporciona los ingresos económicos.
La nueva comisaria de Competencia es Margrethe Vestager, que ha sustituido en el cargo a Almunia. Ella tiene que decidir entre adoptar una actitud belicosa contra Google o negociar un nuevo acuerdo.
Historia de una investigación
El “caso Google” comienza en noviembre de 2009, cuando el portal británico Foundem presenta una queja ante la Comisión Europea acusando a Google de explotar su dominio en el mercado de las búsquedas de un modo que suprime la competencia. En febrero de 2010 se sumaron a las protestas la web francesa eJustice.fr y el portal Ciao, propiedad de Microsoft.
La Comisión Europea decidió abrir una investigación formal a Google por posibles prácticas monopolísticas. El organismo se impuso la labor de comprobar si el buscador perjudicaba en sus resultados a los llamados buscadores verticales, sitios webs como comparadores de precios o de hoteles. Una de las preocupaciones era que la compañía de Mountain View estuviera situando en una posición preferente a sus propios servicios verticales frente a los de la competencia.
En mayo de 2012, un año y medio después de su apertura, la Comisión Europea concluye la investigación sobre Google. En un comunicado, Almunia identifica cuatro preocupaciones. La primera tiene su raíz en que el buscador despliega enlaces a sus propios buscadores verticales en sus resultados y podría estar dando un tratamiento preferente a sus propios servicios. La segunda también está referida a los buscadores verticales, de los que la compañía copiaría contenido (como reseñas).
Las otras dos prácticas que se consideraban problemáticas tienen que ver con Google AdWords, el servicio de publicidad de Google, que forzaba a la exclusividad a los anunciantes e impedía migrar campañas a otros servicios rivales. Almunia envió una carta a Eric Schmidt, presidente de Google, dando un plazo de varias semanas a la compañía para que propusiera una solución a estas cuestiones.
Google accedió a adoptar una serie de medidas para cambiar la forma en que mostraba sus resultados, pero la Comisión no las consideró suficientes.
Google presentó nuevas medidas en octubre de 2013, entre las que se incluían compartir con otras plataformas de comercio electrónico rivales el espacio de su caja dedicada a Google Shopping. Los portales que quisieran ocupar estos espacios tendrían que ganarlos en una subasta, lo que generó nuevas críticas.
En febrero de 2014, Google presentó más cambios. Las preocupaciones de la Comisión relativas a Adwords se afrontaban retirando los requisitos de exclusividad que exigía Google a los anunciantes y eliminando las restricciones para que las campañas publicitarias pudieran migrar a otras plataformas rivales.
En lo que respecta a los dos primeros puntos, la compañía se comprometía a que los resultados de otros buscadores verticales aparecieran al lado de los servicios de Google, mientras que establecía una opción para que este tipo de portales negaran el uso de su contenido en los resultados de búsqueda de Google, sin que fueran penalizados. La Comisión alcanzó un acuerdo preliminar con la compañía para cerrar el caso por monopolio.
Presión política para matar un acuerdo
En los meses siguientes tuvo lugar la campaña electoral para las elecciones al Parlamento Europeo, que se celebraron en mayo de 2014. En este contexto se produjeron presiones sobre el caso Google. El comisario de Energía Günther Oettinger presionó para imponer términos más severos, según declaró más tarde el propio comisario. Sigmar Gabriel, ministro de Economía de Alemania, y su homólogo francés, Arnaud Montebourg, enviaron una carta a Almunia para que no cerrase la investigación contra Google. Martin Schulz, quien era y es presidente del Parlamento Europeo, también se mostró favorable a profundizar en la investigación.
Tras el verano, la Comisión Europea –ya con Oettinger como comisario europeo de Economía Digital y Sociedad– reabrió la investigación. Almunia, aún comisario de Competencia, señaló que ante las medidas adoptadas por Google habían llegado nuevas protestas con nuevos argumentos. Sin embargo, el español también reconoció haberse visto envuelto en medio de una tormenta política. “No creo que las investigaciones antimonopolio deban formar parte de los debates políticos convencionales”, apuntó.
Una vez fuera del cargo Almunia, fueron los eurodiputados Andreas Schwab, abogado alemán elegido por parte de los democristianos, y Ramón Tremosa, economista y elegido por Convergència, quienes presentaron una propuesta al Parlamento Europeo en la que pedían considerar la separación entre el buscador y otros negocios.
Andreas Schwab está en nómina del bufete de abogados CMS Hasche Sigle, que tiene como clientes a los editores alemanes. Cobra entre 15.000 y 75.000 dólares anualmente, según el The New York Times. Otro de los empleados, Ole Jani, ha servido como asesor informal al Gobierno alemán para el impulso de una nueva ley de propiedad intelectual, aprobada en agosto, que limita el contenido que los agregadores de noticias, como Google News, pueden mostrar a los usuarios. Ole Jani también tiene vínculos cercanos con Axel Springer, según Stefan Niggemeier, periodista alemán especializado en medios.
Almunia ya se había quejado de presiones, a semanas de dejar su cargo. Según él, la respuesta de los políticos europeos a su investigación a Google fue “defensiva” e “irracional”, y la presión política que precedió a la decisión de reabrir su investigación de 4 años no tiene precedentes. Empresas de la competencia habrían lanzado una campaña con la intención de poner bajo presión a Almunia, según cuenta una MHP Communications, una de las mayores firmas de comunicación de Londres, enfocada en temas europeos en Bruselas.
Almunia comentó que la respuesta de los políticos refleja, en parte, los miedos que tienen las compañías tecnológicas que se han quedado atrás de sus competidores estadounidenses.
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