Estimado Martiño Noriega:
Como estaba previsto, el pasado sábado 13 de junio te convertiste en el nuevo alcalde de Santiago de Compostela. Quiero con estas líneas invitarte a considerar varias cuestiones, de cara a tu nuevo mandato. Precisamente la primera de ellas tiene que ver con la etimología de esa palabra: espero que desde el grupo de Compostela Aberta (C.A.) tendáis una mano a los otros grupos municipales, no para hacer lo que vosotros o ellos quieran, sino para hacer lo que manden las y los compostelanos. Tú bien sabes que la democracia directa es para mí la única digna de ser considerada verdadera democracia, y tienes gente en C.A. que comparte ideas en el mismo sentido, así que se debería notar en vuestra práctica de gobierno. La gente quiere —y es capaz de— decidir todo lo que le afecta. Y, en la medida en que se lo permitáis, haciendo que sea o povo quem mais ordene (como decía Grândola, Vila Morena, la canción de Zeca Afonso), estoy convencido de que vais a asegurar la continuidad de vuestro proyecto para la ciudad.
Pero el principal motivo de mi carta no es la obsesión por la democracia real ya, sino recordarte que tú serás un alcalde diferente a todos los demás que van a gobernar los diversos municipios del Estado Español. Tú eres único porque fuiste el primer regidor local en todo el Estado (cuando estabas al frente de la corporación municipal en el vecino concello de Teo, año 2009) en reconocer que existe un problema llamado Peak Oil o Cénit de la extracción mundial de petróleo y que eso nos expone, a todas las personas que habitamos en las sociedades industrializadas, a unas consecuencias devastadoras. Ahora te toca, por tanto, una enorme responsabilidad: ser el primer alcalde de una capital en Europa en convertir su ciudad en un modelo de adaptación a ese inminente nuevo estadio post-energía-fósil de la humanidad.
Sabemos que en Teo finalmente poco o nada se hizo más allá de aquella declaración, o por lo menos nada que haya llegado a nuestro conocimiento, aunque —quizás— en el nacimiento de iniciativas vuestras como el banco de alimentos o el mercado campesino sí haya tenido algo que ver esa consciencia del Peak Oil y el plan de medidas que en junio de 2013 os hicimos llegar en una de nuestras reuniones. En cualquier caso, asumimos nuestra parte de culpa los que promovimos aquella declaración, puesto que tú te mostraste siempre dispuesto a acompañar desde el ayuntamiento pero requerías una iniciativa local que partiese de las propias organizaciones sociales, y desde la asociación Véspera de Nada fuimos incapaces de hacerlo. Este es un error que ahora estamos intentando corregir en diversos lugares de Galicia, como por ejemplo en el también vecino concello de Ames, mediante grupos que actúen a nivel local como interlocutores del gobierno municipal y de las diversas fuerzas políticas y movimientos sociales, y que trabajen tanto en la concienciación como en la trasformación práctica de estas localidades hacia un modo de vida menos dependiente del petróleo y más resiliente frente a este colapso histórico en cuyas primeras etapas nos encontramos. Esperamos que tú también hayas tomado nota de lo que se pudo hacer y no se hizo en Teo, para evitar que pase lo mismo en Compostela, y que aquí y ahora sí que haya avances concretos y palpables en el camino hacia una mayor resiliencia social y económica frente a este colapso energético en ciernes. No nos podemos permitir más demoras ni más indecisiones, Martiño.
Así, por ejemplo, me gustaría verte enseguida practicar con el ejemplo cobrando, como hace el alcalde de Bristol, parte de tu salario como alcalde en una moneda local (aunque en vuestro programa no os atrevierais a decir que las íbais a crear o a promover desde el ayuntamiento, y os limitarais a proponer la divulgación de las ya existentes, que no es que sea poco, pero resulta escaso visto lo visto en otros lugares). Y, por supuesto, que la gente pudiese pagar parte de los impuestos y tasas municipales con dicha moneda. Esto, como ejemplo de actuaciones decididas en el terreno de la resiliencia económica. En otras áreas me gustaría verte/veros llenando Compostela de huertas urbanas, espacios verdes productivos, bosques comestibles en todo el contorno, pero que vayan mucho más allá de lo testimonial, y se lleguen a convertir en fuente de sustento para una parte considerable de ciudadanas/os. O peatonalizando el Ensanche, sustituyendo —tanto en las áreas urbanas como en las rurales— movilidad privada dependiente del petróleo (o sea: coches) por movilidad pública colectiva movida con energías alternativas y locales; y, por supuesto, la bicicleta, uniendo por carril bici con O Milladoiro y otros núcleos urbanos de la comarca, etc. Ah, y no quiero dejar pasar la ocasión, en el tema comarcal, de mencionarte que si avanzáis en ideas como la de la fusión de concellos, sea con un criterio de ahorro energético y racionalidad, y apostando decididamente por devolver soberanía a cada barrio, a cada núcleo urbano, a cada parroquia rural: es decir, más que fusionar las entidades grandes, confederar las unidades más pequeñas. Eso sería coherente con el futuro de relocalización pospetróleo que nos espera.
También me gustaría ver, omnipresentes por las calles de la ciudad, campañas que promuevan el necesario cambio cultural, no solo en la movilidad, sino en el consumo, en el trabajo, en el ocio, en todo nuestro modo de vida, pues si necesitamos nada menos que cambiar de civilización, la cultura y los valores sociales van a ser un eje trascendental, como ya debes tener en mente tras leer nuestra Guía para o descenso enerxético. O que repensases cosas que dice la prensa que dijiste durante la pasada campaña acerca de la terminal de mercancías del aeropuerto, porque, como bien sabes, la aviación comercial va a ser de las primeras víctimas del descenso de la energía fósil. Ojalá te preocupe más la extensión de mercados locales (de productoras/es locales) por todos los barrios y parroquias, y menos las grandes infraestructuras de este mundo industrializado que está agonizando. O estudiar de qué productos críticos va a ir careciendo la gente de Compostela a medida que el trasporte internacional se encarezca, primeramente, para después irse reduciendo a niveles pre-mundialización. O pensar la mejor manera de divulgar la gravedad de la situación que tenemos ya encima en cada uno de los diversos sectores sociales, desde los colegios a la universidad, pasando por asociaciones vecinales o culturales, comercios, empresas y todas y cada una de las personas que viven y trabajan en la capital de nuestro país.
Además, si lo hacéis con fuerza y abiertamente (sin disimulos miedosos como el de vestir medidas pospetróleo con el disfraz ambiental), imagina por un momento el eco que podría llegar a tener a nivel internacional que la ciudad de destino del Camino de Prisciliano (perdón: del galileo Yaqob bar Zibhdi, alias Sant'Iago) se convirtiese en un referente de ese cambio civilizatorio que se necesita aquí y en todo el mundo, y que se incorporasen a la peregrinación espiritual-religiosa nuevos conceptos que requieren de una difusión urgente a nivel internacional, como el Peak Oil, la relocalización, el decrecimiento, la resiliencia, la economía poscrecimiento, el cambio civilizatorio...
Lamentaría enormemente que perdieses de vista, por la vorágine de la política del día a día, que te va a tocar ser alcalde de esta emblemática ciudad durante los que probablemente van a ser los cuatro años más decisivos en la Historia de la Humanidad (y no lo digo yo, sino el Manifiesto Última Llamada, que tú también firmaste el año pasado, y que espero no hayas olvidado). Y permíteme que, recordando ese manifiesto y a la vista de tu reciente asistencia a una conferencia de Vincenç Navarro, te invite a que repases el enfrentamiento de este economista socialdemócrata-neokeynesiano precisamente con los postulados del propio manifiesto que firmaste, y a que le prestes por lo menos la misma atención a lo que va a contar una persona con una perspectiva radicalmente opuesta a la de Navarro, el próximo lunes 15 de junio en la Facultad de Filosofía de tu nueva ciudad. Esta persona es Luis González Reyes, quien nos presentará una obra que considero imprescindible para entender el pasado, el presente y el futuro de nuestra especie desde una perspectiva integral antropológica-económica-política-energética: En la espiral de la energía. Además es un hombre con ideas muy concretas sobre cómo abordar el necesario decrecimiento desde la praxis política municipal con la óptica del ecologismo social. Anótalo en tu agenda, haz el favor: es a las 20h del próximo lunes. Me gustaría verte allí, por coherencia con tu firma del manifiesto, y para que no vaya a pensar nadie que le prestas más oídos a ese viejo neokeynesianismo anclado en imposibles crecimientos impulsados por los poderes públicos, y —en consecuencia— no solo inútil sino incluso peligroso.
Hay mucho que hacer desde el ayuntamiento, Martiño. Nosotros hicimos lo posible por apuntaros una extensa batería de ideas, pero tú cuentas con gente en tu propio equipo bien capaz de ponerlas en marcha y de añadir otras igualmente útiles e interesantes para la urgente trasformación que necesitamos. Aunque resulta innegable que las candidaturas alternativas que teníais más opciones de ganar fuisteis las más tímidas recogiendo expresamente en vuestros programas de gobierno medidas que les llamasen a las cosas por su nombre y que sacasen al primer plano un colapso difícil de vender electoralmente: no hay más que comparar vuestro programa y el de la Marea Atlántica —gente que también conoce de sobra el problema del Peak Oil— con el de la Marea de Vigo, por ejemplo, que recogió el 100% de las medidas propuestas por Véspera de Nada. Ya sabemos que es más fácil ser radical y arriesgado cuando tienes pocas posibilidades de ganar, y por eso no me parece tan grave la ausencia —o presencia discreta— del problema en vuestros programas. Lo grave sería que, una vez con las riendas del gobierno municipal en vuestras manos, no dieseis el giro radical de dirección que hay que dar, estuviera o no explicitado en un programa electoral.
Y termino ya mi carta, Martiño, con un miedo ...y una esperanza. Me resultó un tanto estremecedor ver que presentaste tu candidatura junto a la casa de Ánxel Casal —el alcalde de Compostela paseado por los golpistas del 36— porque no puedo dejar de relacionar lo que le pasó a él —y a tantos— con la amenaza de que este proceso de colapso civilizatorio nos lleve de nuevo a algún tipo de fascismo asesino. Cuando ya no queda para todos, tú bien sabes que los hay que no dudarán en eliminar a los que les supongan un estorbo en su rapiña de los restos de este mundo de exuberancia material que se desmorona irremediablemente. Así que no puedes permitirte pecar de tímido a la hora de vacunar a la gente sobre lo que nos viene, porque sería cederles la iniciativa a este tipo de ideologías, que se agazapan en las sombras asomando cada vez con más descaro sus maquillados rostros. Decíais en vuestro programa que queríais tomar consciencia “sin alarmismo” del “agotamiento progresivo del modelo de crecimiento económico capitalista actual, basado en el consumo de energías fósiles”, para avanzar en la trasformación de Compostela en una ciudad pospetróleo. Yo te pido que no pongas la venda antes de la herida, que la gente no es tan tonta como a veces tendemos a pensar, y que si explicáis bien la gravedad de lo que nos va a tocar vivir, no os van a acusar de “alarmistas”: lo van a comprender, os lo van a agradecer y vais a generar así una inmunidad contra los cantos de sirena asesinos de la insolidaridad totalitaria. En vuestro programa proponíais que Compostela liderase “una transición hacia la sociedad pospetróleo”. Te va a tocar a ti, Martiño, ser ese líder, el que tiene la responsabilidad del pionero de marcar el camino. Y si lo haces con coherencia y valor, vas a contar en ese camino con el apoyo de más gente de la que crees.
¡Mucho ánimo, Martiño!
Atentamente, Casdeiro.