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Sobre este blog

En este blog se agrupan intelectuales, académic@s, científic@s, polític@s y activistas de base, que están convencid@s de que la crisis de régimen que vivimos no podrá superarse si al mismo tiempo no se supera la crisis ecológica.

Queremos que la sociedad, y especialmente los partidos de izquierda y los nuevos proyectos que hoy se están presentando en nuestro país, asuman alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos del crecimiento.

Coordinan este blog José Luis Fdez. Casadevante Kois, Yayo Herrero, Jorge Riechmann, María Eugenia Rodríguez Palop, Samuel Martín Sosa, Angel Calle, Nuria del Viso y Mariola Olcina, miembros del grupo impulsor del manifiesto Última Llamada.

El desfibrilador y la huelga climática

Fridays for future en Málaga
24 de septiembre de 2021 06:00 h

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Un desfibrilador analiza automáticamente el ritmo de una persona que está sufriendo un paro cardíaco, de forma que cuando es necesario libera una descarga eléctrica sobre el corazón para restablecer su ritmo normal. Estos aparatos suelen usarse cuando se han agotado otras opciones y se trata de una cuestión de vida o muerte.

Ante las recurrentes catástrofes (incendios, inundaciones, olas de calor, colapso de ecosistemas como el Mar Menor…) y los síntomas de agotamiento (Pico del Petróleo, escasez de materiales estratégicos, fallo en cadenas globales de suministro...) se empieza a percibir de forma intuitiva una aceleración de la crisis ecológica. A esta sensación le acompaña una constatada evidencia científica, que podríamos encontrar en las filtraciones de los borradores de diversos grupos de trabajo del IPCC o la editorial conjunta de más de 230 revistas médicas que piden tomar medidas de emergencia para transformar las sociedades y limitar el calentamiento global, restaurar la biodiversidad y proteger la salud.

Nos encontramos ante una evidente disyuntiva de vida o muerte ¿Usamos el desfibrilador?

No hacerlo supone eludir la gravedad y la urgencia de la situación, simulando que es compatible el crecimiento económico ilimitado mientras chocamos con los límites ecológicos, así como fantaseando que tenemos tiempo para una transición lineal mediante la cual, poco a poco, podremos hacer sostenible nuestra economía y realizar un largo proceso de concienciación social.

Aunque si nos animamos a usarlo, conviene recordar que un desfibrilador no puede salvar a una economía sin corazón, en todo caso puede alargar su agonía. La apuesta por usarlo para reactivar este modelo socioeconómico, cuya violencia contra las personas y la naturaleza parece descontrolada, supone dilapidar la cantidad ingente e irrepetible de recursos que suponen los fondos Next Generation. Tal y como dice el proverbio chino, para salir del agujero lo primero es dejar de cavar.

Al ni siquiera haber socializado la realidad de nuestra coyuntura durante las últimas décadas, nos encontramos en una situación indeseable donde ya no hay una salida que no sea traumática. El desafío es cómo evitar conjuntamente un suicidio político en el corto plazo, si nos desentendemos de las condiciones materiales de vida de las mayorías sociales en el presente, a la vez que prevenimos un suicidio colectivo a medio plazo, asumiendo la inevitabilidad de una agenda que ejerza la salvaguarda de los ecosistemas mediante un decrecimiento y reorganización del metabolismo económico, un proceso de redistribución sin precedentes y una profundización de la democracia frente a las crecientes tentaciones tecnocráticas y autoritarias para gestionar estos difíciles momentos.

Ante la ceguera de los mercados y la indecisión política puede que hayamos perdido la oportunidad que representaba el desfibrilador. Ya solo nos queda acudir al masaje cardíaco para reanimar a una sociedad exhausta y deprimida. Un esforzado y esperanzado gesto que aspira a reactivar el ciclo de acción colectiva lanzado por la nueva generación de movimientos climáticos en 2019 y que la pandemia frenó. La huelga climática que se está convocando para el 24 de septiembre tiene que salir bien, debemos conjurarnos en que esta movilización nos ayude a recuperar el pulso.

Una huelga donde el conflicto ya no es entre comunidades obreras y empresarios que extraen plusvalía, sino entre capital y vida. Una movilización que interpela al conjunto de la humanidad. Un llamamiento global que se disputa en cada territorio local, donde recientemente hemos asistido a éxitos como como la lucha contra la mina de litio en Cáceres o la efervescencia ciudadana contra la ampliación del aeropuerto de El Prat.

En la anterior crisis se popularizó una frase que algunos médicos dedicaban a sus pacientes con ansiedad y depresión: usted lo que necesita no es un psicólogo sino un sindicato. Frente a la emergencia ecosocial necesitamos acción colectiva. Marguerite Yourcenar decía que hay que escuchar a la cabeza, pero dejar hablar al corazón. Os invitamos a hacer que miles de corazones latan juntos, que miles de voces griten a la vez y que miles de pasos vuelvan a resonar en las calles.

Sobre este blog

En este blog se agrupan intelectuales, académic@s, científic@s, polític@s y activistas de base, que están convencid@s de que la crisis de régimen que vivimos no podrá superarse si al mismo tiempo no se supera la crisis ecológica.

Queremos que la sociedad, y especialmente los partidos de izquierda y los nuevos proyectos que hoy se están presentando en nuestro país, asuman alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos del crecimiento.

Coordinan este blog José Luis Fdez. Casadevante Kois, Yayo Herrero, Jorge Riechmann, María Eugenia Rodríguez Palop, Samuel Martín Sosa, Angel Calle, Nuria del Viso y Mariola Olcina, miembros del grupo impulsor del manifiesto Última Llamada.

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