Tras casi una década de oscuras maniobras frustradas por la combativa oposición de fuerzas sociales y políticas, intu Mediterrani amenaza con lograr, esta vez sí, la aprobación del Consell de la Generalitat Valenciana para la construcción del conglomerado de ocio y consumo más grande de España y, según la empresa, de Europa. El proyecto atenta contra la pervivencia de uno de los últimos pulmones forestales que sobrevive en una zona tan poblada e industrializada como es el área metropolitana de L’Horta Oest en Valencia. Se trata de un ecosistema incluido dentro del ámbito orográfico del sistema ibérico y la llanura del río Turia. Sólo la afluencia de visitantes -se estima que el megaproyecto “necesita 25 millones de visitantes al año para ser rentable”-, en sus autos privados, supondría unos niveles de contaminación por CO2 inasumibles. Tal despropósito en tiempos de “emergencia climática”, así reconocida por el propio Consell, ya sería suficiente para desestimar la aprobación del proyecto.
Aunque el megaproyecto fue rechazado en 2016 después de una larga y conflictiva tramitación administrativa, una nueva versión presentada en 2018 puede salir adelante si no se recurre la sentencia del TSJCV favorable a su implementación, pese a la amplia oposición que suscita (organizaciones vecinales, la Coordinadora per la Protecció de Les Moles, ecologistas y otros movimientos sociales locales y comarcales). La aprobación del proyecto ha generado fricciones políticas en el Consell de la Generalitat entre el PSPV y COMPROMÍS/PODEM.
Intu es una compañía inmobiliaria británica que cotiza en la Bolsa de Londres y gestiona veinte centros comerciales en Reino Unido. En España es propietaria de otros tres: Puerto Venecia en Zaragoza; Xanadú en Madrid e Intu Asturias. Planea iniciar las obras de un cuarto centro en Torremolinos (Málaga) y levantar otro en Vigo (Pontevedra), aunque se dispone a poner en venta su cartera acuciada por su elevada deuda. El proyecto se parece demasiado a otros proyectos de dimensiones desmedidas que proliferaron antes de la crisis del 2008 en la Comunidad Valenciana, denunciados más tarde por las tramas de corrupción en que se sustentaban y la ruina económica que ocasionaron en las arcas públicas, tras haber alterado parajes naturales y entornos urbanos de forma irreversible.
El relato que sostiene estos conglomerados de ocio y consumo supone una amenaza global al corazón ecológico, económico y social de ciudades deseables para el buen vivir. La consolidación y ampliación del extraordinario poder que han ido acumulando las transnacionales del ocio y el consumo se lleva a cabo mediante una fuerte labor de lobby, poniendo en marcha think tanks (gabinetes estratégicos o comités de expertos) y dedicando muchos esfuerzos a la construcción y difusión de un relato que legitima socialmente sus objetivos de negocio. Son proyectos destinados fundamentalmente a los mercados turísticos globales, no a las necesidades vitales de la población donde se desarrollan; y dan prioridad a la generación de beneficios económicos por encima de cualquier proceso de reproducción de la vida.
En una situación de crisis de civilización como la que afrontamos, es vital poner en cuestión los valores y modos de vida que nos han conducido al borde del colapso ecológico, denunciar y oponerse a la implantación sistémica de estos proyectos depredadores. En este vídeo producido por la Coordinadora per la Protecció de Les Moles se debate sobre el uso de estos territorios, promoviendo nuevos hábitos de participación democrática directa en la vida pública.
Poner la vida en el centro supone realizar un trabajo profundo de transformación sociocultural y reconceptualizar nuestra relación con la naturaleza. Considerar que somos una especie entre otras muchas y elaborar nuevos códigos de convivencia interespecies y con los ecosistemas materiales que nos cobijan. Interiorizar que la biosfera es nuestra casa común y trasladar esa experiencia a cada toma de decisiones en pos de la preservación de la vida. Dentro del sistema imperante, ello supone realizar un proceso de educar para desobedecer, construir resiliencia, reconstruir y comenzar a crear desde la propia vida. Implica, entre otras prácticas:
Revaluar : volver a dar valor a lo local, el territorio, las personas, el pequeño comercio y el espacio público. Frente a los valores globales, individualistas y consumistas del proyecto, se trata de apostar por valores locales, cooperativos y humanistas.
Reconceptualizar : redefinir conceptos como el ocio identificado con el consumo de mercancías, cuestionando el propósito de la empresa que promueve tener más, comprar más, trabajar más, para proponer la suficiencia y la opción por la simplicidad voluntaria.
Relocalizar : dar primacía a lo local sobre lo global en la producción y uso de los bienes esenciales; cuestionar qué mecanismos pervierten el significado de lo que sentimos como necesidades; reducir al mínimo el uso del transporte y consumo de mercancías que dejan una huella insostenible de carbono para satisfacer las necesidades básicas en la autosuficiencia local.
Reducir : evitar el consumo ilimitado promovido por los centros de ocio con apoyo de la moda y la publicidad, pues tanto los recursos como la capacidad de regeneración de la biosfera son limitados. Acabar con los horarios extenuantes de trabajo,la explotación de género, el turismo masivo y el desplazamiento de millones de autos privados previsto en un megaproyecto como el de Intu.
Reutilizar: conservar, cuidar y reparar los bienes durables. En este caso el territorio de Les Moles, exigiendo que se incluya en el plan de protección del Parc Natural del Túria y libere de visitas otras zonas del Parc más vulnerables, al tiempo en que se va construyendo un nuevo imaginario de relación con el territorio. Se trata de una zona próxima a varios ayuntamientos de L’Horta Oest, lo que contribuiría a restablecer el tejido social de la comarca y al debate sobre los usos deseables para ese territorio y sus habitantes.
Rehabilitar: acometer las intervenciones necesarias para recuperar las áreas degradadas por otros usos anteriores. Los impactos ocasionados en la zona que fue campo de pruebas militares; la recuperación de muros de piedra seca; las localizaciones de valor histórico y la restauración del Barranc d’En Dolça. Pero sobre todo la rehabilitación del bosque mediterráneo valorando su contribución al incremento de la biodiversidad y su función de pulmón verde para todas y todos, incluidas esas otras especies no humanas.
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