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“Última llamada”: un manifiesto que no debería quedar sin consecuencias

  • “Última llamada” es el título de un manifiesto en el que se proponen alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos al crecimiento

“Última llamada” es el título de un manifiesto hecho público en julio de 2014, en el que se reclaman propuestas de cambio audaces para hacer frente a la grave crisis ecológico-social que llevamos sufriendo desde hace décadas, y que en los últimos años ha llegado a alcanzar dimensiones extremas. Una crisis que compromete todas nuestras posibilidades de vida buena –y que puede amenazar hasta las mismas posibilidades de supervivencia de la especie humana-. En sólo dos meses (y no los más propicios: los del verano de 2014) casi siete mil académicos, intelectuales, científicos, políticos y activistas de base firmaron este documento, dirigido especialmente a potenciar modificaciones en los nuevos proyectos sociales y políticos que se están presentando en nuestro país, porque hoy hacemos frente a “la mayor discontinuidad de la historia humana” (como indica Ian Morris en su recién traducido estudio ¿Por qué manda Occidente… por ahora?), y ya no valen recetas antiguas ni ambiguas. Lo que necesitamos es una Gran Transformación.

“Estamos atrapados en la dinámica perversa de una civilización que si no crece no funciona, y si crece destruye las bases naturales que la hacen posible”, explica el manifiesto. Pues se agotan los recursos naturales y energéticos, se desorganizan y destruyen los ecosistemas, se perturban los metabolismos entre sociedades y naturaleza, se cierran las “ventanas de oportunidad” para las trayectorias de sustentabilidad que probablemente teníamos hasta ahora. El calentamiento global entraña riesgos -ya inminentes- que pueden poner en cuestión la propia supervivencia de la humanidad (ya sabemos que en el pasado, en otras ocasiones, los cambios climáticos dieron lugar a grandes transformaciones históricas). La crisis ecológica ni puede esperar ni es un tema parcial. En el manifiesto “Última llamada” se subraya la necesidad de romper con las inercias de los modos de vida de una sociedad capitalista, basados en el consumismo y subordinados a los intereses de grupos privilegiados, que representan menos del 1% de la población.

Evolución demográfica y contradicciones productivas y energéticas llevan a una situación de creciente insostenibilidad ecológica, desigualdad social y cambio climático que, de no corregirse radicalmente, pueden conducir a un colapso brusco de la sociedad, con altísimos costes en términos humanos y sociales. Reparemos sólo en el enorme asunto del calentamiento climático. Según el último informe del IPCC- Intergovernmental Panel on Climate Change, de Naciones Unidas (septiembre de 2014) caminamos a paso firme hacia un genocidio preprogramado (aunque previsible y evitable), y ello incluso si sólo consideramos los efectos devastadores del cambio climático. El cuerpo humano puede adaptarse a un aumento de 4 o 6 °C en la temperatura promedio del planeta, pero en muchas regiones los cultivos y los agrosistemas que utilizamos para la producción de alimentos no pueden adaptarse a esos cambios. De hecho, no hay adaptación posible a un planeta 4-6ºC más cálido para una población de 8 ó 9.000 millones de personas.

Una reciente publicación del investigador australiano Graham Turner, posterior a la publicación del manifiesto “Última llamada”, muestra hasta qué punto el Escenario Base o tendencial (business as usual-BAU) del ya clásico informe Los límites del crecimiento, elaborado hace más de cuarenta años, ha sido capaz de prever, con bastante exactitud, la evolución real de las dinámicas mundiales. Y muestra, en paralelo, cómo si continuamos con esta dinámica el colapso social, económico y ambiental podría llegar hacia el decenio de 2030.

El 23 de septiembre de 2014, se celebra en Nueva York una Cumbre del Clima convocada por el Secretario General de Naciones Unidas, que pretende servir como catalizador para las dos COP (Conferencias de las Partes) sobre Cambio Climático que deberían culminar en París 2015, con acuerdos globales vinculantes que puedan torcer la dinámica actual (la cual lleva hacia situaciones irreversibles de muy alto riesgo para la humanidad). La sociedad, y especialmente los partidos de izquierda y los nuevos proyectos alternativos que han logrado devolver la ilusión por la política a mucha gente, tienen que tomar conciencia del hecho de que nuestro modelo de desarrollo es insostenible y que, con las formas de vida actuales, no puede generalizarse a la totalidad de la población del planeta.

Como decía Michel Jarraud, Secretario General de la OMM (Organización Meteorológica Mundial), en la reciente presentación del Boletín anual de 2014 elaborado por este organismo de Naciones Unidas (y que incluye nuevas y sombrías evidencias sobre las emisiones de gases de efecto invernadero): “Las leyes de la física no son negociables”. Hemos de poner en marcha, urgentemente, alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos al crecimiento. No valen antiguas recetas, porque “la crisis de régimen y la crisis económica sólo se podrán superar si al mismo tiempo se supera la crisis ecológica”.

  • “Última llamada” es el título de un manifiesto en el que se proponen alternativas socioeconómicas que armonicen el bienestar de la población con los límites ecológicos al crecimiento

“Última llamada” es el título de un manifiesto hecho público en julio de 2014, en el que se reclaman propuestas de cambio audaces para hacer frente a la grave crisis ecológico-social que llevamos sufriendo desde hace décadas, y que en los últimos años ha llegado a alcanzar dimensiones extremas. Una crisis que compromete todas nuestras posibilidades de vida buena –y que puede amenazar hasta las mismas posibilidades de supervivencia de la especie humana-. En sólo dos meses (y no los más propicios: los del verano de 2014) casi siete mil académicos, intelectuales, científicos, políticos y activistas de base firmaron este documento, dirigido especialmente a potenciar modificaciones en los nuevos proyectos sociales y políticos que se están presentando en nuestro país, porque hoy hacemos frente a “la mayor discontinuidad de la historia humana” (como indica Ian Morris en su recién traducido estudio ¿Por qué manda Occidente… por ahora?), y ya no valen recetas antiguas ni ambiguas. Lo que necesitamos es una Gran Transformación.