Dependencia y vulnerabilidad frente a seguridad y mejores precios. La Unión Energética nos dará la fuerza para combatir la dependencia de las importaciones de la Rusia de Putin y nos hará menos vulnerables a sus autoritarias imposiciones. Si los Estados miembro hablan con una sola voz, este objetivo es más que posible. Y alcanzarlo no es cualquier cosa: conseguiremos la seguridad en el suministro y más competencia entre empresas energéticas a escala europea con el resultado de un mejor servicio a mejor precio para los consumidores.
A grandes rasgos, este es el discurso oficial de la Unión Energética, una suerte de win-win (todos ganamos) para Estados, empresas y ciudadanos europeos. Si decimos que la realidad es otra, sería demasiado pretencioso, digamos entonces que hay otra realidad e intereses que no aparecen explícitamente en el discurso oficial: el nuevo mapa geopolítico energético de la UE y la construcción del mercado único del gas. Veamos pues, como interactúan estas dos capas con dicho discurso.
Si llevas blancas, mueves primero. El nuevo mapa geopolítico de la energía de la UE
El repunte del conflicto entre Rusia y Ucrania a principios de 2006 conllevó que Gazprom cortara el gas de paso por territorio ucraniano, provocando severos problemas al oriente europeo. Empieza la partida: la UE se asigna las fichas blancas y para Rusia, el enemigo energético, las negras. Y en el ajedrez las blancas mueven primero. La UE despliega la gran ofensiva de la diversificación: dependemos demasiado de un solo suministrador (el que juega con negras) y eso nos hace vulnerables. Debemos buscar nuevos nichos energéticos, a saber, el Norte de África y el Caspio. De ahí se proyectan grandes infraestructuras fuera del alcance ruso que intensifican o establecen nuevas vías de importación: gasoducto GALSI (Argelia-Italia), gasoducto Caspio-Europa (Azerbayán-Italia), línea de alta tensión Israel-Grecia, línea de alta tensión Noruega-Reina Unido. Son algunos ejemplos. Todos los proyectos tienen presupuestos multimillonarios y reciben apoyo de dinero público.
Este movimiento de fichas, es decir, la ofensiva europea en forma de promoción de megainfraestructuras, ofrece nuevos aliados que también juegan con blancas: Ilham Aliyev, presidente de Azerbayán, corrupto del año en 2012 según Transparencia Internacional, Abdelaziz Buteflika, presidente de Argelia desde 1999, envuelto en numerosos casos de corrupción, Gurbanguly Berdimuhamedow, presidente de Tukmenistán reelegido en 2007 con un abrumador e increible 97% de los votos, entre otros. Estos son los nuevos amigos energéticos de la Unión Europea, regímenes autoritarios y cleptocráticos que se sustentan en las ventas de gas y petróleo.
Pero la ofensiva también configura una buena defensa. La Unión Energética se debe sustentar en la construcción de infraestructures de interconexión entre los Estados miembro. Los m3 de gas natural y los kilovatios-hora de electricidad deben circular desde Helsinki a Madrid y desde Lisboa a Bucarest. Esta estrategia queda reflejada en el listado ampliable de los proyectos de interés común (PIC).
Las grandes empresas transnacionales europeas como las petroleras British Petrolium (Reino Unido), Lukoil (Rusia, presidida por un opositor del gobierno de Putin), Statoil (Noruega), Total (Francia) así como las eléctricas ENI, ENEL (Italia), E-On (Alemania) y las nacionales ENAGAS y Endesa, muestran especial interés en participar, es decir, también juegan con blancas. Fin de la partida.
Ojos que no ven, corazón que no siente. La construcción del mercado único del gas
Del mismo modo que incluir los intereses geopolíticos a nuestro análisis nos ofrece una nueva dimensión de la Unión Energética, la influencia de la economia financiera añade aun más complejidad. El mundo de la energía no escapa al proceso irrefrenable de la financiarización, es decir, la penetración de la esfera financiera en ámbitos que acaban por retar nuestro derecho a una vida digna. Bien al contrario, la Unión Energética promueve la creación del mercado único del gas en Europa, también llamado spot market, paso previo e imprescindible para la creación de un mercado secundario que convierta el gas en un activo financiero abierto a especuladores y donde la volatilidad del precio se transforme en negocio.
La UE no inventa nada con este modelo: el mercado del gas en EE.UU. se rige precisamente por estas reglas. En el mercado asiático en cambio, el precio del gas va indexado al del petróleo, es decir, sigue su evolución de manera proporcional. Actualmente en la UE, el gas se compra y vende en un modelo mixto: spot market y precio indexado al petróleo puesto que la mayoría de los tradicionales exportadores como Rusia, Argelia, Noruega y Qatar, prefieren contratos a largo plazo con el precio indexado porque, en principio, ello les ofrece más estabilidad.
En cualquier caso, escoger entre los modelos de mercado del gas es como elegir los amigos energéticos: ir de mal a peor. La Unión Energética da un impulso a la transición al spot market del gas abriendo la puerta a los grandes bancos americanos como JP Morgan, Morgan Stanley y Goldman Sachs, que acumulan una larga experiencia en la especulación sobre el petróleo. Es decir, más actores que juegan con blancas. Además, EE.UU. cubre indirectamente sus objetivos geopolíticos debilitando las relaciones bilaterales de la UE con los grandes exportadores, entre ellos, Rusia, el enemigo energético nº1.
Y este interés financiero de la creación del spot market requiere de infraestructuras que permitan que el “activo gas” esté any place, any time, en cualquier lugar, en cualquier momento, para satisfacer y dar credibilidad a las transacciones del mercado.
Eso sí, todo ello sucede en la invisible capa financiera, circula por gasoductos en el subsuelo y con un combustible transparente. Ojos que no ven, corazón que no siente.
La Unión Energética no es más de lo mismo
En inglés se dice thinking out of the box, pensar fuera de la caja, para inicitar a ser creativos y ver las cosas desde otra perspectiva. La estrategia de la Unión Energética nos persuade con afirmaciones del tipo: obtendremos un mejor servicio a mejores precios, tendremos una UE más unida, acabaremos con la dependencia y la vulnerabilidad energética, y el gas será el combustible que nos ayudará a dicha transición, también hacia un futuro más “verde”, autoproclamándose como una propuesta creativa y de futuro. Pero más bien se comporta como una caja negra cuando intencionadamente deja fuera de los discursos oficiales sus intereses geopolíticos y financieros. La Unión Energética no es más de los mismo, es mucho más de lo mismo, y consolida un modelo presente y futuro que dará más fuerza a aquellos que ya la tienen.