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El arte. Una Vía de escape del bloqueo en Gaza

Haneen Harara

Gaza —

La luz de la mañana atraviesa la ventana iluminando esculturas que lucen con un brillo especial. La pared de la habitación está cubierta de cuadros y la mesa de colores, pinceles y otras herramientas. Cada utensilio tiene una historia y una misión en este salón que Mohammed eligió como su taller de arte. Cuando se sumerge en sus obras, su mente consigue escapar y viajar a otros mundos aun dentro de la bloqueada y ocupada Gaza.  

Mohammed Abu Hashish, de 32 años, es refugiado de Palestina y vive en el campamento de refugiados de Maghazy, en el centro de Gaza. Es un artista que sobrevive a la complicada realidad gazatí como docente de educación artística y conferenciante especializado en escultura e instalaciones. Eligió la escultura como disciplina porque considera que es el mejor canal para expresar las vicisitudes y problemas de la población del enclave costero.  

Hani era el nombre de su hermano, quien murió en el conflicto entre Israel y la franja de Gaza de 2014. “Fue enterrado sin un brazo. Sentí que era un tema que tocaba los corazones desde un punto de vista humano, especialmente porque una persona durante su vida en esta tierra tiene dignidad y después de su muerte sigue teniéndola. La ocupación le robó el derecho a la vida”. 

Las condiciones de los cuerpos de las personas que perdieron la vida durante este fatídico y sangriento episodio impactó muchísimo al artista. Una situación muy dolorosa en la que sintió que “les habían quitado la dignidad”.  

Desde entonces ha convertido la habitación de su hermano en el taller donde se inspira. “Es mi zona de confort especial. Me inspira con ideas de esculturas. Así mi hermano permanece presente en mi corazón y la causa palestina fresca en la mente”. 

Su obra muestra una gran variedad de cuestiones sociales y humanitarias que representa a través de una deliberada mezcla de escuelas y métodos artísticos, dejando de lado las técnicas tradicionales.  

 

-Ser artista en Gaza- 

La perspicacia de los artistas se multiplica hasta límites insospechados cuando el acceso a la materia prima con la que trabajan es tan escaso, a consecuencia del bloqueo israelí. Ante esta falta de perspectiva, Mohammed utilizó su creatividad para superar estas trabas utilizando arcilla, yeso, aluminio, cobre y cera de abejas. “Todos estos materiales no estaban destinados a la escultura”, afirma, se trata de alternativas que creó con medios locales y de reciclaje. 

Los obstáculos de los artistas no terminan aquí. La disminución en la demanda de esculturas también ha provocado que la productividad de obras cayera en picado y que muchas quedaran incompletas.  

Además, la franja de Gaza, durante la última década, ha sufrido un déficit de electricidad crónico debido al bloqueo israelí que socava las frágiles condiciones de vida de sus habitantes. El problema con la electricidad es una de las características definitorias de la vida en la Franja. Estas dificultades también son enfrentadas por la comunidad de artistas en Gaza, ya que repercute directamente en su productividad y trabajo. Los cortes de electricidad llegan a durar hasta 18 horas, dificultando enormemente el desarrollo pleno de las obras durante las sesiones de trabajo y dejando escapar la inspiración.  

Las restricciones de movilidad, que a consecuencia de la pandemia todos comprendemos mejor lo que conllevan, también juegan un papel crucial en el desarrollo artístico. La presencia de las obras y autores a nivel internacional es muy importante para la comercialización y exhibición. El desarrollo completo de su profesión pasa por la participación en exposiciones internacionales y formaciones de desarrollo de talento a las que rara vez pueden acceder. “Ser refugiado de Palestina significa que eres vulnerable. No tienes nada seguro en tu futuro. Oportunidades, estudios, trabajos, viajes, talento y creatividad, todo esto está bloqueado para cualquier refugiado que viva en Gaza, así que imagínate para el artista”.  

La luz de la mañana atraviesa la ventana iluminando esculturas que lucen con un brillo especial. La pared de la habitación está cubierta de cuadros y la mesa de colores, pinceles y otras herramientas. Cada utensilio tiene una historia y una misión en este salón que Mohammed eligió como su taller de arte. Cuando se sumerge en sus obras, su mente consigue escapar y viajar a otros mundos aun dentro de la bloqueada y ocupada Gaza.  

Mohammed Abu Hashish, de 32 años, es refugiado de Palestina y vive en el campamento de refugiados de Maghazy, en el centro de Gaza. Es un artista que sobrevive a la complicada realidad gazatí como docente de educación artística y conferenciante especializado en escultura e instalaciones. Eligió la escultura como disciplina porque considera que es el mejor canal para expresar las vicisitudes y problemas de la población del enclave costero.