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“Cultivamos solo trigo porque depende de la lluvia. No tenemos otra agua”, la vida sin agua de un agricultor en Gaza

Amjad Shabat

franja de Gaza —

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Rodeado por sus dos hijos, Ribhi Abed, se sienta dentro de una habitación hecha de ramas de árbol en medio de enormes y verdes campos de trigo. Su hijo Iyad, de 22 años, está prendiendo fuego para hacernos un poco de té.  Ribhi  y su familia viven del campo y la tierra en una zona al norte de la franja de Gaza.  

Con la piel morena por el sol, las manos gruesas y el cuerpo delgado por el trabajo duro, Ribhi, que ahora tiene 70 años, y sus hijos cultivan 20 dunums de tierra (2 hectáreas) desde hace 10 años. Empezó a trabajar como guarda en el campo cuando tenía 19 años con sus hermanos y su madre. Con el paso de los años se convirtió en un hábil y experimentado agricultor.  

Sin embargo, cultivar en Gaza no es fácil. El 97% del agua está contaminada. Años de bloqueo y de conflicto han dañado o destruido gran parte de las instalaciones, incluidos pozos, bombas, plantas desalinizadoras y de tratamiento de aguas residuales.  

“Hace poco, nos vimos obligados a cultivar solo trigo porque depende de la lluvia. Nos quedamos sin agua cuando el pozo del que dependemos para regar nuestros cultivos llegó a su fin”, explica Ribhi.  

Ni siguiera tener un pozo garantiza obtener agua potable. Debido a la sobreexplotación, el agua salada se filtra en el único acuífero de la Franja. Tan solo el 22% de los pozos producen agua con concentraciones de salinidad aceptables. En Gaza, cada gota de agua es vida para un agricultor y símbolo de salud.   

“Guardé muestras de la última vez que sacamos agua del pozo con la esperanza de recibir ayuda de una de las instituciones agrícolas locales para cavar un nuevo pozo”. El costo de la excavación de un nuevo pozo en el campo es extremadamente alto para los agricultores, especialmente porque no hay garantías de que salga agua dulce debido a la escasez y salinidad del agua en Gaza.  

Más de 5.000 días encerrados sin agua potable  

El bloqueo israelí por tierra, mar y aire debilitó la franja de Gaza y la economía de Ribhi. Él, como otros 2 millones de personas llevan más de 5.000 días encerrados, viviendo bajo el bloqueo, sin recursos tan básicos como el agua.   

Hace años que dejé de cultivar ciertos alimentos como la patata porque necesita grandes cantidades de agua, lo que me cuesta mucho. “El costo de extraer 1000 cubos de agua de nuestro pozo se estimó en 21 dólares”, cuenta Ribhi. Hoy en día, tiene que pagar 11 dólares por 30 cubos de agua.   

La salinidad y la escasez de agua en la franja de Gaza en general y en las zonas agrícolas en particular son algunas de las razones más importantes que afectaron negativamente a la diversidad de los cultivos, lo que hizo que los agricultores tendieran a cultivar variedades específicas que soportaran estas nuevas condiciones.   

En Gaza no se cultivan productos que necesiten mucha agua. Esto provoca que una familia en Gaza haya dejado de comer patatas, sandía o melón. Cambia por completo la alimentación de una familia y también, su poder adquisitivo al ofrecer menos productos en el ya delimitado mercado gazatí. En lugar de cultivar alrededor de 7 cosechas al año, incluidos melones, sandías, patatas, pimientos verdes y berenjenas, Ribhi se ve obligado a cultivar sólo trigo, aunque no es tan rentable como los demás cultivos. Prefiere cultivarlo porque depende completamente del agua de lluvia.     

La granja para Ribhi y su familia lo es todo. Solían vivir de lo que cultivaba. Sin embargo, la falta de agua fresca para irrigar sus alimentos los pone al frente de muchas dificultades, especialmente para ganarse la vida.   

“Toda mi familia trabaja en el campo, incluyendo mi esposa, mis hijas, mis hijos y mis hijas”. Este campo alimenta a mi familia y a las familias de mis tres hijos. Alrededor de 30 personas dependen de este campo. No solo es una fuente de vida para mi familia, sino también para los trabajadores que nos ayudan en la época de la cosecha, que ahora han perdido sus empleos ya que hemos dejado de cultivar tantas cosechas como antes“, añade.  

Arriesgar la vida por cultivar cerca de la valla con Israel 

El problema del agua para regar los cultivos, la responsabilidad de mantener la fuente de vida de varias familias, son solo algunos de los múltiples problemas a los que se enfrenta Ribhi. Llegar al campo para cultivar se ha convertido en algo muy arriesgado ya que está situado directamente cerca de la valla con Israel. El acceso a esta zona está limitado y las fuerzas israelíes no permiten plantar ningún cultivo que supere los 80 cm en esas zonas. A veces, y debido a la situación, las actividades agrícolas deben llevarse a cabo en coordinación con el Comité Internacional de la Cruz Roja.  

Según diversas instituciones en Gaza, Israel ha vetado el acceso al 35 por ciento de la tierra agrícola cercana a la valla de separación. Una zona que hace años era el centro de la producción de verduras y frutas para el enclave costero. Sin embargo, en 2006 quedó destrozada por las incursiones militares. 

La casa de Ribhi fue destruida por las fuerzas israelíes en una de esas incursiones militares de 2006 a la zona cercana a la valla. A lo largo de muchos años de trabajo duro en la agricultura, logró reconstruirla. La nueva casa tiene cuatro dormitorios y una gran sala de estar que es el refugio de 13 personas. Debido al deterioro de la situación financiera, su hijo Moyad, de 29 años, es incapaz de construir un pequeño piso para la familia. Él, su mujer y sus hijos ocupan una habitación en la casa de su padre. Dos de las hijas de Ribhi se vieron obligadas a dejar la universidad por las mismas razones.  De momento, Ribhi y su familia convierten el trigo en harina, pueden sacar adelante a su familia con algo de dinero de los cultivos y alimentarse pero siguen luchando por mantener una vida digna en el campo, con agua y sin miedo.  

Rodeado por sus dos hijos, Ribhi Abed, se sienta dentro de una habitación hecha de ramas de árbol en medio de enormes y verdes campos de trigo. Su hijo Iyad, de 22 años, está prendiendo fuego para hacernos un poco de té.  Ribhi  y su familia viven del campo y la tierra en una zona al norte de la franja de Gaza.  

Con la piel morena por el sol, las manos gruesas y el cuerpo delgado por el trabajo duro, Ribhi, que ahora tiene 70 años, y sus hijos cultivan 20 dunums de tierra (2 hectáreas) desde hace 10 años. Empezó a trabajar como guarda en el campo cuando tenía 19 años con sus hermanos y su madre. Con el paso de los años se convirtió en un hábil y experimentado agricultor.