UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.
Gaza, escombros y 5 horas de luz
Durante la última década, la franja de Gaza ha sufrido un déficit eléctrico crónico que socava las ya frágiles condiciones de vida de la población gazatí. La ofensiva que ha sufrido la población del enclave costero por parte de Israel durante 11 días ha dejado al menos 129 civiles fallecidos, entre ellos 66 niños; 58 infraestructuras educativas dañadas; 2.174 casas y locales comerciales destruidos y dañados; 9 hospitales y 19 clínicas afectadas; y tan solo 5 horas de luz al día.
La escasez de energía, sumada a las brutales consecuencias de dos semanas de guerra, están afectando gravemente la disponibilidad de servicios esenciales, en particular los servicios de salud, agua y saneamiento. También afecta al día a día de los habitantes de Gaza.
Naema Wadi lo sabe bien. La joven de 24 años es refugiada de Palestina y reside del campamento de refugiados y refugiadas de Deir al-balah, en el centro de Gaza. Estudió comunicación y, a pesar del alto porcentaje de desempleo entre las mujeres gazatíes, el 90%, ella consiguió un trabajo como creadora de contenidos. Cada día sufre la horrible escasez de electricidad en Gaza: “Las herramientas que utilizo en mi trabajo necesitan electricidad constante para cargarse o incluso encenderse. Tengo que cargar baterías, cámaras, ordenador portátil, móvil…”. Esta situación le genera mucha incertidumbre y problemas con sus clientes, ya que nunca sabe si va a poder desarrollar su trabajo con normalidad.
La crisis de la electricidad en Gaza ha estado en curso desde junio de 2006, cuando un ataque aéreo israelí afectó a la planta de energía, que causó su cierre temporal. El daño sufrido en esos ataques aéreos, combinado con la escasez crónica de combustible debido al bloqueo, ha obligado a la planta a operar a la mitad de su capacidad normal durante años.
Además, Israel retiene el combustible de la planta de energía a su voluntad, como una forma de castigo colectivo dependiendo de la situación de conflicto entre la franja de Gaza e Israel. A principios de agosto de 2020, en el apogeo de un verano abrasador, Israel decidió cerrar los cruces con Gaza y detener el suministro de combustible. En aproximadamente una semana, la planta de energía cerró debido a la falta de combustible. Esto redujo el suministro de energía a los residentes a tan solo cuatro horas al día. Tres semanas después, el 1 de septiembre, Israel reabrió los cruces y el suministro eléctrico volvió a rotaciones de ocho horas. Durante la última ofensiva, la red eléctrica resultó dañada y las autoridades israelíes cerraron el cruce por el que entra el combustible y productos de primera necesidad, lo que causó apagones de 8 a 12 horas. El combustible se agotaba y los hogares y hospitales quedaron sumidos en la oscuridad en medio de los bombardeos constantes. Actualmente, el suministro es de tan solo 5 horas diarias.
Además, los horarios establecidos de luz no se cumplen con exactitud y Naema se ve obligada a terminar su trabajo por la noche, cuando, según el director del Departamento de Relaciones Públicas e Información de la Compañía Eléctrica, Muhammad Thabet, se produce un aumento en el número de horas de conexión.
“Durante los meses de alta demanda de energía, la cantidad de electricidad no es suficiente para implementar un horario de 8 horas. Podemos aumentar las horas de suministro eléctrico racionalizando el consumo de electricidad y su uso óptimo, no derrochando”, comenta Thabet sobre el mecanismo de superación del déficit.
Pero Naema lo tiene claro: “No puedo renunciar a mi futuro por una crisis que no debería existir. Este es un derecho básico que debemos tener”. La joven utiliza la escritura de guiones y la grabación y edición de vídeos para dar a conocer problemas como este en Gaza, pero su sueño es convertirse en cineasta. La electricidad determina el destino, las vidas, el futuro e incluso su supervivencia del enclave.
Su historia y la de 13 personas refugiadas de Palestina en Gaza podrán ser escuchadas desde el 1 hasta el 30 de junio en la exposición “Otra Franja para Gaza”. Una muestra en la Plaza Huerto Sogueros de Castellón en la que, a través de códigos QR, escucharemos sus voces, sus vidas. Testimonios desgarradores de quienes han experimentado en primera persona cuatro conflictos armados y a quienes el bloqueo y asedio israelí les ha arrebatado la libertad y la paz como individuos.
Durante la última década, la franja de Gaza ha sufrido un déficit eléctrico crónico que socava las ya frágiles condiciones de vida de la población gazatí. La ofensiva que ha sufrido la población del enclave costero por parte de Israel durante 11 días ha dejado al menos 129 civiles fallecidos, entre ellos 66 niños; 58 infraestructuras educativas dañadas; 2.174 casas y locales comerciales destruidos y dañados; 9 hospitales y 19 clínicas afectadas; y tan solo 5 horas de luz al día.
La escasez de energía, sumada a las brutales consecuencias de dos semanas de guerra, están afectando gravemente la disponibilidad de servicios esenciales, en particular los servicios de salud, agua y saneamiento. También afecta al día a día de los habitantes de Gaza.