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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

Gaza: “Esperábamos la muerte a diario, y no le teníamos miedo; la veíamos como una misericordia comparada con lo que estábamos viviendo”

Gaza
La destrucción en Gaza

Durante las últimas dos semanas, Om Muhammed Abu al-Enein ha recorrido diariamente los mercados populares de Gaza en busca de algo asequible para alimentar a sus cinco hijos, y a menudo vuelve a casa con las manos vacías. 

Desde que Israel volvió a cerrar los cruces de Gaza y reanudó su ofensiva militar, incluso la harina de trigo caducada, que también se vendía, se ha convertido en un bien escaso. 

“Cuando entró en vigor el alto el fuego y se reabrieron los cruces para el acceso de mercancías, la alegría de mis hijos fue indescriptible”, cuenta Abu al-Enein, de 47 años. “Les compré un pollo y cociné el almuerzo. Fue la primera vez que comieron carne de cualquier tipo, y la primera vez que cociné con gas en meses. Durante más de un año, dependimos de la leña para preparar los pocos restos de comida que encontrábamos, o para calentar agua para bañarnos. Eso no era vida, era esperar la muerte a diario, y no le teníamos miedo; la veíamos como una misericordia comparada con lo que estábamos viviendo”. 

Con la ruptura del alto el fuego y los cruces nuevamente cerradas, Abu al-Enein describe la situación como un regreso al infierno: “Cuando la vida empezó a parecer menos muerte tras el alto el fuego, no podíamos soportar la idea de volver atrás. Pero hoy, es peor que antes. No hay comida, no hay gas, y nuevamente estamos bajo amenaza de desplazamiento forzado”, explica. 

Al comenzar el mes del Ramadán, las autoridades israelíes anunciaron el cierre total de los cruces de Gaza, impidiendo la entrada de mercancías y ayuda humanitaria. Las fuerzas israelíes también manifestaron su disposición a cortar el suministro de agua y electricidad al enclave. Muchos residentes y negocios dependen de paneles solares para sobrevivir. 

“El Ramadán solía significar preparar comidas tradicionales —carne, verduras, arroz, postres— después de un largo día de ayuno”, cuenta Abu al-Enein. “Este es el segundo Ramadán en el que ayunamos todo el día, solo para romper el ayuno con comida enlatada, si es que podemos pagarla o con arroz donado por las cocinas populares (...) A veces mis hijos se acuestan llorando porque tienen hambre, y no tengo nada que darles. ¿Te imaginas lo que siente una madre en ese momento? No es solo dolor, es una agonía del alma”. 

El bloqueo de la ayuda humanitaria está teniendo consecuencias devastadoras para un millón de niños y niñas en la franja de Gaza y está provocado una grave escasez de suministros esenciales, incluyendo alimentos, agua y recursos médicos, afectando críticamente al bienestar infantil. Los casos de desnutrición infantil siguen aumentando y los más pequeños corren graves riesgos. 

Sobrevivir bajo bombardeos constantes 

Mientras conseguir comida es una lucha diaria para los palestinos y palestinas en Gaza, su principal preocupación sigue siendo sobrevivir a los bombardeos constantes. 

Las órdenes de desplazamiento israelíes siguen forzando a decenas de miles al desplazamiento, sin ningún refugio seguro disponible. 

Salem Radi, residente del barrio de Tal al-Hawa, en el suroeste de la ciudad de Gaza, ha sido desplazado 13 veces desde que comenzó la ofensiva. Hoy sigue en su apartamento parcialmente destruido, sin otro lugar donde ir. 

“Hace unos días, el ejército israelí emitió órdenes de desplazamiento para varias zonas, incluido Tal al-Hawa”, cuenta Radi. “En el pasado, nos íbamos de inmediato, buscando refugio en casa de algún familiar, en una escuela o en un campamento de desplazados. Pero ahora nos hemos quedado. No porque no tengamos miedo, sino porque literalmente no queda ningún lugar a donde ir”. 

“Los familiares que antes nos acogían ahora están sin hogar. La mayoría de las escuelas han sido destruidas o dañadas. Los refugios que quedan están saturados. Y ni siquiera las escuelas son seguras”, añade Radi. “Muchas masacres han ocurrido en escuelas. Entonces, ¿a dónde deberíamos ir? Ningún lugar es seguro, pueden matarnos en cualquier parte, en cualquier momento”. 

“Mi suegro fue asesinado en el mercado mientras intentaba comprar comida. Mi amigo murió en una masacre cuando intentaba conseguir una bolsa de trigo. Mi primo perdió ambas piernas en el bombardeo de una tienda improvisada cerca de su refugio en Mawassi Khan Younis. Ni siquiera puedes predecir dónde te encontrará la muerte”. 

En uno de los ataques más recientes, aviones israelíes atacaron una instalación de UNRWA en Jabalia, en el norte de Gaza. El edificio, anteriormente un centro de salud, albergaba a más de 700 civiles desplazados cuando fue alcanzado. UNRWA informó del asesinato de al menos nueve niños, incluido un bebé de dos semanas. 

Desde que Israel rompió el acuerdo de alto el fuego, la muerte, el dolor, el hambre y la desesperación han vuelto a las vidas de los gazatíes que ya no pueden más.  

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UNRWA es la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina en Oriente Medio. Desde 1949 trabajamos para proporcionar asistencia, protección y defensa a más de 5 millones de refugiados y refugiadas de Palestina, que representan más de la quinta parte de los refugiados del mundo y que actualmente viven en campamentos de refugiados en Jordania, Líbano, Siria y el territorio Palestino ocupado (la franja de Gaza y Cisjordania), a la espera de una solución pacífica y duradera a su difícil situación.

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