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“No quería morir”

Haneen Harara

Gaza —

Hace apenas una semana, el campamento de refugiados y refugiadas de Palestina de Jenin sufrió una incursión militar israelí y enfrentamientos con grupos armados palestinos.  

Se trata de la incursión más feroz de los últimos 20 años, con ataques por tierra y aire. Tras 48 horas de agresión, las fuerzas israelíes abandonaron el campamento dejando a su paso 12 muertos, incluidos cuatro niños, unos 140 heridos y entre ellos, varios periodistas que se encontraban cubriendo la noticia. Además, alrededor de 900 casas resultaron dañadas, así como calles, mezquitas, hospitales y redes de electricidad y agua. 

“Nos despertamos aterrorizados con el sonido de una explosión. Pensamos que era un artefacto explosivo, pero era un bombardeo. Luego escuchamos otra explosión y luego el silencio”, recuerda Mahmoud Jabareen, refugiado y residente del campamento. 

“Un vecino fue tiroteado por francotiradores cuando intentaba subirse al tejado de su casa. A partir de ese momento entendimos que todos estábamos en peligro. No abrimos la ventana de la casa temiendo por los niños”, agrega. 

Los menores estaban y están conmocionados tras lo sucedido. Muchos de ellos aún no han vuelto a las clases, ya que tienen demasiado miedo de salir de sus hogares. Hacía tan solo 10 días que algunos de ellos habían enterrado a dos compañeros de clase que murieron en una incursión anterior. Dalal Shalabi, refugiada y también residente del campamento, entiende que los pequeños ya no quieran salir de casa para ir a las aulas. Sus propios hijos vivieron en primera persona el horror: “15 miembros del ejército entraron en mi casa de una manera aterradora que conmocionó a mis hijos. Salimos descalzos de casa, como nos sucedió durante la invasión en 2002”. 

Yassin Hussein, de 9 años, escuchó el sonido de dos cohetes y en ese momento llamaron a su casa: “No sabíamos que era el ejército. Les abrimos, entraron de forma muy violenta y nos apuntaron con sus armas. Mi hermano comenzó a gritar. Y yo no quería morir”. La madre de Yassin, Maysoon Hussein, describe el momento como una experiencia terrorífica para todos los niños: “Cuando el ejército entró en mi casa, el corazón de mi hija se aceleró. El ejército nos gritaba. Les pedimos que nos permitieran salir y no lo hicieron. No nos dimos cuenta de qué sucedió, pero de repente no podíamos ni vernos. Estaban destrozando las paredes y se llenó todo de polvo opaco. Por suerte al final salimos, huimos como desplazados y nos asentamos en un albergue sin agua, ni luz”. Como la familia Hussein, durante la incursión al menos 3.500 personas se vieron obligadas a huir de sus hogares. 

Los ataques agredieron a civiles sin ningún tipo de escrúpulo, incluidos a periodistas como Amid Shehadeh, corresponsal de televisión de Al-Araby: “Los equipos de la Media Luna Roja nos sacaron del campamento en ambulancia después de ser atacados por francotiradores del ejército israelí con munición real. Es realmente difícil ser rescatado y ver que el resto de las familias se quedaron literalmente atrapadas en la muerte”. 

Las balas caían por todas partes y los niños y mujeres lloraban sin cesar. La situación era aterradora: “Vi a hombres golpeándose la cabeza contra las paredes por no poder defender a sus familias e hijos”, comenta Amid. 

Una semana después de los aterradores hechos, el campamento está destrozado. Algunas casas fueron completamente quemadas y los coches aplastados contra las paredes. Cerca de ocho kilómetros de tuberías de agua y tres kilómetros de líneas de alcantarillado están destruidos debido al uso de maquinaria pesada que arrasó grandes tramos de las carreteras. El centro de salud de UNRWA, la Agencia de Naciones Unidas para la población refugiada de Palestina, no se puede ni utilizar y sus escuelas también sufrieron daños.  

Al daño físico se le suma el trauma de los residentes que vivieron las terroríficas 48 horas de asedio. Actualmente, la prioridad de UNRWA es ayudar a restaurar cierto sentido de normalidad al reanudar sus servicios como la educación, sanidad, incluida la salud mental, y saneamiento. La otra prioridad urgente es brindar asistencia en efectivo a las familias que abandonaron sus hogares, para ayudar con el alquiler y la rehabilitación de sus viviendas. 

Hace apenas una semana, el campamento de refugiados y refugiadas de Palestina de Jenin sufrió una incursión militar israelí y enfrentamientos con grupos armados palestinos.  

Se trata de la incursión más feroz de los últimos 20 años, con ataques por tierra y aire. Tras 48 horas de agresión, las fuerzas israelíes abandonaron el campamento dejando a su paso 12 muertos, incluidos cuatro niños, unos 140 heridos y entre ellos, varios periodistas que se encontraban cubriendo la noticia. Además, alrededor de 900 casas resultaron dañadas, así como calles, mezquitas, hospitales y redes de electricidad y agua.