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Mano palestina, aceite y fuego: la tradición a través de los ojos de la mujer

Haneen Harara

Campamento de refugiados de Nuseirat, Gaza —

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En uno de lo callejones del campamento de refugiados de Nuseirat, está la casa de Naela Eid. Ella tiene 57 años, es refugiada de Palestina en Gaza y es una de las responsables de mantener una tradición ancestral en la Franja. Sentada frente a una pequeña hoguera y con un bote de aceite de oliva en la mano, empapa un trozo de tela natural, le prende fuego y lo convierte en cenizas. Naela es una maestra del kohl, el típico cosmético natural para los ojos en el mundo árabe. Detrás de este delineador hay una gran historia de tradición, cultura y herencia entre mujeres.

Con una voz nostálgica, Naela señala “este cosmético es parte de la herencia que nuestras abuelas dejaron y que más tarde, nos enseñaron nuestras madres”.

“Aprendí a hacer el delineador tradicional árabe de mi madre cuando tenía solo 9 años. Las madres saben muy bien cuál es el producto más beneficioso y saludable, incluso si es un lápiz de ojos”, cuenta Naela mientras termina de apurar las cenizas que acaba de sacar.

El Kohl ha ido evolucionando hasta nuestros días. Las herramientas y la manera de hacerlo no es la misma que hace décadas, pero mantiene la esencia y el motivo de su creación: mantener la belleza y preservar la salud.

“Nuestras abuelas utilizaban un método más saludable que el que tenemos hoy en día. En lugar de la sartén de hierro que utilizamos nosotras, ellas usaban herramientas de arcilla”.

Cosmética natural de una tradición ancestral en Oriente Medio

El uso del Kohl se remonta a la Edad de Bronce. Alrededor del año 3.500 a.C, ya era utilizado por muchos pueblos y civilizaciones. Entre ellos, los más famosos fueron los faraones, que pintaban el párpado superior de negro y el inferior de verde para hacer los ojos más amplios.

Durante décadas, el Khol se utilizó para los recién nacidos y los niños pequeños, independientemente del sexo del bebé. El objetivo era fortalecer el ojo y protegerlo del mal de ojo o la envidia. Hoy en día, en Oriente Medio este antiguo cosmético vuelve a tener un encanto especial.

El viejo delineador árabe tradicional es muy popular entre las mujeres palestinas ya que se considera que hacen los ojos de las mujeres más grandes y hermosos y tienen enormes beneficios para la salud derivados del uso del aceite de oliva. El kohl, puede ayudar a proteger los ojos de los gérmenes y aliviar la hinchazón y el enrojecimiento causados por las alergias estacionales o la conjuntivitis.

Naela ve en la preservación de la industria del kohl algo más allá del valor estético y de salud. La creación del Khol a las puertas de su casa tiene un propósito: preservar la identidad palestina como una tradición que refleja el modo de vida de sus antepasados.

Una forma de reducir el desempleo

Muchas mujeres en Gaza están dando un paso hacia delante, rompiendo estereotipos y adentrándose en el mundo laboral fuera del espacio privado doméstico donde el sistema patriarcal de la Franja las había dejado.

Una de las cosas más difíciles en Gaza para las mujeres es obtener un ingreso. El 45% de la población se encuentra desempleada, una cifra que asciende hasta el 78% para las mujeres.

Naela produce y vende el Khol en su casa. Se ha vuelto muy popular entre las mujeres que mantienen viva esta tradición, ya por moda o por salud. No lo vende muy caro, quiere mantener una reputación.

''El costo de un kohl no es muy caro comparado con sus ventajas. Lo vendo por 2 dólares porque tenemos en cuenta el poder adquisitivo del cliente“, señaló.

Para Naela, esta tradición es una forma de vivir. ''Me estoy haciendo popular porque es original y útil y esto es lo que me hizo pensar que haría que mis hijas aprendieran este oficio y pudieran comercializar y vender el producto. Ahora, soy responsable de un equipo de 11 personas. No es fácil, pero es posible, una forma de mantener a mis hijos“.

Naela busca que el proyecto crezca para abarcar a muchas niñas y familias que necesitan una fuente de ingresos a la luz del bloqueo israelí, la pobreza y el desempleo. Ella está trabajando muy duro para que pase.

No es su único objetivo. Quiere preservar la identidad palestina, algo que no es una cuestión fácil en esta época. La adhesión a sus costumbres y patrimonio ancestrales es lo que le hace sentirse única en este mundo.

En uno de lo callejones del campamento de refugiados de Nuseirat, está la casa de Naela Eid. Ella tiene 57 años, es refugiada de Palestina en Gaza y es una de las responsables de mantener una tradición ancestral en la Franja. Sentada frente a una pequeña hoguera y con un bote de aceite de oliva en la mano, empapa un trozo de tela natural, le prende fuego y lo convierte en cenizas. Naela es una maestra del kohl, el típico cosmético natural para los ojos en el mundo árabe. Detrás de este delineador hay una gran historia de tradición, cultura y herencia entre mujeres.

Con una voz nostálgica, Naela señala “este cosmético es parte de la herencia que nuestras abuelas dejaron y que más tarde, nos enseñaron nuestras madres”.