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“Algunas veces no podemos entrar en el colegio debido a los disparos”

Leticia Pellicer, UNRWA España

Cisjordania/Madrid —
21 de septiembre de 2022 05:00 h

Como cada día, Ahmad se dirigía a recoger a sus primos a clase para volver a casa después del colegio. Lo que iba a ser algo rutinario se convirtió en una auténtica pesadilla. Sonidos de disparos rodearon el colegio y Ahmad, aterrado, no encontraba a sus primos por ningún lado. El ejército israelí había asediado la escuela y los alumnos se quedaron encerrados dentro de la escuela durante más de una hora. 

“Tenía mucho miedo y mis padres estaban preocupados, buscándome por todas partes”, comenta Ahmad. 

Los familiares de Ahmad llamaron a la directora preguntando por él y sus primos. Pero ella no sabía dónde estaban. “La situación era tensa y complicada con tantos niños asustados. Muchos de ellos llorando y gritando de miedo por los disparos. No había ningún lugar seguro en la escuela, les dije a los niños que se sentaran en el suelo ya que había soldados y disparos por todos lados”, comenta Salam Al Umari, directora de una de las escuelas de UNRWA en el campamento para refugiados y refugiadas de Palestina de Jenin, Cisjordania.  

Ahmad tiene 12 años y estudia en uno de los colegios para niños de UNRWA en Jenin. Le encanta el deporte y su equipo de fútbol favorito es el Real Madrid. Como el resto del alumnado, vive con miedo cada vez que va al colegio: “El pasado mes de Ramadán fue muy difícil para mí. Veníamos al colegio un día sí y otro no, casi todos los días había una víctima. Venía el ejército israelí a diario e invadía el campamento”, cuenta Ahmad.  

UNRWA cuenta con cuatro escuelas en el campamento de Jenin. En ellas, alrededor de 1.500 alumnos y alumnas van cada día a estudiar, pero las constantes incursiones militares israelíes han provocado un aumento en el absentismo y la disminución del rendimiento académico. “El rendimiento escolar ha bajado. Muchos días los niños pierden clase. A veces cerramos la escuela cuando ha habido alguna víctima durante la incursión. Otras veces, retrasamos la entrada una o dos horas, lo que causa una bajada de su rendimiento, sobre todo en materias en las que el alumnado debe estar en contacto con el docente”, comenta Salam. 

“Las repetidas entradas del ejército israelí a nuestro campamento causan la muerte de padres y familiares de alumnos. Se han producido asedios del propio colegio, durante una hora o más. El mismo colegio sufre agresiones y algunas veces no podemos entrar debido a los disparos por la noche que perforan los depósitos de agua que tenemos encima de la escuela”.  

UNRWA cuenta con cuatro orientadores en el campamento que trabajan para dar apoyo psicosocial a los menores que conviven con la violencia israelí incluso cuando se dirigen a sus clases. Recientemente, a los planes de apoyo psicológico se sumaron nuevas iniciativas tras el asesinato de la periodista palestina en el campamento Shireen Abu Akleh, pero las necesidades son abrumadoras.

“Tengo ganas de ver a un niño en el campamento con una sonrisa. Incluso cuando cuentan chistes, lo hacen de forma seria”. Salam tiene 540 alumnos y alumnas en este colegio y desea ver aunque sea a “50 de ellos con una sonrisa”.  

Desde principios de año, 37 niños y niñas palestinos han sido asesinados en Gaza, Cisjordania y Jerusalén Este y más de 650 han resultado heridos como consecuencia de los ataques del ejército israelí o de los colonos. 

Además, en lo que llevamos de año, decenas de niñas y niños palestinos han resultado heridos por colonos israelíes en Cisjordania, fundamentalmente en su camino a la escuela, donde a menudo son víctimas de acoso, intimidación y violencia. En la primera mitad de 2022, Naciones Unidas ha registrado 115 violaciones de derechos en el ámbito escolar dentro del territorio Palestino ocupado. 

Como potencia ocupante, Israel tiene la responsabilidad de proteger a la infancia palestina de la violencia, tanto la ejercida por su propio ejército como de sus colonos, e investigar cualquier ataque o violación de sus derechos.  

“No me siento lo suficientemente seguro. Jugamos en la calle y cuando sentimos peligro entramos en nuestras casas. Nuestra vida transcurre entre peligros. Todos los días pasa algo. Yo quiero vivir sin peligros, vivir en paz”, sentencia Ahmad.  

En esta vuelta al cole, los cerca de 1,4 millones de niños y niñas de Palestina merecen una vuelta al cole segura. En UNRWA hemos lanzado una recogida de firmas para que ningún menor, como Ahmad, tenga que enfrentarse a la violencia y al trauma de los ataques israelíes en entornos escolares.  

Como cada día, Ahmad se dirigía a recoger a sus primos a clase para volver a casa después del colegio. Lo que iba a ser algo rutinario se convirtió en una auténtica pesadilla. Sonidos de disparos rodearon el colegio y Ahmad, aterrado, no encontraba a sus primos por ningún lado. El ejército israelí había asediado la escuela y los alumnos se quedaron encerrados dentro de la escuela durante más de una hora. 

“Tenía mucho miedo y mis padres estaban preocupados, buscándome por todas partes”, comenta Ahmad.