Hace poco más de un mes, Netflix estrenaba la sexta temporada de Black Mirror. Durante sus cinco capítulos, Charlie Brooker continúa imaginando el reflejo más oscuro que provoca la tecnología en nuestra sociedad. Y entre esos espejos oscuros que nos muestra hay dos episodios que llaman la atención por “morder la mano que les da de comer”: el primero titulado Joan is awful y el segundo con el nombre de Loch Henry.
Ambos advierten de los peligros de Netflix. A partir de aquí... ¡Spoilers!
El primer capítulo de los mencionados es el más evidente en su aproximación al servicio. La trama apunta a que en cualquier momento la plataforma podría habernos hecho firmar una de esas normas legales que todos aceptamos sin leer, para tener los derechos de la historia de nuestra vida y hacer una serie sobre ella. Todos podríamos estar siendo vigilados y todos tenemos secretos que al salir a la luz destrozarían lo que hemos construido.
En este caso le ocurre a una jefa déspota que al llegar por la noche a casa, tumbarse en el sofá con su pareja y poner una plataforma idéntica a Netflix pero llamada 'Streamberry', se encuentra con una serie con su nombre protagonizada por Salma Hayek Pinault. Al darle al botón del “play”, el capítulo reproduce todo lo que ha vivido ese día, al detalle y hace que su acompañante salga corriendo.
Al día siguiente ella se apresura a demandar a la maquiavélica compañía que ha robado sus datos para beneficiarse. Pero descubre que la plataforma de streaming está blindada legalmente porque así lo ha consentido ella misma en las condiciones de uso al contratar el servicio.
Mientras tanto, al segundo capítulo, Loch Henry, no le hace falta la ciencia ficción para ser más crudo y realista. En él, un joven viaja hasta su pueblo natal junto a su novia para hacer un documental sobre un asesino en serie que, de forma indirecta, mató a su padre. Durante el transcurso de la grabación se empiezan a descubrir una serie de hechos que cambiarán su vida (de forma negativa) y para siempre.
Eso sí, consigue venderlo a la misma plataforma 'Streamberry' (la idéntica a Netflix) con la que gana premios y fama... pero mientras continúa hundido en la miseria. Todo a cambio de lograr el sueño de dirigir un documental que le lleve al éxito.
Así, en ambos capítulos utilizan lenguajes distintos para hacernos replantear que lo que vemos en Netflix puede costarnos más caro de lo que pagamos por nuestra suscripción. Que quizá estamos vendiendo nuestra alma al diablo mientras creemos estar siendo entretenidos. O que, incluso, cuando creemos que nuestra historia podría ser digna de una serie, no vale la pena la comercialización del trauma.
Charlie Brooker y la falta de resistencia
Todos estos guiños, o indirectas sobre la propia Netflix desde la que estamos viendo esos mismos capítulos, están hechos sin disimulo. Es decir, la plataforma que muestran usa la misma tipografía de letra, organización del catálogo y funcionamiento que la original. Por lo tanto, es evidente sobre quién nos están advirtiendo.
Pero lejos de lo que muchos pudieran opinar sobre que Brooker lo ha hecho sin el beneplácito de sus “jefes”, él mismo respondió a esa pregunta en Empire: “Simplemente dijimos: 'Tenemos esta plataforma llamada 'Streamberry' en este episodio, ¿podemos hacer que se vea como Netflix?' Se fueron y regresaron bastante rápido y dijeron: 'Sí, está bien'”.
El mismo hecho de no encontrarse con oposición es algo que lamentó el creador: “No hubo ninguna resistencia a ello. Lo cual es un poco decepcionante, porque sería bueno poder decir que lo hice de todos modos, porque soy anarquista'. Pero no”. Y subrayó que “no es morder la mano que de da comer porque es divertido”, aunque si le preguntaran a los personajes seguramente no dirían lo mismo.
Lo cierto es que esta no es la primera vez que Brooker planteaba algo que pudiera entenderse como un bofetón contra la cadena que lo tenía contratado... Pero en connivencia con la propia cadena. No hay que olvidar el experimento que fue Dead Set (Muerte en directo), una miniserie satírica que planteaba un apocalipsis zombi del que solo lograban sobrevivir los concursantes aislados en Gran Hermano, emitido por Channel 4, la misma cadena que producía la serie. La entonces presentadora del reality, Davida McCall, intervenía como ella misma, del mismo modo que lo hacían varios concursantes reales.
En su día, el guionista reconoció tener “sentimientos encontrados” con la telerrealidad, lo que explicaba el cínico mensaje detrás de una serie tan autoconsciente. “Voy a aceptar que soy un profeta, un místico o como queráis llamarlo”, llegó a comentar Brooker cuando, durante la pandemia, los concursantes del GH alemán permanecieron ajenos a lo que ocurría fuera.
Cabe recordar que Black Mirror arrancó también en Channel 4 con sus dos primeras temporadas y un especial navideño, para dejar de emitirse de forma indefinida hasta que la resucitó Netflix por cuatro temporadas más, hasta ahora. Algo que demuestra que la compañía cree en la visión de la ficción y apostó por ella hasta tal punto de no sentirse amenazada por sus contenidos, como tampoco ocurrió en su día con la cadena británica.
La serie que inspiró a Charlie Brooker
Pero no todo lo que reluce es Netflix y hay otra intrahistoria más en todo este entramado de los capítulos de Black Mirror que previenen de los peligros de la plataforma. Porque la idea de hacer algo meta despertó en Brooker al ver una serie que no pertence al catálogo del gigante del streaming.
El propio creador explicó que el germen de Joan is awful apareció cuando veía con su mujer el biopic The Dropout, una de las mejores miniseries de 2022, y que podemos encontrarnos en el catálogo de Disney+.
Se trata de la historia de Elizabeth Holmes y el fiasco de Theranos. Una serie que Charlie Brooker estaba viendo y que se convirtió en el germen del episodio: “Estábamos comentando sobre lo raro que sería si fueses esa mujer y estuvieses viendo la dramatización de tu vida, uno de los trozos más perturbadores serían las escenas en las que hace el tonto, bailando la música. Pensaría, '¿cómo saben eso?' Me pareció una divertida pesadilla existencial”. Y así nació la idea de que Netflix hiciera una serie sobre tu vida.