“Un ‘Black Mirror’ con el espíritu de John Waters, Alfred Hitchcock, La Veneno y Chicho Ibañez Serrador llega de la mano de ‘Terror y Feria'”, así describe Atresmedia la nueva serie de Benja de la Rosa en la que Los Javis desempeñan el papel de productores bajo el paraguas de su productora Suma Latina.
Un proyecto de autor que pretende representar el “fantaterror” español y homenajear, entre otros, a los referentes anteriormente mencionados bajo una temática cañí y un prisma actual. Además, se nutre de diversas causas sociales contemporáneas para componer seis capítulos autoconclusivos de, aproximadamente, 15 minutos de media.
Temática original, enfoque vulgar
Es de agradecer que los profesionales creativos, de cualquier ámbito, se esfuercen por dar cabida a las distintas facetas de una sociedad cada vez más cambiante y plural. La transexualidad, los peligros de las redes sociales o la homosexualidad son algunos de los temas escogidos por Benja de la Rosa para alimentar sus relatos.
Se trata de realidades complejas y de difícil tratamiento que, en 'Terror y Feria', quedan totalmente desfiguradas y convertidas en una estridente astracanada . El autor opta por sesgar los temas y someterlos a una óptica simplista, chabacana y repleta de topicazos.
Las historias no integran estos asuntos con naturalidad, sino que se recurre a una exageración continua que lleva al espectador al paroxismo absoluto. El humor, la ironía y la sátira son instrumentos ideales para la crítica y la denuncia pero, mal utilizados, trasladan a la audiencia a una cruda sensación de artificialidad.
En 'Terror y Feria', todos estos temas tratados parecen convertirse en un mero reclamo comercial a merced de guiones empapados en inmadurez. Un mézclum difícil de digerir que no proporcionará una visión adecuada de asuntos tan delicados como la transexualidad o el suicidio y que se queda en un intento de denuncia, o un amago de transgresión, transfigurado al trasladarse a la pantalla.
Aberración técnica y expresiva
El primer capítulo comienza con un breve diálogo entre Benja de la Rosa y Brays Efe sobre una muñeca llamada Marifé. Un salto de eje reiterado en este encuentro ya permite atisbar la calidad técnica del proyecto que supone una experiencia grotesca en términos audiovisuales.
El resto de episodios tampoco mejoran. La composición de los planos es básica y carente de cualquier significado poético, recurriendo a centrar siempre al sujeto. Jugar con encuadres o la plasticidad de las imágenes queda fuera del alcance de esta serie.
Tampoco se presta especial atención al enfoque. En muchas secuencias, sobre todo en los travelling, el foco se pierde o, directamente, se olvida. Se ignora cualquier posibilidad de alterar la profundidad de campo o de utilizar algún recurso que permita dotar a la imagen de algún tipo de sentido más allá de encuadres de videoaficionado.
La dirección de fotografía tampoco mejora en términos de iluminación. Es una luz simple, inexpresiva y en algunas escenas, como en la del sótano del capítulo 'Casa Rural', subexpuesta. También hay que mencionar los cortes abruptos en montaje, como el que se produce en la primera mitad del episodio 'Poseída viva'.
No hacen falta grandes presupuestos, ni cámaras profesionales, para dotar a un producto de cierto encanto audiovisual y sentido narrativo. Sin embargo, 'Terror y Feria' huye despavorida de cualquier ápice de gusto y estilo para situarse a la altura de proyectos amateur en términos de imagen.
Talento joven y fragmentos de conocimiento
Uno de los principales aspectos a favor de estos episodios de terror cañí son las actuaciones de intérpretes jóvenes como Eloy Costa, Sandra Escacena, Laura Corbacho, Mariona Terés o Andrea Ros. Con mayor o menor experiencia frente a la cámara, todos se desenvuelven con soltura y ayudan a aportar un toque de frescura. Maridan bien con rostros más conocidos como Itziar Castro o Secún de la Rosa, veteranos que cuentan con una sólida experiencia en el mundo de la dramaturgia.
Los fragmentos iniciales, que actúan como introducción, son conversaciones bastante interesantes plagadas de conocimiento que llevan a plantearse que, quizás, este homenaje hubiese funcionado mucho mejor si hubiese tomado forma de documental o de programa de entrevistas.
Benja de la Rosa, fan y conocedor de este tipo de cine, podría haber desgranado todas sus referencias para elaborar un proyecto atractivo tanto para nostálgicos del viejo terror como para jóvenes fans del género que buscan remontarse a sus orígenes. Una no-ficción que hablase sobre ficción para reivindicar las buenas ideas y propósitos que, por razones desconocidas, no se han catalizado adecuadamente en formato de capítulos autoconclusivos.
Un producto residual
Si eres fan acérrimo de los proyectos de Los Javis, vives por y para el “fantaterror” y/o te consideras seguidor de alguno de los actores o actrices que forman parte del círculo endogámico de Calvo y Ambrossi, 'Terror y Feria' conseguirá arrancarte alguna carcajada. Además, cuenta con cameos de rostros populares de la televisión, como Ana Morgade, que pueden servir como reclamo.
Por otro lado, el espectador habitual, y sobretodo los jóvenes, cuentan con una saturada oferta de contenidos a su disposición en la que esta serie pasará desapercibida, sin dolor ni gloria. Una oportunidad desaprovechada que puede considerarse una experiencia para el aprendizaje que contribuya a la mejora de proyectos futuros.