Amazon Prime Video está a punto de cumplir su cuarto año de producciones originales en España. La serie Pequeñas coincidencias, estrenada el 7 de diciembre de 2018, inauguró la aventura de la plataforma estadounidense en nuestro país. Una aventura que, visto lo visto, la podemos considerar atípica si la comparamos con la de otros agentes del mercado de streaming nacional.
Servicios como Netflix, HBO Max y Atresplayer Premium, que son los que más lanzamientos han producido junto a Prime Video en todo este tiempo, se han decantado ampliamente por los estrenos exclusivos, enmarcándose la mayoría de ellos en el género por antonomasia del streaming: la ficción. La plataforma de Amazon, en cambio, ha hecho de las series documentales, sobre todo las deportivas, y de las coproducciones con TVE (Inés del alma mía, Parot, Sin límites...), Atresmedia (Pequeñas coincidencias, El Internado: Las Cumbres) y especialmente Mediaset (Desaparecidos, Caronte, Señoras del (h)AMPA, Madres, La que se avecina...), su principal caballo de batalla.
Con esta estrategia, Prime Video ha conseguido desmarcarse de sus inmediatos competidores y nutrir constantemente su vasto catálogo de nuevos contenidos, aunque todavía tiene pendiente encontrar esa producción nacional que la lleve al siguiente nivel y que justifique, por sí sola, la suscripción de los usuarios españoles. Reina Roja, la adaptación del best-seller de Juan Gómez Jurado prevista para 2023, apunta a ser esa clase de lanzamiento tras el impacto, moderado en el mejor de los casos, de series exclusivas como Hernán, El Cid, La Templanza o la reciente Un asunto privado, que han ido llegando a la plataforma a medida que también lo han hecho sus apuestas de entretenimiento.
Amazon Prime Video también ha explorado dicho terreno en estos cuatro años, pero de manera muy ocasional y muy diversa. De hecho, los lanzamientos en esta dirección se cuentan con los dedos de una mano, y abarcan tanto formatos de humor (LOL: Si te ríes, pierdes) como de puro de entretenimiento (Celebrity Bake Off), sin obviar otros con un aire más sofisticado (Una vida, una cena y Escenas en blanco y negro).
'True Story' busca llevar la anécdota a otro nivel
A todos ellos se une ahora True Story España, que llega este viernes 11 de noviembre avalado por el éxito del formato original, el australiano True Story with Hamish and Andy. La adaptación española, producida por Warner Bros. ITVP España (First Dates), cuenta como maestros de ceremonias con Ana Morgade y Arturo Valls, lo que refleja la vocación cómica de la propuesta.
Aunque más allá de ser un programa humor, True Story España se presenta, por encima de todo, como un intento por llevar más allá el poder de la anécdota personal. Un ingrediente que nutre cada día la televisión, ya sea en las entrevistas de El Hormiguero, en cualquier emisión de Sálvame, en cada entrega de Martínez y Hermanos o cada vez que Lolita toma la palabra en Tu cara me suena, pero que True Story utiliza para hacer un programa con identidad propia.
En cada una de las seis entregas que componen esta primera temporada, un famoso se sienta junto a Morgade y Valls para contar una historia rocambolesca de su vida. Puede ser un viaje que se complica más de lo esperado o un momento de verdadera tensión con la policía, pero siempre con el disparate por bandera. Al mismo tiempo que la cuenta, True Story la reproduce como si de una serie o película se tratarse, con diferentes actores (Pablo Puyol, Vanesa Romero e Itziar Castro son algunos de ellos) que interpretan a los protagonistas de la historia bajo la dirección de Secun de la Rosa. Y si bien las caracterizaciones no están demasiado trabajadas -en la mayoría de casos, el actor se parece lo justo al famoso al que da vida-, sí es digno de alabar los perfiles de las celebridades escogidas.
Porque teniendo dos cantantes (Lola Índigo y Antonio Orozco), un deportista de élite (Pepe Reina), una actriz (Paula Echevarría), una socialité (Julio Iglesias Jr.) y una creadora de contenido (Martita de Graná), True Story apela a la curiosidad de públicos muy distintos. El problema es que, una vez decidan acercarse al programa, corren el riesgo de sentirse decepcionados con el nivel de las anécdotas y la forma de contarlas.
La gracia de la anécdota no traspasa la pantalla
Cuando una anécdota funciona, muchas veces lo consigue porque es breve, espontánea y contundente. True Story, al centrarse exclusivamente en ellas, da la sensación de que las alarga en exceso. Que las anécdotas que aquí se cuentan rara vez justifican los 25-30 minutos que dura cada entrega. Hay excepciones como las historias de Julio José Iglesias y Antonio Orozco, por ejemplo, pero el balance general es que el interés y la emoción que muestra el invitado por su propio relato no traspasa la pantalla.
En parte es lógico, pues todos hemos tenido que escuchar a gente contando anécdotas que les parecían hilarantes o apasionantes, pero con las que nosotros no terminábamos de conectar. True Story deja un poco esa sensación a pesar de que Morgade y Valls, aun teniendo un papel limitado, se esfuerzan por darle vida al asunto con su manejo del chiste. Pero ni la comicidad ni el suspense que, en momentos muy concretos, alcanzan algunas de estas historias dejan un gran poso. Y esto hace que True Story simplemente sea un programa, sí, anecdótico.