'Wilfred': Y Frodo encontró la horma de su anillo
La comedia que protagoniza Elijah Wood destaca como una de las más deliciosas e incorrectas del panorama televisivo norteamericano. Él y Jason Gann (el perro que da título a la ficción) se complementan a la perfección. La serie solo bajó el nivel en la 2ª temporada, pero ahora encara su cuarta y última tanda con la misión de mantener su nivel de escatología y acidez
Wilfred es una de las series más deliciosas de las que disfruta el panorama televisivo actual. Eso sí, es recomendable que se abstengan de verla colectivos tales como defensores de los derechos de los animales, contrarios a la apología de las drogas, personas que no toleran el vocabulario soez o las charlas sobre prácticas sexuales extremas (entre otros). Porque Wilfred no busca agradar, sino que el espectador se revuelva en el sofá debido a una sensación que mezcla la carcajada y el desprecio por su protagonista perruno.
Elijah Wood borda su papel de fracasado sin aspiraciones
El casting es inmejorable. Elijah Wood borda un papel que viene repitiendo a lo largo de su carrera y que tan bien se le da: el de buenazo, sufridor y pusilánime; partiendo de sus inicios en pelis como El Buen Hijo (donde Macaulay Culkin era el que le hacía la vida imposible), pasando por su “interpretación” de Frodo (donde el malo era Sauron) y terminando en esta serie (donde el perro de su vecina es el que le hace bullying).
La verdad es que pocos actores pueden interpretar mejor que él este rol de fracasado sin aspiraciones, que lejos de despertar ternura en el televidente por su desgraciada vida, acaba haciéndonos desear que le vaya mal para ver qué clase de sufrimiento le tiene preparado el demoníaco can.
Jason Gann, un magistral y perverso perro
Y es que Wilfred, al que encarna magistralmente el australiano Jason Gann, es uno de los personajes más redondos que se puede encontrar actualmente en comedia; un perro que, en la mente del vecino de su dueña tiene apariencia humana y que aglutina todos y cada uno de los vicios y perversiones más depravados imaginables. Aunque su cualidad más importante es su capacidad para manipular, y no solo a Ryan (Elijah Wood), al que convence de que el infierno que le hace pasar es por su bien, sino al propio espectador, al que acaba poniendo de su lado con el argumento de que “la letra, son sangre entra”.
Son dos personajes que se complementan en una relación que pese a parecer parasitaria es en realidad simbiótica, como tantas otras en la vida, en el trabajo o en el patio de un colegio, entre el cobarde que sigue las normas y el abusón que las infringe.
La segunda temporada bajó el nivel al tratar de explicar el origen de 'Wilfred'
Durante la segunda temporada, los creadores de la serie cometieron el error de encadenar capítulos cuya trama giraba en torno a averiguar qué es Wilfred: ¿una alucinación? ¿Un ente maligno? ¿Un mal sueño? Bajaron el nivel de escatología y vandalismo para desarrollar la historia, produciendo la etapa más aburrida de la serie hasta la fecha.
Esperemos que en la cuarta y última temporada simplemente podamos disfrutar, entrega tras entrega, del Wilfred más extremo y el Ryan más sufridor. Si al final nos enteramos de qué es en realidad el perro, bienvenido sea. Solo esperemos que no le pase igual que a Cómo conocí a vuestra madre, que para cuando supimos quién era la madre, la serie llevaba ya tiempo siendo una basura...
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La comedia que protagoniza Elijah Wood destaca como una de las más deliciosas e incorrectas del panorama televisivo norteamericano. Él y Jason Gann (el perro que da título a la ficción) se complementan a la perfección. La serie solo bajó el nivel en la 2ª temporada, pero ahora encara su cuarta y última tanda con la misión de mantener su nivel de escatología y acidez
Wilfred es una de las series más deliciosas de las que disfruta el panorama televisivo actual. Eso sí, es recomendable que se abstengan de verla colectivos tales como defensores de los derechos de los animales, contrarios a la apología de las drogas, personas que no toleran el vocabulario soez o las charlas sobre prácticas sexuales extremas (entre otros). Porque Wilfred no busca agradar, sino que el espectador se revuelva en el sofá debido a una sensación que mezcla la carcajada y el desprecio por su protagonista perruno.