¿Puede alguien que lleva más de 40 años siendo una presencia mediática infalible descubrir algo de ella que no hayamos visto u oído ya? Más aún, alguien que ha diversificado sus ámbitos de trabajo y que ya conoce de sobra el terreno de la telerrealidad. Alaska, que tiene pendiente de estreno el lanzamiento de Alaska Revelada, una docuserie sobre figura para Movistar Plus+, considera que a diferencia de otros artistas que han seguido el tratamiento ella no es “un gran misterio”. Sin embargo, no es tanto el qué, o el quién, sino el cómo lo que le atraía de un proyecto como este.
“Lo que le da intimidad es la forma de contarlo, no el hecho de exponerte como en un reality o en una entrevista en Tómbola”, comenta la polifacética cantante, actriz, presentadora y tertuliana televisiva sobre este formato de Shine Iberia, a la postre los mismos que levantaron Bosé renacido en la plataforma un año antes. Durante su presentación en el FesTVal de Vitoria, con verTele entre los medios presentes, Alaska dejó claro que “todos hablamos de cosas íntimas” de un modo u otro, e incluso recordó la época en la que eso era más normal por parte de las grandes estrellas de la cultura española. Por eso, no había “líneas rojas” por su parte.
No en vano, no es la primera vez que abre de un modo u otro su vida a las cámaras. Ya fue protagonista de su propio personality show, Alaska y Mario, “un reality de verdad, de los que grababas sin esconder nada y no era una cosa guionizada”. Por ello, ella misma detecta el artificio cuando lo ve como espectadora y lo comenta como colaboradora en formatos como TardeAR. Eso sí, ahora reconoce haberse vuelto “más cauta” a la hora de hablar sobre según qué temas: “No estoy acostumbrada a que todo sea posibilidad de escándalo”, afirma la artista, que aprovecha para lamentar el “revisionismo” sobre las décadas pasadas, en las que inició su carrera, primero como icono contracultural antes de establecerse en el mainstream.
Desde aquellas “marcianadas” del pasado hasta el estado actual del negocio televisivo hablamos con Olvido Gara, quien tiene claro que no corre peligro de sobreexponerse en televisión, pues “un Instagram es más íntimo que un reality”.
Puede decirse que ya hemos visto todo de ti, en realities o entrevistas. Cuando dices que vas a contar todo, ¿a qué te refieres?
Es un todo más profundo, más personal. Creo que lo tengo todo contado, pero en Cáñamo he hablado de unas cosas, en Interviú de otras... Verlo todo junto, y habla de cómo todo es importante en tu vida, es distinto. Y luego hay una cosa importante: dices que lo conocemos todo, pero... ¿Quién lo conoce todo? A lo mejor el hiperfán que se lee todas tus entrevistas lo sabe exactamente, pero el resto de la gente, que tiene una vida normal y no está preocupada por saber todo lo que dices en cada momento, no tiene esa visión. Para mí lo que le da intimidad es la forma de contarlo, no el hecho de contarlo o exponerte como en un reality o una entrevista en Tómbola. Es una forma de contarlo mucho más íntima y directa, y no tienes escapatoria.
Has utilizado la expresión “cerrar capítulo”, que es una expresión que ya usó Miguel Bosé al presentar hace un año su docuserie. ¿Te ha servido para cerrar heridas a nivel personal?
No. Me ha servido para darme cuenta de que las tengo cerradas, lo que está muy bien. A veces tienes la duda: “¿He cerrado eso?”. Cuando te lo vuelven a poner es como encontrarte con un novio antiguo y decir: “Ya no me pone nada, fenomenal”. Pero hasta que no llega ese momento, no lo sabes. Pues con esto es igual: es ver que lo que he enterrado o dejado a un lado está en su sitio, y no me causa nada. No tengo nada que revisar. Está todo en su sitio.
Decías que te habías visto más frágil pero más poderosa de lo que creías. ¿Ha sido un ejercicio de autoconciencia?
Sí, porque por suerte tú no estás todo el rato haciendo esos ejercicios mentales en tu vida, porque son un proceso. Es verdad que es un ejercicio de autoconciencia porque te preguntan todo el rato por cómo te sentías, cómo te sientes, cómo eras y cómo eres... Y tienes que colocarlo todo. Pero creo que en su justa medida. Esto está muy bien para hacerlo. Ahora vuelvo a cerrar y sigo adelante. No puedes vivir con eso todo el rato, al menos yo.
Lo que le da intimidad es la forma de contarlo, no el hecho de exponerte en un reality o una entrevista en Tómbola
Comentabas que este era el momento de una docuserie. ¿Por qué ahora y no antes?
Por varias cosas. Primero: ¿por qué hice Interviú cuando lo hice? Porque era el momento. Estaba fenomenal, estaba el reality, no tenía disco... No me gusta mezclar las cosas, porque parece que una cosa promociona a otra y no. Ahora estoy bien, bien interiormente y exteriormente. Tengo salud, dinero y amor. Mañana no sabemos lo que va a ser. Y a ese nivel es perfecto.
Y luego: [hacer] el típico documental sobre Alaska, que te llega todo el rato, es otra vez lo mismo. Yo ya tengo un Lazos de sangre, ya tengo un reality... ¿Qué más quieres contar desde ese punto de vista? No hay nada más que contar. Hay una hemeroteca que puede consultar el que quiera. El hecho de cómo se planteó el proyecto, que no es una cronología de éxitos y fracasos sino algo desde otro punto de vista, es lo que me hizo decir que sí. Y luego ver el equipo y tener la confianza, por un lado, con Macarena [Rey] y la gente de Shine, con Pite [Piñas] como directora y Jorge Ortiz [de Landázuri] de Movistar. Es un equipo de trabajo de mi total confianza.
¿En cuál te has sentido más desnuda? En el reality abres las puertas de tu casa, que puede resultar lo más íntimo...
¡No me parece nada íntimo eso! Fíjate, nada. Siempre lo digo: un Instagram es más íntimo que un reality en un momento dado, o es ya igual de íntimo. Y todos tenemos el mismo nivel de exposición. No me sentí nada cohibida con el momento reality. Y fue un reality de verdad, de los que grababas 12 horas al día. Se grababa todo sin esconder nada, todo el mundo participaba porque quería y no era una cosa guionizada. No era en plan: “Ahora, vamos a hablar del amor”. No era eso. Pero no me sentí nada invadida. Me sirvió para una cosa: que me diera igual que me vierais sin maquillar, que es algo que hasta entonces llevaba fatal. Yo no me siento yo si no tengo esa construcción de la que habla un capítulo, pero en ese momento bajé la guardia.
¿Ves entonces en la actualidad muchos realities que se notan guionizados?
Yo ya lo noté en la quinta temporada de Alaska y Mario. Lo noté por los redactores que venían, que lo único que tienen que hacer es sentarse e ir apuntando cosas como “Minuto 4 - Alaska se cayó al suelo”, y ya te decían: “Bueno, podríais...”. No, podríais no. Esto no es un programa. Yo supongo que, como persona que los consume y los ha vivido, los huelo a distancia. También te das cuenta de una cosa: muchos realities se graban durante dos horas, como si fuera un episodio, y no es así. Hay que grabar todo el día y hay que ver qué sale.
¿Se hacen con una intención clara de mostrar una imagen construida de la persona?
Imagino que cada cosa es distinta. Nosotros tuvimos la suerte de ser muy pioneros y de hacerlo en una cadena como MTV. Es como hacer este documental en Movistar. Hay cosas que al estar en el sitio que están dan una libertad absoluta porque no estás ni sometido a audiencias ni a debate posterior, que debe ser horrible. “Hagamos un debate, a ver qué has dicho...”. ¡Por favor! Había una libertad... Y... ¿se podría hacer Alaska y Mario hoy en día?
Esa era la siguiente pregunta...
En la quinta temporada teníamos todo pixelado. Era aburridísimo de ver. Todo el rato los otros bebiendo cerveza pixelada, el tabaco pixelado... [pausa] creo que todo pertenece a su momento.
¿Qué papel juega Mario en el documental? Se ha dicho que es el impulsor...
Mario tiene una gran relación con todos. Conoció a Pite y a Jorge antes que yo, y por otro lado, esta es una historia personal muy complicada, y por eso me ha sido imposible esconderme. Claro, han vivido momentos de mi vida, y por ejemplo Pite me decía directamente: “Eso no fue así. ¿Tú lo has vivido así? Porque te voy a decir desde fuera cómo se veía”. Macarena y Mario estuvieron hablando de hacer este proyecto, y son ellos los que pensaron que era interesante. No sé de quién parte primero, si de Macarena hacia Mario, o de Mario a Macarena. Luego ya entra Movistar en acción y todo se convierte en realidad.
Mario es mi mánager, y eso es un papel completamente distinto al de ser mi pareja. Como tal, trabajo por y para eso. Luego, en la documentación y en la facilidad de poder contactar con las personas y con mi propio archivo, en todo eso él ha estado ahí. Pero es su trabajo. No estamos dándole más flores de las que requiere, porque es su trabajo, y su trabajo lo ha hecho muy bien.
Yo, que soy una persona cauta, me he vuelto más cauta a la hora de hablar
Eres un personaje muy transversal en todas las generaciones. ¿Cuál crees que es la imagen que tienen de ti los más jóvenes?
No lo sé, no tengo ni la menor idea. Tengo una cierta percepción sobre el reality, que quizás es una determinada parte de lo que los más jóvenes tienen de mí, aunque ya no son los más jóvenes pero lo fueron en su momento. Luego, a lo mejor hay una visión más borrosa de lo que es el pasado. No lo sé, no puedo contestar a esto.
Hablando de juventud e imágenes llamativas. Han pasado 40 años del momento 'Un, dos, tres' con El Fary, que fue icónico: parecíais la noche y el día, pero os complementasteis a la perfección. Era una imagen que significaba un cambio de época, que hubiera escandalizado a más de una señora y señor de entonces...
Seguramente... ¡Y de esta época! Cambia todo. Es todo paulatino. Estás hablando de un momento previo a La bola de cristal y La edad de oro. Es un momento en que todo era posible. Por eso este revisionismo que dice que qué mal estábamos en aquel momento, que no teníamos libertad... ¿Perdona? Oficialmente no, pero pasaban estas cosas. Había posibilidad de que hubiera marcianadas como que Alaska saliera en el Un, dos, tres, o que Paloma Chamorro hiciera La edad de oro. Era otro tipo de tele, no había audiencias ni presiones, daba igual y podía hacer lo que fuera. Recuerdo aquellas tardes de las sobremesas de TVE que eran cuatro horas con Luis Antonio de Villena ahí sentado, hablando... ¡Era una maravilla! Y las señoras tenían que ver eso porque no había otra cosa. ¡Eso es fantástico!
'La bola de cristal' también fue rupturista para el público infantil...
La idea era que todos los que aparecíamos ahí no teníamos que ser precisamente presentadores de continuidad, que era lo que había entonces en televisión, y que el lenguaje no tenía que ser especial solo porque fueras a hablar con menores de edad.
Ahora que estás en 'TardeAR' de tertuliana, ¿te sientes cohibida para hablar de temas de actualidad?
No me siento cohibida, pero soy prudente. De repente todo salta por un lado que es inexplicable, y que no esperas porque no estás acostumbrado a que las cosas salten. Yo he hecho Pepi, Luci, Bom, hice una lluvia dorada con 15 años... Y no estoy acostumbrada a que todo sea posibilidad de escándalo. Yo, que soy una persona cauta, me he vuelto más cauta a la hora de hablar.
¿Piensas en la reacción que puede provocar lo que digas?
Te vuelves más cauto. Es algo que asumes. ¿Como dice Kiko [Jiménez] hablando de lo de Maite [Galdeano]? Normalizar. Hemos normalizado que no quieras follones.
Todos hablamos de cosas muy íntimas, unos en un documental muy cuidado, y otros en las plataformas que les corresponden
¿Estuviste enganchada al culebrón de los Galdeano?
No es que esté enganchada, pero comento corazón. Estoy en ello. Lo que pasa es que nos tocó a Mario y a mí salir en De viernes después de Sofía. Una cosa es comentar estas cosas, y todos lo vivimos como personajes, pero somos y son personas. A mí no me gusta ver llorar a la gente en televisión, no me gusta nada.
¿Cómo ves esa espectacularización de la intimidad y los sentimientos, en casos como ese?
Cada uno es libre de hacer con su vida lo que considere. Gracias a dios, gracias a eso comentamos corazón y hacemos entrevistas... Yo recuerdo en los setenta que las famosas mostraban sus casas con toda naturalidad, como en aquellos reportajes de Diez Minutos en los que se ponían por detrás de la cortina de la ducha sacando una pierna fuera. Lo hacían todas las actrices del momento, y era lo más normal. Antes, la intimidad era más normal, y como era más normal no llamaba la atención. Hoy en día la intimidad parece que tiene un precio y hablar de sentimientos también es complicado. Pero yo hago lo mismo. En el fondo, todos hablamos de cosas muy íntimas, unos en un documental muy cinematográfico, muy cuidado, de Movistar, y otros en las plataformas que les corresponden. No pasa nada.