Cuenta Ana Garcés (Valladolid, 1999) que tuvo “mucha, mucha suerte” en su aterrizaje en Madrid. Nada más llegar, consiguió un trabajo en una tienda de ropa, con la que podía mantenerse mientras se buscaba la vida en castings. Uno de esos castings fue el de La Promesa, que llegó justo cuando expiraba su contrato con el establecimiento. Meses después, la joven vallisoletana recién llegada a la capital de España se ha convertido en emergente estrella televisiva, protagonista de uno de los fenómenos de ficción del último año.
“Esto que está pasando es algo que yo nunca esperé que pasase”, reconoce la pizpireta intérprete, formada en Arte Dramático en la Escuela Superior de Arte Dramático de Castilla y León, que hasta el momento había podido foguearse en cortometrajes y teatro. Ahora, eso sí, no tiene prisa por expandir horizontes profesionales. Más allá del largometraje Gallo rojo, pendiente de estreno, el trabajo de La Promesa, renovada a largo plazo dado su excelente rendimiento, no deja mucho espacio o tiempo para más.
“Prefiero disfrutar de esto que estoy haciendo y lo que tenga que venir después, vendrá”, afirma la artista en un encuentro en Vitoria con verTele, donde también confiesa su pasmo por ese buen funcionamiento del producto que lidera en Italia, donde otros seriales españoles ya marcaron tendencia en el pasado. Hablando de marcar tendencia, Garcés tiene claro un referente profesional, tanto para su personaje de Jana como para su carrera: “Megan Montaner ha sido una bestia de estas series”.
Y del pasado al futuro, eso sí, en la finca de La Promesa, donde aguardan “cien mil cosas” en lo que al servicio se refiere. Y en cuanto a Jana y su relación imposible con Manuel (Arturo Sancho), avanza: “Vamos a hacer capítulos muy especiales”.
¿Cómo llevas todo este fenómeno que está despertando 'La Promesa'?
Lo llevo muy bien porque está siendo una parte muy ilusionante de mi carrera. Esto que está pasando es algo que yo, primero, nunca esperé que pasase. Segundo, cuando a mí me cogieron esta serie, tampoco esperé que pasase, porque no conocía los fenómenos que podían despertar este tipo de series. Y ahora, cuando está pasando, sigo sin poder creer nada de lo que está pasando. No entiendo muy bien por qué la gente me reconoce por la calle o por qué la gente me saluda, o por qué la gente lo ve todos los días. Para mí es algo muy bonito que nunca me ha pasado y que estoy viviendo como un proceso de mi carrera precioso.
¿Qué retos te ha supuesto Jana como actriz?
Pues empezar, yo nunca había trabajado como actriz durante tanto tiempo. Los horarios son muy largos y trabajamos muchas, muchas horas. Como actriz supone muchos, muchos retos, no sólo interpretativamente. Es saber interpretar bajo ese nivel de presión y de cansancio, porque al final pasamos muchas horas y ya no solo es estar diciendo texto o interpretando una escena, sino estar hablando con los compañeros... Son tantas horas sociabilizando con tanta gente que llego a mi casa y ya no quiero hablar más. El verdadero reto está en saber compaginar lo que es un equipo de trabajo con tu propio trabajo, con el trabajo individual de cada uno. Y es muy bonito. Como somos tantos, siempre hay que ir a favor del que más flojillo esté ese día, del que más cansado esté, que normalmente hay uno cada día, porque vamos cayendo como mosquitos por el cansancio.
Obviamente ya habías hecho otros trabajos antes en teatro y en el mundo del corto, pero ¿es cierto que antes de 'La Promesa' trabajabas en una tienda de ropa?
Exacto. Estudié arte dramático, estudié en Valladolid porque yo soy de allí. Cuando me vine aquí a Madrid, sabía que me quería dedicar a esto y quise meterme en una tienda de ropa para poder pagar el piso, evidentemente, y poder compaginarlo con los castings. Y casualmente llegué a Madrid y no me salían castings. Así que estuve trabajando en la tienda de ropa, fui muy feliz, pero de repente salió este casting y me lo dieron... Y me cambió la vida.
Es difícil llevar corsés y enaguas. Creo que es una época muy complicada para sobrevivir como las mujeres lo hacían.
Decías que la gente te paraba ya por la calle. Este tipo de series suelen tener un público muy apasionado, que se mete muy de lleno en las tramas. ¿Qué te dicen cuando te ven, y qué te piden? ¿Te reclaman cosas como personaje?
La frase más dicha es: “¿Por qué no le besas?”. Normalmente, cuando me hablan, es más sobre mi personaje que de mí. Cuando preguntan es: “¿Y cuándo vas a estar ya con Manuel o cuándo te vas a casar?”. Son cosas que no sé responder tampoco, evidentemente, pero normalmente es eso. De mí, como Ana, no me suelen hacer muchos comentarios, normalmente son sobre la serie, aunque también hay muchos comentarios sobre el cambio físico. La gente mayor, sobre todo, cuando me ve en Instagram dicen: “¡Qué horror, quítate el piercing de la cara!”. Esto es el comentario más común sobre mi persona. Les descuadra mucho que yo no sea de época [risas]. Pero es divertido, significa que la gente está muy metida en esto. Es divertido leerlo.
Y al revés, ¿te cuesta verte en tu personaje y en época?
Como actriz, el trabajo de interpretación que hice era más bien desde el problema en sí, que podía ser algo contemporáneo, y luego creo que la época ya la da tanto el escenario, como el vestuario, como el lenguaje. No me quise ir tanto a la época sino llevarlo a algo contemporáneo para empatizar desde ahí. Lo que más me costó fue verme con esos rizos, ese moño y ese vestido subido hasta el cuello. Yo decía. “¡Qué horror, yo no quiero salir a la calle así en televisión!” [risas]. Pero luego te vas acostumbrando. Yo ya me veo en el espejo, y digo: “¡Por favor, si nadie me puede estar tomar en serio así vestida!”.
¿Cómo es tu relación con Arturo Sancho tras las cámaras?
Arturo y yo somos como el perro y el gato. Nos llevamos fenomenal, pero ni yo tengo nada que ver con mi personaje, ni Arturo tiene nada que ver con el suyo. Entonces, es muy divertido rodar juntos, porque él no para de hablar y yo nunca quiero hablar. Yo le digo ¡pero calla ya, calla ya! Constantemente. Y la gente se parte de risa con nosotros. Pero nos llevamos superbién.
Trabajar en esa química habrá sido también importante para que la vea la gente en la pantalla.
Lo que os cuento es muy divertido porque Arturo y yo tenemos mucha conexión, nos entendemos perfectamente, pero siempre estamos así como en piques constantes. Dentro de la trama, los personajes lo llevan de otra forma, pero es un pique constante también. Y es bonito. También te voy a decir que yo la primera vez que conocí a Arturo, en el casting, dije: “Madre, yo con este tengo cero química, no lo voy a conseguir, van a pensar que no sé si voy a saber hacerlo”. Pero todo el mundo decía: “¡Dios mío, tenéis una química…!”. Es algo que la gente ve y nosotros jugamos con ello.
¿Qué es lo más difícil de hacer una ficción época?
Hay bastantes cosas complicadas. Primero, acordarte de las palabras extrañas que tú nunca has dicho. Esto es un ejercicio, porque cuando tienes que estudiar tanto y tan rápido, es muy difícil memorizar palabras que nunca has escuchado. Luego, hay palabras que ahora dices de otra forma, por ejemplo no dices “avión” sino “aeroplano”, y metes la pata constantemente. Y luego es difícil llevar corsés y enaguas. Eso sí que es tremendo. Creo que es una época muy complicada para sobrevivir como las mujeres lo hacían.
Tenéis mucho trabajo mucho por delante porque habéis renovado por más capítulos ya, pero ¿ya te han llegando otro tipo de ofertas a raíz del éxito de la serie?
Estoy muy centrada en la serie, porque requiere muchísimo esfuerzo y mucho mimo. Trabajamos muchísimas horas al día y es imposible compaginar absolutamente nada y no me planteo dejar este personaje por ahora. Prefiero disfrutar de esto que estoy haciendo y lo que tenga que venir después, vendrá.
¿Qué puedes avanzar de las nuevas tramas de la serie? ¿Qué espera por delante a los espectadores?
Se da un paso hacia delante sobre la trama principal de la búsqueda de quién mató a mi madre. No se resuelve, evidentemente, pero se da un paso grande para que el espectador empiece a comprender cosas. Y respecto al resto de tramas, en el servicio van a pasar cien mil cosas: la gente se va, la gente viene, van a venir personajes maravillosos también... Y no sé mucho de Jana y Manuel, porque ya sabéis que esto es cambiante y no sé nada, pero sí que hemos rodado y vamos a hacer cosas muy especiales, capítulos muy especiales que merece mucho la pena de ver, ya no solo por el espacio donde los hemos grabado, sino que son guiones especiales. Para mí es como una película aparte que estamos grabando de vez en cuando. Eso va a ser muy bonito de ver.
¿Por qué crees que la serie ha conectado tanto con el público joven?
Yo creo que por dos cosas. El productor, Josep [Císter], que es el que escribe las tramas o como yo lo llamo, “la máquina de hacer tramas”, tiene ideas constantemente, pero encima es un genio, porque sabe resolverlas y sabe llevarlas a cabo. Al haber tantas tramas y tantos personajes de tantas edades, tan diferentes, es muy fácil empatizar, aunque sea con uno. Es muy, muy fácil. No sé por qué la gente joven le está enganchando. Supongo que es porque también hay mucho elenco joven, y hay muchas cosas que aunque estén pasando en época, siguen pasando ahora. De diferente forma, pero siguen pasando. Y creo que la gente se siente muy identificada con ello, y por eso estamos atrayendo a ese público.
Nos comentaban tus compañeras de reparto que he notado también el impacto que la serie está teniendo en Italia. ¿Tú también has notado eso? ¿Te planteas aprender italiano?
Yo no entiendo ni papa de italiano. Cuando me mandan un mensaje en italiano intuyo que es “Enhorabuena”, pero no llego a entender muy bien qué me dicen. Es verdad que estamos teniendo una gran repercusión allí. Son cosas que sabes que pasan, pero no entiendes muy bien el porqué. Yo no me hago a la idea de que haya gente en Italia viendo esta serie. No sé, se hace raro.
Ya ha pasado con otros seriales, y de hecho, actrices como Megan Montaner han acabado haciendo carrera allí. ¿Te gustaría hacer carrera allí?
A mí me gustaría aprender italiano (y todos los idiomas, claro) me gustaría aprender todos los idiomas, sería algo bonito trabajar en Italia. Es un público muy entregado.
Las series de época siempre han triunfado. ¿Tú tenías alguna serie de referencia?
A mí este personaje, cuando lo leí por primera vez, me recordó un poco al personaje de Megan Montaner, a todo el inicio de su personaje. Pero es verdad que yo no quería hacer exactamente lo mismo, evidentemente. Pero es verdad que a mí eso me preocupa mucho. A mí toda la época me ha encantado siempre. Las chicas del cable la veía... Todo lo que sea con un vestido diferente, yo me lo veía. Pero así, como referentes, yo creo que Megan Montaner ha sido una bestia de estas series.
¿Qué haces para aguantar el ritmo, Ana?
Cafés. Yo soy una persona que sé disociar muy bien. Me sé concentrar muy rápido y me sé desconcentrar muy rápido. Lo que hago es entrenar eso: cuando me tengo que concentrar, me concentro, y cuando me voy a mi casa ya no pienso más en la serie. Me veo otra serie, quedo con un amigo, hago cosas totalmente diferentes porque, si no, nunca llegas a desconectar del todo y te puedes volver loco. Mi forma de llevarlo es con humanidad, sabiendo que cada día es un día diferente, no todos los días estoy espléndida ni todos los días estoy guapísima ni todos los días me levanto de buen humor. Yendo poco a poco y escuchándome a mí misma. También hay mucho esfuerzo por detrás de todo esto: evidentemente hay que estudiar mucho. Pero dentro de eso llevándolo con tranquilidad, sabiendo que somos humanos, que hay que llegar a casa y desconectar.
Hay muchas cosas que aunque estén en época, siguen pasando ahora, y creo que la gente se siente muy identificada
¿Con qué hobbies te relajas, tienes otras pasiones?
Me gusta ver vídeos de coros cantando.
¿Tú cantas?
Sí, he cantado muchísimo en coros, pero también me gusta ver vídeos. También veo alguna serie, leo y, si no, trato de quedar con mis amigos, sobre todo si no son actores mucho mejor para que me cuenten otras cosas [risas].
¿Tu familia te apoyó desde el principio para que fueses actriz? ¿Y, ahora, cómo lo están viviendo?
También para ellos ha sido algo muy inesperado. Evidentemente, mi familia siempre me ha apoyado muchísimo. Mi madre siempre me decía: “Mira, cariño, si tú te quieres dedicar a esto, hazlo. Y si luego tienes que currar de camarera, trabajas de camarera y no pasa absolutamente nada. Y cuando hagas un casting, lo haces y te sales del trabajo y vuelves a entrar en otro”. Ella siempre me apoya mucho. De hecho, ella estudió teatro conmigo. Cuando ha venido todo esto, ella no se lo esperaba y está muy ilusionada. Ella me dice: “¡Es que la de la pantalla no eres tú!”, o “Cuando lloras en pantalla no puedo entenderlo, se me rompe algo en el corazón”. Es muy curioso.
¿Pasó mucho tiempo hasta que te llegó esta primera oportunidad? ¿Esa época en Madrid trabajando fue muy larga o tuviste suerte?
Tuve mucha, mucha, mucha suerte. A mí se me acababa el contrato de la tienda en la que trabajaba la misma semana que me cogieron. Estuve realmente nueve meses en Madrid. Cuando llegué a Madrid, al día siguiente cogieron en la tienda. Cuando se me acabó el contrato, al día siguiente ya estaba trabajando en esta serie. Tuve mucha suerte y en el último momento, además.