Junto a la pareja protagonista formada por Alexandra Jiménez y Fernando Líndez, los actores Víctor Duplá y Eve Ryan en los papeles de Antonio y Ainara, marido e hija de Inés (Alexandra Jiménez); Celia Freijeiro e Íñigo de la Iglesia como Lola y Paco, matrimonio amigo; y Antonio Gil, Carlos Serrano y Alba Gutiérrez dando vida a Tomás, Mauro y Ana, padre, hermano y cuñada de Hugo (Fernando Líndez), respectivamente, configuran los universos de los dos personajes principales, de los que también forman parte Raúl Peña, Marta Tomasa, Zoe Romagosa y Will Shephard, entre otros intérpretes.
La semana pasada, aprovechando el final del mes de julio, Telecinco lanzó una promo con las que serán sus principales bazas para el estreno de su nueva temporada. Y de entre todas ellas, sólo aparecía una serie: Escándalo, relato de una obsesión.
Esta nueva ficción, protagonizada por Alexandra Jiménez y Fernando Líndez, llegará a la cadena de Mediaset de la mano de Alea Media, la productora de Aitor Gabilondo (con el que ya hablamos en verTele sobre ella). Pero su creadora es Aurora Guerra, que da el salto tras una extensa trayectoria como guionista en Fuerza de paz, El secreto de Puente Viejo, Acacias 38, Bandolera o Camera Café, entre muchas otras.
Escándalo, relato de una obsesión narra la historia de Inés (Alexandra Jiménez), una mujer de 42 años que en un momento complicado de su existencia se sumerge en el mar para acabar con su vida. Su salvador es Hugo (Fernando Líndez), un adolescente del que se enamora obsesivamente. En su empeño porque nadie se entrometa en esa relación prohibida, Inés se irá dejando llevar por sus impulsos y no dudará en tomar decisiones que afectarán irremediablemente a cuantos la rodean, sumiendo a todo su entorno en una espiral de graves acontecimientos.
Aprovechando una visita a su rodaje en Dénia (Alicante), los periodistas pudimos hablar con Aurora Guerra para conocer más el proyecto y saber cómo había llevado este salto desde el equipo de guion a convertirse ella misma en la creadora y máxima responsable del proyecto: “La tenía bastante avanzada, pero no conseguía a nadie porque es un tema perturbador”.
Tengo la sensación de que hay muchas historias contadas desde la perspectiva masculina
¿Cómo surge la serie, y cuál es el proceso hasta que se lleva a cabo su producción?
Yo ya la tenía pensada, tenía el guion del piloto y el arco. La tenía bastante avanzada, pero no conseguía a nadie porque es un tema perturbador. Se la enseñé a Aitor [Gabilondo], le encantó y a Mediaset le gustó mucho también. Dijeron que es una tragedia maravillosa. Me costó mucho que me hicieran caso, pero después fue todo bastante rodado.
¿Cuánto hace que se la enseñaste a Aitor Gabilondo?
Cuando empecé a escribirla estaba haciendo El secreto de Puente Viejo. Hace cuatro años.
¿Y ha variado en este tiempo?
La historia principal no, pero sí algunas cosas de estructura. Tenemos la ventaja de que la serie no se va a quedar vieja.
¿De dónde viene la historia?
Tengo la sensación de que hay muchas historias contadas desde la perspectiva masculina. Son cosas complicadas, turbulentas e incluso delictivas que son perdonadas si las hacen los hombres, así que quería investigar cómo son estas cosas tan dolorosas y mal vistas por la sociedad desde la perspectiva de una mujer. Me interesa mucho cómo se juzga la historia de Lolita siendo un hombre o una mujer. Me encantaría seguir explorando este tema de 'mujeres inadecuadas', de cómo se nos juzga distinto.
¿Temes que se abra un debate sobre este asunto o que la gente confunda ficción y realidad?
Sí, pero es algo con lo que tenemos que vivir. Ahora todo el mundo tiene opinión y habrá quien salga con alguna inconveniencia que genere un debate estéril, pero estamos haciendo ficción y esto es un cuento. ¿Por qué yo habría tenido que tener relaciones con un menor para escribir sobre esto? La vida tiene cosas muy sucias y turbias. Es parte del contraste de la vida.
¿Llegará la gente a empatizar con el personaje de Alexandra o la tomarán como a una loca que se ha obsesionado con un chaval?
Uno de los desafíos que hemos tenido es que el espectador empatice con ella en algunas ocasiones, y en otras no la entienda. Creo que hemos conseguido que esté todo el rato en esa dualidad, y eso sí que es importante porque no es una loca, todos hemos tenido alguna vez una pasión o un amor que no nos convenía pero no podíamos liberarnos de él.
¿Se podría haber hecho la serie hace tres o cuatro años o el momento es ahora?
Yo creo que se podría haber hecho, pero hace falta ser valiente para hablar de determinados temas. No hay temas escabrosos sino miradas escabrosas. Hemos querido trabajar mucho la sensualidad más que la exposición chabacana y explícita. Hay un componente morboso, pero no es lo importante de la serie. Nuestra mirada va por otro sitio, por esas experiencias e historias de cada personaje. Cada uno de ellos tienen un conflicto no resuelto.
La ficción política es un tema tabú. ¿Se va a hablar de política?
Lo tratamos tangencialmente, pero el personaje de Mauro, por su ideología, marca unas actitudes que contaminan la historia. Hay temas que no se pueden tratar... pero todos votamos, todos somos de un partido o de ninguno... Todo el mundo tiene ideas políticas, y por qué no exprimirlo. Además, Carlos Serrano ha compuesto un personaje bestial.
Ya en 'El secreto de Puente Viejo' era...
[Ríe] Sí, en Puente Viejo también tenía lo suyo. Carlos siempre me dice: ¿Aurora, me puedes llamar alguna vez para hacer algo normal? Porque en Fuerza de paz también, siempre tengo personajes muy complejos. Pero este lo está gozando como un niño pequeño.
¿Hasta qué punto aprovechas tu posición como creadora para volcar en las series tus obsesiones, los temas que te preocupan, las críticas que quieres hacer...?
Depende de la serie, pero en general, y creo que nos pasa a todos los escritores, todos metemos mucha “autoficción” y rascamos en nuestras emociones. Yo tengo que tirar un poco de las tripas, y puedo decir que en esta serie hay algunas cosas que exactamente me han pasado a mí. Cosas que te dejan una huella, y que hacen que tengan más verdad las historias. No solo tú, puede ser un amigo o amiga, un familiar... Los guionistas somos básicamente unos cotillas. Vamos absorbiendo. A mí por ejemplo me encanta sentarme en un sitio, ver a la gente, y escucharla para nutrirte de verdad.
En esta serie hay algunas cosas que exactamente me han pasado a mí
¿Tuvisteis clara la elección de Alexandra Jiménez?
Al principio tú te imaginas a alguien, cuando lo escribes. A mí me encantaba Alexandra. La veía esa vulnerabilidad que debe tener, porque este personaje busca amor y protección desesperadamente, y luego es un pedazo de actriz que sólo con esos ojos que tiene te dice todo. Y tiene la edad que debe tener, porque yo no quería una chica de 25 haciendo de mujer de cuarenta y tantos, que es una cosa que a veces falla mucho en la ficción. ¿Cómo puede una chica de 30 tener un hijo de 22? Te dicen: “Ostrás, es que está muy buena”. Sí claro, es que tiene 25 años. Queríamos tirar de verdad.
¿Y cómo llegó Fernando Líndez, que es un actor con menos trayectoria?
Hicimos un casting, vimos a un montón de chavales, a muchísimos, y les pusimos con las actrices... todo. Fue una búsqueda larga. Pero juro que desde el principio dijimos: es Fernando. Y es él, a parte de lo obvio que no tengo que decir que es que es una belleza, es que también es una belleza de persona y sobre todo tiene muchísimo talento. Es igual que Alex, muy generosos, muy valientes a la hora de afrontar las escenas... No puedo estar más contenta con el casting, de verdad.
¿Las localizaciones de playa, con tanta luz, también sirven para evocar lo que queréis?
Exacto. En los chavales hay un grupo de “mayores” y otro de jovencitos, todos muy buenos y muy salaos. Y juegan al volley, o celebran un cumple, o esto que te vas con alguien a una roquita porque quieres hablar ahí... Son cosas que retraen a la juventud, a tu infancia. Eve Ryan, que hace de Ainara, también hace un papelazo. Para su papel también hicimos muchos castings, y cuando la vimos tenía esa imagen, esa belleza tan especial.