Carlo Padial escribió en 2017 cómo había sido su experiencia asistiendo a terapia con el doctor Portuondo, un psicoanalista cubano exiliado en Barcelona. “La persona más asombrosa que he conocido en mi vida”, le describió entonces en la sinopsis de su libro, “también la más sabia, la más imprevisible. Y la más divertida”. Un hombre que gritaba a sus pacientes, juraba en nombre de Freud y bebía whisky Johnnie Walker.
Cuatro años después, Filmin buscaba proyectos para lanzarse a producir su primera serie original y, por el camino, se cruzó la novela del también guionista y director (Algo muy gordo, Vosotros sois mi película). Decidieron que era la historia que querían sacar adelante y será el próximo viernes 29 de octubre, cuando vea la luz en la plataforma.
Doctor Portuondo pone en el centro del mapa la salud mental, sobre la que Padial recuerda que “ir a terapia ha sido siempre un tema tabú en España y se ha visto como si tuvieras un problema”. En el último año, especialmente tras la irrupción de la pandemia y el confinamiento que, según el guionista “nos voló a todos la cabeza”, está generando mayor conversación, y esta serie se enmarca dentro de este debate. Aunque vaya a suponer su propia exposición. “Vivimos en la cultura del 'yo' y no entiendo a quienes lo relegan a una especie de segunda categoría”, reivindica al respecto.
El encargado de meterse en su piel es Nacho Sánchez, a quien Daniel Sánchez Arévalo puso en el radar en su película Diecisiete, por la que estuvo nominado al Goya a Mejor actor revelación 2020. Jorge Perugorría encarna al doctor Portuondo y completan el reparto Olivia Delcán, Berto Romero, Arturo Valls, David Pareja y Elisabet Casanovas.
¿Qué significa para ti que 'Doctor Portuondo' sea la primera serie original de Filmin?
Es una responsabilidad brutal, y más teniendo en cuenta la libertad que nos han dado para hacerla. Para nosotros, como espectadores y suscriptores, Filmin representa el cine independiente y sus voces, y ha sido muy fiel a esta propuesta. Nos han dejado crear como hemos querido. Realmente, si la serie no está bien es culpa mía y del resto del equipo, pero desde luego no de la plataforma. Por eso hay un cierto sentido de responsabilidad de hacer algo que esté a la altura de la gran noticia que es que Filmin se sume a producir.
Además, hablamos de un proyecto muy personal al haber convertido en serie el libro en el que contaste tu propia experiencia en terapia. ¿Te inquieta que tu exposición vaya ahora a multiplicarse?
Todo esto es un juego de espejos, y eso es raro. Mientras estoy metido en los proyectos no pienso en esto. Siempre hay este debate sobre si hay cierta saturación en torno a la primera persona o si tiene menos mérito escribir cosas que te han pasado directamente, y a mí estas conversaciones me parecen totalmente irrelevantes en 2021.
En 2021 la primera persona lo domina todo. Si tú entras en YouTube solo hay youtubers contando su vida y si entramos en tus redes sociales seguro que estás contándote a ti misma, así que la primera persona es el lenguaje principal del siglo XXI. O, al menos, del momento puntual que estamos viviendo. Por lo tanto, es absolutamente normal que la literatura y el audiovisual esté contaminado de esto. Del mismo modo que hace 50 años lo hubiera estado lo que se estuviera viviendo en aquel momento a nivel social.
Vivimos en la cultura del 'yo', y no entiendo a los escritores y escritoras que se desmarcan con eso o lo relegan a una especie de segunda categoría. Lo más importante que está sucediendo, para bien o para mal, pero es lo que hay. En el rap, que me encanta, el rapero se cuenta a sí mismo todo el rato. Cuenta 200 veces que traficaba con droga o de otra cosa. No hay más material que su vida, así que no te va a hablar, yo qué sé, de lo que sucede en Asia, porque ni lo sabe ni le importa.
Y a mí, que me gusta mucho la stand-up comedy, parto para escribir de lo que tengo, de mí mismo, de mis miedos y mis vivencias. Por ello, cuando pude escribir el libro puse lo mejor que tenía, que era ese proceso de psicoanálisis que había vivido. La serie parte de una idea de Filmin, pero una vez que ellos ven que el libro es el material apropiado para hacer una serie, me pareció una idea muy chula. No pensé demasiado en si me exponía o no me exponía, pero sí que hay ese juego de espejos que a veces me desconcierta un poco.
Cuando vi a Nacho [Sánchez, protagonista de la ficción] caracterizado de mí la primera vez, sí que salté un poco como un gato frente al espejo. Me sorprendió la cantidad de tics que me pilló y que yo no sabía que tenía. O cuando la gente me venía y decía “¿esto te te pasó?”, o “¿esta era tu novia?”. No soy muy consciente de eso. Simplemente he intentado traer algo que para mí tenga significado y que sea verdad. Con esto sí que estoy muy conectado porque me gustan mucho humoristas como Richard Pryor, que contaban lo que les había pasado. Esto tiene un valor brutal porque en el 2021 nos ha pasado una pandemia, pero no nos han pasado cosas como las del siglo XX, que tuvo dos guerras mundiales. Nuestro día a día es más prosaico, por lo que el material tiene que salir de ahí.
Parece que tenemos que viajar mucho para tener una gran vida y contar grandes historias, pero tú encuentras el material en los detalles de tu entorno. ¿Siempre has pensado así?
Uno no elige los temas, los temas te eligen a ti. En los 90 yo veía todas las series de Canal+, pero fue Seinfeld la que hizo interesarme en serio por el humor por primera vez en mi vida. Y Seinfeld va de eso. Es una serie sobre cuatro personas a las que nunca les pasa nada. ¿Y cómo consiguieron hacer nueve temporadas de eso? Bueno, pues porque a nosotros tampoco nos pasa nada. Nuestros días son muy repetitivos, pero hay un asombro en lo cotidiano. Y una vez abres esa rendija no paras de ver cosas. Para mí ir a comprar un café es una aventura.
'Doctor Portuondo' llega en un momento en el que se está hablando mucho de salud mental. ¿Crees que es un contexto propicio para una serie como la tuya?
Creo que parte del interés de Filmin porque ésta fuese su primera serie tiene que ver con la absoluta centralidad del tema de la salud mental que estamos viviendo, especialmente en estos estadios en los que estamos de la pandemia. El confinamiento nos voló la cabeza a todos. Toda la gente que conozco está como una cabra. Algunos ya lo estaban antes, pero el confinamiento lo ha agravado muchísimo. El parar durante unos meses nos ha hecho mirar hacia fuera y hacia dentro y ver que casi nada estaba en su sitio. Nos ha hecho ver que nuestra manera de vivir tiene un montón de elementos que no son psicológicamente sanos.
El tiempo que pasamos en redes sociales, cómo estamos enganchados a los teléfonos, la precariedad de nuestros trabajos, la fragilidad de nuestras relaciones afectivas en el siglo XXI, la descomposición de las familias y otras muchas cosas. La salud mental va a ser, junto a la crisis climática y las crisis financieras, el gran tema de lo que nos va a tocar vivir de ahora en adelante. Ha sido un tema del que no se ha querido hablar, especialmente en España, donde ir a terapia ha sido siempre tabú y se ha visto como si tuvieras un problema. Una serie como Doctor Portuondo viene a poner este tema encima de la mesa y a permitirnos hablar de él.
Como creador, ¿sientes que tienes una responsabilidad social a la hora de contar historias?
Por mi cabeza pasa traer lo más relevante, así que sí es algo que me preocupa mucho. ¿Qué puedo traer que importe, aunque sea a nivel afectivo? No tiene por qué ser político o social, pero en casi todo lo que he hecho por experimental, raro o creativo que fuera, siempre he intentado introducir un elemento como de catarsis. El cine y la literatura que han hecho que me quiera dedicar a esto siempre ha tenido un elemento así. Viendo en la Filmoteca películas de Bergman, Bresson o Wells siento como si sonara un despertador en la sala, como si esas películas me estuvieran hablando a mí y me estuvieran increpando de un modo que me obliga a tomar partido, a pensar sobre mi vida, a cobrar conciencia de cosas de las que quizá no había cobrado conciencia...
Al igual que Portuondo me cambió la vida, ponerlo en un libro y esperar que a mucha gente le lleguen esas fórmulas vitales, que son muy bonitas y pueden modificarte, era muy importante. Y ahora igual con el caso de la serie. Y más con un personaje como el Portuondo de Jorge Perugorría, que ha creado una figura que a mí me ha dejado sorprendido. Nunca había tenido la sensación de ver a alguien construyendo algo perdurable, un personaje que uno siente que ha estado siempre en televisión.
Ir a terapia ha sido siempre un tema tabú en España y se ha visto como si tuvieras un problema
En la presentación de la serie hablasteis de que tenía un elemento 'Quijotesco'.
Portuondo es un híbrido. Está basado en una persona real que conocí, y que ya de por sí contenía muchos elementos literarios y cinematográficos porque se parecía a un personaje de Agatha Christie. El Portuondo real era así, un detective de lo inconsciente muy al que le llevabas tus problemas y el culpable siempre eras tú. Imagínatelo como un Poirot que siempre señala como culpable al que le trae el caso. Es absurdo, porque no hay investigación posible. El culpable siempre eres tú porque, efectivamente, los culpables siempre somos nosotros. Es decir, al final la realidad no es más que una proyección de nosotros y solemos construirnos nuestro propio infierno psicológico, por desgracia.
Portuondo te hacía consciente de esto, que era una cosa brutal. Cómo repetíamos los conflictos de nuestros padres y de nuestros abuelos sin darnos cuenta, arrastrando y recreando ese infierno psicológico de generación en generación. Portuondo es un detective de lo inconsciente que te para y te dice: “Cuidado, deja de culpar a tu jefe, a tu pareja y párate a pensar qué estás haciendo, cómo estás viviendo en una ensoñación neurótica”.
Aquello era un material claramente literario y cinematográfico, pero además lo he vivido. Entre las cosas más locas de la serie están Portuondo pegándose con pacientes o llevar al centro pacientes esquizofrénicos que generaban una gran convulsión. La serie tiene muchas cosas chulas y todas son reales. Fui a terapia cinco años asombrosos con él hasta que falleció. Cuando los recuerdo dijo: “Hostia, qué increíble haber vivido esto”.
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