Entrevista

Clara Roquet alumbra 'Las largas sombras': “Una serie comercial viene con ciertas normas a las que yo quería jugar”

Cuando hay que “sanar los traumas”, Clara Roquet prefiere ir a la raíz del problema. “Crees que puedes ponerte una máscara o crear un dique de contención para no enfrentarte al pasado, pero tarde o temprano va a volver”, explica a verTele la guionista y directora catalana, que acaba de estrenar con Disney Plus+ la serie Las largas sombras.

Un hecho del pasado tiene traumatizadas a las protagonistas de este thriller basado en la novela de Elia Barceló. Es un suceso nefasto el que las amenaza: han aparecido los restos mortales de una compañera de instituto que desapareció en el viaje de fin de curso. Veinticinco años después, todo va a cambiar para ellas.

“El pasado es una condena si no te atreves a mirarlo de cara, si no te atreves a sacar los fantasmas a la luz. La condena es la culpa, y la culpa se sana hablando”, reflexiona Roquet (Barcelona, 1988), que tiene bastante claro el motivo por el que a esta sociedad le falta comunicación: “El problema es nuestra educación, el sistema de valores patriarcal, judeocristiano y represivo”, contesta rotunda.

Elena Anaya, Belén Cuesta, Irene Escolar y Marta Etura encabezan el reparto de esta serie confeccionada para el gran público. Aunque ella suele trabajar en proyectos pequeños e independientes (en 2022 ganó el Goya a Mejor Dirección Novel por Libertad), en esta ocasión quería entrar por el aro de la cultura de masas. “Una serie comercial viene con ciertas normas, y yo quería jugar a esas normas”, afirma la directora, que pese a los condicionantes agradece la “libertad creativa” que le han brindado desde Disney Plus y DLO Producciones.

Con estos mimbres ha armado un thriller que, al estar protagonizado por mujeres –por mujeres mayores de 40 años–, ha sido comparado con Big Little Lies. Hay diferencias sustanciales entre ambas historias, pero a la directora de La largas sombras no le molesta que la relacionen con la exitosa ficción de HBO, aunque esto sea, una vez, fruto de la cultura “patriarcal”.

¿Cómo ha sido la experiencia de hacer tu primera serie que, además, es un thriller? Da la sensación de que es algo diferente a lo que te hemos visto hacer hasta ahora.

Sí, yo suelo trabajar en el cine de autor, con películas más pequeñas, indies. Siempre me han gustado mucho los thrillers y tenía muchas ganas de trabajar con el género, de hacer algo más grande para exponer otras estructuras narrativas. Cuando se me presentó esta oportunidad con este casting, dije: 'Esta oportunidad es la mía'.

He podido traer un poco de mí a esto porque el thriller es una excusa narrativa para trabajar personajes con muchas capas. He podido fusionar cosas que me gustan

A veces parece que con un drama o una película se puede ahondar en determinados temas, pero en un thriller también hay capacidad de introducir reflexiones y características de los personajes, ¿lo sientes así?

Cien por cien. El thriller es una estructura, un contenedor, y lo que importa es lo que le metas dentro. Es una excusa narrativa y, a partir de eso, puedes hacer lo que quieras. Para mí, este thriller va de algo tan profundo como la manera en la que te marca el pasado, de cómo sanan los traumas... Crees que puedes ponerte una máscara o crear un dique de contención para no enfrentarte al pasado, pero tarde o temprano va a volver.

El thriller es una estructura, un contenedor, y lo que importa es lo que le metas dentro"

En este caso, el pasado parece una condena a la hora de avanzar en la vida.

Sí, el pasado es una condena si no te atreves a mirarlo de cara, si no te atreves a sacar los fantasmas a la luz. La condena es la culpa, y la culpa se sana hablando. Y si no la sanas, después de la culpa vienen el castigo o el autocastigo. Esta es una historia de amistad entre mujeres que hablando logran sanar lo que les pasó a cada una de ellas individualmente y también colectivamente. Hay una frase que me gusta mucho que dice que la única forma de sanar los traumas es poner luz en la oscuridad.

¿Qué falta para que no nos dé pudor hablar? Porque no lo hacemos tanto como deberíamos...

El problema es nuestra educación, el sistema de valores patriarcal, judeocristiano y represivo. Me estoy poniendo muy dura, pero el ámbito privado de una España con unos ciertos valores heredados [que dictan] que si hay problemas en la familia se trabajan hacia dentro, no se cuentan y se protege al agresor. Ese sistema de valores ha hecho que no sea tan fácil hablar. En un caso de abusos se pone el foco en por qué no habla la víctima antes, pero el foco se debería poner en qué sociedad permite que las víctimas no hablen antes. Son valores y una educación muy integrados. Hay que romper esos esquemas, pero para eso hacen falta tiempo, educación y generaciones.

Las mujeres de la serie toman como vías de escape los tranquilizantes, se automedican, toman antidepresivos, alcohol... Se ponen parches complicados.

Exacto. En la psiquiatría moderna está eso de que te dan un Lorazepam para sanar algo. Se tapa y no se va a la raíz porque para eso hay que cambiar estructuras mentales y sociales que son muy complicadas. A veces es más fácil tapar el dolor o ponerte esta máscara con la que sientes que puedes ir encontrando escapatorias como las pastillas, el alcohol, las infidelidades... Con esas pequeñas transgresiones se va rompiendo la máscara que te vuelves a poner al día siguiente, pero, más tarde o más temprano, esto peta por algún lado. Eso es superinteresante a nivel cinematográfico.

¿Cómo ha sido el proceso de contar la historia para reflejar la situación actual de estas mujeres y, al mismo tiempo, contar lo que les ocurrió en el pasado?

He sentido que tenía mucha libertad creativa. Estoy muy agradecida tanto con DLO como con Disney por eso. Tanto el género como la plataforma, el hecho de saber que estás haciendo una serie comercial, viene con ciertas normas y yo quería jugar a esas normas. Una de las normas del thriller es la revelación progresiva: tú tienes unas cartas en la manga y las vas revelando poco a poco porque quieres que el espectador quiera ver el siguiente capítulo para saber más. La revelación progresiva da un placer muy grande al espectador.

Debe de ser complicado plasmar estas revelaciones sin que sean giros bruscos que parezcan increíbles.

Eso tiene mucho que ver con la construcción del personaje que haces como guionista y directora, y después con los actores. Todo lo que le pasa a ese personaje tiene que ser coherente con la naturaleza del personaje.

Suele decirse que los primeros trabajos guardan relación con sus creadores. A medida que has ido escribiendo guiones, ¿has sentido que te has alejado de ti o es algo que siempre está ahí presente?

Creo que siempre está presente porque siempre hablas desde tu experiencia personal. Podemos hacer ejercicios de investigación y empatía para alejarnos de nosotros, pero es cierto que cuando tienes menos experiencia como guionista es más fácil hablar de cosas un poco más cercanas porque las lejanas requieren mucho más esfuerzo.

¿Nos afectan más las malas decisiones que las buenas?

Somos consecuencia de todas, pero las malas, muchas veces, pesan más. Fui a Columbia (Estados Unidos) a estudiar guion con una beca de La Caixa y allí la educación es muy positiva: ellos siempre resaltan lo que has hecho bien. Te hacen un 'sándwich': primero te dicen lo bueno, en medio un par de cosas malas, y terminan con cosas buenas. En España es al revés, muchas veces se destaca lo que has hecho mal para que mejores. Yo creo en el otro tipo de educación porque al resaltar lo positivo quieres seguir haciéndolo bien. A nosotros nos pesa mucho lo malo y no nos centramos en que también tomamos buenas decisiones. Las malas, sin son tan malas como las que han tomado las protagonistas de la serie, esas sí que pesan [ríe].

¿Es un buen momento para ser guionista en España? ¿Cuál es vuestra situación?

Quiero lanzar un mensaje positivo ya hay bastantes mensajes negativos. Es un buen momento para ser guionista en España porque la ficción iberoamericana está en un gran momento. España es un centro de producción grande y se necesitan buenos guionistas, pero es cierto que vamos por detrás de los americanos en sindicarnos. Sus sindicatos son muy potentes y tienen mucha tradición. Aquí nos cuesta un poco más, estamos un poco divididos y no terminamos de hacer las demandas que deberíamos hacer. Lo bueno es que lo que ellos piden en Estados Unidos se refleja aquí, ellos nos ayudan porque van por delante. En la anterior huelga se paralizó la industria de una manera brutal y se dieron cuenta de que sin guionistas no hay series ni cine. Eso supuso un cambio tremendo que impactó en España también.

Estamos acostumbrados a ver la relación entre los directores y el elenco, más que el vínculo, si es que lo hay, entre los guionistas y los intérpretes. Hovik Keuchkerian ha dicho que él quita las acotaciones de los guiones, que el guion es un papel pero el personaje todavía no está construido. ¿Hasta qué punto converge la parte que aportáis los guionistas con lo que aportan luego los actores?

Lo que dice Hovik hay que entenderlo en un contexto. Él dice que recibe eso [el guion], pero que necesita hacer todo un trabajo personal de creación del personaje. Ese trabajo se hace con el director.

Es verdad que el guion es una guía y que luego hace falta toda una interpretación y una construcción que se hace en ensayos y termina en el rodaje. Los personajes crecen y cambian cosas. Los buenos actores, como las actrices de la serie o Hovik, traen más cosas interesantes al personaje. Por ejemplo, nos pareció interesante encontrarle un vicio al personaje de Irene Escolar, que es muy recto. Ella me dijo: '¿Qué pasaría si estuviera todo el rato comiendo chuches y chicles?'. Eso no estaba en el guion, lo trajo ella, y es brillante. Yo creo que Hovik se refería a eso. Como guionista y director hay que estar siempre abierto a que los actores traigan cosas.

¿Cómo eras tú en el instituto? ¿Cómo era Clara en el colegio?

Pasé por fases. En una de ellas me teñí el pelo de negro y estuve en un club de lectura en el que nos intercambiábamos cartas; aquello tuvo un punto de un poco gótico. Luego pasé por una época de 'niña buena', pasé por una etapa en la que era más popular. Fui atravesando fases hasta que encontré mi sitio con los nerds, que hablábamos de literatura y cine. Empecé a encontrar mi personalidad en la universidad, que es cuando te cruzas con gente que hace lo mismo que tú.

La serie plantea que puedes caer en un grupo de amigos en el que después no encajes...

Cuando vas al colegio, tus amigos son los que se sientan a tu lado en el pupitre. Después, a lo largo de la vida, empiezas a elegir, y hay gente que está de paso y hay quien no.

Los buenos actores traen cosas interesantes al personaje

Ya se hacen thrillers con mujeres protagonistas. ¿Qué tal llevas las comparaciones con 'Big Little Lies'?

La comparación con Big Little Lies tiene mucho que ver con el problema de que no existan más thrillers interpretados por mujeres: el patriarcado. Si esta historia hubiera sido hecha con hombres, no la compararían con Big Little Lies. Hay mil thrillers con hombres y no los comparan entre ellos porque es lo habitual, pero Big Little Lies es el único referente y nos comparan con él, aunque a nivel de temática es muy distinto. Comparten que las protagonistas son amigas y que tienen más de 40 años, algo que también es raro: ¿por qué no hay papeles para mujeres de más de 40? Pero me encanta la construcción de los personajes de Big Little Lies, así que si nos comparan me parece estupendo.