Helena Ezquerro y su camino de “noes” hasta liderar 'La Moderna': “Estuve cinco años sin comerme un mojón”
Helena Ezquerro y Miryam Gallego son hija y madre... en la ficción de La Moderna, la nueva serie diaria de TVE que llegó el pasado 27 de septiembre a las renovadas tardes de La 1 para hacer 'dupla' con La Promesa, y que este miércoles vuelve a saltar al prime time de la cadena con un nuevo capítulo. Ambas dan vida a Matilde y Rosario, miembros de la familia Garcés en el serial que adapta la conocida novela de Luisa Carnés Tea Rooms: Mujeres obreras.
Para la joven intérprete, esta es la primera gran oportunidad de su carrera tras un camino de “noes” que ha combatido luchando contra viento y marea. “Nunca dejé de formarme y nunca perdí la esperanza”, declara la actriz en palabras a verTele. “Cada vez soy más paciente, pero estuve cinco años sin comerme un mojón”, reconoce Ezquerro, que se encuentra ya inmersa en otros proyectos que ha encadenado tras su salto como protagonista de la nueva serie de TVE.
Sobre la exigencia que requiere trabajar en una serie diaria, la riojana se muestra “muy tranquila” y satisfecha con el trabajo realizado hasta la fecha: “No estoy notando que sea extremadamente duro. Me lo había imaginado como un imposible y no, no es un imposible”, valora, a la vez que su compañera Miryam Gallego muestra su admiración por los compañeros que llevan años dedicándose a seriales como en el que ahora participa.
“Para mí, esto es la élite”, señala Gallego, que habla de cómo “por primera vez” se siente identificada con el personaje al que tiene que interpretar. “Hasta ahora, todos los personajes que he hecho eran opuestas a mí, mujeres poderosas, que estaban ellas antes que sus hijos, malas señoras, malas tipas. Esta señora es mi familia, puede ser mi mamá, tiene el ADN de mi familia”, reflexiona la orensana, que desvela en qué se ha inspirado en su preparación para este papel.
“Yo me he apoyado mucho en la novela de Dulce Chacón La Voz Dormida. Porque como es familia, Dulce es la mamá de mi marido. Yo tuve la fortuna no de acompañarla en la escritura, porque iba sola, pero en esa época estábamos muy juntiñas y me narraba muchísimas historias de mujeres de esa época. He vuelto a releer su novela para que mi imaginario también volase por ahí”, señala.
¿Cómo ha sido tu carrera como actriz hasta tu llegada a La Moderna?
Helena Ezquerro: Yo llevo muchos años luchando por ser actriz y por trabajar. He estado muchos años recibiendo muchos 'noes' y llevo un par de años en los que, la verdad, me está yendo muy bien. He hecho muchos capitulares que, normalmente, es por donde se empieza a sembrar. Luego protagonicé una serie de Atresplayer que se llama La Reina del Pueblo, donde hacía de antagonista. Tengo algún que otro proyecto por ahí que aún no lo puedo contar pero que se va a estrenar pronto, y luego he protagonizado Las chicas están bien, de Itsaso Arana, que ha funcionado muy bien y que ha sido mi último proyecto hasta este.
Vaya despegue, ¿no?
H.E.: Sí, un superdespegue.
¿Cuántos años duraron esos 'noes' hasta que, con tu empeño, se convirtieron en 'síes'?
H.E.: Yo es que empecé a hacer pruebas con 15 años. Estuve cinco años, hasta los 20, haciendo muchas pruebas mientras estudiaba una carrera en Filología Francesa. A la vez, me formaba como actriz, pero recibía 'noes' todo el rato. Pero nunca dejé de formarme y nunca perdí la esperanza. Yo sabía que con 15 años acababa de empezar, tampoco tengo prisa por nada. Cada vez soy más paciente, pero estuve cinco años sin comerme un mojón [risas]. Luego empecé a hacer cositas más pequeñitas hasta que llegó La reina del pueblo, que fue una oportunidad fantástica para mí y de ahí otras cositas.
¿Y sientes ahora mucha presión al dar el salto como protagonista de una serie diaria?
H.E.: Creo la presión existe, pero me la pongo yo más. Yo soy muy exigente conmigo misma y me exijo mucho. Pero yo lo llevo bien. El reparto es fantástico, creo que todos somos muy buenos compañeros y nos estamos apoyando mucho. Creo que si en algún momento alguno tiene alguna crisis, se puede solventar y nos podemos cuidar y apoyar. No estoy notando que sea extremadamente duro. Me lo había imaginado como un imposible y no, no es un imposible. Es muy factible y estudiamos mucho, estudio mucho y ruedo prácticamente todos los días muchas horas, pero estoy contenta y muy agradecida de estar aquí. Es un honor interpretar a Matilde, un verdadero honor.
[Se incorpora Miryam Gallego a la conversación para elogiar a su compañera]
Myriam Gallego: Ella tiene un motor brutal, tiene una energía escénica que para lo joven que es es brutal. Es una mujer que se levanta muy temprano y trabaja todos los días de la semana. No casi todos, todos. Tiene un peso dramático muy complejo, porque ella es el puente entre los dos escenarios. Es el puente entre el Salón de Té a la corrala. Ese cambio lo hace de manera natural. Es la excelencia como actriz, de verdad que lo pienso.
No estoy notando que sea extremadamente duro. Me lo había imaginado como un imposible y no
Sois una familia muy unida, ¿no?
H.E. Yo ya la siento como una madre a Miryam. Nos miramos y ya sentimos esa conexión que creo que sólo se tiene si eres familia. Sí, sí.
¿Es algo en lo que habéis trabajado o ha surgido por ese día a día?
H.E.: Miryam ahí estuvo muy rápida y sí que antes de rodar, hacíamos ejercicios grupales, nos daba clases magistrales de interpretación. Es un privilegio que Miryam nos dé clases. Y luego creo que también se ha dado de forma natural. Creo que somos personas que, por alguna razón, íbamos a conectar. Yo no me imagino rodar esta serie sin mi familia, no podría hacerlo.
M.G.: Yo se lo pedí a Humberto Miró, que es el productor ejecutivo. Es verdad que hicimos muchos ensayos con directores, directoras y producción ejecutiva, pero eran más mesas italianas. Pero yo soy madre de tres hijos y, de alguna manera, yo no sabía cómo olía Helena, como olía Cosette [Silguero], no sabía cómo tenía las orejas... no nos conocíamos a ese nivel. Entonces, planteamos una cosa, si a ellos les apetecía, podían y querían dedicar un poquito más de horas, porque yo no soy nadie, soy una compañera nada más. Y es que para mí sí era necesario un vínculo, porque si no, el primer día de rodaje te agarras al texto, pero no a la persona. No hay una emoción, algo real.
Creo que fueron muy listos en decirme que íbamos para adelante e hicimos ejercicios para conocernos, de tocarnos, de comer, de compartir comida, algún dulce, trabajamos un poquito la voz... Cositas muy básicas porque tampoco teníamos mucho tiempo, pero creo que eso nos fortaleció. Y luego somos cinco personas muy afines. En casting Juan León ha hecho un trabajo excelente, creo que ha sido muy complejo encontrar las figuras claves de esta serie, pero se lo he agradecido personalmente porque para mí es un regalo. No tengo que forzar la emoción. Yo la miro a ella [dirigiéndose a Ezquerdo] y lloramos. Cuando eso pasa es un regalo, porque estamos muchas horas aquí y eso hace que no tengas que ir remando todo el rato.
Hasta parece que hay un parecido físico entre vosotros...
M.G.: Sí, tienen como unas bellezas antiguas. Yo miro a Rodrigo y digo: ¡Qué cosa más guapa! Berta y ella también. Me recuerdan a las grandes divas, a las clásicas. Hoy en día, todas las mujeres son tirillas, delgadas, con muchas cosas en las caras... Agradezco físicos de personas humanas y reales.
Esta es una historia especial, porque habla de esas mujeres, como nuestras abuelas, que lucharon para que hoy estemos donde estamos, con una vida más fácil que la de ellas, aunque aún queda mucho por avanzar. ¿Cómo llegáis a esta historia? ¿Cómo os habéis preparado?
H.E.: Yo me estoy inspirando mucho en mis abuelas. No estoy interpretando a mi abuela, Matilde no es mi abuela. Pero sí que tengo muy presentes sus historias. Mis abuelas eran pobres, de familia muy humilde, así que sensorialmente tengo muy presente las cosas que ellas me contaban de pequeña. Batallitas que cuentan las abuelas. La novela de Luisa Carnés ha ayudado mucho, he visto películas y de alguna manera también tenía presente esos años 30 de España, por que a mí personalmente me interesa mucho la historia de mi país. Creo que eso me ha ayudado mucho a abrir el imaginario. Creo que también los decorados ayudan una barbaridad. La casa que tenemos, yo me meto ahí y siento algo, es una facilidad muy grande para trabajar. Eso me ha despertado el juego. Así he llegado a entender a mi personaje.
M.G.: Yo me he apoyado mucho en la novela de Dulce Chacón La Voz Dormida. Porque como es familia, Dulce es la mamá de mi marido. Yo tuve la fortuna no de acompañarla en la escritura, porque va sola, pero en esa época estábamos muy juntiñas y me narraba muchísimas historias de mujeres de esa época. He vuelto a releer su novela para que mi imaginario también volase por ahí. He vuelto a leer la novela de Luisa Carnés y después me ha pasado lo mismo que a Helena. Yo soy una tía obsesiva con el oficio: cómo construyo al personaje, cómo anda, cómo habla... Me he dejado llevar, porque creo que lo llevo en el ADN.
Por primera vez, es un personaje que llevo. Hasta ahora, todos los personajes que he hecho eran opuestas a mí, mujeres poderosas, que estaban ellas antes que sus hijos, malas señoras, malas tipas. Esta señora es mi familia, puede ser mi mamá, tiene el ADN de mi familia. Yo vengo del campo, vengo de familia de abajo. Entonces, simplemente me he dejado habitar por ellas y eso me ha dado un relajo como actriz, porque me ha permitido abrazarlas de una manera orgánica. Aquí me han dado también una libertad muy grande con el texto. Me dijeron que cuando sintiese que el texto va muy a caballo, o que está muy engolado, que lo transitase, lo mueva a favor de crear familia y que el espectador se crea que es verdad. Le meto frases que le digo yo todos los días a mis hijos.
H.E.: A mí me sale de forma natural darle collejas a Pablo. Estas cosas que crean familia. O picar a Cossette, sale de forma natural, no es difícil.
M.G.: Lo difícil es coordinarlo, porque tenemos muy poquito tiempo. Y hacer un naturalismo extremo, sin ensayos, porque es casi una coreografía, para mí el actor de una diaria es el actor de la élite. Esta es mi primera serie diaria, aunque hice una pequeña colaboración en 4 Estrellas. Pero para mí esto es la élite, porque tienes que tener un entrenamiento emocional para que la emoción salga ya, un dominio del texto, un dominio de cambiar el texto en set... Mi gran aplauso a los actores del diario.
Yo soy muy crítica con los trabajos y más en los que estoy yo. Empiezo a sacar peros por todos los lados
Tras el éxito de La Promesa, ¿os da vértigo ir a una serie diaria en TVE?
M.G.: En mi caso, para nada. He podido ver el primer episodio en Vitoria y me he quedado muy tranquila. Y yo soy muy crítica con los trabajos y más en los que estoy yo. Empiezo a sacar peros por todos los lados. Me he quedado muy tranquila. Es una serie muy amable, muy luminosa, muy reivindicativa. Creo que tiene muchos colores y pone a la mujer en un eje central. Entonces, va muy de la mano con Myriam también, no sólo con Rosario. Siento que aportamos entretenimiento a TVE, pero aportamos cultivar también a los señores, señoras, chicos y chicas que nos acompañen. Tiene que ver con mi idea de la televisión.
H.E.: Yo también estoy muy tranquila. Vi el primer episodio y me emocioné mucho. Lloramos. Lloramos antes, durante y después. Es muy emocionante el primer capítulo y me siento muy tranquila. Siento que va a interesar mucho esta serie, es un lugar de luz, paz y aprendizaje que va a llegar a los salones de las casas. Estoy muy ilusionada, a ver qué pasa.
¿Y respecto a la repercusión, a la fama?
H.E.: Yo es que no pienso en esa cosas. Que llegue lo que tenga que llegar. Pero yo estoy aquí, hago mi trabajo, bastante tengo con levantarme todos los días a las cinco de la mañana. Me siento muy agradecida del momento que estoy viviendo porque he estado muchos años sin trabajar. Soy consciente de que soy una privilegiada, entonces intento aprovechar cada uno de los minutos que estoy aquí y recordarme que esto es lo que quiero hacer. Y si pasan cosas luego, que pasen. Pero a mí esto ya me está dando mucha vida y mucha tranquilidad.
M.G.: Somos ajenas a lo que venga después.
¿Cómo lleváis el veros vestidas de época?
H.E.: A mí me encanta.
M.G.: A mí también, porque por primera vez voy floja. No voy apretada, no me maquillan casi, tardan cuatro minutos, nada de nada. Yo estoy feliz porque vengo casi hecha de casa.
H.E.: Conmigo sí que hay un proceso para hacerme, pero me encanta. Yo soy muy normalita, muy casual, pero me fascina los trajes que lleva Matilde, vestuario hace un trabajo brutal. También de maquillaje y peluquería está muy bien conseguido. Creo que esto ayuda todavía más a despertar todo ese imaginario del que estamos hablando. Yo me miro al espejo y veo a Matilde situada en la época. Cuando nos veo con los uniformes todas las compañeras iguales, me da esa impresión de grupo, de colectivo, de mujeres trabajando, mujeres obreras. Eso a mí me llena mucho el corazón, es muy bonito.
Decía José Pastor, director de Ficción de TVE, que tiene la ambición de triunfar fuera con esta serie. Que por eso han metido el personaje italiano, para intentar llegar allí. ¿Qué creéis que tiene La Moderna para poder triunfar fuera de España?
M.G.: Yo creo que es una serie muy nuestra. Cuando uno quiere ir fuera, hay que contar algo tuyo. Que si intentas emular lo que hacen otros países, ahí yo creo que perdemos siempre. Es parte de nuestra historia, parte de la lucha de las mujeres, por lo tanto, creo que sí puede caminar y tener un recorrido fuera.
H.E.: Sí, opino lo mismo. Representa un Madrid de los años 30 muy concreto y que a la gente le puede interesar. Es historia del mundo, de España... ¿Por qué a otros países no le va a interesar? A mí me interesa la historia de otros países.
M.G.: Se invita en la serie además a venir a artistas de la época. Irán pasando mujeres, escritores, pintores... Eso culturalmente es apasionante, muy llamativo.
¿Cómo vive tu personaje ese cambio entre trabajar en la parte rica de la ciudad y vivir en la parte humilde?
H.E.: Ella, la primera vez que pisa el salón de té se queda abrumada con tanta excentricidad y tanto lujo. No está acostumbrada a ese salón de postín, todo el mundo con sus vestimentas, sus apariencias... Ella no juzga la diferencia de clases, pero sí que hace hincapié en que la gente con dinero no es mejor persona y sólo tiene más oportunidades. Eso es algo que me gusta mucho de Matilde, que no juzga a otras clases sociales. Pero también intenta entenderlas y luego vuelve a casa y no cambia de actitud. Ella va a casa y le cuenta a su familia todo lo que ha vivido y lo loco que es el mundo en el que está trabajando. Ella intenta comprender a la sociedad en la que vive.
Matilde no juzga, ¿pero es juzgada?
H.E. Sí, claro. Es juzgada, sobre todo, por una ignorancia. Esta gente del mundo rico no conoce el mundo del que yo vengo y, a lo mejor, les da miedo. Les da miedo lo que se puede producir en las clases humildes. Y hay juicio por la vestimenta, por lo físico y la apariencia. Pero ella es muy valiente y se mantiene ahí. No deja que la pisoteen. Es una familia que no deja que nos pisoteen a ninguno.
M.G.: Luisa Carnés usa una frase en la novela que me gustó mucho: “El hambre sólo genera rebeldes”. El poder tiene miedo a esa rebeldía, pero es verdad que cuando no tienes qué dar de comer a los tuyos, el imaginario trabaja y haces lo que sea, como le pasa en la corrala a Raimundo y Emilio. Son víctimas de la situación social, de no tener papás y vivir en un orfanato. No se puede juzgar sus actos, hay que intentar ayudarles en el camino.