Iñaki Gabilondo, ante su adiós audiovisual: “Hacerse viejo es despedirse”
Iñaki Gabilondo dice adiós a la televisión con su último programa, ¿Qué (diablos) es España?, que ya puede verse en Movistar Plus+. Un documental en el que el periodista “simplemente” charla con personalidades como Antonio Muñoz Molina, José María Ridao, David Broncano, Cayetana Álvarez de Toledo, Elizabeth Duval, Jorge Valdano, Pedro Duque, José Andrés, Isabel Coixet o David Trueba, entre muchos otros, proponiendo una profunda reflexión sobre España, nuestro comportamiento, nuestras fortalezas y debilidades como país.
Un ejercicio con el que Gabilondo afirma hacer “votos para dialogar y conversar”, como explicó en la presentación del formato que se convirtió en un homenaje rodeado de amigos. Aprovechando esa ocasión, en verTele también pudimos sentarnos para charlar con él junto a otros periodistas, una conversación con sabor a despedida que él fue el primero en desdramatizar: “Estoy cansado de mí, lo digo de verdad”, nos dijo con entre risas.
A sus 80 años recién cumplidos, rememora su cambio desde la SER a Cuatro dejando claro que fue una decisión de la empresa, lamenta que sea el propio público el que pida tomar partido en la polarización actual defendiendo que “estar en esta postura es muy difícil, es mucho más fácil colocarte entre los hooligans”, y relativiza su progresiva salida de los focos hasta este adiós con otra broma: “La sensación de que tienes que quitarte de en medio está clarísima”.
Con filosofía y total naturalidad, Iñaki Gabilondo sitúa este adiós audiovisual como parte del proceso vital y profesional: “La carrera no está separada de la vida. Hacerse viejo es un proceso en el que vas haciendo constantes despedidas; hacerse viejo es despedirse”.
Veníamos a una presentación, pero ha terminado siendo un acto precioso de homenaje...
Yo también venía a una presentación y no esperaba que vinieran amigos. Es una encerrona que me han gastado.
Que le rindan un homenaje así dice mucho de esa carrera que se va a cerrar en Movistar Plus+, y también dice mucho que haya amigos que deberían ser “enemigos”, como el caso de Luis del Olmo.
Sí, sí. Y como digo, yo venía a encontrarme con vosotros, con la prensa, y no con todos estos amigos que han venido. Me hace ilusión, y en el caso de Luis siempre lo he dicho. Los dos estamos orgullosos de que nuestra relación se haya convertido en ciertos sentidos en algo simbólico. Nosotros vivimos una rivalidad brutal, estábamos en el liderazgo de la radio de la mañana y sucedían un montón de cosas. Él fue líder mucho tiempo, yo luego le cogí, después le pasé, y mantuvimos una gran relación. Nos han dado premios juntos y estamos contentos por eso, hemos demostrado que se puede vivir una 'guerra' durísima manteniendo la buena relación y el respeto.
En esa misma época hubo otra rivalidad muy grande por las noches, la de José María García y José Ramón de la Morena, de la que se habló mucho e incluso se convirtió en una serie para Movistar Plus+. ¿Sería posible también en vuestro caso, o cree que el odio y la rivalidad vende más que esa cercanía que tienen ustedes?
Vende más, pero también lo que pasa es que nuestra rivalidad tenía otra naturaleza. La de García y De la Morena fue una rivalidad casi cinematográfica, era de película americana de los años treinta. Tenía un anecdotario muy curioso y fue muy del estilo de las guerras del periodismo americano de aquellos tiempos. La nuestra era muy distinta, era una disputa muy dura pero no tenía tanta 'chicha' narrativa. En la de ellos hubo cosas cómicas y también durísimas, porque lo que vivieron fue feroz. Luego cuando acabó todo se reconciliaron, pero nosotros no necesitamos acabar para reconciliarnos.
¿Ustedes eran amigos de antes?
No, ni éramos amigos de antes ni tampoco durante. Él vivía en Barcelona y yo en Madrid, y no nos veíamos ni teníamos ninguna relación.
Cuando vi venir los tanques a Prado del Rey (...), pensé que iba a acabar esa noche en la cárcel o muerto
Ha contado múltiples noticias y acontecimientos históricos. ¿Con cuál se queda en toda su carrera profesional?
Mi vivencia más intensa fue el 23-F. Era director de informativos de la única tele que había entonces, y fui el único ciudadano que lo vio en directo. Aquella escena no se emitió en directo, estaba grabándose, pero yo en mi despacho tenía el monitor con la señal y lo vi todo en el momento. Invito a imaginar que estás viendo eso sin saber cómo acaba... es que tendría relato para hablar hasta las nueve de la noche. Para contarlo, es el acontecimiento más brutal que hemos vivido y hemos conocido. Y el más brutal que he conocido en antena fue el 11-M, porque empezar a contar un atentado donde parecía que había heridos, luego muertos... y estar en directo viviendo ese 'crescendo' es lo más parecido a una alucinación. Tener la cabeza un poco serena ahí es lo más difícil que he vivido.
¿Y qué siente al ser el único al contar un acontecimiento como el 23-F?
El que dio el famoso paso al rey fui yo [sonríe]. ¿Qué se vive? Cuando uno está en el momento de un acontecimiento de esa naturaleza que puede afectar a tu propia vida... Había acabado la dictadura hacía cuatro años, en aquel momento, cuando vi venir los tanques a Prado del Rey, tuve la sensación de que acababa un capítulo recién iniciado en la historia de España. Pensé que mi vida iba a cambiar, que iba a acabar esa noche en la cárcel o muerto. No se siente lo mismo que si estás dando una noticia. Estás hablando de un asunto que está implicándote personal y vitalmente también. Es de los acontecimientos que no se parecen a los episodios que uno cuenta, sino a los que uno vive. En ese sentido, es una aventura que un corresponsal de guerra vive a diario, y la sensación es de ese estilo: estás contando algo en el marco de una situación que va a determinarte también a ti y a tu propia vida. Sientes toda la gama de emociones: la ira, el susto, la angustia... todo junto, y teniendo que hacer el trabajo.
Tras una trayectoria en la que ha vivido momentos tan importantes, ¿da miedo decir 'se ha acabado aquí' por decisión propia?
La carrera no está separada de la vida. Hacerse viejo es un proceso en el que vas haciendo constantes despedidas; hacerse viejo es despedirse. Un día te despides de la buena vista que tenías de joven y te pones gafas, poco a poco te despides de amigos que se van, que se mueren... Esto no te pilla en plenitud de actividad vital y de repente te encuentras con que tienes 80 años. Antes has cumplido 79, 78... vas viviendo como en el resto de tu vida, vas percibiendo los procesos de tu deterioro, del cambio de la vida, ves que antes estabas en el centro de la pista y ahora estás en una pista lateral... Se vive así poco a poco, no se vive de golpe. Debe ser duro tener 25 años y despertarte un día con 80, pero no suele ser así [ríe]. Te dan 80 años para hacerte a la idea.
¿Cómo va a ser su vida ahora? ¿Cómo va a llenar ese vacío de la vida laboral?
No tengo ninguna necesidad de llenarlo [ríe]. Tengo aficiones clásicas que he cultivado toda la vida, y las seguiré cultivando. Leo de una manera incesante, oigo música también de una manera incesante, me gusta muchísimo viajar, el mar, el monte, el campo... tengo un montón de amigos. ¿Por qué tengo que hacer algo? ¡No tengo que hacer nada! [ríe].
La misma empresa en la que hacía radio me pidió que hiciera esto, y lo hice
Dejó la radio siendo líder por la televisión, por Cuatro, y nunca más volvió a las ondas. ¿Se ha arrepentido en algún momento de aquella decisión, o se ha ratificado?
Aquella decisión fue decisión de mi empresa, me pidieron algo que yo atendí, pero no fue decisión mía. La misma empresa en la que hacía radio me pidió que hiciera esto, y lo hice. La acción televisiva ya la venía haciendo, pero en paralelo. Había hecho tres años en TVE, había hecho entrevistas... y hubiera seguido haciendo cosas. Pero no tomé la decisión de alejarme de la radio, fue una decisión que en el marco de una empresa, me hizo cambiar de posición sabiendo que para mí constituía el paso de un territorio conocido donde era el amo de la 'tienda', a meterme en un sitio nuevo en el que empezaba a 'fregar' desde la cocina. Pero bueno, la vida es así. He sido un gran privilegiado profesional siempre. Personalmente la vida me ha sacudido mucho, pero profesionalmente he tenido esa suerte. He tenido una vida privilegiada de gente que me ha concedido su confianza para tareas de mucho peso, he sido un afortunado y estoy muy agradecido. Cuando vives en esa circunstancia y tu empresa te pide algo, lo haces.
¿Le volvieron a pedir ir a la radio en algún momento?
No, porque una vez que uno abandona un lugar, otro lo ocupa.
Hemos asistido a este agradecimiento/homenaje desde el punto televisivo de Movistar Plus+. ¿No le hubiera gustado tener algún tipo de despedida especial en la radio?
La SER ya me despidió con honores, y nadie más me tiene por qué despedir. En este caso no me despide la televisión, me despide Movistar Plus+ que es donde estaba trabajando. La SER me despidió con todo el cariño, y estos amigos también me han querido despedir así. Yo no me lo esperaba, repito. Si me llegan a pedir permiso, les hubiera dicho que no. Está bien, hay que saber quitarse de en medio tranquilamente. Decía [Carles] Francino, y tiene razón, que a veces ha hablado de dejar paso [a otros], y yo también lo había dicho en la SER. Lo que pasa es que las empresas cuando tienen un programa que va bien, lo último que quieren es que te vayas. Pero en el fondo, la sensación de que tienes que quitarte de en medio está clarísima [ríe].
¿No cree que en un país tan desunido y en el que nos cuesta encontrar cosas en común, que alguien que haga estas reflexiones y sea un punto en común para la sociedad se vaya, también significa una pérdida?
No te creas. La gente quiere acabar con las polarizaciones, pero cuando alguien se coloca para acabar con ellas le llaman “gallina”, “cobarde”, le dicen que no se quiere mojar... Estar en esta postura es muy difícil, es mucho más fácil colocarte entre los hooligans que protegen que decir que no quieres ser un hooligan. Pero hay muchísima gente que vale muchísimo más que yo. Bastante guerra hemos dado. Estoy cansado de mí, lo digo de verdad [ríe].
Sigue manteniendo la modestia, como si hubiera empezado ahora.
Si yo me hubiera equivocado, no hubiera podido triunfar. Para empezar porque mis hermanos no me lo hubieran permitido. Nosotros somos de familia modesta. Si me pusiera campanoide y estupendo, mis hermanos me bajarían del pedestal a palos. Nunca se me ha olvidado quién soy y de dónde vengo. También por eso he saboreado las cosas que me han ido bien.
Estar en esta postura es muy difícil, es mucho más fácil colocarte entre los hooligans
En '¿Qué (diablos) es España?' entrevista a Elizabeth Duval o Broncano, jóvenes para los que las preguntas sobre España son más actuales si cabe, especialmente teniendo en cuenta todo lo que se sabe ahora. A su juicio, ¿qué presente tienen los jóvenes, y qué se puede hacer para responder?
Yo no entiendo cómo en España no se paran máquinas y todas las fuerzas políticas y sociales emprenden una verdadera ofensiva para acabar con el escándalo que significa la situación de la juventud desde el punto de vista de la vivienda y del trabajo. Dicho lo cual, lo que espera a los jóvenes es lo que vosotros hagáis. Se ha convertido en mi eslogan de combate: lo que está pasando está pasando, y lo que viene detrás de lo que está pasando no está escrito, sino que lo hacen los seres humanos con lo que deciden hacer, con lo que deciden no hacer y con lo que deciden permitir que se haga. Con eso saldrá el futuro, que por tanto no sé cuál es. Como no tengo ni idea de qué vais a hacer, no me lo sé.
Ahora mismo hay una pequeña costumbre, que se ha puesto de moda, que es mirar a la generación anterior y pedir explicaciones, lo cual es una inútil tarea. Tenéis que torear la vida que os ha tocado. Nosotros no le dijimos a nuestros padres: 'Vaya mierda de España que me has dejado, partida en dos y con una dictadura'. Cada uno afronta el toro que le toca. Alguien os ha metido en la cabeza que os debiéramos haber dejado la huerta preparada. Lo más que podemos decir es perdón, pero vais a tener que prepararla vosotros. A nosotros nadie nos preparó la nuestra, ni a mis padres la suya. Así que no me inquieta mucho porque confío en lo que vais a hacer, mucho más que vosotros.
Cuando nosotros teníamos 20 años no pensábamos que íbamos a cambiar la dictadura, creíamos que eso iba a estar así para siempre, que era utópico acabar con aquello. A mis hijos les tuve que explicar qué era la dictadura, porque pensaban que era como una democracia pero sin partidos políticos. Y la dictadura es que no puedas leer los libros que quieres leer, ni ver las películas que quieres ver, que no puedas amar a quien quieres... No aguantabais ni una semana. Viviendo en ese contexto, nosotros creíamos que no teníamos posibilidades de acabar con ese cuartel, y un día descubres que sí las tienes. Y vosotros también las tenéis, y un día lo haréis, con lo que hagáis, con lo que no hagáis y con lo que permitáis que se haga.
No ha habido mejor momento para dedicarse al periodismo que este, ni peor momento para vivir de él
Cuando ha hablado con estudiantes de periodismo destaca su positividad. ¿Ha habido cambios recientes en el periodismo en los últimos años?
Muchas veces se llama periodismo a las empresas periodísticas. La empresa está viviendo un pánico financiero, y el periodismo vive angustiado cuando vive así. El modelo de empresa periodística que ha sostenido el periodismo históricamente no va a valer, aún aguanta pero poco, busca alternativas pero no las ha terminado de encontrar. Eso está en crisis grande. Pero el periodismo como tal no está en crisis.
Hay una gran cantidad de iniciativas periodísticas en marcha de primera categoría. Gente de gran valor buscándose la vida en procedimientos de supervivencia distintos de la estructura tradicional que ya no le vale. Periodismo sin ánimo de lucro, gente que estructuran su propia vivencia con planes distintos, de YouTube... Hay una gran actividad periodística que asomará en algún sitio. Me viene una frase a la cabeza: hace más estruendo el árbol grande que se cae que la hierba que crece. Estamos viendo el estruendo del árbol que se cae, pero no la hierba que crece, y está creciendo mucha hierba. He viajado por el mundo entero y os aseguro que es así, pero las estructuras periodísticas no saben entender el fenómeno. Por eso, y es una frase ideal, no ha habido mejor momento para dedicarse al periodismo que este, ni peor momento para vivir de él.
Se puede dialogar con un político, pero como haya una cámara o un micrófono delante, automáticamente estamos en campaña electoral
¿Qué pintan los políticos para hablar de '¿Qué (diablos) es España'? Lo digo porque entre todos los entrevistados, solo hemos visto a Cayetana Álvarez de Toledo, pero usted ha aclarado que participa no como política, sino como historiadora. ¿Ha sido buscado?
Sí. Lo que he pretendido es decir: si quiero mantener una conversación sin entrar en la política del momento, no tengo que llamar a políticos; si lo hago, a los cinco minutos estaríamos metidos en la salsa que está omnipresente. Quería una conversación normal, serena. No quería que hubiera políticos por eso, para que nadie tuviera que representar a nadie, ni tuviera la obligación de echarme el discurso del PP, del PSOE, de Podemos o de Esquerra... No quería que nadie se sintiera en la obligación, por lo cual prescindí de ello.
Entonces, ¿se puede hablar y dialogar así con un cómico como Broncano, con una directora como Coixet, pero no con un político?
Sí se puede con un político, y he dialogado mucho con ellos. Pero como haya una cámara o un micrófono delante, automáticamente estamos en campaña electoral.
Se retira con 80 años, pero está en un estado envidiable también físicamente.
Tengo una nieta que ya ha acabado la carrera universitaria... No os fieis. Yo os digo lo del chiste del tanatorio: parece que está dormido, pero está muerto. Yo pareceré lo que queráis, pero tengo 80 años, llenos de horas, minutos y segundos, y están aquí [ríe, señalándose a las espaldas].