Itziar Ituño: “Que 'Detective Touré' fuera un boom mundial sería bueno porque daría la vuelta al discurso discriminador”

Marcos Méndez

Cádiz —
2 de noviembre de 2024 19:45 h

Acumula 20 años de una carrera que recibió un impulso mundial con La casa de papel, e Itziar Ituño sigue disfrutando que “hay mucha vida y muy diversa” tras esa serie que reconoce que les “abrió puertas a todos a nivel internacional”. Tras vivir ese boom global, la actriz valora que ahora es de las privilegiadas a las que le llegan papeles y puede elegir proyectos, y que a sus “50 tacos” quiere moverse “por las historias que me apetece contar”. Y la próxima es Detective Touré, que se estrena el 6 de noviembre en La 1 de TVE tras presentarse en el South International Series Festival de Cádiz, donde verTele ha podido entrevistarla.

Ella es el contrapunto femenino, y sobre todo social, del protagonista Touré que encarna Malcolm Treviño-Sitté, como un migrante guineano que vive en el barrio de San Francisco en Bilbao y se ve convertido en un atípico detective tras el encargo de la ricachona Charo, el personaje de Ituño. De ese choque y contraste nace la normalización que hace RTVE a través de la ficción y el humor en esta serie, y que valora la actriz: “Que Detective Touré sea un boom mundial sería muy bueno. Porque le iba a dar la vuelta absolutamente a todo ese discurso discriminador del diferente, del que tiene otra cultura, otra manera de interpretar”.

Antes de su estreno, hablamos con ella de la serie, de su personaje, de su primera vez trabajando con guiones que adaptan una obra literaria, y de cómo la cadena pública ha querido mantener ese “espíritu vasco” que su paisano Jon Arretxe, el autor de la saga, impregna a sus novelas. Ituño, que tiene la carrera de sociología, ha recibido incluso amenazas por dar su opinión, aunque aclara que “el rollo hater, cara a cara, no sucede así”. La intérprete defiende que “somos actores, pero no por eso hemos comprado la patente de idiotas”, y zanja: “El odio no conduce nunca a nada”.

“La Charo” va a lo suyo, pero va a ser la que desencadene todo en 'Detective Touré'.

La Charo [ríe], que es mi personaje y me encanta, me alucina de verdad, es una ricachona que vive en Getxo, en un casoplón con piscina, con su marido que ella sospecha que le está poniendo los cuernos, y su perrito al que adora, que es lo más grande de su vida. Pero es una mujer de negocios, dueña de una inmobiliaria, que [pone tono irónico] no es por hacer mal a nadie, para ella negocio es negocio, y lo que quiere es gentifricar: en el barrio de San Francisco, echar a toda esa gente que le están molestando porque ella quiere edificar y especular bien ahí, y hacerse cada vez más rica. Pero claro, tiene esa otra parte emocional que es que necesita de alguien del barrio que le diga con quién se la está pegando su marido.

Y ahí entra Touré, en el que confía pese a ser alguien de la calle, y acaba convirtiéndose en un detective improvisado.

Sí, de pronto la vida cruza a Charo con Touré, de una manera bastante bizarra [ríe]. Ella se guarda su teléfono, el de “El gran mago africano que te va a decir tu futuro”, se cita con él y le propone: mira, necesito un detective, porque el último que he mandado lo han desvalijado en el barrio, entonces tiene que ser alguien del barrio que me diga quién es esa chica de San Francisco con la que me la está pegando mi marido. Al principio él, que es una persona que tendrá todos los problemas del mundo y no tiene papeles... pero tiene unos principios inamovibles de buena persona, ejemplarizante, le dice que no. Pero en cuanto ve el primer billete y ella le dice: mira, después de esto va a haber más... la necesidad es la necesidad.

Touré y Charo es la extraña pareja

La de Touré, claro.

Sí, sí. Desde entonces se genera una relación así, comercial, a través del dinero, que es como hace las cosas Charo. Pero de pronto ella, que necesita desahogarse, empieza a contarle su vida y terminan entendiéndose, curiosamente, gentes de estratos sociales completamente diferentes y opuestos. Incluso se echan en un cable en ciertos momentos. Y ella es la primera persona que le contrata como detective, y él ve que ahí tiene tirón, que puede encauzar un poco su camino y sacar su sueldo. Así que dice: pues ahora soy detective. Touré se mete en un gran caso, que ya lo verá la gente cuando vea la serie, no voy a destripar nada, en el cual en ciertos momentos va a necesitar la ayuda de Charo. Y Charo se la va a dar. Es la extraña pareja [ríe].

Es una ficción basada en la saga literaria de Jon Arretxe. ¿Te parece ya de ficción confiar en alguien, que es de la calle, para algo tan personal?

Es ficción, pero en la vida pasa eso, pasa que conoces a una persona y de repente hay un entendimiento mutuo que no sabes por qué, pero te da confianza esa persona, como si la hubieras conocido de otras vidas. Eso pasa. Y esto les pasa a ellos. Es muy gracioso, porque les pasa a los dos. Se utilizan, pero se entienden, se hacen amigos. Es muy bonito.

¿Habías trabajado ya en alguna adaptación desde un libro?

No, la verdad.

¿Y cómo se trabaja, es distinto? ¿Te lees el libro y extraes algo de él, o sólo te centras en el guion adaptado?

Yo me había leído un par de libros de Jon Arretxe, porque entre otras cosas es de mi pueblo, de Basauri. Digo de Detective Touré, de él me he leído varios más. Y es verdad que está adaptado de forma bastante diferente. Está narrado de forma un poco más “amable”, porque el thriller que escribe Jon es bestia. A mí me encanta, pero es verdad que no es para todos los públicos, y es un riesgo todavía más alto y... hay que adaptar [ríe]. Para que sea en una televisión pública, y un poco del gusto de todo el mundo. Todo se modifica un poco, Charo también. Y de hecho, vas encontrando tu personaje a través de los otros y de la relación con los otros personajes de la historia.

Entonces al final te tienes que basar más en el guion, en lo que han adaptado, ¿no?

Sí. Y a veces incluso juega en tu contra, porque tú tienes información de lo que has leído, y tienes que dejarla a un lado, y es complicado. Yo ahí dije: 'Bueno, mira, no voy a seguir leyendo'. Me planto aquí y así hago caso al director y al guion.

Charo no es yo para nada, pero sí que ese acento de Bilbao lo puedo soltar libremente

Eres paisana de Jon Arretxe, en la rueda de presentación José Pastor ya incidió en que “se ha querido mantener el espíritu vasco”... ¿Para ti eso también ha sido importante, poder ser un poco tú?

Charo no es yo para nada, ¿eh? [ríe]. Pero sí que ese acento de Bilbao lo puedes soltar libremente [ríe]. Sí, si es que estaba a 15 minutos de mi casa, eso es un lujo asiático. Me decían a veces: bueno, pues nada, que ya te llevan. Y yo: que me voy en metro, que llego en 15 minutos, que llego antes en Metro. Era maravilloso.

¿Ibas a rodar en Metro de verdad?

Sí, o me he vuelto a casa. Yo decía: no os preocupéis, que yo vuelvo. O “que me voy a quedar de cañas, y vuelvo por mis medios en Metro”. Pues claro que suma, es que es una maravilla.

Después de esto vuelves a ser pregonera de Aste Nagusia todos los años.

[Ríe] Sí, sí...

Somos actores, pero no por eso hemos comprado la patente de idiotas

¿Cómo te tomas que cuando das tu opinión te critiquen?

Bueno, que te critiquen en una sociedad no me parece mala cosa. Nadie tiene que estar de acuerdo con tu manera de pensar. El problema es que te anulen, que te cancelen, que te aparten, que te quedes sin curro, que te discriminen por razones de ideología... Porque tener ideología, lo dijo Mercedes Sosa, es un derecho. Y somos actores, pero no por eso hemos comprado la patente de idiotas. Somos parte de esta sociedad. Yo como parte de esta sociedad, y socióloga, que hice la carrera, pues evidentemente todo lo que pasa con el mundo me interesa, y me traspasa, y me permea. Y es verdad que la vida te da un altavoz. Y dices: bueno, tengo un altavoz, pues lo uso cuando me nace. Sin tratar de adoctrinar a nadie, pero por qué no voy a decir lo que pienso cuando me preguntan.

Tampoco yo voy buscando guerras, pero tengo todo el derecho del mundo, como cualquier persona, a pensar e incluso a decir lo que pienso. Y ya con 50 tacos... tengo el gore-tex bastante puesto [ríe]. Lo que fastidia es cuando te insultan. Que bueno, el insulto también puede ser un desahogo. Hasta ahí asumo, insultadme lo que queráis, pero las amenazas ya me parecen muy heavy, eso sí. Pero bueno, es verdad que el rollo hater, cara a cara, no sucede así.

Por la calle no te han dicho nada nunca, ¿no?

No, la verdad que no. Y yo soy una persona muy tranquila, además. Yo tampoco voy odiando a la gente, trato que sea al revés. El odio no conduce nunca a nada.

En otra entrevista en 2020 nos dijiste que esperabas que no hubiese “un vacío existencial” después de La casa de papel. Parece bastante claro que no lo estás teniendo, ¿no?

No, es verdad. De hecho, al revés. La casa de papel nos ha abierto las puertas, creo que a todo el mundo que hemos tenido la gran suerte de hacer un personaje ahí, a nivel internacional. Y eso es de agradecer, y es así. Hay mucha vida y muy diversa después de La casa de papel. Quizá no sea un boom tan escandaloso como el que fue a nivel mundial, pero yo ya lo he vivido, y ahora creo que me toca vivir otras cosas. Ahora me muevo por las historias que me apetece contar, que también es un lujo poder elegir un personaje. Hay compañeras y compañeros actores que no tienen esa suerte, y que están reinventándose para poder vivir de esto.

¿Te llegan ya muchos personajes, no tienes que ir tú a por ellos sino que directamente te “piden”?

Sí. De hecho, el que no te hagan casting es... yo flipo. Es la hostia. Porque te pones nerviosísima, es como un examen. Es maravilloso. Que cuando tienes que hacer un casting, que te pone de los nervios, igual es porque te quieren ver en otras facetas que no conocen de ti, y se hacen igual. Pero al no hacerlos hay que ser consciente de que es como: “Madre mía, soy de las privilegiadas ahora”. ¿Quién me lo iba a decir a mí?

Ahora me muevo por las historias que me apetece contar, que también es un lujo poder elegir un personaje

Estás presentando Detective Touré, y ya se ha anunciado tu próximo proyecto, El cuco de cristal para Netflix, que es un personaje completamente distinto. ¿Quieres eso ahora mismo, elegir cosas muy distintas?

Sí. Quiero hacer cosas distintas, y cuanto más diversas y más distintas, más reto, y más te ponen los retos, ¿no? Porque es: a ver si soy capaz de, a ver cómo me va... Porque quedarte haciendo sota-caballo-rey todo el tiempo... Es que esto se trata de jugar a distintos juegos. En El cuco de cristal hago un papel que no tiene nada que ver con lo cómico, es un drama bastante profundo de una mujer que sufre mucho. A sufrir toca otra vez, pero con un equipo maravilloso que encima la gran mayoría son de Sevilla. Es un buen contraste, muy guay. Norte y sur nos llevamos muy bien, es así.

El cuco de cristal es para Netflix, y Detective Touré, luego, también llegará a Netflix. Tu experiencia con esa plataforma es inolvidable, ¿querrías volver a ese éxito, o como has dicho es algo que tú ya has vivido?

Que Detective Touré sea un boom mundial sería muy bueno. ¿Sabes por qué? Porque le iba a dar la vuelta absolutamente a todo ese discurso discriminador del diferente, del que tiene otra cultura, otra manera de interpretar... Y te va a poner en la piel de un detective que es increíblemente atípico en el 2024. Señoras y señores, ¿todavía estamos así? De pronto que alguien mire a su vecina, a su vecino, como lo que somos, de igual a igual, sería... Que haya 11 temporadas más de Detective Touré, por favor.

¿Conocías a Malcolm Treviño-Sitté, tu compañero y protagonista de Detective Touré?

No lo conocía, pero tengo el gran gusto de conocerle como persona, y mi vida es mejor.

Sacamos cuando estuviste en el Mask Singer francés. ¿Te gustaría participar o hacer algo de tele? Quizás no un reality, ¿pero algo aventurero tipo El Conquis?

A sufrir ahí, sin comer... que yo ya tengo una edad... [ríe]. Ponte ahí colgado de algo, a comerte un bicho crudo... buf. Yo veo tele, y lo de Mask Singer lo hice porque pensé, tonta de mí: Bah, esto es televisión francesa, aquí no me conocen mucho, es un día y medio de ir y cantar una canción, y además lo voy a hacer porque no me pega nada [ríe]. Bueno, la gente piensa que no me pega nada, pero yo soy una salsera.

¿Y participar en algo de salseo?

¿De bailoteo, por ejemplo? Pues igual sí. Cosas de Gran Hermano y así no, pero no sé. Nunca voy a decir un 'no' rotundo porque cosas peores me han pasado de decir “esto jamás en la vida”, y escupes para arriba y... pum. Basta que mandes ese mensaje al universo, para que de pronto la vida te ponga ahí. Así que...