Jorge Javier Vázquez inicia nueva etapa en Telecinco. Tras anunciarse la renovación de su contrato de larga duración con Mediaset hasta 2027, el presentador pone en marcha El diario de Jorge, formato de testimonios -heredero de El diario de Patricia- con el que el catalán regresará a las tardes del canal, justo un año después de la cancelación de Sálvame.
“Yo, para la gente que quiera dedicarse a esto, soy el claro ejemplo de lo que es la televisión [Risas]. Quien quiera saber cómo es la televisión, que se fije en mí. En televisión, cuando llega el momento, todo desaparece de golpe”, dice a verTele con humor el comunicador, valorando el giro de 180 grados que ha dado su situación profesional dentro de Mediaset, donde hace doce meses, sin proyectos en el horizonte, algunos auguraban que tenía un pie y medio fuera de la compañía. Ahora, avalado por el éxito de Supervivientes 2024 y Supervivientes All Stars, Jorge Javier ha logrado recuperar, tal y como analizamos, su condición de 'estrella' de la cadena.
El presentador, que conducirá hasta cuatro programas durante la próxima temporada en Telecinco -El diario de Jorge, Hay una cosa que te quiero decir, Gran Hermano y Supervivientes-, desvela que nunca ha tenido “mucho interés” en moverse: “Llevo 22 años en esta casa y no encuentro otra mejor en la que estar”, declara, asegurando estar “bien” y “cómodo” en un sitio en el que permiten “desarrollar su labor”.
Así pues, Jorge Javier cierra profesional y emocionalmente su etapa en Sálvame, con la que asegura no tener ninguna deuda: “En mi cabeza tengo que yo he cumplido con Sálvame. Sálvame me dio mucho y yo le he dado mucho, creo que estamos a la par”, revindica después de que algunos fans del desaparecido programa de corazón no entendiesen que afirmase recientemente que se encuentra en su mejor momento. “La gente romantiza muchísimo los programas, pero Sálvame era un programa terriblemente duro”, recuerda.
Ante su nuevo reto, una vez asumido ese 'borrón y cuenta nueva', Jorge Javier reconoce ciertos nervios ante los datos de audiencia de su nuevo proyecto: “El martes va a ser un horror despertarse a las ocho y ver qué hago, cómo lo miro...”, admite. Sin embargo, al contrario de lo que ocurrió con el fallido Cuentos Chinos, cuenta con la confianza de que Mediaset tendrá paciencia para que el formato se asiente: “Este es un programa diario y los programas diarios se van haciendo poco a poco, hay que dejar que la audiencia se vaya enterando y la curva te va enseñando muchísimo y hay que saberla leer. Me tranquiliza que sea un proyecto de largo recorrido”.
¿Has hecho alguna petición especial para este programa?
No, lo único que dije cuando me lo propusieron es que yo no quería que fuesen cuatro sillas y el presentador. Eso ya estaba hecho y me preocupaba la manera en la que se iban a contar las historias. Me dijeron que no me preocupase, que no iba a tener nada que ver. Y una vez me contaron cómo iba a ser, me olvidé y me relajé.
¿Pero vas a estar de pie, sentado o moviéndote por el plató?
Hay varios sets en los que van a ir sucediendo cosas que son parte importante de la narración.
¿Has hablado con Patricia Gaztañaga tras anunciarse que tomabas las riendas del que un día fue su formato?
Sí, he hablado con ella. Además, ella empezó El diario de Patricia en Antena 3 el mismo día que yo estrené Rumore Rumore, programa en el que debuté como presentador con Francine Gálvez. Ella iba detrás de nosotros en la parrilla y siempre me recuerda que el primer día hicieron un 25%.
¿Y tú, cuánto crees que harás?
No lo sé. Ahí sí que no pienso meterme. Lo que sí sé es que el martes 30 va a ser un horror despertarse a las ocho y mirar, ver qué hago, cómo lo miro... [el dato de audiencia].
¿Pero a estas alturas no lo relativizas?
A ver, el primer día siempre es importante. Y hay una cosa además, y es que en verano el prime time se traslada a la tarde. La franja de 16:00 a 17:30 es una franja muy buena. Pero ya estoy pensando en ver quién me lo mira, que llamen a alguien cercano... Luego pasa que desarrollas supersticiones absurdas, ¿eh? Que si suena mucho el teléfono, que si no suena, que a qué hora suena... Es una cosa en la que lo mejor es enfrentarse a ello y ya está.
¿Pero si un programa no funciona te lo tomas como algo personal?
Hace poco vi un vídeo de Lina Morgan que decía: “Llevas una vida de éxito, llenas teatros, rompes récords de audiencia, y de repente, eso deja de pasar. Entonces cuando te pasa te das cuenta de que no era para tanto” [Risas]. Y es verdad, porque a mí me ha pasado. Cuando acabó Cuentos chinos sufrí por el equipo, aunque sabía que se iban a recolocar rápido. A mí me reunió Mediaset para comunicármelo [la cancelación de Cuentos Chinos], era octubre, y me dijeron que tranquilo porque iba a presentar Supervivientes. Y yo pensé: '¡Ostras, voy a estar hasta Supervivientes sin trabajar y cobrando! ¡No he estado así en mi puta vida!'. ¡Cinco meses! [Risas]. Yo entonces no insistí mucho y dije: “Bueno, adiós, adiós...” [Risas]. Entonces me fui a Brasil 20 días, en un momento en el que la gente estaba rezando en Ferraz porque España se rompía. ¡Y yo estaba en Copacabana en la playa! [Risas]. Era así, ¿eh? Y luego a Colombia otros 20 días... O sea que, ni tan mal. A ver, si me pasa con 30 años con la carrera empezando, igual me lo tomo de otra manera, pero ya a mi edad, que me quedan cinco para la tarjeta dorada de Renfe... Pues lo vivo de manera distinta.
Ahora quien va detrás de ti en la programación no es Patricia Gaztañaga, sino Ana Rosa Quintana. ¿Has hablado con ella?
No, todavía no hemos hablado. Coincidimos en la fiesta de Publiespaña [celebrada hace unas semanas] y a partir de septiembre [cuando Ana Rosa vuelva de las vacaciones] iremos antes que ella.
¿Has propuesto ideas al equipo para los testimonios?
Hay una cosa que me ha tranquilizado muchísimo, que ha sido conocer al equipo. El equipo lleva ya años trabajando este tipo de historias. Y es que es muy difícil hacer testimonios, yo creo que es el género más complicado que hay dentro de la televisión. Y la gente que sabe hacer ese tipo de programas y ese tipo de información luego puede dedicarse a lo que le dé la gana. Y confío plenamente en los directores, porque es fundamental encontrarte a directores que saben lo que quieren hacer y cómo lo quieren hacer. Eso lo tienen y por eso estoy tranquilo.
En la época de El diario de Patricia, la gente iba a la radio o la tele a contar sus historias. Ahora, con las redes sociales, ¿el género es más complicado?
Hay una cosa que es imbatible que es que te cuenten buenas historias. Ante eso... No hay nada que se le pueda enfrentar. Al final todo ayuda y si lo usas como arma, todo se convierte en aliado. Todo lo que tenemos a nuestro alcance lo tenemos que ver como ayuda y no como enemigo.
La gente romantiza muchísimo los programas, pero 'Sálvame' era un terriblemente duro
Hablando de ese temor por ver la audiencia...
[Jorge Javier interrumpe] También es verdad que este es un programa diario y los programas diarios se van haciendo poco a poco, hay que dejar que la audiencia se vaya enterando y la curva te va enseñando muchísimo y hay que saberla leer. Me tranquiliza que sea un proyecto de largo recorrido. Pero despertarte con un buen dato te da alegría.
A donde iba es que has dicho recientemente que estás en tu mejor momento profesional porque sientes que ya no necesitas demostrar nada a nadie. ¿Cómo convive esta idea con esa expectativa sobre la audiencia?
Bueno, es que llega un momento en el que este trabajo te tiene que hacer disfrutar, y ya no tienes los miedos o las inseguridades de antes. Ese “¿me volverán a llamar o no?”, “¿qué pasará luego?”... Eso ya ha desaparecido, no está. Pero sí que es verdad que todos tenemos curiosidad por saber lo que va a suceder. Sabemos qué programa queremos hacer y luego tenemos que ver si está el público o no. Todos los que nos dedicamos a esto trabajamos para el público y no lo podemos obviar.
Una parte del público no ha entendido bien que atribuyeses esa buena etapa profesional a un momento en el que ya no está Sálvame...
A ver, es que Sálvame para mí ha sido el programa que ha hecho que yo me creyera presentador. Me ha permitido crecer profesionalmente, investigar, explorar... Es un programa que me ha dado muchísimo profesional y personalmente. A Sálvame yo lo encuadro dentro de mi mundo de aprendizaje. Yo soy lo que soy fundamentalmente gracias a Sálvame, y también a otros programas, pero el training que te da un diario no te lo da nadie. Y el proceso de aprendizaje a veces es muy duro, es durísimo. La gente romantiza muchísimo los programas, pero Sálvame era un programa terriblemente duro, muy duro. Durísimo. Para todos, ¿eh? Para mí, para los colaboradores... Era un programa que desgastaba muchísimo.
¿Y haciendo Sálvame no creíste nunca eso de estar en tu mejor momento?
Es que en Sálvame no nos daba tiempo a pensar, vivíamos a un ritmo tan frenético que no nos daba tiempo de asimilar lo que estaba ocurriendo. Yo me he dado cuenta ahora, en este tiempo que he parado, que me he pasado 15 años de mi vida sin pensar. Que por otra parte era muy cómodo, porque vivir sin pensar es una maravilla. Es que enfrentarse a la vida es... [Risas]. Íbamos allí, trabajábamos, nos iba bien...
¿Pero sientes que disfrutaste esa etapa?
Sí, muchísimo, pero muchísimo. Fue una auténtica locura y yo he vivido cosas tremendas. Hemos estado casi 15 años, se dice pronto para un programa de televisión. Yo, ahora que lo pienso, es el nacimiento de un niño hasta que es adolescente. Si haces esas comparaciones... Y eran cuatro horas diarias. Hubo un momento en el que no teníamos a Paz [Padilla] y yo me chupaba de 16:00 a 02:30 de la madrugada. A mí a la 1:00 de la madrugada me entraba un sueño... Y había colaboradores que doblaban y seguían doblando [entre el 'diario' y el Deluxe] Fue una época brutal, muy complicada, pero nos enseñó mucho a todos. En mi cabeza tengo que yo he cumplido con Sálvame. Sálvame me dio mucho y yo le he dado mucho, creo que estamos a la par. Y lo fundamental es que miro atrás y fue una época maravillosa de mi vida en la que vivíamos a un ritmo que ahora sería totalmente imposible.
¿Y sueles ver a tus excompañeros ahora en Ni que fuéramos Shhh?
No, veo las cosas que salen por las redes.
¿Y te gusta lo que hacen?
No es que me guste o no... es que son mi familia. Yo no tengo el punto que tienen los espectadores con ellos, yo he pasado más tiempo con ellos que con mi familia. Y si cuento las horas, he estado con Belén Esteban o María Patiño más que con mi madre. Que esto es duro también... [Risas].
Cuando ves un tema de actualidad importante, ¿piensas en como lo estaría abordando Sálvame?
Pues en este momento de mi vida, yo siento tranquilidad y alegría por no hacer programas pegados a la actualidad. El público se queda con los grandes temas, como Escassi, pero hay días que no pasa nada, semanas en que no pasa nada y meses en que no pasa nada... Y Sálvame se seguía haciendo. Y yo sé lo mucho que sufrían los directores, pero el programa salía adelante gracias al talento del equipo brutal que había detrás. Yo ahora me siento muy tranquilo cuando llegan los jueves y no escucho eso de 'No tenemos invitado para el Deluxe' [Risas]. Qué yo sé lo que es eso... Ahora tenemos un cuadrante hecho a un mes vista, eso es música celestial.
Llevo 22 años en esta casa y no encuentro otro sitio mejor en el que estar
El final de Sálvame supuso un supuesto cambio en el modelo de Mediaset, pero lo cierto es que los programas que siguen funcionando son los mismos que estaban antes, como Supervivientes o La isla de las tentaciones. Tú representas ese antiguo sistema y ahora vuelves a tener un mayor peso en la nueva Mediaset. ¿Va a cambiar algo en tu forma de trabajar?
Yo soy el que soy y voy a seguir siendo el mismo. Cuando hay un cambio, el proceso de búsqueda es inevitable, igual que el proceso de duelo de cuando acaba una época. Ahora toca construir y probar. Y a mí me parece que una cadena tiene que explorar, es lo que toca.
¿Pero crees que el público sigue demandando los mismos contenidos? Lo estamos viendo con Supervivientes, donde se ha tirado de caras que funcionaban antes, como las de Adara, Sofía Suescun...
Es que Supervivientes es un formato brutal y a mí lo que me gusta de esto es que se siga apostando por formatos con presupuesto, que sean grandes formatos. Cuando nos sentamos a ver la televisión, queremos ver cosas que te impacten a nivel visual, que haya un trabajo detrás... Eso se nota. Una televisión con medios siempre es agradable para el espectador.
Hace un año se llegó a decir que Mediaset no contaba contigo y ahora tienes cuatro programas. ¿Te imaginaste que ibas a volver a estar en esta buena situación?
Yo, para la gente que quiera dedicarse a esto, soy el claro ejemplo de lo que es la televisión [Risas]. Quien quiera saber cómo es la televisión, que se fijen en mí. En televisión, cuando llega el momento, todo desaparece de golpe. No es que vaya de poquito a poquito, ¡de golpe! Yo para esto tengo mucho training, porque en el Deluxe y en Sálvame Diario, me fijaba mucho en la trayectoria de gente que venía a contar que había tenido una época en la que lo había hecho absolutamente todo y que de repente, de la noche a la mañana, desaparecía.
Has renovado tu contrato de larga duración con Mediaset.
Llevo 22 años en esta casa y no encuentro otra casa mejor en la que estar. Y desde que estoy aquí nunca he tenido tampoco mucho interés en moverme. Yo para eso soy así, si estoy bien en un sitio, si estoy cómodo y te dejan desarrollar tu labor...
Hace poco tuviste un incidente con el polemista de ultraderecha Vito Quiles, que te persiguió por la calle. ¿Notas que te están insultando más a través de las redes sociales?
No, la verdad es que no. Somos muy proclives a que nos digan ochenta cosas bonitas y nos quedemos con la cosa que no te hace gracia. Pero sinceramente, yo recibo tantas cosas bonitas, lo que significa que te vean por la tele, la alegría que les das... Yo en este momento de mi vida me quedo con eso. El amor es mucho más importante. Es un ejercicio, ¿eh? Hay que estar preparados, porque no te levantas de la noche a la mañana así. ¿A ti te afectaría que te dijeran cosas malas gente que no te conoce?
Pero entonces también hay que relativizar las cosas buenas que te diga gente que no te conoce...
Pues sí, pero como el ser humano es así, pues me quedo con eso. Cuando te dicen cosas bonitas dices: ¡Este sí que me conoce! [Risas].