Con apenas 12 años, Berta Castañé debutó ante las cámaras con Bajo sospecha. Aquel policíaco de Antena 3 fue el campo de juego en la interpretación de una niña que durante los años siguientes ha ido creciendo ante la pantalla y, con ello, progresando como intérprete a zancadas. En apenas ocho años, acumula una docena de personajes en televisión, de Todos mienten (Movistar Plus+) y Bienvenidos a Edén (Netflix) hasta llegar a Luisa, el rol que la hace pasar tarde tras tarde en La 1 como una de las integrantes de La Moderna.
No era esta su primera experiencia en la ficción diaria: ha formado parte durante años de Com si fos ahir, el veterano serial de TV3; y además intervino en la última etapa de El secreto de Puente Viejo. “Llevo desde muy pequeñita en este mundo, y nunca ha sido muy extraño para mí”, dice en esta entrevista con verTele sobre la idea de estar rodeada de rostros consagrados de la interpretación, como es aquí el caso de Myriam Gallego, que encarna a su madre de ficción.
Pese a su juventud, Castañé demuestra tener ideas muy claras, empezando por su visión de una profesión que, según explica, no se había planteado del todo como un plan de vida hasta hace algo más de un año, cuando decidió formarse para ello. “He tenido mucha suerte, pero a nivel generalizado es muy difícil entrar en este mundo”, reconoce, y se muestra a la vez crítica con las nuevas dinámicas de elección de nuevos talentos, que priman el impacto y seguimiento en redes sociales.
De igual modo, cuestiona los modos de consumo del audiovisual de la actualidad. Eso la lleva a ser muy honesta cuando se le pregunta por el grado de alcance que puede tener una serie como la que protagoniza entre la gente de su edad: “Estamos en un nivel de la industria, con tantos estímulos y tan rápido, que me cuesta decirte que a los jóvenes les vaya a enganchar, porque estamos en otra movida”, afirma. “Estamos siendo más ignorantes de todo. Nos estamos alejando del mundo real. Me encantaría que los jóvenes pudieran ver cómo era la situación en los años treinta, todo lo que reivindicamos”, expresa.
¿Qué puedes contar de lo que va a aportar Luisa a 'La Moderna'?
Me encanta mi personaje. Forma parte de la única familia que hay en toda la serie. Es muy bonito. Pese a tener circunstancias externas no muy fáciles, como los estudios y la vida laboral o nuestra posición social, somos una familia que se apoya mutuamente y donde da igual todo lo externo. Con ese amor que nos brindamos unos a otros, no hace falta tener mucho más.
¿Ayuda mucho a llevar bien el papel esa camaradería que se crea en el reparto?
Totalmente. Antes de empezar la serie, Myriam [Gallego] cogió dos ensayos en días sueltos, sin coaches ni directores, simplemente los cinco integrantes de la familia. Creó un vínculo de familia y eso subió el precio de lo que somos. A mi personaje le encanta pintar, tiene un don y le encantaría ser una gran ilustradora, lo que en esa época era un camino muy cerrado a las mujeres. Quiere ser una de las primeras, por lo que tiene una ilusión por algo imposible. Está con una lucha: su familia la obliga a seguir con los estudios, pero Luisa también quiere colaborar en casa, no quiere que su familia le esté pagando sus estudios sabiendo que comen muy poco. Tiene ese dilema interno. Estaré con esa lucha, y a ver qué gana.
¿Cómo ha sido trabajar con Myriam Gallego? ¿Te imponía al saber que sería tu madre de ficción?
Obviamente. Da un poco de respeto, pero somos todos compañeros. Llevo desde muy pequeña en este mundo y me he cruzado con un montón de gente con la que se me ha parado el corazón al verla. Es acostumbrarse a estas cosas. Somos todos compañeros. Ella acoge con los brazos abiertos a todo el mundo. He aprendido muchísimo de ella.
Te habíamos visto ya en series de Netflix y Movistar Plus+, como 'Bienvenidos a Edén' y 'Todos mienten'. ¿Qué te aporta como actriz meterte en la dinámica de una serie diaria, y una que además aspira a tener tramas de largo recorrido?
Esto es una gran escuela, como dice todo el mundo. Es mucho aprendizaje, constante, todo el rato. Siempre digo que en un rodaje vives más que en tres años. Conoces a mucha gente, estás viviendo situaciones y emociones muy intensas. Personalmente eso me llena mucho por dentro. Me gusta mucho el ritmo. Cuando me he ido a algún proyecto no diario tenemos para hacer una secuencia cinco horas. Es maravilloso para todo el mundo porque trabajas mucho más tranquilo y es mucho más cómodo, pero es verdad que te dices: 'Qué lento'.
¿Cómo ves el éxito de 'La Promesa'? ¿Genera algo de presión estar a la altura?
Para nada. Tengo compañeros en La Promesa y están supercontentos de los resultados y de la acogida que están teniendo con todo el mundo. Estoy muy contenta por ellos. Ellos son los que nos abran las puertas a nosotros. Cuanto mejor les vaya a ellos, ¡mejor para nosotros!
Las series diarias generan una relación muy intensa con los espectadores. ¿Estás preparada para que tengas una proyección en abierto, que te dejes ver todos los días? ¿Cómo afrontas este fenómeno?
Hice otra serie diaria, El secreto de Puente Viejo, hace cuatro años, y puedo tener una referencia. Entré en el último año y no es igual a esto, que estamos todos empezando. Estoy también en otra serie diaria en Catalunya, Com si fos ahir, donde llevo 5 o 6 años. Competimos... [risas]. Pero llevo desde muy pequeñita en este mundo, y nunca ha sido muy extraño para mí. Creo que en este caso tampoco vaya a ser un cambio muy radical.
Es muy difícil entrar en este mundo y tienes que tener mucha suerte, por mucho talento que tengas
¿Qué te atrae del Madrid de los años treinta que mostráis en 'La Moderna'?
Estoy en una zona de Madrid muy triste en la serie... Pero diría que la caracterización de los personajes. Eso de llevar guantes y gorro... La moda de este tiempo me llama muchísimo la atención. 100 años después no tiene que ver. A mí eso es lo que me ha chocado un poco más.
Y en términos de desigualdad, ¿cómo ves lo que cuenta la serie con los ojos del presente?
Obviamente el tema está abierto. Lo estamos trabajando y hablando entre todos. Van a seguir pasando desigualdades de alguna manera, pero la cosa es ser conscientes, y ya lo somos. Es verdad que al hacer algunas secuencias, o aquí en plató, te das cuenta. Hostia, mi postura de mujer cuando estoy con un hombre o sola en casa, o cómo se relacionaban me ha llamado mucho la atención. Así como los comentarios que tenemos en la familia: el único hombre de la casa, mi hermano pequeño, suelta comentarios como: 'Eso que lo hagan las mujeres', 'Barrer es cosa de mujeres'... Hacemos mucho énfasis en este tema.
Llevas muchos años como actriz, desde pequeña. Hasta ahora, ¿cómo ha sido tu aproximación a la interpretación, y cómo lo has compaginado con tu propia educación?
Terminé segundo de Bachillerato justo en el año del covid-19, y pude recuperar un montón, porque estaba trabajando en Madrid, con Puente Viejo, y estudiando en Barcelona. Cogía dos o tres aves a la semana. Aquí vivía sola... Y fue muy intenso. Los compañeros de aquel proyecto me acogieron y se portaron muy bien conmigo. Hice la selectividad aunque no quería ir a la universidad en ese momento, porque no me llamaba, estaba harta de los estudios y no sabía qué quería ser si no era actriz. La hice porque era el momento, pero seguí empalmando con proyectos y no he tenido momento de estudiar algo más.
Pero en septiembre de 2022 empecé a estudiar por primera vez en una clase de interpretación, que para mí era un mundo supernuevo. Empecé desde querer dar un resultado, que aquí es lo que te piden: dar resultados, y no importa el proceso que lleve, porque hay un tiempo. Entrar en una clase así al principio me dio un poco de apuro, porque crees que lo estás haciendo mal y te sientes muy juzgada todo el rato. Pero también ves a un montón de gente, compañeros que he tenido, que son tan buenos y piensas que hay tantos actores buenos en esas clases que no tienen la suerte de haber trabajado, que me hace valorar mucho esta profesión.
¿Es una carrera dura para alguien que empieza desde tan joven?
He tenido mucha suerte. Desde mi punto de vista, no. Pero a nivel generalizado, es muy difícil entrar en este mundo. Además, hay muchos actores y actrices que quieren ser públicos y hay mucha, mucha competencia. Es muy difícil entrar en este mundo y tienes que tener mucha suerte, por mucho talento que tengas. En cursos me he encontrado con gente buenísima, pero no tienen esa suerte. Y yo entré por casualidad, porque empecé con la publicidad y la moda, y tuve la suerte de hacer mi primer proyecto, y fui empalmando.
¿Pero tenías claro desde el primer momento que querías ser actriz, ya cuando cuando hiciste 'Bajo sospecha'?
No. Para mí era un juego. Yo no sabía ni que estaba siendo actriz en ese momento: 'Vamos a jugar a esto... Ah, ¿que mi prima ha desaparecido? Bueno, pues a ver qué pasa'. La decisión la he tomado hace un año, cuando empecé con las clases de interpretación. Fue cuando me dije que quería ser actriz, con todo lo bueno y todo lo malo que conlleva.
Según tu experiencia, ¿cuál es la clave para mantenerse en esta profesión?
Te diría que el factor suerte. Tener pasión por lo que haces, porque a mí me mueve: yo sé que quiero ser actriz porque lo siento dentro, es algo que noto que tengo. Pasión y mucho trabajo y esfuerzo. Nunca vale con decir que eres la mejor actriz del mundo, siempre hay miles de cosas por aprender. Hay que renovarse, seguir aprendiendo, yendo a cursos y haciendo cosas que no hayas hecho, y tener una cultura, que abre mucho la formación. Estar explorando y queriendo más.
Viniendo como vienes de series de plataformas, ¿has notado que se fijen más en los seguidores en redes sociales al hacer los castings?
Sí. Estoy totalmente en contra de este proceso. Nos estamos convirtiendo en pura superficialidad. Lo encuentro nefasto. He tenido compañeros y amigos que me dicen: 'Me ha llegado un casting pero piden tantos seguidores'. ¿Perdona? ¿Qué vas a ver ahí? Fama, nombres conocidos... ¿Pero dónde está el arte y la emoción? Estoy totalmente en contra de eso. Espero que se den cuenta. A mí me hace daño que se fijen en estas cosas ahora.
¿Tienes alguna especie de norma sobre los papeles?
Soy muy joven y tengo que vivir cosas, y estoy muy abierta a todos los personajes. Me intento alejar de personajes muy cercanos a mí, porque, entre comillas, es lo más fácil. La gloria bendita sería interpretar un papel de mala, porque siempre me ven cara de dulce y te encasillan muy rápido a veces. En esta industria pasa globalmente. Te ven para un papel y te encasillan ahí. Quiero luchar contra eso, contra el encasillamiento.
Estoy totalmente en contra de este proceso. Nos estamos convirtiendo en pura superficialidad. Lo encuentro nefasto
¿Crees que 'La Moderna' tiene capacidad de atraer a gente de tu edad?
Me encantaría decirte que sí. Cada vez más jóvenes podrían engancharse a esto. Pero estamos en un nivel de la industria, con tantos estímulos, tan rápido, y ahora en el móvil, que me cuesta decirte que a los jóvenes les vaya a enganchar, porque estamos en otra movida. Es como lo que hablábamos sobre Instagram: es todo muy superficial. Estamos siendo más ignorantes de todo. Nos estamos alejando del mundo real. Me encantaría que los jóvenes pudieran ver cómo era la situación en los años treinta, todo lo que reivindicamos.
¿Qué les dirías a gente de tu edad, como tus amigos, para ver la serie?
Yo haría mucho énfasis en que vieran la historia y la profundidad de los personajes de La Moderna en esa época. Se sorprenderían mucho, hay un montón de cosas que ni se les pasaría por la cabeza. Es una hora al día, los jóvenes no tienen tiempo o no saben organizarse para sacar esa hora todos los días.
Estamos siendo más ignorantes de todo. Nos estamos alejando del mundo real
¿Y en diferido? 'La Promesa' parece haber roto la tendencia.
Yo espero que nos cansemos de lo que ya tenemos, igual que con el cine. Se ha perdido un montón, y espero que vuelva. Tengo la certeza de que la gente se va a cansar. A lo mejor de época no hay tanto producto ahora, por ahí podría ser un buen enganche.
Hablas de los jóvenes, pero tú eres joven...
Desde pequeña siempre he estado rodeada de gente mayor, siempre. Y muy poca gente de mi edad. De hecho, cuando estaba en el instituto, iba sola, un poco apartada. Ahora lo noto: me cuesta relacionarme con chicas de mi edad, y en cambio con gente mayor, o que me saque algunos años, no me cuesta tanto.