Marina Rivers continúa su andadura como concursante de MasterChef Celebrity 9, donde se ha convertido en una de las grandes sorpresas de la edición, por su desparpajo ante las cámaras y por su gran madurez pese a tener tan solo 22 años. “Juntarme con gente que ha vivido tanto me ha hecho aprender muchas cosas que no tenía ni idea y darme cuenta de que soy muy tonta, ignorante y que todavía tengo muchas cosas que aprender”, reflexiona a verTele la joven, asegurando que uno de los objetivos por los que se animó a participar en el talent de TVE es romper con la imagen que muchos tienen de ella.
“Hay mucha gente que me odia mucho, la mitad de España, y creo que voy a sorprender bastante”, señala la exitosa influencer [conocida como Riverss], que cuenta con más de 2 millones de seguidores en Instagram y casi 8 millones en Tik Tok. Unas cifras que demuestran que lo económico no influyó a la hora de aceptar sumergirse en esta aventura: “Lamentablemente gano más haciendo lo mío, a lo mejor es que he cobrado muy poco”, bromea, esperando verse “reflejada” en MasterChef: “Estoy muy cansada de gustar por cosas que no me representan. Han dicho muchas cosas de mí y puesto palabras en mi boca que no son mías, y ojalá pueda caerle bien y mal a la gente por lo que soy”.
Una vez vivida la experiencia, Marina Rivers se moja sobre lo que implica participar en un talent como el de TVE, relativizando las quejas que otros exconcursantes han lanzado contra el formato: “Hay que saber dónde va uno. Es como si vas a un combate de boxeo y te quejas porque te pegan una hostia”, compara, explicando que el concurso te enseña a “gestionar la frustración”. De la misma manera, niega uno de los rumores más extendidos sobre MasterChef: “Lo de que nos apagan los hornos es mentira [...] Lo que pasa es que somos unos inútiles”, dice entre risas, mostrando también su “admiración” por los jueces. “Se han comido cada basura...”, admite.
Con MasterChef, Marina Rivers continúa su idilio con la televisión, un medio en el que Ana Rosa Quintana le dio su primera gran oportunidad: “Es la mejor. Yo pensaba que no nos íbamos a caer bien y todo lo contrario. Ya la cagué en La Resistencia llamándola abuela y no lo voy a volver a decir, pero es una persona que siempre se ha preocupado por mí, sobre todo por mis estudios [Estudia la carrera de Derecho y Economía]. Me pregunta siempre por los exámenes. A nivel personal, es una tía supercercana y le agradezco mucho la oportunidad de estar en un programa con ella. Es una titana de la televisión y me está enseñando muchas cosas”, sentencia.
¿Te lo pensaste mucho cuando recibiste la propuesta de participar en MasterChef?
Yo me lo pensé bastante porque estoy terminando la carrera. Ya hice La Velada del Año [de Ibai Llanos] el año pasado y era estar otra vez cuatro meses metida en un proyecto, y justo en mayo y junio coincidiéndome con el final de curso. Me agobié un poco, pero como soy una loca dije: “¡Venga, sí!”. Y me apunté, como siempre.
¿El aspecto económico influyó a la hora de decidir?
No, porque lamentablemente gano más haciendo lo mío [risas]. A lo mejor es que he cobrado muy poco, ¿eh?
¿Cuánto dinero gastaste en clases para prepararte para MasterChef?
Yo gasté más o menos entre 1500 y 3000 euros. Un poco más, creo. También es que partía de un nivel bajísimo y lo estuve compaginando con las grabaciones, con las dos carreras y con las clases. No me dio tiempo a prepararme antes y ahí iba como iba. Cuando entramos vimos que el nivel era muy alto y nos acojonamos.
¿Qué adjetivo define esta edición de MasterChef?
Variopinta y diversa.
¿Han volado mucho los cuchillos?
Creo que hay juego, pero no mucho. Lo habitual y necesario.
¿Qué habilidad de vuestras profesiones os ha servido para MasterChef?
Creo que estudiar tanto, porque estoy todavía estudiando dos carreras [Derecho y Economía] y me ha servido mucho a la hora de memorizar recetas e implementarlas. Estar estudiando aún y ser una esponja me ha ayudado mucho a seguir recetas guays.
Lo de que nos apagan los hornos es mentira (...) Lo que pasa es que somos unos inútiles
¿Entendéis las críticas que han hecho algunos concursantes que han pasado por el programa?
Hay que saber dónde va uno. Es como si vas a un combate de boxeo y te quejas porque te pegan una hostia, mi amor. Aquí vienes a eso. Personalmente, tienes que hablar contigo mismo y decir: “Oye, a lo mejor no estoy preparada. O a lo mejor sí”. Y luego, hay que gestionar la frustración. Yo, que me considero una persona muy competitiva y que me molesta mucho hacer las cosas mal, en este programa he aprendido mucho a gestionar esa frustración con una misma con los resultados de algo a lo que no te dedicas profesionalmente. Es imposible ser la mejor cocinera en una semana. Tenemos mucho ego y nos cuesta gestionar el perder y que las cosas no salgan como nos gusta que salgan. Somos mucha gente que nos dedicamos a cosas muy guays y, de repente, esto es muy duro. Hay que aprender a disfrutar del fracaso, que se aprende mucho más del fracaso que del éxito.
Entonces, ¿no os han apagado el horno mientras cocinabais?
[Risas] ¡Que va! Eso de que nos apagan los hornos es mentira. Mira, yo he llegado a mi casa y he dicho: “¡Qué mierda de horno tengo en mi casa!”. Aquí funcionan los electrodomésticos y tenemos una cantidad de bártulos... Yo echo de menos el robot, la máquina de vacío, el abatidor... No, por favor. De verdad, eso no lo hemos visto jamás. Hablo por mí. Lo que pasa es que somos unos inútiles. Yo me he peleado con una cantidad de electrodomésticos... Te pones nervioso y te crees que está roto. Luego te das cuenta de que eres un inútil y que sólo había que girar una bola. Hubo una persona que no enchufó una batidora y estuvo 10 minutos diciendo: “¡No funciona! ¡No funciona!”.
¿Cómo habéis llevado las valoraciones de los jueces? ¿Quién ha sido el más duro?
Yo los admiro, porque tienen un estómago de fuego. Se han comido cada basura... [Risas]. Había muchas cosas que decía: “Yo esto no me lo como”. Yo creo que tienen que medicarse o algo... Sobre todo en el Celebrity, en el normal comerán bastante mejor pero es que nosotros somos un desastre. Aun así, yo creo que el más duro, pero el que mejor me cae es Jordi, porque es supersincero, va cortita y al pie. A mí me gustan las personas que te dice las cosas como son. Pero es un peluche realmente. Va de duro, pero luego te da un abrazo detrás de las cámaras y te dice: “No pasa nada, amor, lo vas a hacer mejor”.
¿Ser la única veinteañera de la edición ha jugado a tu favor o ha ido en tu contra?
Creo que tener veinte años siempre te juega a favor [risas]. Creo que me ha ayudado mucho estar con gente tan diversa. Hay cuatro personas que me sacan 40 años, y he aprendido muchísimas cosas. Habitualmente solo me junto con gente de mi edad, y juntarme con gente que ha vivido tanto me ha hecho aprender muchas cosas que no tenía ni idea y darme cuenta que soy muy tonta, ignorante y todavía tengo muchas cosas que aprender. La juventud nos da estas ganas de cambiar el mundo, pero muchas veces esta madurez y saber estar lo necesitamos. Me he empapado un poco de lo que te da la edad, que es sabiduría y bienestar, así que estoy muy feliz. Y creo que les he vuelto locos yo también, y les he dado vivacidad, juventud y tontería. Les he enseñado vocabulario de Gen Z, Pitingo ha dicho “PEC” veintisiete veces al día.
El público os ha conocido hasta ahora por la imagen que habéis ido mostrando en vuestras respectivas profesiones. ¿Crees que van a notar mucho cambio cuando te vean en MasterChef?
Yo creo que mis seguidores saben perfectamente cómo soy, pero hay mucha gente que me odia mucho, la mitad de España, y creo que voy a sorprender bastante. Odio a la gente que ni cae bien ni cae mal. Hay gente a la que le voy a sorprender tanto para bien como para mal. Yo solo quiero verme reflejada en el programa y gustar por lo que soy. Estoy muy cansada de gustar por cosas que no me representan. Han dicho muchas cosas de mí y puesto palabras en mi boca que no son mías, y ojalá pueda caerle bien y mal a la gente por lo que soy.
Hay mucha gente que me odia mucho, la mitad de España, y creo que voy a sorprender bastante
¿Estás abierta a más proyectos en televisión? ¿Te ves participando en un reality?
A los realities ya cierro la puerta, creo [risas]. El resto no van tanto conmigo. A mí me gusta mucho la televisión y me gustaría seguir con mis proyectos y mis cositas en TardeAR. Y MasterChef ha sido una experiencia increíble, es una producción brutal. Mi contenido es con un teléfono y pasar de grabarte tú sola en tu casita a hacerlo en un plató con tanta gente detrás, es un shock. He aprendido muchas cosas y me gustaría seguir disfrutando de la tele y ojalá la tele disfrutando de mí.
¿Qué tal es Ana Rosa como jefa?
Es la mejor. Yo pensaba que no nos íbamos a caer bien y todo lo contrario. Ya la cagué en La Resistencia llamándola abuela y no lo voy a volver a decir, pero es una persona que siempre se ha preocupado por mí, sobre todo por mis estudios. Me pregunta siempre por los exámenes. A nivel personal, es una tía supercercana y le agradezco mucho la oportunidad de estar en un programa con ella. Es una titana de la televisión y me está enseñando muchas cosas.
¿Te da libertad absoluta? ¿Puedes decir lo que quieras?
¡Lo que me da la gana!
¿Qué opinas del fichaje de Broncano por TVE con La Revuelta?
A mí Broncano me encanta. Es un tío fresco, a ver qué tal le trata el público de TVE.