Pelayo Díaz, de su imagen en TV a sus polémicas en 'MasterChef': “Es difícil que no se vea quién eres de verdad”

Pelayo Díaz, en su foto oficial como concursante de 'MasterChef'

Adrián Ruiz / Laura Pérez

A Pelayo Díaz le han bastado apenas un par de semanas para erigirse como el concursante más polémico de la novena edición de MasterChef Celebrity en TVE. Tras destaparse desde el principio como un aspirante muy competitivo, a la vista de sus estratégicas alianzas con Hiba Abouk, el estilista ha protagonizado en las dos últimas entregas un choque frontal con Marina Rivers, desatando las críticas de muchos espectadores por los comentarios que hizo sobre ella desde la galería durante una prueba de eliminación en la que la joven se aseguraba su permanencia en el programa.

“Si la gente quiere hacerme el villanoyo encantando”, se defendía hace unos días en DCorazón, espacio de La 1 que se hizo eco de la controversia. Una imagen negativa sobre su persona que Pelayo siempre ha asumido, tal y como declara en una entrevista para verTele y la prensa realizada en el FesTVal de Vitoria, días antes del estreno del talent culinario en la cadena pública, junto a su compañera Itziar Miranda. “Me han repetido hasta la saciedad que tengo imagen de distante, de frío, de borde... Por lo general, yo soy consciente de que tengo una imagen que me dedico a la moda, al mundo del lujo, y es una industria en la que no tienes que estar sonriente. En realidad tienes que estar serio, dándotelas de guay todo el tiempo y es agotador”, empieza reflexionando el asturiano, que reconoce que vio en MasterChef Celebrity una oportunidad para mostrarse tal y como es.

“Yo pensaba: Igual descubren en mí un Pelayo que no han visto, porque doy una imagen a través de Instagram, o de mis trabajos, e igual descubren un Pelayo que les gusta más o lo mismo descubren otro que todavía odian más”, apunta entre bromas, valorando que “lo bonito” de la televisión, y de programas como este con rodajes de larga duración, es que enseña la verdadera cara de las personas. “Estás 12 horas grabando y es muy difícil que no se vea quién eres de verdad”, explica.

El modista se defiende también destacando “la presión terrible” que supone el formato de TVE. “Por eso es tan divertido vernos fuera de nuestras casillas”, argumenta, antes de describir cómo actúa frente a los demás. “Yo soy un espejo realmente: si me tratas bien, me haces reír y congeniamos, voy a ser divino, y si no tienes feeling conmigo, me tratas mal y eres un borde, yo soy realmente un espejo: o sea, que doy lo que recibo”, sentencia.

Su compañera Itziar Miranda coincide con Díaz a la hora de asegurar que “es muy hermoso vernos tan vulnerables” ante las cámaras de MasterChef. Animada a participar por su inseparable compañero en Amar es para siempre Manu Baqueiro -participó en la séptima edición-, la actriz señala que se lanzó a la aventura para que el público viese otra parte de ella hasta ahora desconocida: “La imagen que se han hecho de mí es muy de la Manolita, la de toda la vida tras 20 años haciendo de ella en televisión, y yo necesitaba un poco que la gente viera a Itzi”, admite. “Van a ver una parte que yo he descubierto también de mí misma, de que soy muy dramática con las cosas, que tengo la tragedia griega y lorquiana metida en mi cuerpo. Y eso es hermoso”, celebra.

¿Os lo pensasteis mucho cuando os llegó la propuesta? ¿Qué os hizo decir que sí?

Pelayo Díaz: Yo, en concreto, tardé tres años en decir que sí. Me lo llevaban ofreciendo durante bastante tiempo y siempre me sentía demasiado inútil como para enfrentarme a un programa que yo consideraba y respetaba. Porque lo veía como muy serio de: “Aquí no puedes venir a hacer el tonto y tienes que prepararte”. Hablando por mí, yo nunca he cocinado, no he tenido ni siquiera utensilios en la cocina, y creo que me animé porque dije: “Pelayo, ya estás rozando los 40, ya es hora de que sepas hacer por lo menos cuatro o cinco platos”. Y me lo he tomado como un proyecto. Además, lo bonito de este programa es que cuando sales, te has llevado algo muy importante, aparte de una compañía muy guay, y es que has aprendido a hacer ciertas cosas. Eso nadie te lo va a quitar. Ganes o no ganes. Entonces, por la experiencia me lancé a ello.

Itziar Miranda: En mi caso, muchos de mis mejores amigos han participado en el Celebrity: Manu Baqueiro, Anabel Alonso... Muchos, muchos amigos. Y todos me decían que era una experiencia fascinante, maravillosa y divertida, pero a mí me daba mucho miedo, porque yo, como Pelayo, no sabía cocinar nada. El que cocina en mi casa es mi marido y yo no sabía. Y fue en la fiesta de Vitoria del año pasado, que nos lo pasamos muy bien, que pensé: “Ostras, qué bien se lo han pasado”. Me dio mucha envidia ver al grupo de MasterChef Celebrity del año pasado, riéndose, la complicidad que tenían, el buen rollo... Ahí pensé que esto seguro sería una experiencia bonita y me animé.

¿Qué miedos teníais a la hora de aceptar un programa como este?

Itziar: Mi mayor miedo era cocinar, Manu me decía que tenía que venir al programa y no me atrevía. El que me dio lecciones fue mi marido, que cocina muy bien. Pero a mí me daba mucho miedo la cocina en sí porque yo no cocinaba nada desde hacía años y me parecía que había que ponerse las pilas.

Pelayo: Mi mayor miedo era enfrentarme a algo que estaba totalmente fuera de mis capacidades y que no había hecho nunca tampoco. No había cocinado nada más allá de unos huevos revueltos por la mañana. Yo a mi arquitecto en su día le pedí que hiciera mi cocina como un vestidor, porque no la iba a usar. Estrenarla ahora, quitarle los filmes a las ollas y eso ha sido todo un reto. Era un reto conmigo mismo, quería demostrarme a mí también que uno no tiene edad para aprender algo con la cocina, algo que es tan satisfactorio cuando consigues dominarlo al menos un poquito, consigues hacer algo y es tan satisfactorio... vale la pena por eso.

Itziar: Es que al final cocinar es un acto de amor, es algo que te hace sentir bien contigo mismo, te hace que estés más sano porque cocinas productos frescos y es un acto de amor para los demás.

La imagen que se han hecho de mí es muy la Manolita, la de toda la vida, tras 20 años haciendo de ella en televisión, y yo necesitaba un poco que la gente viera a Itzi

Itziar Miranda

Pero eso no es MasterChef...

Itziar: ¡Pero aprendes a eso!

Pelayo: Pero yo he disfrutado durante el programa, porque luego ya en mi vida diaria igual no cocinas tanto. El programa era donde de verdad yo me tenía que poner a prueba y ha habido veces que he disfrutado más que en mi propia casa, porque al final no es una competición solo con los demás, es una competición contigo mismo, con el tiempo, con las limitaciones que tienes... Fuera del programa no tienes tantas limitaciones.

Itziar: ¡Y teníamos un supermercado que ya lo quisiera yo para mi barrio, qué maravilla, todo lleno de productos frescos, alguno de los cuales ni sabíamos cómo se llamaban! Y luego ha habido una cosa muy bonita en esa edición, y es que ha habido mucha autenticidad y una complicidad muy bonita. Tú estabas agobiado y mirabas al compañero y te transmitía un amor o un cariño...

Pelayo: Aunque igual lo estuviera pasando peor que tú, y eso te consolaba.

Itziar: Había una cosa de complicidad, de: “Estamos en lo mismo, en la guerra”.

¿Todos remabais a favor o ha habido alguien que sibilinamente ha ido a degüello? ¿Ha habido garbanzo negro?

Itziar: Yo creo que no, que sibilino no ha habido nadie, había mucha franqueza.

¿Y el hecho de veros sometidos a situaciones de tensión con la cámara delante, era un temor antes de participar o una motivación para que la gente pudiera veros?

Pelayo: Era una motivación y también un poco de miedo porque, imagínate, tú no cocinas nunca y encima de que vas a estar cocinando o intentando cocinar, vas a estar haciendo contenido hablando con las cámaras, y no das ni a una cosa ni a otra. Yo no sé cómo van a montar este programa, las cosas que habremos dicho mientras estábamos intentando sumar cuánto era dos más dos... la presión es terrible, por eso es tan divertido vernos fuera de nuestras casillas y de nuestras profesiones. Pero ha sido duro.

Itziar: Y luego hay otra cosa, que es que a nosotros nunca se nos ve en esa situación de vulnerabilidad, y al final, para bien o para mal, es hermoso ver que todos somos humanos, que nos equivocamos, que metemos la pata, que nos enfadamos con alguien y al final es injusto... al final es muy real y es muy bonito.

Pelayo: Eso es lo que mejor describe MasterChef.

¿Creéis que veremos una cara vuestra a la que no estamos acostumbrados?

Pelayo: Yo creo que esa es una parte del programa que más atrae al espectador. Yo lo veía porque me gustaba ver una arista diferente de los personajes. Los actores en realidad siempre están actuando y no ves realmente cómo son como personas, si son susceptibles, si se ríen, si hacen gracia, hay otros que no hacen ninguna gracia... Yo pensaba: “Igual descubren en mí un Pelayo que no han visto, porque doy una imagen a través de Instagram, o de mis trabajos, e igual descubren un Pelayo que les gusta más o lo mismo descubren otro que todavía odian más. O sea que...”. [Risas]. Creo que ese es un poco el morbo que tiene MasterChef.

Me dedico a la moda, al mundo del lujo, y es una industria en la que no tienes que estar sonriente. En realidad tienes que estar serio, dándotelas de guay todo el tiempo y es agotador

Pelayo Díaz

¿Qué imagen crees que tiene la gente de ti, Pelayo?

Pelayo: Bueno, me la han repetido hasta la saciedad: de distante, de frío, de borde... [Risas]. Por lo general, yo soy consciente de que tengo una imagen que me dedico a la moda, al mundo del lujo y es una industria en la que no tienes que estar sonriente. En realidad tienes que estar serio, dándotelas de guay todo el tiempo y es agotador. A mí sinceramente me encanta cuando en el tú a tú me dicen que han descubierto en mí a una persona diferente. Espero que aquí sea así. Obviamente no es con todo el mundo porque yo soy un espejo realmente: si me tratas bien, me haces reír y congeniamos, voy a ser divino, y si no tienes feeling conmigo, me tratas mal y eres un borde, yo soy realmente un espejo. O sea que doy lo que recibo.

Pelayo, en Cámbiame la gente ya pudo en su día conocerte también mucho mejor...

Pelayo: Yo creo que es lo bonito de la televisión, que al final pasamos tanto tiempo grabando estos programas, como ese que nombras, que al final es muy difícil no meter la pata, porque estás 12 horas grabando un programa, y es muy difícil que no se vea quién eres de verdad. No puedes estar en pose continua 12 horas. Eso es lo bonito, que vamos a descubrir a 16 participantes totalmente diferentes a lo que estamos acostumbrados.

Itziar: Creo que es muy hermoso vernos tan vulnerables. Aunque estemos pasándolo mal, o discutamos, o metamos la pata, pero ver que somos de verdad, que no somos una foto de Instagram, que nuestra vida no es perfecta, que a veces tenemos angustias y miedos... Yo a Juanlu [Juan Luis Cano] le decía que era un cómico con el que me había reído toda la vida y allí descubrí al hombre sabio, sereno, con una templanza... Y a Pelayo, que tenía esa cosa de la moda, que parece que tiene que estar enfadado para que parezca más bonita la foto... y de pronto está lleno de ternura. Y así me ha pasado con todos. Esa parte es muy hermosa.

Yo, en mi caso, tengo una imagen que se han hecho de mí, que es muy la Manolita, la de toda la vida tras 20 años haciendo de ella en televisión, y yo necesitaba un poco que la gente viera a Itzi. Que no sé cuánto de diferente es de Manolita, porque después de tantos años había una cosa muy en común, pero sí van a ver una parte que yo he descubierto también de mí misma, de que soy muy dramática con las cosas, que tengo la tragedia griega y lorquiana metida en mi cuerpo. Y eso es hermoso.

¿Cuánto se gasta un concursante en aprender a cocinar y a prepararse para el concurso?

Itziar: ¡Yo me he dejado una pasta con una profesora! La contraté para no machacar a mi marido y que nuestro matrimonio siguiera adelante. [Risas]. Me he dejado mucho dinero, he perdido la cuenta.

Pelayo: Yo empecé con clases un mes antes de empezar a grabar el programa, también con trenes, aviones y coches a mi Asturias natal para aprender un poco de lo que había ignorado durante toda mi vida de mi abuela, de mis padres... y al final es una inversión. Pero si ahora lo volviera a hacer aprendería mucho antes, porque un mes es poquísimo.

Itziar: Y yo empezaría con lo que ha dicho Pelayo, con la familia y las raíces, porque eso te conecta, y cocinar con amor es lo que te salva en este programa.

Pelayo: Yo me he reconectando mucho porque a mí de pequeño la cocina no me interesaba, era un niño que comía muy mal, llegué incluso a estar con mediación para que me abrieran el apetito... para mí la comida siempre fue de pequeño un sufrimiento. Sin embargo, ahora veo que la cocina es con lo que más puedes demostrar a los que quieres que los amas. Ese plato que nos hacían nuestros abuelos, nuestros padres cómo nos cuidan a través de la comida... y eso yo no se lo agradecí lo suficiente, no les dije que estaba muy bueno lo suficiente o no puse atención. Esos viajes a Asturias ahora han sido de recordar los platos de mi infancia, volver a los orígenes, que es donde uno al final tiene los recuerdos más bellos.

¿Cuál ha sido la parte más dura de estar en este programa?

Pelayo: Eres un poco esclavo del programa, cuando no grabas y vuelves a casa estás revisando todo el día platos, la escuela online... era una obsesión, no me dejaba salir.

Itziar: Sí, al final es darte cuenta de lo dura que es la profesión de la hostelería y ser cocinero. Me parece la leche y se valora mucho ahora, pero es muy duro. Lo de la cocina es una cosa muy dura y exigente, y se reconoce poco.

Pelayo: Poco se habla de la lista de la compra, de lo duro que es pensar qué hacer... A mí me cuesta muchísimo.

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