Entrevista
'Salvados', el Prestige, y el ascenso de Feijóo: “La política aprovechó para limpiar su ropa interior sucia”
Salvados echa este domingo (21:25 horas) la vista atrás para recordar una de las mayores catástrofes medioambientales de la historia: el accidente del Prestige. El 13 de noviembre de 2002, el buque petrolero perdió la mayor parte de las 77.000 toneladas de fuel que cargaba en su interior tras sufrir una tormenta frente a la Costa da Morte. Solo seis días después, el barco se hundió, inundando de petróleo las costas gallegas, aunque los restos de la marea negra también alcanzaron distintas zonas de Cantabria, Asturias, País Vasco y Francia.
A la vez que las consecuencias medioambientales llegaron las políticas y las sociales, que hicieron del Prestige un episodio fatídico de la historia de España, en general, y de Galicia en particular. “Aquello fue un hecho histórico que te sirve como ejemplo de muchas cosas: de contestación social, de manipulación informativa, de control gubernamental, de mala gestión, de la falta de asunción de responsabilidades...”, enumera Gonzo sobre el impacto de aquella tragedia, de la que este mes se cumplen 20 años.
Aprovechando esta efemérides, el programa de laSexta repasa lo ocurrido entonces, aunque su presentador, vigués de nacimiento, tiene un recuerdo muy vívido de todo aquello. “Es un tema que como periodista y como gallego no he dejado de visitar en estos 20 años”, admite durante su entrevista con verTele sobre un tema, el accidente del Prestige, que dice haber tocado “bastante” a lo largo de estas dos décadas. Aunque este reportaje de dos entregas -la primera se emitirá este domingo y la segunda el siguiente- le ha permitido llegar “a nuevas conclusiones” que “van en el sentido de lo que más o menos imaginaba”.
Al fin y al cabo, defiende que “desde el principio estaba clara toda la trama que se contó y la trama que realmente sucedió” durante aquellos largos días donde el Prestige y la palabra chapapote se colaron, tristemente, en el imaginario colectivo de nuestro país.
¿Sentías, como periodista gallego, que tenías una cuenta pendiente con el tema del Prestige a la hora de afrontar este reportaje?
No, porque en su día yo trabajaba en la profesión cuando ocurrió lo del Prestige, así que pude informar cuando sucedió. Además, en otro proyecto televisivo que tuve aquí en Galicia, hace ya unos cuantos años, hice otro reportaje en el que hablábamos del tema. De hecho, la idea de hacer un Salvados sobre el Prestige no sale de mí, es el equipo el que trae la propuesta. Evidentemente, cuando llegó la propuesta me encantó, y cuando se vio hasta dónde podíamos llegar fue cuando decidimos dar una entidad distinta a este programa, hacer dos entregas y un preestreno en A Coruña [celebrado el pasado jueves] para que lo vean afectados de aquella época y gente de la sociedad gallega antes que el resto.
¿Qué recuerdos tienes de aquellos días?
Más allá del propio accidente, aquello fue un hecho histórico que te sirve como ejemplo de muchas cosas: de contestación social, de manipulación informativa, de control gubernamental, de mala gestión, de la falta de asunción de responsabilidades... Nos parecía un tema que, más allá del hecho en sí, permitía hacer un análisis de muchas cosas que pasaban en 2002 y que pasan ahora, probablemente muchas porque como funcionaron bien hace 20 años los gobiernos hoy en día siguen utilizándolas.
Hablamos muchísimo últimamente de las fake news, por ejemplo, pero la gestión informativa que hizo el Gobierno en aquel momento estaba basada única y exclusivamente en fake news. Cuando aquello estaba contaminado se decía que no estaba, cuando el barco seguía echando chapapote se decía que no echaba chapapote, cuando el barco hundido seguía echando chapapote se día que no echaba, cuando se decía que las playas estaban esplendorosas las playas estaban llenas de chapapote... Es decir, que más allá de ser gallego y contar un accidente en las costas de mi tierra, hay un hecho que, como periodistas, creemos en el equipo que denota una forma de actuar que fue fundamental en el devenir de la sociedad española de aquel momento y que todavía hay cosas que quedan de todo aquello. No cosas concretas, pero sí herencias de una forma de hacer por parte del Gobierno y por parte de la sociedad.
La gestión informativa que hizo el Gobierno en aquel momento estaba basada única y exclusivamente en fake news
Luego nos pusimos a trabajar, a conseguir contactos y hemos llegado muy lejos. El reportaje no es solo un recuerdo de los hechos, sino una explicación de por qué pasó aquello, quién tomó las decisiones y de si todo el mundo estaba o no de acuerdo. Escucharemos a gente que estaba en el barco y a la que hasta ahora no se había escuchado en televisión. Por ejemplo, al jefe de la tripulación, un joven filipino llamado José Carmelotes, y al capitán del barco [Apostolos Mangoulas], al que solo habíamos escuchado en el juicio que hubo en 2013. Es decir, que no nos contentamos con hacer un programa de 'así fueron las cosas y así pasaron'. Queremos contar más. Somos Salvados y tenemos que ir un poquito más allá.
Hablas de la gestión informativa que hizo el Gobierno del accidente del Prestige. Con el paso de los años se ha cuestionado mucho la cobertura que dedicó TVE a la catástrofe.
Sí, en aquella época los Servicios Informativos de Televisión Española los llevaba Alfredo Urdaci, pero el papel de TVE fue brutal más allá de lo que hacían en los informativos. Recuerdo un programa llamado Todos somos Galicia, que presentó Pedro Ruiz, en el que se trataba a Galicia casi como a un país del tercer mundo en medio de una hambruna. Se pidió que mandaran juguetes para los niños gallegos, por ejemplo.
Era una cosa muy lamentable y muy ofensiva en todo momento. No solo por la desinformación, sino por el trato que se nos dio a los gallegos y por cómo se quiso usar el sufrimiento de una tierra para generar algo que no tenía nada que ver. Por ejemplo, en aquel programa se recaudaron fondos que nunca llegaron a donde tenían que llegar y se utilizó un programa para defender postulados del Gobierno. Fue muy soez todo lo que se hizo en aquellos momentos en TVE.
Han pasado 20 años de todo aquello, pero el Prestige sigue generando noticias. Entre las últimas, la reinauguración hace solo unos días del Parador de Muxía, una de las pocas obras completadas del Plan Galicia, el conjunto de inversiones que anunció por el Gobierno de Aznar para reactivar la economía gallega. Otras infraestructuras prometidas, sin embargo, fueron quedando en nada con el paso de los años.
Aquello fue un cachondeo que se utilizó básicamente para acallar bocas y para comprar voluntades de determinados medios de comunicación. Pero no solo era eso, porque yo recuerdo ir por el interior de Galicia a más de 200 kilómetros de la costa y ver que a una pista forestal que ya estaba hecha desde hace 5 o 6 años le plantaron un cartel de 'Hecha con el Plan Galicia'. Aquello fue propaganda pura y dura regada con dinero público, pero como dice Martín Villa [comisionado del Gobierno para el Prestige] en el programa: si aquello sirvió para reforzar la imagen del Gobierno, alabado sea.
De hecho, has llegado a comentar que el PP salió bien parado de las siguientes elecciones municipales, celebradas solo unos meses después del Prestige, por la rapidez con la que indemnizaron a los afectados por la catástrofe.
El Partido Popular mantuvo el poder municipal sobre todo en esas zonas de Costa da Morte, pero también sitios donde gobernaba el PSOE mantuvieron el poder. Lo que no se nos puede olvidar es que en las siguientes elecciones autonómicas que hubo [2005] fueron las únicas en las que el PP no consiguió la mayoría absoluta en Galicia. Aquí la Xunta solo ha tenido un color, que es el del Partido Popular, desde el año 1981 hasta ahora excepto en dos ocasiones: la primera, por una moción de censura [la de 1987, que acabó con el Gobierno de Fernández Albor, aún bajo las siglas de Alianza Popular] y la segunda, tras las primeras elecciones autonómicas después del Prestige, que significaron el final de la presidencia de Fraga.
Todo esto lo analizamos en el programa. Cómo, a pesar de la indignación y el cabreo que hubo entre noviembre, diciembre y enero, en el mes de mayo, a la hora de votar, la gente votó por los mismos que estaban en los ayuntamientos. Que, ojo, no eran los responsables de gestionar la catástrofe, porque eso correspondía al Gobierno del Estado, pero no se castigó al partido que estaba al frente del Gobierno, eso está claro. Y también analizamos en el programa, incluso desde un punto de vista crítico, cómo, por dinero, se llegó a escuchar gente en algún pueblo decir “ojalá un Prestige todos los meses”.
Fue muy soez todo lo que se hizo en aquellos momentos en TVE
Otra frase que dejó el accidente fue la de Mariano Rajoy, entonces portavoz del Gobierno, que dijo que del Prestige salían “cuatro hilitos pequeños” de petróleo con “aspecto de plastilina”. Sin embargo, ni a él ni a otros dirigentes populares como Federico Trillo, Francisco Álvarez Cascos, Miguel Arias Cañete y Jaume Matas les pesó su actuación en aqeullos días. De hecho, acabaron ascendiendo políticamente o siendo condecorados.
En el programa hay una frase muy graciosa de Xosé Manuel Pereiro, uno de los periodistas gallegos que nos ayudan a vertebrar la historia, que dice: “Aquí ascendieron todos, y no solo la redactora Letizia Ortiz” [en aquel momento la reina era redactora de TVE y cubrió el Prestige]. Bueno, en la política las cosas funcionan poco así. El que era delegado de Gobierno, Arsenio Fernández de Mesa, que decía cosas como que el único dato seguro que tenían es que no sabían la cantidad de chapapote que había en el mar, acabó siendo director general de la Guardia Civil; Rajoy, que fue el de los “hilitos de plastilina”, terminó siendo candidato y posteriormente presidente del Gobierno; Arias Cañete [entonces ministro de Agricultura y Pesca] fue candidato del PP a unas elecciones europeas y viviendo Bruselas... Sí, la política es un poco así, pero afortunadamente los ciudadanos podemos decidir si nos gustan o no. Hay que recordar que en las primeras elecciones generales después del Prestige, aquel gobierno perdió el poder.
Después vendrían la Guerra de Irak y el 11-M, ¿pero crees que fue el Prestige el principio del fin del Gobierno de Aznar?
Sí, no me parece que esto esté desencaminado. Fue como el principio del poso. A raíz de lo que hicieron en el Prestige, cada vez que volvían a actuar de la misma manera, ya fuese con la Guerra de Irak, el Yak-42 o el 11-M, la gente fue viendo que aquello no era un error de un día, sino un sistema de gestión y comunicación. Sí, creo que el Prestige puso la primera piedra de cierto hastío y de una sensación, por parte de la sociedad, de que estaban siendo tratados como a niños. Que estaban viendo una cosa y les estaban diciendo la contraria. Sin duda, la gestión del Prestige fue una de las primeras cosas que acabó quemando al Gobierno de Aznar, sobre todo su imagen pública. De hecho, se hicieron no pocos esfuerzos a través del Plan Galicia y trayendo a Martín Villa para cambiar esa sensación, porque sabían que estaban empezando a desgastarse.
En el marco del Prestige también se produjo la dimisión forzada de Xosé Cuíña, entonces número 2 de Fraga. Un hecho que terminó impulsando definitivamente la carrera política de Alberto Núñez Feijóo.
A Xosé Cuíña se le conocía como el delfín de Fraga, y probablemente iba a ser su sustituto. Era un político con muchísimo poder en Galicia, con mucho desparpajo y capacidad comunicativa que representaba al PP que en Madrid no les gustaba que hubiese en Galicia. Y luego tenía otro gran problema para el PP de Madrid, que como era el consellerio de Política Territorial, lo que venía a ser Fomento, tenía una capacidad de invertir en publicidad institucional que hacía que tuviera nulas relaciones con el principal diario de Galicia, La Voz de Galicia. Hay un informe interno del Gobierno que se filtró tiempo después sobre cómo controlar a los medios, y una de las prioridades era contentar a La Voz de Galicia, y para eso hicieron la operación de cargarse a Cuíña.
Él fue el único cargo político que dimitió porque se descubrió que empresas suyas vendían los trajes que se utilizaban para limpiar las playas. Es decir, que un conselleiro se estaba beneficiando de una desgracia y aquello no había por dónde cogerlo. Lo interesante es que esa información la filtró el PP de Madrid, y con ese movimiento descabezaron a la parte del PP de Galicia que a ellos no les gustaba. La parte que era más autonomista y menos dependiente de Madrid. Y todo esto permitió, efectivamente, que cuando Fraga acabó su carrera como político en Galicia [de ahí pasó al Senado], quien asciende es Feijoó, alguien cercano al PP de Madrid, y no Cuíña, que atesoraba mucho poder. De hecho, aquí se decía que el 'PP de la boina', que él representaba junto a algunos barones provinciales, era el PNV o el Convergència y Unió de Galicia.
Una vez más, la política aprovechando una catástrofe para limpiar, con perdón de la expresión, su ropa interior sucia y no dedicarse al 100% a limpiar lo que la gente esperaba que limpiasen para poder seguir con sus vidas.
Hablando de la gente, la sociedad gallega salió a las calles bajo el movimiento ciudadano 'Nunca Máis'. ¿Se puede entender aquella reacción como un precedente, lejano y a nivel autonómico, del 15-M?
Lo que tienen en común es la reacción ciudadana, colectiva y numerosa, a una mala gestión gubernamental. A partir de ahí es distinto. Nunca Máis surge por un hecho concreto, mientras que el 15-M nace a raíz de muchas cosas que estaban pasando. No solo era que nos estuviéramos metiendo en una crisis, sino que también era la corrupción, la vida que se pegaban unos mientras otros sufrían... No creo que haya un paralelismo que se pueda hacer entre los dos movimientos, pero lo que sí se demostró es que la sociedad tiene un umbral de aguante. Y en Galicia fue ver las playas manchadas, pero sobre todo la falta de dignidad y coherencia de lo que se nos decía. No en vano, no son pocos los medios que dicen que aquella manifestación que se hizo en Santiago el 1 de diciembre de 2002 fue la más numerosa de la historia de Galicia. Y pocos meses después hubo una manifestación también histórica de Nunca Máis en Madrid.
La importancia de Nunca Máis no solo hay que verla en esas manifestaciones, sino en cómo reaccionaron el Gobierno y la Xunta ante este movimiento. De ellos se llegó a decir que estaban batasunizando Galicia, que se financiaban de forma ilegal a través de un partido político... O sea, que hubo un momento en que el Gobierno atacó virulentamente a un movimiento ciudadano, del que llegaron a decir que lo formaba buena gente que estaba siendo manipulada por la política. Esto es tremendo. En esta virulencia se ve el miedo que les daba el movimiento Nunca Máis tanto al Gobierno de Santiago como al de Madrid.
Lo que me ha permitido este programa es ver que las cosas se hicieron con más desvergüenza todavía de la que uno se imaginaba
Por último, ¿el reportaje te ha permitido llegar a nuevas conclusiones después de 20 años?
Sí, llegas a nuevas conclusiones, pero que van en el sentido de lo que más o menos imaginaba. Es un tema que he tocado bastante, incluso este año sale un libro de Libros del K.O. llamado Chapapote en el que tuve el placer de escribir un capítulo, y me permitió otra vez revisarlo. Es un tema que como periodista y como gallego no he dejado de revisar en estos 20 años.
Desde el principio estaba clara toda la trama que se contó y la trama que realmente sucedió. Lo que me ha permitido este programa es ver que las cosas se hicieron con más desvergüenza todavía de la que uno se imaginaba, y que desde el minuto 0 las cosas estaban muy claras: el barco iba a irse al quinto pino, y quien opinase lo contrario, ya fuese alguien de inspección o de capitanía marítima, no iba a poder entrar en los despachos donde se tomaban decisiones. Pero que esto te lo cuente la gente que fue protagonista es bastante brutal.
Además, había una cosa de la que no me acordaba: Mangouras no tenía que ser el capitán del Prestige porque el Prestige ya tenía otro capitán, pero cuando éste vio el estado del barco dijo que no se metía ahí. Y entonces llamaron a Mangouras para que hiciese su último viaje. Pero bueno, yo creo que más o menos nadie se ha llevado a engaño en estos años y está claro quién tomó las decisiones, qué criterios se siguieron y si fueron correctas o no fueron correctas esas decisiones.