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Emerald City 01x10 Season Finale: Un bonito y apoteósico ‘hasta la vista’

Por Alberto Rodríguez

Para los que acudís a esta review después de haber visto el episodio coincidiréis conmigo en que hemos asistido a un capitulazo digno de cerrar esta primera temporada de ‘Emerald City’. Tenía todo lo necesario para ser el perfecto broche final de este periplo que nos ha tenido en vilo durante dos meses y medio. Cada viernes Oz ha entrado en nuestros hogares para servir de entremés a la espera de otras ficciones ya consolidadas entre el gran público, como ‘Juego de Tronos’, ‘The Walkind Dead’ o la recién estrenada ‘Once Upon a Time’. Pero seamos justos: esta serie ha servido para algo más que un ligero entretenimiento. Ha calado poco a poco en nuestros corazones de followers –de devoraseries- y hemos disfrutado de las historias e intrigas que ha puesto sobre la mesa. Hemos compartido las pasiones de sus protagonistas; hemos crecido y caído con cada uno de ellos, y finalmente, llegó el momento de despedirlos. Pero antes, las cuentas deben quedar saldadas. Y con la revelación del secreto final creo que se pueden quedar con la vuelta, porque hemos acabado completamente satisfechos.

Y para los que os atrevéis a seguir adelante sin haber visto el episodio – ¡ay, pillines, lo que os gusta un buen spoiler!- espero presentároslo aderezado a vuestro gusto y que os sepa a mil manjares. Aunque mi consejo es que primero lo veáis y después, ya sí, retornéis aquí para no perder ripio de ningún detalle.

(He aquí los últimos y mejores spoilers de la temporada)

La caída del león cobarde y el alzamiento de Ozma

¡Toc, toc! ¿Quién es? ¡Soy Ozma, la legítima heredera al trono de Oz y de Emerald City! ¡Haz el favor de abrirme la puerta de la muralla, que vengo a quedarme por una larga temporada! Bueno mira, si eso, ya me abro yo sola, gracias. Así podríamos resumir el planteamiento inicial cuando Ozma y West vuelan por los aires el portón de la ciudad para adentrarse en ella y tomarla por la fuerza, en contra de los pocos soldados del Mago que quedaban en su interior. Entre ellos Eamonn.

Y aunque Tip no estaba muy de acuerdo con las formas, al ver al soldado con cabeza de león delante de ella se le quitaron todos los resquemores posibles. Eamonn, por fin, dio la cara frente a la hija de aquellos a los que había asesinado para salvarse. Así lo confesó frente a una implacable princesa que mentalmente improvisaba una venganza mientras le escuchaba admitir su cobardía. Y ante la sed de sangre de West, se impuso una calculadora forma de tomar justicia sobre el asesino de sus padres: Ozma mandó traer a la familia de Eamonn y les borró la memoria con su magia. Atónito, el cabeza de familia descubrió que su mujer y sus hijos no le recordaban. Al preguntarle a Ozma sobre lo que les había hecho, ésta sentenció: ‘Tú me quitaste a mi familia. Ahora te quito yo a la tuya’. Acto seguido, le desterró de Emerald City, le quitó sus propiedades y sus títulos, y le condenó a vagar como la bestia que era, portando la capucha de león consigo.

Confesar su crimen a cara descubierta podría considerarse un acto de valentía, pero me temo que llegó un pelín tarde. Sobre todo si tenemos en cuenta que Tip y las brujas tenían ya tomada la ciudad. Al parecer, la carambola de Eamonn ayudando a Roan y a Glinda contra el Mago no llegó lo suficientemente rápido. Tal vez de no haber regresado Ozma hubiera sido recompensado por Glinda una vez que la magia se hubiera restaurado en Oz. Pero su corazón piadoso impidió que asesinara a Ozma cuando era un bebé. Los ojos de la criatura le devolvieron la mirada y se vio reflejado como el asesino que era. Dejarla huérfana fue una vileza, pero matar a un bebé suponía una cobardía que ni siquiera él estaba dispuesto a cometer. Condenado ahora al exilio, puede que tenga tiempo de reflexionar sobre sus actos. Y quién sabe si en el futuro le llega la oportunidad de demostrar su valor. Los caminos de Oz son inescrutables.

Una lucha entre sangre y polvo

En medio de la campiña en la que descansaba la guardia del Mago, mientras éste daba indicaciones a Dorothy para que se presentara con los Guerreros Eternos en el Castillo de Glinda y obligarla a rendirse, la bruja del Norte y su legión de jóvenes hechiceras les tomaron la delantera y cayeron sobre sus enemigos como una colmena. De hecho, nubes gigantescas de insectos –como langostas- fue la forma que eligieron para presentarse. Suerte que Dorothy controla los elementos y la naturaleza, y pudo congelar a las hordas de bichos justo cuando éstos la habían rodeado. Otra vez atrapada en un tornado.

Sin embargo, este parón sirvió de interludio para parlamentar con Glinda, la cual, atravesó la cortina de insectos como si nada para plantarse delante de Dorothy. Con lo que no contaba la de Kansas fue con que también aparecería Sylvie, su talón de Aquiles. La benjamina echó mano de su habilidad extrasensorial para dinamitar al gigante de piedra y así darle la victoria a las brujas. Pero Dorothy tenía un as bajo la manga. Dio vida al gigante de Emerald City, el que tenía una lanza apuntando al templo sagrado de las brujas. Cuando atravesó el domo sagrado alcanzó también la cripta y al romper los relicarios donde descansaban los hechizos de las brujas anteriores, la magia de Glinda se desvaneció. En ese momento fue cuando Frank, haciendo gala una vez más de su cobardía y su mezquindad, mandó a sus hombres disparar contras las brujas aprovechando su debilidad.

Los rifles empezaron a descargarse con ganas en los pechos de las jóvenes vírgenes que vestían túnicas de un blanco inmaculado. Por allí también pululaba nuestro Jack, a la espera de cobrarse su venganza sobre el Mago. Pero al ver lo que ocurría, decidió que primero tenía que llevarse por delante a cuantos soldados pudiera para ayudar a las muchachas. Todo el que fuera contra el Mago y su empresa se convertía sistemáticamente en su aliado. Lamentablemente sus movimientos articulados y el hecho de estar únicamente armado con un hacha no fueron suficientes para hacer frente al disparo de una escopeta en su pecho de hojalata. Reducido entre varios de los hombres del Mago, fue víctima de un brutal descuartizamiento –con saña y alevosía- de cada una de sus partes metálicas. Los gritos de rabia que profirió en ese momento se vieron acompañados de bocanadas de sangre que tiñeron el ambiente de un rojo escarlata en claro contraste con las cortinas de humo que impedían ver nada en los alrededores. Con la ironía de haber recibido el destino que tenía deparado para el propio Mago de Oz, nuestro Jack quedó a merced, una vez más, de la compasión de algún bienaventurado que estuviera dispuesto a salvar su vida.

Pero un par de disparos acertaron donde no debían: el pecho de Sylvie. Esa fue la gota que colmó el vaso de Dorothy, la cual, empoderada con los guanteletes de East, fue en busca del Mago para acabar de una vez por todas con esa tragedia. Frank, nuevamente, evidenció su condición débil al caer –torpe y patoso- de espaldas a causa de un traspiés. Como una tortuga bocarriba que no es capaz de incorporarse, el otrora poderoso Mago de Oz pedía clemencia no sólo ante Dorothy, sino ante las brujas que yacían en el suelo y que de nuevo volvían a la vida. Glinda le recordó en ese instante que sólo una bruja puede matar a otra bruja, y aquí vino la pregunta del millón de dólares: si vosotras no sois la bestia inmortal, ¿quién es?

Oz, tenemos un problema

Pues no me gusta alardear, pero mi vaticinio de la semana pasada se ha cumplido –aunque seguro que muchos de vosotros también lo visteis venir-, y el hombre en el interior del árbol en la Prisión de los Abyectos ha resultado ser la famosa Bestia Inmortal.

Después de agredir a Ojo –y supuestamente matarlo-, el extraño ser decidió confeccionarse una funda de piel con los restos de las prisioneras muertas. Y una vez completado su nuevo pellejo, por aquello de no ir por Oz en paños menores, de su espalda le brotaron unas poderosas alas que le permitieron sobrevolar el vasto terreno que lo separaba con Emerald City.

Mientras tanto, una escéptica Glinda se enteraba en el salón del trono que éste ya tenía nueva dueña: Ozma había retornado para quedarse. Y a su lado se encontraba West con una oferta de reconciliación para volver a ser las consejeras de la monarca, igual que antaño. Aunque la cara de Glinda parecía evidenciar un ligero chasco -¡qué fastidio servir a un nuevo rey cuando puedes ser la reina del cotarro!-, tanto daba, ya que la Bestia Inmortal no les dio tregua para presentarse desde los cielos, oscureciéndolo todo con su sombra.

Como en todo nuevo gobierno que empieza, parece que el ejecutivo formado por Glinda, West y Ozma -Tip para los amigos- va a tener que hacer frente a un nuevo problema que amenaza con arrasar esa tierra. Aquí se pondrán a prueba los lazos entre hermanas y si verdaderamente Glinda está decidida a remar en el mismo sentido con tal de salvar a su mundo de este grave peligro cuyas consecuencias están todavía por descubrir.

No sin mi madre

Todo este tiempo hemos pensado, al igual que Dorothy, que la madre de nuestra heroína era la famosa Karen Chapman. Sin embargo Frank confesó –como siempre, movido por el miedo y jugando su baza para salvarse- el secreto mejor guardado de la temporada: la verdadera madre de Dorothy es Jane, la inventora. De hecho, Frank le cuenta la visita a Oz de su hija a la propia Jane cuando Jack está a medio camino de estrangularle. Por cierto, me asombra la infinita facilidad con la que los personajes de esta serie son capaces de burlar las líneas de defensa de los soldados del Mago. Éste debería plantearse cambiar de guardia enseguida porque desde luego muy efectivos no son.

Pero volviendo con el conflicto madre e hija, un primer amago de reencuentro se produce instantes previos a la entrada de Glinda y sus chicas. Jane, temblorosa y casi sin creérselo, se acerca a Dorothy. Ésta, aunque no sabe la verdad, sí la intuye. Sus ojos lastimeros la ven venir junto a esa temblorosa mujer con gafas que se acerca para hablar con ella. Ahora que sabemos que Jane es su verdadera madre sí me creo que Roberto sea su verdadero padre. Es poco probable que Frank hubiera tenido algo que ver con Jane, aunque nunca se sabe.

Una vez que las brujas hubieron vencido al Mago, con la inestimable ayuda de Dorothy claro está, la de Kansas lo llevó a la sala de la maquinaria capaz de generar el tornado que los regresara a su mundo. Frank insistió en que no tenía vida a la que retornar, e incluso estuvo a punto de revelarle a Dorothy el paradero de su verdadera madre. Todo con tal de no dejar Oz. Pero la irrupción de Jane en la escena precipitó los acontecimientos y tras recibir un disparo, Frank tropezó –evidenciando por enésima vez su estupenda condición física- y se dejó caer sobre un rincón cercano, quedando inconsciente. ¿Está muerto?

La respuesta nunca llegó. Porque ahora sí, Jane apareció para confesarle a Dorothy la verdad, y que el motivo que la había llevado a separarse de ella fue protegerla. Cuando Karen la llevó de regreso a Kansas, el Mago envió a sus hombres para acabar con ella por miedo a que ésta volviera a por Jane y le hiciera regresar a él también. De ahí que Dorothy encontrara a Karen herida el día que la conoció.

Poco duró el tiempo junto a su madre, que Dorothy aprovechó para reprocharle que con ella se hubiera sentido segura a pesar de los peligros, porque Jane la engañó para que entrara sola en el tubo de la máquina. Al parecer sólo había espacio para un viajero y ese era Dorothy. Mientras ésta aporreaba el cristal, Jane le repetía la promesa que había hecho para protegerla. Y en el preciso instante en que la Bestia Inmortal llegaba a Emerald City, Dorothy salía volando por los aires de la misma forma que llegó: ‘over the rainbow’(sobre el arco iris).

Lo que siguió fue encontrar a Karen y llevarla al Hospital para que se repusiera de sus heridas. ¿Cuánto tiempo había pasado? Desde luego no fueron días, si no la mujer habría muerto desangrada. Más bien fue como el final de una mala noche, de un mal sueño.

De vuelta en la granja de sus tíos, Dorothy tuvo que asimilar todo lo que ha vivido y la verdad que ha dejado atrás. Embelesada con el mosaico de colores con forma de arco iris del ventanal de la cocina, reflexiona amargamente sobre estas vivencias y, seamos francos, el marrón que ha dejado en esa tierra con la Bestia Inmortal suelta por ahí. Ni siquiera su tía logra que se olvide de sus sinsabores, hasta el punto de que las manchas que le dejan en las manos las nueces al partirlas le recuerdan al opiáceo de West. Pero justo cuando la línea entre la razón y la locura empezaba a desdibujarse, Totó y Lucas aparecieron delante de ella.

Superado el susto inicial y bajo la palabra de no hacerle daño, Lucas informó a Dorothy de que había sido enviado por su madre, Jane, la cual había sido capturada por la Bestia Inmortal. Su intención era llevarla de nuevo a Oz con él, a su hogar, como se refirió específicamente. Y Dorothy, al igual que les ocurre a muchas personas que se marchan a otros países a trabajar durante años y cuando vuelven a su tierra de origen sienten que han perdido el vínculo con ésta, se quedó mirando a su alrededor mientras pensaba en estas dos palabras: mi hogar. ‘No hay un lugar como el hogar’ –el nombre del episodio- son las palabras pronunciadas por Judy Garland al final del Mago de Oz de la Metro Goldwyn Mayer. El problema es, queridos amigos, que nuestra Dorothy no sabe dónde está el suyo.

Y de esta poética forma concluye la primera temporada de ‘Emerald City’ con una invitación directa a una segunda temporada y un nuevo viaje a Oz. Muchas de las tramas han sido satisfechas pero aparentemente se han abierto otras: ¿cuál es el origen de la Bestia Inmortal? ¿Quién lo encerró en la Prisión de los Abyectos? ¿Cómo acabó Jane de inventora para Lady Ev? ¿Volverá la reina Langwidere a la vida ahora que sabemos que es una inteligencia artificial? ¿Y Jack? ¿Conseguirá sobrevivir desmembrado tirado a su suerte? Y volviendo a Emerald City, ¿conseguirá la alianza entre hermanas brujas ayudar a la nueva líder Ozma? ¿Qué papel jugará la nueva soberana ahora que la Bestia Inmortal parece dominar el terreno de juego? ¿Habrá aprisionado a Jane para atraer a Dorothy? Y lo más importante: ¿está el Mago de Oz vivo?

La respuesta a esta avalancha de interrogantes, me temo, está en la segunda temporada. Pero no os perdáis la semana que viene, ‘Cómo sobrevivir a Oz y regresar para contarlo’, una review especial en la que haremos balance de todo lo que ha dado de sí esta primera temporada: lo que más ha gustado y disgustado a los fans; las audiencias en USA y en España y, sobre todo, la hipotética vuelta de una segunda temporada. Aquí, en ‘Los devoraseries’.

Por Alberto Rodríguez

Para los que acudís a esta review después de haber visto el episodio coincidiréis conmigo en que hemos asistido a un capitulazo digno de cerrar esta primera temporada de ‘Emerald City’. Tenía todo lo necesario para ser el perfecto broche final de este periplo que nos ha tenido en vilo durante dos meses y medio. Cada viernes Oz ha entrado en nuestros hogares para servir de entremés a la espera de otras ficciones ya consolidadas entre el gran público, como ‘Juego de Tronos’, ‘The Walkind Dead’ o la recién estrenada ‘Once Upon a Time’. Pero seamos justos: esta serie ha servido para algo más que un ligero entretenimiento. Ha calado poco a poco en nuestros corazones de followers –de devoraseries- y hemos disfrutado de las historias e intrigas que ha puesto sobre la mesa. Hemos compartido las pasiones de sus protagonistas; hemos crecido y caído con cada uno de ellos, y finalmente, llegó el momento de despedirlos. Pero antes, las cuentas deben quedar saldadas. Y con la revelación del secreto final creo que se pueden quedar con la vuelta, porque hemos acabado completamente satisfechos.