Eva la Trailera Review Final: Un duelo de altura entre protagonista y villana
España ha dicho adiós a Eva la Trailera. Es, por tanto, un buen momento para hacer balance de la telenovela protagonizada por Edith González, Arap Bethke, Jorge Luis Pila y Érika de la Rosa. ¿Vemos si lo que esperábamos ver fue lo que vimos?
¡¡CUIDADO SPOILERS!!
Una de las grandes
Es posible que a esta telenovela se le puedan reprochar muchas cosas, pero a quien no se le puede hacer ni un solo reproche es a Edith González, que ha vuelto a demostrar por qué es una de las más grandes del género desde hace años.
Desde el principio vimos que el personaje de Eva tenía muchos matices, pero lo más interesante es que pese a todos los golpes que recibió (que fueron unos cuantos), siempre mantuvo su esencia. Eva Soler empezó siendo trailera, aunque la vida la llevara a vivir rodeada de lujos, y terminó siendo trailera. ¿A qué me refiero? A que nunca olvidó ni quién era ni de dónde venía. Ella era la hija de Pepe Soler y así se presentó durante toda la historia. Eso sí, no hubiera estado mal verla más veces subida en el tráiler.
Eva siempre conservó su capacidad para dar y para perdonar. ¿Qué hubiera sido de las furias sin la generosidad de Eva? Es cierto que sus compañeras de prisión siempre la ayudaron, pero ella también puso todo de su parte para que cada una de sus amigas superara sus dramas particulares.
En cuanto a su capacidad de perdonar, el mejor ejemplo es su relación con Armando. A pesar de todo cuando le hizo, que no fue poco, ella siempre lo recordó lo que habían compartido y nunca olvidó que, por encima de todo, era el padre de sus hijas. Eso sí, tampoco se dejó chantajear emocionalmente y, desde luego, no olvidó todo lo que le había hecho. No creo que fuera fácil para Eva lidiar con esa montaña rusa de emociones, pero lo hizo y, además, consiguió que nos creyéramos y comprendiéramos todas y cada una de sus emociones.
Podría decir muchas más cosas sobre Eva Soler y aún más sobre la interpretación de Edith González, pero voy a decir solo una más. Edith, vuelve pronto. Te extrañamos.
Una villana de matrícula de honor
Si ‘Eva la trailera’ hubiera sido una telenovela convencional, a estas alturas estaría escribiendo sobre el galán y el romance entre los protagonistas. Pero en esta historia la relación más importante, la más destacada, la más interesante, no es la romántica. No. El eje sobre el que todo ha girado ha sido el duelo entre Eva y Marlene. El duelo entre la protagonista y la villana.
Si Edith González ha brillado, Érika de la Rosa ha estado impresionante. Si ya sabíamos que era muy buena amargándoles la vida a las protagonistas de las telenovelas en las que participa, aquí se ha graduado de villana. Y con matrícula de honor.
Marlene ha sido un personaje que nos lo ha dado todo en esta historia. La hemos aborrecido desde el minuto dos (en el uno aún nos la creíamos como comadrita de Eva) Pero, sobre todo, ha conseguido que capítulo a capítulo nos preguntáramos de dónde venía tanto rencor. ¿Cómo es posible aborrecer tanto a quien te salvó la vida? ¿Cómo es posible detestar tanto a quien te dio una segunda oportunidad?
La primera respuesta sería por envidia. Eva, una “naca trailera” consiguió todo lo que Marlene había perdido y eso para alguien que nació en cuna de oro debe ser duro de asimilar. Unido a esa envidia, llega la avaricia. ¿Por qué tiene que vivir ella de arrimada en la casita de la piscina después de haber sido dueña y señora de la casa principal? ¿Por qué tiene que ser una simple empleada, aunque tenga cargo ejecutivo, teniendo la capacidad de ser la jefa?
Envidia y avaricia son dos fuertes razones para destrozarle la vida a alguien, pero si a la ecuación le añadimos los celos, tenemos una operación perfecta. Puede que Armando fuera también un “naco trailero” pero Marlene quería ese “naco trailero” para ella.
Hubo un momento en que esos tres factores se unieron y consiguieron hacer a Marlene casi invencible: se quedó con la casa, con la empresa y con Armando. Pero, a pesar de todo no tenía suficiente. Necesitaba seguir cavando el pozo en el que enterrar a Eva. Entró entonces en juego la obsesión. ¿Qué necesidad había de poner en peligro todo lo conseguido con tal de acabar definitivamente con su enemiga? Solo una obsesión enfermiza lo explica.
Es la combinación de todos esos elementos: envidia, avaricia, celos y obsesión lo que explica su conversión en Marléfica. Todos esos factores son los que la llevan a elaborar ese complejo plan maquiavélico para destruir por completo a Eva.
Marlene tuvo muchas victorias en muchas batallas. Durante gran parte de esa guerra tuvo todas las de ganar porque hay que reconocer que ha sido una gran estratega, que era sumamente inteligente y muy hábil a la hora de planificar cada movimiento. Meditaba cada paso con detenimiento, lo que la ayudaba a minimizar riesgos.
Era la antítesis de Eva, que era puro instinto. Marlene actuaba desde la frialdad racional. Eva se movía a base de reacciones emocionales. Eva se mantuvo fiel a su esencia hasta el último segundo. El sentido común, la razón decía que no debería haber acudido a la llamada de Marlene, pero ella fue porque su corazón le decía que tenía que ir para intentar salvar a los que quería (no voy a decir más que no me quiero pasar con los spoilers).
Y esa fue la gran victoria de Eva. Que su forma de ser, de ver la vida, de sentir, de compartir, venció a la maquinaria lógica que era Marlene. La derrota real de Marléfica fue comprobar que ella se había quedado sin nada ni nadie, mientras que Eva lo tenía todo y a todos a su lado. Y sin necesidad de intrigas ni sucias maniobras.
Un triángulo que no fue tal
En cuanto a los galanes, al principio pensamos que estábamos ante una historia tradicional donde veríamos a Eva dudar entre su marido de toda la vida o el hombre que había llegado a su vida. Pero, si lo pensamos bien, no ha sido así.
Una mujer como Eva nunca volvería con el hombre que la engañó con su sobrina. Ni con el hombre que mintió para que acabara en la cárcel. Ni con el hombre que no supo cuidar y proteger a sus hijas. Ni con el hombre que le robó su empresa. Ni con el hombre que se casó con su peor enemiga. Ese debate se cerró muy pronto.
Entonces, ¿cuál era la duda? La cuestión estaba en saber si Eva y Pablo conseguirían mantener una relación estable y aquí, seamos claros, hubo muchas dudas. No voy a hablar de la diferencia de edad porque si no lo hice con la relación entre Adela y Carlos en ‘Bajo el mismo cielo’ tampoco lo voy a hacer aquí.
Las dudas vinieron porque, aunque Pablo ha sido un perfecto caballero andante del siglo XXI capaz de todo por proteger a su bella dama, también ha tenido una gran habilidad para meter la pata hasta el fondo. Y su relación con Betty es el mejor ejemplo. Betty tenía una personalidad muy complicada (no era Marlene, pero podría pasar por su aprendiz) y Pablo no supo lidiar con esa complejidad. Eva se mantuvo firme frente a Armando, pero Pablo caía una y otra vez en las manipulaciones emocionales de Betty.
Arap Bethke ha salido airoso del papel, como suele ser habitual, aunque el personaje no le ha ayudado demasiado porque ha habido muchos momentos en los que se dispersaba. Es más, creo que sus múltiples empleos tampoco lo han ayudado. ¿Qué era? ¿policía? ¿detective? ¿guardaespaldas? ¿abogado? ¿Un poco de todo? El personaje empezó muy bien y ha cumplido a la perfección como leal protector de Eva y los suyos, pero, en algunos momentos, se les ha ido un poco de las manos. Eso sí, Arap Bethke sigue ganando posiciones en el ranking de galanes más interesantes.
En cuanto a Jorge Luis Pila, se encontró con uno de esos personajes llenos de matices que hacen que un actor tenga que mostrar todos sus registros. Y él lo ha hecho. Ha sido un malvado odioso, un machista recalcitrante (¿cómo se atreve a reprocharle a Eva que salga con Pablo ya separados después de que él la engañara con Sofía?), pero también vimos a un padre preocupado y a un hombre dispuesto a casi todo (la cárcel no entra en la ecuación) por salvar a la mujer de su vida.
Cuando los secundarios son multitud
Reconozco que ahora tengo un problema. Debería hablar de los secundarios, pero no sé ni por dónde empezar ni de quién hablar. Es que este ha sido uno de los grandes hándicaps de esta telenovela. No es que haya habido muchos secundarios. Es que ha habido una multitud. Y todos han tenido su historia con su inicio, su desarrollo y su desenlace. Es más, algunos hasta han tenido un par de tramas. No es que esté mal que haya cuestiones secundarias para aligerar el drama principal, pero aquí han pecado de exceso.
Hagamos un balance rápido y perdón porque ya sé que me olvido algo. Tenemos las tramas en torno a Carmen y Sofía, la relación entre Adriana y Andrés, la guerra entre los Mogollón y los Monteverde por Bobby, todas las furias y sus respectivos dramas cada cual más intenso que el anterior, los romances de Adriana y Bobby, JJ y Marisol… Y en medio de todo esto, Fabiola y Diego, que, sinceramente, se hubieran merecido bastantes más minutos y un protagonismo mayor.
En definitiva, ha habido tantos personajes, tantas tramas, tantas interacciones, tantas relaciones, que había un punto en el que ya no sabías qué estaba pasando. Y ese exagerado número de aspectos secundarios ha hecho que algunos se desarrollaran hasta el último detalle y otros los hayamos visto a la velocidad de la luz.
A pesar de ese detalle, creo que el gran mérito de ‘Eva la trailera’ es que en su línea principal ha conseguido sorprendernos. Lo importante no era si Eva se quedaba con Armando o con Pablo. El centro de atención ha sido siempre averiguar quién ganaba el duelo épico entre la protagonista y la villana. Y ese duelo tardaremos bastante en olvidarlo porque ha sido de los que hacen historia.
España ha dicho adiós a Eva la Trailera. Es, por tanto, un buen momento para hacer balance de la telenovela protagonizada por Edith González, Arap Bethke, Jorge Luis Pila y Érika de la Rosa. ¿Vemos si lo que esperábamos ver fue lo que vimos?