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'Mr. Robot' 1x02 Review: Preguntas y decisiones

Por Marta Ailouti

Cuando muchos aún nos estábamos recuperando de ese flechazo directo que recibimos con el piloto de 'Mr. Robot', llega este segundo episodio que, sin superar el buen sabor de boca que nos dejó aquel, mantiene su nivel. Camino de convertirse en la serie del verano, y en uno de los mejores estrenos del año, el ciber-thriller psicológico de Sam Esmail, que fue renovado ya por una segunda temporada antes de su estreno, es una mezcla difusa entre 'El club de la lucha' y 'Dexter', que a algunos, al menos a una servidora, les recordará también en algo a 'Donnie Darko'.

Un excelente Rami Malek encabeza el reparto de esta serie que trata sobre Elliot Alderson, un ingeniero informático con trastornos psicológicos, a medio camino entre el autismo, la sociopatía y la disociación, que durante el día trabaja para una empresa de seguridad cibernética que protege corporaciones y por la noche como hacker justiciero.

Sin embargo, más allá del argumento principal, algo más trillado, lo que enamora de 'Mr. Robot', capaz de encandilar por igual a crítica y público, es su magnífico reparto, el guión, su tono envolvente e hipnótico, su música ambiental y su fotografía. Y es que es cierto aquello de que a veces no hay elección. Y es la serie de USA Network, al menos hasta que se demuestre lo contrario, un gran sí. O un gran uno. De eso, sobre unos y ceros, o elecciones, nos habla su segundo capítulo que, como seña de la casa, tiene título de archivo, eps1.1_ones-and-zer0es.mpeg. ¿Lo comentamos?

¡CUIDADO SPOILERS!

Los hombres de negro

Los hombres de negro existen. O al menos los que existen son los once abogados que esperan a Elliot junto a Tyrell Wellick para que este le ofrezca un trabajo en la división de ciberseguridad de su empresa. El nuevo director de tecnología provisional de E-Corp, léase Evil, es el primer beneficiario, también la primera consecuencia, de la situación actual de la multinacional. Qué se esconde detrás de él es todo un misterio. Wellick sabe más de lo que dice y se perfila como un buen antagonista a largo plazo.

Así las cosas, o todo es demasiado fácil y perfecto en la vida del niño bonito de la diabólica empresa o, como sospecha Elliot -que en su primera decisión importante del día rechaza su oferta-, ha intentado tenderle una trampa. Las consecuencias no se harán esperar. Tyrell sabe algo y no parece uno de esos tipos capaz de encajar bien una negativa. Los frentes abiertos comienzan a ampliarse.

Decadencia

No obstante, los últimos acontecimientos no solo han repercutido en el organigrama de Evil-Corp sino que empiezan a afectar además al empleado número ER 28-0652, quien no termina de perdonarse haber enviado a Terry Colby a la cárcel. No es que el que fuera director de tecnología de la corporación capitalista sea completamente inocente. Pero sí lo es, al menos, de los cargos que se le imputan. Y eso a Elliot, que como 'Dexter' sigue también su propio código, le pesa.

No ayuda mucho tampoco su consumo descontrolado de morfina que supera ya los 30 gramos diarios, ni que el único tipo capaz de conseguirle las pastillas de abstinencia acabe de abusar de una inconsciente Shayla en su casa. Aunque con resultados distintos, como ella, Elliot sabe que no existe elección, que algunas historias solo tienen un final posible. Esto es, la detención de Fernando Vera, aunque eso signifique que sus drogas ya no son una posibilidad real para él. Y la abstinencia solo puede significar una cosa a corto plazo: que su estado físico y psíquico, cada vez más demacrado, vaya a peor.

El suspense psicológico dentro del suspense cibernético

Entre tanto, a la que no se le han pasado por alto sus ojeras es a su psicóloga que empieza a detectarle antiguos patrones y viejos comportamientos. Son estas sesiones con Krista las que dejan entrever las disfunciones del informático y siembran algo de luz sobre su personalidad. También las que nos hacen dudar más aún sobre lo que vemos.

Todo, o casi todo lo que se nos muestra en 'Mr. Robot' funciona dentro de la óptica de Elliot. Nada podría ser cierto y todo lo podría ser. Y la serie juega muy bien con esos límites. Porque, ¿y si los hombres de negro, esos que se ven al final de cada calle y esquina en cada lugar, no existieran? ¿Y si Tyrell Wellick fuera producto de su imaginación? O, como ya más de alguno se ha aventurado a apostar, ¿y si lo fuera Mr. Robot y en realidad sea él mismo el ideólogo que se esconde realmente detrás de FSociety?

Lo cierto es que la ficción de USA Network se cuida mucho de insinuar que lo es. ¿Es casualidad o no que nadie, salvo Elliot, interactúe directamente con el personaje de Christian Slater y que nadie se dirija directamente a él? ¿O eso es solo lo que nos quieren hacer creer? Porque, después de todo, ¿qué pasaría si todos fueran reales? A fin de cuentas, nosotros somos ese amigo invisible al que él se dirige. Y nosotros, Elliot, sí que estamos aquí.

Como lo está Angela. Ella sí que parece real. A nuestros ojos y al de quien la espía. Alguien que tal vez tenga que ver con ese Ejército Oscuro, Dark Army en inglés, anárquico y sin reglamento que trabaja para cualquiera, y opera en los mercados asiáticos. ¿O será el FBI o los hombres de Wellick quienes desean tenerla controlada?

Contra las cuerdas

Sea como sea, dos episodios le han valido al ingeniero informático de ojos saltones para ponerse contra las cuerdas y abrir demasiados frentes en un movimiento que a priori no podíamos prever y que le deja, por ahora, sin aliados en una especie de Elliot contra el mundo.

Y es que una visita a ese parque de atracciones abandonado tan maravilloso pone al descubierto el plan de Mr. Robot de volar una planta de gas, situada junto a Steel Mountain, que es la instalación para el almacenamiento de datos remotos de todas las empresas bursátiles, incluida Evil Corp. El problema con las explosiones es que matan gente y Elliot no está dispuesto, al menos de momento, a pasar por ahí, aunque eso suponga abandonar FSociety para siempre.

Pero ya es tarde, porque Mr. Robot, real o no, ya se ha metido en su cabeza. Es así como además le empezamos a ver las aristas al padre de nuestro protagonista, que trabajó también de ingeniero informático en E-Corp. Trágica resulta la templanza con la que él mismo revela algunos datos. Un recuerdo algo más oscuro en el que el señor Alderson lo arrojaba por la ventana después de que un pequeño Elliot de ocho años le desvelara a su madre su leucemia. Llegados a este punto Mr. Robot, ese hombre sin nombre al que nadie se dirige, lo tiene claro. No se comprometió, igual que ahora con FSociety, con esa especie de pacto sagrado que había asumido. El final, en el que le tira del muro donde están sentados, no podría ser más impactante.

Pero si algo hemos aprendido de estos dos episodios es que nada es lo que parece. Tampoco los finales, que ocurren en todo lo alto. Como adelanto, os dejo la promoción del próximo capítulo. Y es que por suerte, esto solo acaba de empezar.

En el próximo capítulo...

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Por Marta Ailouti

Cuando muchos aún nos estábamos recuperando de ese flechazo directo que recibimos con el piloto de 'Mr. Robot', llega este segundo episodio que, sin superar el buen sabor de boca que nos dejó aquel, mantiene su nivel. Camino de convertirse en la serie del verano, y en uno de los mejores estrenos del año, el ciber-thriller psicológico de Sam Esmail, que fue renovado ya por una segunda temporada antes de su estreno, es una mezcla difusa entre 'El club de la lucha' y 'Dexter', que a algunos, al menos a una servidora, les recordará también en algo a 'Donnie Darko'.