Paquita Salas 2 o la magia de sentirse como en casa
Por David Marañón
Básicamente es esa la sensación que a uno le queda cuando ve esta serie. Paquita Salas hace que sientas que los personajes que estás viendo en la pantalla sean como tu familia. Sufres por su sufrimiento, disfrutas su diversión y los momentos de introspección hacia personajes son dolorosos y terriblemente reales. Porque Paquita es realidad, es nuestra vecina la que siempre alza la voz en las juntas de vecinos, la señora del barrio que se queja en el mercado porque se le cuelan o la madre que presume de hijo después de una función escolar. Es costumbrismo elevado a la máxima potencia, de ahí a su buen funcionamiento.
En esta segunda temporada vemos la caída al vacío de Paquita y Magüi después de un problema económico surgido a partir del primer capítulo. Tras varios intentos de recuperar el dinero –ojo al calendario benéfico– el fin de PS Management es inminente, y capítulo a capítulo vemos como el dramático final se acerca poco a poco sin estar nosotros preparados. ¿Hay demasiado drama en la temporada? Puede, pero las partes cómicas superan con creces a la temporada anterior, por lo que se compensa a la perfección, siendo una montaña rusa aún mayor si cabe, montaña rusa que se representa a la perfección en el primer capítulo, donde de estar zen y muy relajada Paquita pasa a querer matar a media España –mientras Verónica Echegui se caga en España entera-.
Y es que la comedia se acentúa hasta tal punto que ver a un grupo de gente aterrorizado por una chica con síndrome de Down que amenaza constantemente a Belinda Washington por ser una ‘puta vaga que no ha hecho nada’ y querer a Javier Gutiérrez es algo que hace que consigamos que nos salga una sonrisa al recordar a un grupo de personas que no suelen tener mucho protagonismo en la televisión actual. Que metan de esa forma tan natural a personas con síndrome de Down es algo que admirar, y agradecer.
Pero no toda la historia la llevan sobre los hombros las dos protagonistas. Los secundarios hacen su trabajo a la perfección –Anna Castillo, ¿por qué sales tan poco?– y los cameos participan de una forma muy activa en la trama: si en la primera temporada los sorprendían, en esta segunda tanda de capítulos es un no parar constante, lo que consigue que nos metan más en la historia todavía –le da un punto de realidad dentro de la ficción que funciona muy bien-. Desde los ya anunciados como Ana Obregón o Roi a las grandes sorpresas –Bárbara Valiente es ya historia de la televisión española– hacen que el surrealismo del mundo de Paquita se convierta en un vórtice de absurdez del que nos encanta participar.
Mención aparte merecen las secundarias Lidia San José y Yolanda Ramos. Con los papeles de Lidia y Noemí consiguen no solamente hacer que no nos saturen Paquita y Magüi –los Javis son desde ya las personas que mejor manejan los tiempos de personajes en pantalla– sino hacer que el universo de Paquita cobre mucho más sentido y se haga mucho más grande en una escala emocional que parece no tener nunca fin. Gracias doy por este rescate televisivo a Lidia San José porque deja claro que las pocas oportunidades que le han dado no han sido en vano, y que merece todo el éxito que esta serie le está dando. Ya no es la niña de ‘A las 11 en casa’, es Lidia San José, con nombre y apellidos. Y su capítulo bien demuestra con una estupenda metáfora con Puente Viejo que las vueltas pueden ser difíciles, pero no imposibles. En cuanto a Yolanda Ramos, creo que necesita una mención especial su Noemí y toda la subtrama que tiene durante la serie con Divacel – el capítulo 4 y su destape por parte de Equipo de Investigación es una maravilla -. Es una suerte de timadora en potencia que ni cree serlo ni hace que los demás consideren que lo sea, haciéndola entrañable y sin duda una persona a la que nos encantaría tener en nuestras vidas, con la que poner verde a los demás y estar sentado hablando horas sobre la vida.
En resumen, la 2ª temporada de Paquita Salas es más superior que la primera temporada al tener una trama mucho más sólida y presente en estos cinco capítulos. Paquita y Magüi nos han vuelto a enamorar, los secundarios son más protagonistas que nunca y nosotros nos morimos de ganas por ver qué va a pasar ahora que PS Management ya no existe y Magüi y Belén comienzan una nueva vida profesional. Sólo espero que la espera sea mucho más corta que entre la primera y la segunda temporada. Larga vida a Paquita, reina de la televisión actual.
Por David Marañón
Básicamente es esa la sensación que a uno le queda cuando ve esta serie. Paquita Salas hace que sientas que los personajes que estás viendo en la pantalla sean como tu familia. Sufres por su sufrimiento, disfrutas su diversión y los momentos de introspección hacia personajes son dolorosos y terriblemente reales. Porque Paquita es realidad, es nuestra vecina la que siempre alza la voz en las juntas de vecinos, la señora del barrio que se queja en el mercado porque se le cuelan o la madre que presume de hijo después de una función escolar. Es costumbrismo elevado a la máxima potencia, de ahí a su buen funcionamiento.