‘La doña’ Review Estreno: Aracely Arámbula regresa pisando fuerte

‘La doña’ Review Estreno: Aracely Arámbula regresa pisando fuerte

Por Betty M. Martínez

Llevábamos tiempo pidiéndolo casi a gritos y, al final, parece que Nova nos ha escuchado. Después de meses encadenando producciones de Televisa, Telemundo regresa al prime time telenovelero del canal español. Sólo por eso ‘La doña’ ya merecía ser aplaudida, pero aún hay más motivos para elogiar la elección de esta telenovela.

¡¡CUIDADO SPOILERS!!

Aracely Arámbula, una apuesta segura

La primera razón tiene nombre y apellido: Aracely Arámbula, la protagonista indiscutible de ‘La doña’. Siempre he sido bastante crítica con esta actriz, pero no puedo negar las evidencias. Telenovela que protagoniza, telenovela que triunfa. Los espectadores lo sabemos y Nova también lo sabe. No creo que haya olvidado todavía los índices de audiencia de ‘La Patrona’ o ‘Los Miserables’.

Así pues, el nombre de Aracely Arámbula ya lleva aparejado un buen número de fieles telespectadores, pero esta vez, además, la actriz regresa con un papel hecho a su medida. Sinceramente, si yo fuera ella estaría dándole gracias todos los días al destino que puso en su camino a Argos TV porque, sin duda, gracias a esa productora ha encontrado el encaje perfecto en el complicado mundo de las heroínas telenoveleras.

Lo he dicho en alguna ocasión y lo reitero. A Aracely Arámbula le van como anillo al dedo los papeles de mujeres fuertes, decididas, valientes. La Gabriela Suárez de ‘La Patrona’ lo era, la Lucía Durán de ‘Los Miserables’ también y ‘La doña’ Altagracia Sandoval nos ha demostrado en un par de capítulos que no se queda atrás. ¿He dicho un par de capítulos? Me he pasado. En su primera secuencia del primer capítulo ya nos ha dejado muy claro quién es Altagracia y después no hemos hecho más que corroborarlo.

Eso sí, detrás de esa coraza de hierro forjado, se esconde una mujer que sufre y, si lo gestiona bien, puede ser muy interesante ver cómo se va agrietando ese muro de hormigón que rodea su alma y su corazón. Ya hemos intuido algunas rendijas casi imperceptibles. Ahora queda por ver si serán tapiadas definitivamente o si provocarán un cataclismo emocional en un personaje que te atrapa desde el primer minuto y no te suelta en ningún momento mientras está en pantalla.

De Aracely Arámbula hay que reconocer su valor. Regresó a la profesión después de varios años de parón con un remake de ‘Corazón salvaje’ y ahora vuelve a la pantalla con una versión de ‘Doña Bárbara’. Jugársela con un remake es complicado porque las comparaciones, por más odiosas que sean, son inevitables. En ‘Corazón Salvaje’ no pudo con la brillante “Santa Mónica” de Edith González, ¿estará ahora a la altura del papel de su compatriota en ‘Doña Bárbara’?

Es pronto para responder a eso y yo me he prometido a mí misma borrar de mi disco duro mental el trabajo de Edith González y darle una oportunidad a Aracely Arámbula para que desarrolle su propio personaje, que le dé su toque, su personalidad, su carisma. Espero que no decepcione porque tiene las aptitudes necesarias para hacer un buen papel. Hay pocas actrices con su habilidad para taladrar la pantalla con una mirada y, en lo poco que hemos visto, ‘La doña’ ya nos ha mandado más de un mensaje mirando fijamente a cámara.

Los puntos débiles de Altagracia

Unas líneas más arriba hablaba de las rendijas por las que se intuía el alma de Altagracia. Su primera debilidad es su sobrina. Es evidente que la quiere y que se preocupa por ella, aunque lo haga de forma equivocada. Su relación con su hermana es mucho más compleja. No he escuchado ningún reproche sobre lo que pasó en el pasado, pero Regina se siente culpable. No sé hasta qué punto es sólida esta relación. Eso sí, tengo la impresión de que Felipe, el marido, el que no es de la familia (Altagracia dixit) tiene los días contados. No tiene la ambición suficiente como para satisfacer las ansias de poder de su mujer y, además, en algún momento tendrá que hacerse a un lado para dejarle sitio al galán. Bueno, también pueden llegar a un acuerdo marital. A ella no le importa que él tenga una amante, pero no tengo muy claro que él opine lo mismo.

El galán esta vez le ha tocado a David Chocarro, que está ante su gran oportunidad de consolidarse como protagonista. Por ahora, no es que nos haya gustado, es que nos ha encantado. Es el galán perfecto: educado, galante, justo, defensor de los desfavorecidos, valiente, osado, inteligente… A los espectadores ya nos ha conquistado y a ‘La doña’ también, aunque todavía no se haya dado cuenta. Creo que es la primera vez que un hombre se le planta delante con la gallardía que lo hizo Saúl para cantarle todas sus verdades a la cara sin que le tiemble el pulso.

Pero no hay dos sin tres. Ya ha llegado la tercera en discordia. Y lo siento por Ximena, pero no es ella. A su romance con Saúl le pasa lo mismo que al matrimonio de Felipe con Altagracia. Tienen muy próxima la fecha de caducidad. La gran rival es Mónica, que, para más inri, es la hija repudiada de Altagracia. ¿Cómo reaccionará ‘La doña’ al conocer a su hija? ¿Y al saber que quieren (o van a querer) al mismo hombre? ¿Jugará tan sucio como está acostumbrada o se le ablandará el corazón? Por cierto, ya iba siendo hora de que a este lado del Atlántico pudiéramos ver a Danna Paola, que puede ser con su alegría, naturalidad y energía el contrapunto perfecto al hielo que desprende Altagracia.

Un remake actualizado

‘La doña’ es un remake de ‘Doña Bárbara’. Los que me han leído antes saben que tengo tendencia a poner la venda antes de la herida en este tipo de producciones porque ha habido bastantes casos en los que segundas versiones no fueron buenas. ¿Qué opino esta vez?

Es complicado a estas alturas. Evidentemente el punto de arranque es el mismo y la progresión social y económica de ‘La doña’ son clavadas. Además, los personajes de la trama romántica son calcados. Sin embargo, hay ya algunos matices que apuntan algunas diferencias.

Y esos matices llevan el sello de Argos grabado a fuego. En primer lugar, Altagracia es una poderosa mujer de negocios que maneja a su antojo los hilos del poder político, judicial y mediático. La escena en la que prepara el arresto de Jaime es un ejemplo brillante de cómo funciona la corrupción, uno de los temas estrella de Argos.

En segundo lugar, la violencia de género y las humillaciones que sufren las mujeres víctimas de abusos están presentes casi en cada secuencia. No sólo por el caso de Altagracia, sino por el papel de Saúl. La primera secuencia en la que lo vimos ejerciendo de abogado nos dejó muy claro de qué pasta está hecho este personaje y el mensaje que la historia quiere transmitir. Se agradece que las telenovelas aborden temas que preocupan en la sociedad. Ahora queda por ver cómo lo tratan y de ese tratamiento dependerá gran parte de nuestra opinión sobre ‘La doña’. ¿Cómo compatibilizarán el alto sentido de la justicia de Saúl con las ansias de venganza de Altagracia?

Y no hablemos ya de la referencia a las redes sociales como nuevos motores de creación de opinión. Altagracia controla los medios de comunicación convencionales, como demostró con la detención de Jaime, pero Saúl prepara concienzudamente el contrataque vía Twitter. ¿Podrá Altagracia contrarrestar ese ataque?

David y Goliat

Desde el principio hemos comprobado que vamos a asistir a una lucha abierta entre David y Goliat. Por un lado, tenemos el grupo de los ricos y poderosos, encabezado por Altagracia y su cohorte de lacayos. El mejor ejemplo es Braulio, al que no deberíamos perder de vista. Primero, porque es la cuota española de ‘La doña’ y eso siempre merece ser reconocido. Segundo, porque es el hombre-para-todo (con todo lo negativo que eso implica) de Altagracia aunque se vista de respetable abogado. Tercero, porque está loco por su jefa aunque ella lo trate a puntapiés. ¿Cómo llevará la aparición de Saúl? Ya ha estado dispuesto a matarlo en el segundo capítulo y me da a mí que no le hizo mucha gracia que Altagracia se lo impidiera.

La que da pena solo con verla es Valeria, su mujer. Es el ejemplo perfecto de una vida de apariencias. Es una poderosa jueza, pero todos le recuerdan que lo es solo porque le interesa a Altagracia. Pobre, hasta su marido la trata como si fuera idiota. ¿Llegará Saúl a defender a Valeria del acoso psicológico al que la somete Braulio? Sería muy interesante que profundizaran en esa línea para darle continuidad a la temática de violencia de género desde otra perspectiva. ¿O preferirá Valeria soportar todas las humillaciones con tal de mantener su estatus?

En el lado opuesto del ring, tenemos a los habitantes de la vecindad. Son humildes, pobres, viven con lo justo, pero tienen algo que los ricos y poderosos no tienen. Valores. Son generosos (la amiga de Mónica le abre las puertas de su casa sin pedir nada a cambio), solidarios (todos se unen para adecentar su hogar tras el ataque de los hombres de Altagracia), dignos (no van a renunciar a sus casas a base de mentiras y amenazas).

Para terminar, un consejo. Sería interesante que los productores de telenovelas le echaran un ojo al primer capítulo de ‘La doña’ porque es una clase magistral de cómo empezar una historia de este tipo. Nos han demostrado que en una hora, aproximadamente, es posible presentar los rasgos principales de los personajes más destacados y plantear las tramas más importantes. Por ejemplo, de Altagracia lo sabemos ya casi todo a golpe de frases lapidarias, referencias de terceros y breves flashbacks. Señores productores, como han podido comprobar, no es necesario estar capítulos y capítulos dándonos todos los detalles masticaditos antes de arrancar la acción.

En definitiva, ‘La doña’ promete. Tenemos el inevitable triángulo amoroso, pero sobre la mesa también se han puesto temas que, aunque secundarios, resultan muy interesantes por las cuestiones que abordan. Ojalá consigan mantener el nivel, tono y ritmo vistos hasta ahora. Por lo pronto, me queda claro que ‘La doña’ ha llegado pisando muy fuerte.

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