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'The Following' 3x07: la puntualidad no acompaña al FBI

Por Silvia MartínezSilvia Martínez

Una semana más, ‘The Following’ vuelve con el séptimo capítulo de su tercera y decisiva temporada. Y es que, EEUU no le está poniendo nada fácil a la ficción protagonizada por Kevin Bacon su continuidad en la parrilla televisiva: su audiencia está marcando mínimos históricos, apenas rozando los tres millones de espectadores sin llegar al 1% de share. Tres millones para nosotros en España no están nada mal, pero para Estados Unidos es el límite que marca las cancelaciones.

Otras ficciones como ‘Jane The Virgin’ o ‘The Originals’ de CW, por ejemplo, también están sufriendo los malos datos de audiencia debido a otros programas que acaparan la televisión estadounidense el mismo día que emiten ésta y ‘The Following’.

¿En qué va a quedar, pues, el futuro de la serie con, probablemente, más psicópatas de toda la programación mundial? De momento, aún no se ha anunciado su cancelación ni tampoco la intención de rodar una cuarta temporada, aunque ha habido series con peores datos de audiencia que han conseguido una temporada más. ¿Será éste el caso de ‘The Following’? Lo cierto es que, por ahora, poco podemos atrevernos a predecir. Lo mejor será, por lo pronto, disfrutar de la review del ecuador de su tercera temporada:

(¡Cuidado SPOILERS!):

CRIADOS Y SEÑORES

Si echamos la vista atrás a los dos episodios anteriores, podemos ver que una trama importante se ha cerrado para dar paso a otra nueva: Arthur Strauss, el que ‘partía el bacalao’ sin tener que ver absolutamente nada con Mark Gray – que de momento no sabemos dónde está –, ha muerto. El asesino en cuestión, un hacker brillante con una vida aparentemente normal, era uno de los mejores estudiantes de Strauss, a quien consideraba como un padre que le había traicionado…Y si algo nos han enseñado los thriller es que traicionar a un asesino, nunca acaba bien ni para otro asesino.

Mientras tanto, descubrimos también que el tío de la policía de la ciudad neoyorquina que Ryan y Mike visitaron la semana pasada, es el psicópata que se encargó de hacer desaparecer a varias víctimas en un largo período del tiempo y que, ahora, va a pagar por ello en prisión.

¿O quizá no? A juzgar por el inicio de este capítulo, no: durante el traslado de Duncan a prisión, Sam, el ex estudiante hacker de Strauss, acaba con los dos policías que iban en el automóvil y se lleva a Duncan consigo para que le ayude en sus ‘trabajos de limpieza’.

El lío está servido. Ryan, prepárate.

CARROLL TIENE LOS DÍAS CONTADOS

Mientras tanto, en prisión, las cosas se ponen feas para la relación de amor-odio de Ryan y Joe cuando este último recibe fecha para su ejecución: dentro de siete días. Y claro, ahora que intentaba ayudar al agente Hardy dándole la poca información que supuestamente tiene sobre Strauss y su manía de no hacer que sus estudiantes se conozcan entre ellos, una ejecución supondría un freno a la investigación. O lo que todos pensamos: ni investigaciones ni leches, Ryan Hardy necesita a Joe Carroll vivo tanto como nosotros necesitamos que aumente su protagonismo otra vez en la serie. ¿A que sí?

Bien, pues aunque Carroll no tenga mucha idea de quién puede ser el misterioso hacker, el FBI y su equipo son gente lista y han rastreado de dónde vienen los pasaportes. Son libretas reales y, casualmente, el encargado del inventario de los mismos en la oficina en cuestión, ha sido despedido por negligencia. Ése es el hombre al que persiguen tanto ellos como Sam y Duncan.

Pero como siempre últimamente, los malos van dos pasos por delante de los buenos y para cuando llegan al primer sitio donde Luis Serra, que así se llama, podía estar…ni rastro de él, sólo sangre de los muertos que yacen en la sala indicando quién había estado hace poquito tiempo ahí dentro. Suerte que han podido enterarse de dónde vive su novia y todo apunta a que va a ser el único sitio donde alguien sepa algo de él.

ESTÁ ENTRE VOSOTROS

Por otro lado, como siempre, los cracks de informática del FBI otorgan a Hardy y compañía buenas pistas a las que aferrarse y, esta vez, han dado con el quid de la cuestión de cómo se pudo infiltrar un hacker en su sistema: lo hizo alguien desde una de sus empresas contratadas, Maintech. ¿Y a que no sabéis quién trabaja ahí? En efecto, Sam, cuya rareza obviamente pasa muy desapercibida ante sus compañeros, que últimamente están acostumbrados a verle de uvas a peras.

Tal y como imaginábamos, Sam se las arregla para cargarle el muerto a otro, concretamente uno de los jefes de departamento el cual había dicho anteriormente que ‘ese trabajo no podría haber sido llevado a cabo solo por una persona’. ¡Ese tipo de comentarios tocan en el ego de un hacker asesino, hombre! Pero por suerte, por suerte para Max porque no para él, hay otro miembro del equipo informático que tiene la coartada para el acusado y está dispuesto a ayudarle a investigar quién es el que de verdad está infiltrado.

Todos sabemos cuál es el destino de este pobre informático, ¿verdad? Más o menos el mismo que les espera a Luis Serra y a su novia, pues Duncan está dispuesto a ganarse su continuidad en el planeta tierra deshaciéndose de toda prueba que pueda encubrir a Sam en el asunto de los pasaportes de Strauss.

Con su novia yaciendo muerta en la cama, a Luis todavía le quedan minutos de vida en este mundo, pues hasta que no borre todo rastro de la operación, donde sea que tenga rastros, no les conviene que muera.

¿QUIERE ALGUIEN HACERLE CASO A RYAN?

Y mientras Duncan se encarga de lo suyo, con cierto aire de miedo hacia Sam si no hace lo que debe, éste se encuentra en Maintech jugando al Cluedo con Max. Desaparecido – muerto, Max, está muerto – el informático que le ayudaba, Max Hardy se interesa en ir a buscarlo porque parece estar tardando demasiado en arreglar el problemilla que parecía tener la conexión de la oficina. Claro está, se lo encuentra tirado en el suelo y, ahora a oscuras, empieza una persecución por toda la oficina a alguien que ni siquiera sabe todavía quién es. Por suerte, no ha heredado de su tío ese afán por no llamar nunca a refuerzos y éstos llegan justo cuando Sam estaba a puntito de clavarle un cuchillo, que es una de sus maneras favoritas de matar como ya habremos detectado.

Por su parte, el FBI que sigue dos pasos por detrás de Duncan y Sam, ha encontrado tickets de parking de un almacén a las afueras en el coche de la novia de Serra y, tal y como han podido comprobar en las grabaciones, allí es donde Duncan y él se encuentran quemando las pruebas de todo lo posible. Al llegar, entre forcejeo y forcejeo, Duncan acaba perdiendo la vida y Serra, detenido. ¡Todo está solucionado, por fin sabrán la identidad de Sam!

Pero obviamente, no: poco antes de aparecer el FBI, Sam había hecho una llamada a Duncan pidiéndole un nuevo trabajito a nuestro amigo de los pasaportes. No sabemos qué es hasta que vemos un nuevo pasaporte implicando a otra persona, el jefe de Maintech, intentando así despistar a los agentes. ¿Despistar a Ryan Hardy? ¡Por el amor de Dios! Él sabe que todo está demasiado masticado como para ser verdad, y por mucho que el nuevo agente al mando le haga investigar al supuesto culpable, Ryan sabe que hay algo más. Lo único que puede hacer tambalear su intuición e inteligencia policiaca…son sus sueños con Joe Carroll.

Ay, Ryan, Ryan… ¿Qué va a ser de ti cuando Carroll muera? ¿Y de Daisy qué ha sido ahora que Kyle tampoco está? ¿Y Mark Gray? ¿Seguirá con el único apoyo de su amado hermano fallecido? Lo veremos a partir de la semana que viene. ¡Viva el amor!

Por Silvia MartínezSilvia Martínez