'Vikings' 4x01 Review: la temporada más larga y solitaria de Ragnar Lothbrok
Por Marta AiloutiMarta Ailouti
Ya lo sabíamos. Lejos de lo que se pueda creer el poder no atrae más poder. El poder solo atrae lo peor de cada uno. Y a veces, también, de los demás. Así se lo advirtió, hace prácticamente un año, el mismísimo Ragnar Lothbrok a su hijo Bjorn en el primer episodio de la tercera temporada. Pero, como ocurre con las profecías, las advertencias en 'Vikings' nunca terminan del todo. Sus voces resuenan tiempo después. Como un eco. Como ese otro murmullo que alerta al inicio de este capítulo: “Los dioses están aquí. Están observando”.
Yo no sé si tanto, pero los que si estamos somos nosotros y, a juzgar por el buen inicio de esta temporada atípica de veinte capítulos que vale por dos, tampoco querremos dejar de observar. Al contrario.
'Una buena traición' es el título elegido, toda una declaración de intenciones, para poner punto de partida. ¿Os imagináis por qué? Tras el tráiler lo comentamos:
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¡CUIDADO SPOILERS!
“Es imprudente imaginar la muerte de reyes”
Tras la conquista de París, una vez ya en Kattegat y sin, aparentemente, un enemigo nuevo que batir, los norteños empiezan a mirarse unos a otros con cierto recelo. Mientras, Aslaug, tan sibilina como una serpiente, sueña con lo que no debe soñar. ¿Reinará alguna vez una mujer Kattegat? ¿Lo hará después de Ragnar?
A la reina, que nunca ha sido santa de mi devoción, no se le pueden reprochar sus aspiraciones. Hija del más grande guerrero, como ella misma le recuerda a sus hijos, se ha visto reducida a un papel completamente secundario y hace demasiado tiempo que nada, ni siquiera el cariño, le une a un Ragnar gravemente enfermo desde su última travesía en París.
Si acaso, como bien le señala el oráculo, su acción es imprudente y cuanto menos desleal. Una fantasía, un deseo más bien, que sirve para reivindicarse como personaje femenino, lo cual siempre es una buena noticia, y aumentar la presión sobre el rey Lothbrok.
A propósito de Ragnar
Sea como sea, lo cierto es que Aslaug aún tendrá que esperar para que se cumplan sus deseos, aunque la predicciones del vidente siempre tengan trampa. Y es que, muy a pesar del propio Ragnar, tan cerca de la entrada del Valhalla, los dioses aún le deparan otros destinos mucho más terrenales.
Durante su convalecencia, han ocurrido algunas cosas. Para empezar, Bjorn. No es casualidad que en un capítulo sobre traiciones, Floki termine encadenado bajo las órdenes de su hijo mayor, en venganza por la muerte de Athelstan.
Su mandato público coloca al líder vikingo en una complicada situación hacia su “descarriado” amigo pero también hacia sí mismo. No es para menos. Si nada (o Yidu, la nueva esclava de Aslaug) lo remedia, es posible que nos enfrentemos a la temporada más solitaria de Ragnar, al que poco a poco le van faltando los amigos mientras se le abren otros frentes.
Tampoco estará Bjorn. El Lothbrok primogénito parte hacia la naturaleza para demostrar a su padre y, lo que es más importante, a nosotros, que él también sabe sobrevivir. Un paso decisivo y necesario dentro de la ficción para que este personaje, al que algunos seguimos viendo como demasiado imberbe, termine de explotar del todo.
El “ ex-traidor”
También ausente, Lagertha regresa a Hedeby junto a Kalf, donde este le ofrece compartir su título de conde, aún sin estar casados. Un gesto noble y justo, hecho a medida de nuestra vikinga favorita, que hace que me reconcilie con el que fuera su hombre de confianza y le retire el cartel de traidor que le colgué la temporada pasada.
Al menos por ahora. Y es que a estas alturas, qué norteño no hay traicionado a nadie y menos aún en este capítulo que está repleto de pequeñas y grandes traiciones. Seguramente, Einar, el sobrino del difunto conde de Hedeby, también me lo discuta.
Él, más que nadie, debió saber que la palabra de Kalf, con el que en un tiempo conspiró contra los Lothbrok, a menudo no es muy de fiar, y debió guardarse algo más las espaldas antes de dar un paso al frente en contra de Lagertha. El remate es solo cosa de ella, que ha permanecido callada todo el episodio hasta ese momento. Pero lo relevante no es lo que tiene que decir. Ella nunca nos defrauda.
Y mientras, en París
La otra importante decisión sobre la que el rey de Kattegat no está nada de acuerdo tiene que ver con la idea de haber dejado a su hermano al frente de los vikingos que permanecen en París. No es que su opinión vaya a cambiar nada ahora, menos después de que nosotros hayamos presenciado el modo en que este ha llevado a cabo su traición, solo nos pone en alerta de hasta qué punto Ragnar es consciente de su verdadera naturaleza.
Así las cosas, mientras Rollo trata de conciliar, en un idioma que no conoce, su relación con la princesa Gisla, con la que acaba de formalizar su unión matrimonial aunque no su noche de bodas, el resto de norteños, que desaprueban sus nuevas alianzas, empiezan a impacientarse. De la emboscada por la espalda a manos de su falso líder de la que nadie sobrevive, surge una amenaza, casi un maleficio, a modo de promesa: Ragnar Lothbrok irá a París y los vengará a todos.
El contraste de estas dos escenas además enriquece al nuevo miembro de la familia francesa. El personaje de Rollo, probablemente uno de los más irregulares de la serie, vuelve así a recobrar protagonismo en uno de los alicientes más grandes de la temporada. Bien es cierto que, ganen o pierdan, todos brillan mucho más cuando se enfrentan al rey del norte. Solo él por ahora tiene ese efecto.
Próximamente...
Y si, como a mí, os ha sabido a poco y aún queréis más, como adelanto, os dejo el tráiler de su próximo episodio. Si todos van a ser como este, tenemos diversión para largo y yo lo espero con ganas. Un pequeño SPOILER, vuelve el rey Ecbert:
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Por Marta AiloutiMarta Ailouti
Ya lo sabíamos. Lejos de lo que se pueda creer el poder no atrae más poder. El poder solo atrae lo peor de cada uno. Y a veces, también, de los demás. Así se lo advirtió, hace prácticamente un año, el mismísimo Ragnar Lothbrok a su hijo Bjorn en el primer episodio de la tercera temporada. Pero, como ocurre con las profecías, las advertencias en 'Vikings' nunca terminan del todo. Sus voces resuenan tiempo después. Como un eco. Como ese otro murmullo que alerta al inicio de este capítulo: “Los dioses están aquí. Están observando”.