La Peste, una exquisitez de 10 millones de euros donde “no entran las mujeres”
Desde que hace dos años Movistar+ anunciara La Peste como su primera producción original su estreno (el próximo 12 de enero) se ha convertido en uno de los más esperados: Alberto Rodríguez había fantaseado con contar esta historia desde hacía tiempo y por fin podía construirla con 10 millones de euros de presupuesto.
El pasado lunes, la plataforma convocó a los medios para hacer un visionado de los dos primeros capítulos que nos absorbieron de tal manera que casi fuimos incapaces de distinguir cuándo había acabado uno y empezado el otro. Por lo que, la decisión de lanzar todos los episodios de golpe y poder hacer un maratón de la serie es uno de sus grandes aciertos.
A continuación detallamos los otros puntos positivos y negativos de la ficción más ambiciosa de Movistar+:
Lo mejor
LA POBREZA EXQUISITA: desde su primera escena, La Peste está haciendo su declaración de intenciones al espectador. Le agarra por el cuello y lo mete en la suciedad de aquella Sevilla del siglo XVI, en sus lodos, en sus camisas ennegrecidas, rozándose con cuerpos sudorosos, olorosos y llenos de moscas para que, una vez atrapado, paladee la exquisitez de esa reconstrucción.
Eres consciente de lo desagradable que tenía que ser vivir en aquella época pero una vez atrapado no puedes dejar de saborearla. Como cuando el machismo de los 60 en Mad Men no te impide degustar sus escenarios, o las joyas monárquicas de The Crown no te ciegan ante la majestuosidad de su puesta en escena. Rodríguez demuestra que la pobreza también puede ser exquisita y, si lo consigue con el late motiv del sonido de las moscas al encontrar una víctima de la peste, imaginad cuando alza la cámara para vislumbrar lo que una vez fue la capital del mundo.
LECCIONES HISTÓRICAS: En aquella época acababa de llegar el cacao a Europa y estaba reservado a los paladares más exquisitos, es decir, a la nobleza. “Aunque tenga ese color es una delicia” explica Paco León en una de las escenas, situándonos subliminalmente en aquella Edad Moderna inquisitiva. El tomate, en cambio, era considerado un alimento venenoso. Otra lección que nos ayuda a posicionarnos en un lugar muy concreto de nuestra historia.
DESCUBRIMIENTOS INTERPRETATIVOS: Paco León y Paco Tous visitaron El Hormiguero esta semana para promocionar la serie, pero los actores que realmente se aferran al olfato del espectador son Pablo Molinero y Sergio Castellanos. Menos conocidos por el gran público pero eso tiene fecha de caducidad. Su rostro, sus gestos, sus voces y sus potentes interpretaciones hacen que despunten entre el resto. Que los distingas casi siendo desconocidos. Como si en una rueda de reconocimiento supieras a la perfección que son ellos. Que solo ellos podrían seducir con unos personajes de pocas palabras, pocas sonrisas y aún menos florituras. El olfato del equipo de casting fichando a las caras desconocidas es un acierto.
Lo regular
MINDHUNTER A LA ESPAÑOLA: si el tablero desde el que “juega” La Peste te presenta su espectacularidad desde el primer momento, la trama tarda algo más en mostrar sus cartas. La introducción de sus personajes es larga pero no molesta. Es más, se agradece porque todos ellos desprenden un “olor” con el que tienes ganas de volverte a cruzar. Pero no será hasta el segundo capítulo cuando descubras la razón de toda esta infraestructura: el protagonista tendrá que resolver una serie de asesinatos cual Mindhunter sin recursos.
Un planteamiento interesante pero con un ritmo peligroso para los más impacientes. Algo que Movistar+ ha sabido solucionar (esperemos) con la posibilidad del binge watching.
Lo peor:
“NO ENTRAN LAS MUJERES”: en una de las secuencias, Teresa (interpretada por Patricia López-Arnaiz) llega a la puerta de un prostíbulo y, antes de acceder, un vigilante le advierte: “Aquí no entran las mujeres” y así se resume la posible identificación del público femenino con algunos de los personajes de La Peste.
Las mujeres de la serie están al servicio de los hombres sin desarrollar un papel relevante en la trama. Posiblemente, en los siguientes capítulos, alguna gane presencia pero a muchas espectadoras ya nos habrán perdido por el camino. Queremos “entrar”, y más aún porque nos suele gustar la ficción histórica, pero sin una igual que nos tome de la mano es difícil que demos más pasos.
Cierto es que estamos acostumbradas a hacer el ejercicio de identificarnos con personajes masculinos pero, cuando al fin hay series en las que existimos (para muestra los Globos de Oro 2018), ¿por qué deberíamos volver a hacer ese esfuerzo? Y ahora... “invéntense cualquier excusa, llevan años haciéndolo” (no es una frase mía, es de la propia serie).
Una pena que estos ingredientes tan sabrosos solo los vayan a degustar en su plenitud unos pocos, bon appétit!