'Alba': un crudo y doloroso retrato de la violación múltiple que por fin les señala a ellos
¿Puedes afirmar si te penetraron vaginal y analmente?
No lo recuerdo.
¿Recuerdas haber salido de casa sin ropa interior?
Son solo dos de las preguntas del extenso, incómodo y carente de empatía interrogatorio al que es sometida Alba, una joven a la que cuatro hombres han violado en grupo. No recuerda nada. Sabe que salió de fiesta con una amiga, que se empezó a encontrar mal y que fue a buscar a su novio para volver a casa.
Así es el potente y doloroso punto de partida de la serie que lleva el nombre de la citada protagonista, cuyo primer episodio se estrena este domingo 28 de marzo en Atresplayer Premium y que supone la adaptación española del fenómeno turco Fatmagül.
Un capítulo muy crudo, lúcido y molesto en su retrato de la violencia sexual ejercida sobre las mujeres. Una entrega que revuelve entraña, mente y órganos genitales. Que cabrea... y también asusta. Hace mucho tiempo -el caso de 'La Manada' lo puso en evidencia en 2016- que sabemos que estas agresiones no son ficción, sino que forman parte de la realidad. Por lo que atestiguar a través de la pequeña pantalla lo deleznables, peligrosas e injustificables que son, impone y provoca escalofríos.
Alba encuentra en la mirada de Elena Rivera la mejor herramienta para que el público le acompañe y sufra la sacudida de ser víctima de semejante bestialidad. Alba hemos sido todas dejándonos algún día la copa en la barra de la discoteca mientras bailamos un rato. Alba hemos sido todas encontrándonos mal y teniendo que acabar antes la juerga, sin nadie. Alba hemos sido todas las que nos hemos tenido que quitar de encima a algún baboso que ha decidido que queríamos que nos restregara su paquete en la pista. Alba hemos sido todas las que nos hemos emborrachado, las que disfrutamos de marcha; y las que podríamos haber acabado como Alba regresando solas cualquier día a las tres de la mañana por unas calles que nos son hostiles. Con miedo, violadas, vejadas e incluso, asesinadas. Y precisamente por ello, es fundamental que se cuente.
[Aviso: Spoilers] “Pese a todo, ha sido una pasada”
Ahora bien, la serie -al menos en su arranque- es redonda por cómo pone igualmente el foco sobre ellos. En el grupo de amigos adinerados que se cruzan con una chica sola de vuelta a casa y deciden violarla. Todos. A la mañana siguiente se despiertan con resaca y alguna laguna, pero desde luego no muestran ningún atisbo de culpabilidad ni de arrepentimiento. “Todo lo que cuente es poco. Puta pasada de viaje. Hay vídeo”, fue una de las frases que compartieron los miembros de 'La Manada' en su grupo de WhatsApp celebrando la 'hazaña'. Una conversación que salió a la luz en el juicio del caso en 2017, que reveló que antes de salir aquel San Fermín planearon: “¿Llevamos burundanga? Tengo reinoles tiraditas de precio. Para las violaciones”.
En la ficción de Antena 3, por lo pronto solo hemos visto que uno de ellos pregunta “¿alguien despierto?”. Pero la llamada telefónica en la que el cuarto integrante del grupo -novio de Alba, que tampoco recuerda nada- les cuenta que ella está en el hospital porque ha sido violada, es digna de estudio y ojalá se viralice por lo sumamente necesaria y condenable que es. “Que nos hubiera dicho que era su novia y nos follábamos a otra”, critica uno, “no hicimos nada que ella no quisiera”. El colofón se lo lleva el cabecilla, en la piel de un notable Álvaro Rico (Jacobo) que, tras la 'bajona', ordena: “Lo que vamos a hacer es irnos a casa y recordar que a pesar de todo ha sido una pasada. Una puta pasada, joder”.
Peligro de pérdida de foco y posible enredo de más
Alba, que como decimos adapta el fenómeno turco Fatmagül, consta de 13 capítulos que se irán estrenando cada domingo en la plataforma. Por lo pronto, a nivel de ritmo e intriga supera su primera prueba con creces. Su estructura con flashbacks difusos le sienta bien y permite dosificar la información que va desvelando -como que alguno de ellos grabó la violación múltiple-.
El primer episodio deja con ganas de ver cómo la joven se “repone” y busca justicia; y si los agresores acabarán pagando por lo que han hecho. Una de las piezas del puzzle que desconcierta es en qué momento entrará en juego Bruno (Eric Masip) como posible agresor para Alba, así como la trama que afecta a sus padres. En el caso de los chicos, hijos de empresarios millonarios, circunstancia que les hace sentirse impunes porque “los ricos no van a la cárcel”.
Se intuye que habrá una parte de la ficción que se adentrará en la corrupción y tejemanejes entre dueños de terrenos, políticos y demás implicados en conseguir construir un gran complejo hotelero. En esta esfera, Adriana Ozores interpreta a la única mujer involucrada en la empresa, a la que su marido, que es el dueño, interrumpe cuando habla en público, obliga a quedarse en casa e incluso amenaza.
Hasta aquí, esta parte de la historia tiene potencial para abordar el machismo estructural, la diferencia de clases, la perpetuación de patrones y estereotipos. Sin embargo, también corre el riesgo de hacer que cobre más relevancia lo menos importante, y que incluso la violación se banalice para acabar convertida en un culebrón. Hablar sobre un caso de violación múltiple enmarcándola en su contexto es una buena decisión, siempre y cuando el epicentro se mantenga intocable.
La importancia de hablar sobre la violencia sexual
Pero tampoco nos adelantemos, de momento Alba por un arranque sin medias tintas y que no busca el morbo. Es sutil pero directa, valiente y seria, actual y tajante. Lo es hablando sobre la culpa, la que la propia joven se plantea si ha podido tener. E igualmente la de su amiga, que le perdió la pista aquella noche y de momento no se ha visto capaz de volver a dirigirle la palabra, convencida de que es la responsable de lo sucedido.
“Parece que mirar a una chica puede ser un delito” es uno de los comentarios que se escuchan entre los hombres de la producción, constatando el camino que aún queda por recorrer. Igual que cuando estos se horrorizan porque deciden que la lucha feminista persigue que la mujer tenga más derechos que los hombres. 'Feminazis' nos llaman, comparando un movimiento que busca la igualdad con el nazismo; la ideología de los responsables del genocidio que acabó con la vida de más 11 millones de personas en la II Guerra Mundial.
Alba es importante porque abre debate, interpela y enseña algo que es más común de lo que debiera. Los cambios no pueden llevarse a cabo si solo trabajan por ello la mitad de las partes, y tampoco sin 'entender' de dónde viene el comportamiento de ambas. Encontrar en la ficción una aliada que se toma muy en serio serlo solo puede tener consecuencias positivas. Ojalá sea así y ayude a que cada vez haya menos Jacobos, Rubenes y Hugos. Menos Albas y menos miedo a que mañana nos 'toque' a cualquiera serlo.
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